Monday, November 15, 2010

¿Hacia la Post-hegemonía?

Uno de los placeres de escribir un blog es que uno puede adoptar pose de autoridad sobre temas que desconoce. Así que hoy voy a escribir un poco sobre geopolítica, en particular sobre un tema que se ve con cada vez más frecuencia en los medios: el fin de la hegemonía americana.

Ante todo comienzo por explicar mi sesgo en estos temas. A mediados de los 90, cuando yo me trasladé a Estados Unidos, la economía norteamericana estaba creciendo a pasos agigantados mientras Europa se encontraba en recesión. La reacción de mis amigos europeos reflejaba un poco ese estado de cosas: un sentimiento de pesadumbre ante el "inexorable" declive de Europa. Desde entonces me ha llamado la atención esa fascinación de muchos europeos con su propio declive que a veces lo viven como si fuera un drama personal. Ahora, cuando parece que llegó la época del "declive" americano, el triunfalismo de los 90s ha dado paso a una pesadumbre similar en Estados Unidos. Nunca he entendido esa reacción.

Me explico. Hasta hace unos doscientos años, no existía el crecimiento económico sostenido. La economía mundial tenía buenas épocas y malas épocas (por ejemplo, la Peste Negra) pero siempre oscilando en torno a un estándar de producción dictaminado por una tecnología que, en lo esencial, no cambiaba mucho de un siglo a otro. El despegue tecnológico como lo conocemos hoy es resultado de las dos revoluciones industriales de los últimos dos siglos: la maquina de vapor a finales del siglo XVIII y la aplicación de la ciencia a la producción a finales del siglo XIX.

Para nuestros efectos, lo que importa señalar es que ese despegue estuvo geográficamente muy concentrado en la porción nor-atlántica del mundo. Como resultado, los imperios dominantes de esta época (Gran Bretaña, el resto de las potencias europeas y Estados Unidos) adquirieron unas ventajas económicas (y por ende, militares) sin precedentes respecto a sus colonias (o neo-colonias según el caso). Como resultado, los imperios de ahora no caen como los de antes. El Imperio Romano fue destruído por fuerzas invasoras cuyo aparato militar no difería mucho del del mismo Imperio. Si, claro, antes de que salten, en aquella época nadie lo veía así y, por el contrario, se consideraba que la máquina de guerra del Imperio Romano era imbatible. Pero cualquiera que fuera la brecha tecnológica, palidece comparada con las brechas de hoy en día. Así que los imperios modernos no caen por invasión y destrucción militar (ni siquiera la debilitada Unión Soviética cayó así); es militarmente inviable. Además, es económicamente indeseable. Es mucho más provechoso para cualquier país beneficiarse del comercio con las metrópolis que tratar de saquearlas.

Por tanto, la decadencia de un imperio moderno no tiene por qué ser un gran traumatismo para sus ciudadanos. El ejemplo más claro es el Imperio Británico. Comenzó su declive al rededor de la Gran Depresión, se debilitó muchísmo con la Segunda Guerra, perdió la India, su posesión más preciada, en 1948 y tuvo que aceptar que Eisenhower le diera tratamiento de segunda en la Crisis del Suez en 1956. A partir de ese momento ya nadie consideró a Inglaterra un gran imperio. Pero para los ciudadanos ingleses la decadencia del imperio no ha significado un duro golpe a su nivel de vida. Inglaterra ha seguido creciendo (con crisis, como toda economía) después del 56, sigue siendo uno de los mejores sitios del mundo para vivir, como lo demuestran los miles de personas que tratan de establecerse allí cada año, es más próspera hoy que hace 50 años, en fin. Muy seguramente, algo similar ocurrirá con el declive de la hegemonía norteamericana. El hecho de que Estados Unidos deje de ser la superpotencia mundial incontestada no quiere decir que los estadounidenses vayan a sumirse en la miseria.

Lo que hay detrás de esto es algo que poco veo discutido: las políticas imperiales no benefician a todo el imperio por igual. Sospecho que hay algunas de esas políticas que son bastante regresivas. Dudo mucho de que el americano promedio se beneficie en medida justa del gasto en defensa descomunal de los Estados Unidos. Gastar el 44% del presupuesto mundial en armas para tener, supuestamente, gasolina barata, cosa que ni siquiera está garantizada, me parece un pésimo negocio para muchos de los norteamericanos más pobres. ¿Cuánto le costó al americano promedio tener una flota naval dispuesta a defender las propiedades de la United Fruit en Centroamérica? ¿Compensaba ese costo su consumo privado de bananas? De modo que para una potencia industrializada como Estados Unidos no todo va a ser malo cuando pierda su status hegemónico.

¿Por qué doy por hecho que ese declive se va a producir? Ya se está viendo. Estados Unidos está redescubriendo la lección que olvidó tras la retirada de Vietnam y que ya antes había aprendido Inglaterra en 1920 (justamente en Irak): que en la era moderna es imposible controlar poblaciones lejanas simplemente a punta de fuerza militar. Afghanistán es cada vez más inmanejable desde el punto de vista norteamericano. Estados Unidos no ha podido contener la influencia iraní en Irak.

Ninguna de estas "derrotas" es decisiva. La razón por la que Afghanistán mantiene su orgullosa historia de derrotar a todos los imperios (Inglaterra, la Unión Soviética y, ahora, Estados Unidos) es simplemente porque es tan pobre que ninguno de estos imperios está dispuesto a gastar los recursos necesarios para doblegarlo. Si cualquiera de estos países de veras considerara a Afghanistán fundamental, podrían conquistarlo.

Pero lo interesante es que estos cálculos costo-beneficio de las grandes potencias siempre son relativos respecto a sus capacidades. Entonces, es bien probable que una pequeña "derrota" venga seguida por otras más significativas. Ultimamente Estados Unidos no ha logrado que Corea del Sur (¡Corea del Sur! que prácticamente se debe a USA) le ayude en el embargo comercial a Irán.

En el caso de Asia, veo cada vez más probable que en los próximos años surjan equivalentes chinos e indios de James Monroe que declaren sus respectivos "patios traseros" como zona de influencia en la que los Estados Unidos no son bienvenidos. ("¡Asia Central para los Asiáticos!")

Antes de que nos pongamos alarmistas, recordemos que el PIB per capita de China es la quinta parte del de Estados Unidos. Así que, aún cuando alcance una posición dominante en su zona de influencia, China seguirá siendo un país mucho más pobre que Estados Unidos. Pronostico que, por mucho que yo viva, moriré en un mundo en el que el núcleo industrializado noratlántico sigue siendo la región más rica del planeta.

De modo que el fin del "imperio" norteamericano no tiene por qué ser el fin del mundo, y ni siquiera el fin de los Estados Unidos. Eso no quiere decir que no vaya a tener consecuencias serias, algunas de ellas nada saludables. Pero es bueno pensar en ellas con cabeza fría.

Tengo que salir. Después sigo con esta serie de incoherencias.

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