No voy a ser muy exhaustivo en mis comentarios. Las elecciones acaban de pasar y a mí no me gusta comentar eventos "en caliente," además, tratándose de 435 escaños de la Cámara y más de 20 en el Senado (no me acuerdo la cifra exacta este año), hay mucha más información de la que puedo digerir. Así que, sin mucha coherencia, aquí van algunos puntos aislados.
1. Sesenta escaños en la cámara: esa fué la pérdida de los Demócratas este año. Muchísimo. Es más, fueron derrotados tres presidentes de comisiones parlamentarias. Un poco de contexto: en el Congreso de Estados Unidos, por razones históricas muy complejas, los dos partidos han optado por dejarle la presidencia de las comisiones parlamentarias a los miembros de más antigüedad en la respectiva comisión. A juicio de muchos esto ha contribuido a diluir la disciplina de partido en el Congreso ya que las posiciones más importantes se asignan de acuerdo, en últimas, a una fórmula que no le da ninguna discreción al liderazgo del partido. (Hemos visto ya que el Partido Demócrata tiene unos serísimos problemas de disciplina interna.) Pero bien, volviendo a la derrota de tres presidentes de comisión, esto quiere decir que se trata de tres representantes que tenían ya bastante veteranía en el Congreso y aún así fueron derrotados. Un poco menos espectacular que el caso de Tom Foley, el "Speaker" Demócrata (algo así como el Presidente de la Cámara) que fue derrotado en 1994, cosa que no ocurría desde los tiempos de la Guerra Civil.
2. Ya sé que todos los medios están preparados para hablar de que Estados Unidos ha tomado un giro decisivo a la derecha. Pero de pronto hay otras formas de ver las cosas. Aún es prematuro decirlo pero de pronto lo que está pasando en Estados Unidos es que simplemente la Cámara se ha vuelto más volátil. Volvamos al contexto histórico. Un hecho poco conocido fuera de Estados Unidos es que el Partido Demócrata controló la Cámara de Representantes en forma ininterrumpida durante 40 años entre 1954 y 1994. Por eso la elección del 94 fue tan importante. Después de eso, los Republicanos tuvieron mayoría en la Cámara durante 12 años (1994-2006) y ahora los Demócratas tuvieron la mayoría durante 4 años (2006-2010). Así que es probable que estemos asistiendo a un nuevo patrón. Es probable que 1994 haya puesto fin no solo a la hegemonía Demócrata en la Cámara sino a las hegemonías en general. Solo el tiempo lo dirá. El hecho es que la hegemonía Demócrata en la Cámara estaba apuntalada por otro factor que tampoco se conoce mucho fuera de Estados Unidos: el Sur, es decir los estados de la Confederación en la Guerra Civil, funcionó casi como un régimen de partido único (Demócrata) desde 1876 hasta 1966.
De hecho, una posible forma de interpretar las elecciones del 94 es precisamente que allí culminó un proceso que se venía dando en forma lenta pero inexorable: la transformación del Sur de ser un bastión Demócrata (muy, pero muy conservador) a ser un bastión Republicano. Pero yo dudo que el Partido Republicano pueda construir en el Sur una hegemonía similar a la que tuvieron los Demócratas. Al fin y al cabo, esa hegemonía funcionaba a partir de mecanismos que hoy son claramente condenados, en especial, la supresión del voto negro. Hay, sin duda, intentos de muchos grupos políticos por limitar el voto de los negros (y los hispanos) pero ya no están abrigados por el código racial que quedó en el Sur desde 1876. Además, el Sur se está volviendo gradualmente menos "excepcional." Ha aumentado la migración Norte-Sur y el proceso de urbanización sigue. Mi antiguo terruño es un ejemplo. El estado de Virginia se ha dio volviendo electoralmente más competitivo. Eligió dos gobernadores demócratas consecutivos y, caso prominente a nivel nacional, hace dos años mi distrito electoral (VA-5) eligió a un Demócrata (Tom Perriello, médico de Charlottesville) que, muy valerosamente, votó a favor de la reforma de salud. Ayer perdió. Pero dio la batalla, perdió por margen decoroso mostrando que los Demócratas pueden lograr cosas en el Sur (por lo menos en la parte norte del Sur) sin necesidad de disfrazarse de Republicanos.
Nota: Me encuentro ahora el mensaje que le envió Perriello a sus simpatizantes. Si más Demócratas hubieran tenido esa actitud, tal vez hoy no estaríamos hablando de las nuevas mayorías Republicanas.
3. Si yo tengo razón (y puedo estar equivocado) entonces el Partido Republicano va a tener que ser cuidadoso con sus mayoría de ahora. No podrá hacerse la ilusión de que van a durar para siempre. De modo que ahora al Partido Republicano se le plantean algunos dilemas interesantes. Buena parte dependerá de la dinámica entre el Partido Republicano y el así llamado Tea Party.
Es prematuro decir algo sobre qué tan bien la fue al Tea Party. Recordemos que el Tea Party no es un partido. Es más bien una tendencia dentro del Partido Republicano que ha sido capaz en algunos casos de movilizar gente de fuera del partido. Entonces cuando hablamos de victorias o derrotas del Tea Party hablamos de candidatos Republicanos que contaron con el apoyo de esta tendencia. En ese sentido, hubo dos victorias importantes en el Senado: Rand Paul de Kentucky y Marco Rubio de Florida. Ambos ganaron la nominación Republicana por encima de candidatos preferidos por el viejo establecimiento. Pero hubo derrotas también importantes: Sharron Angle en Nevada, Christine O´Donnell en Delaware (aunque se veía venir dese hacía rato) y, parece, Joe Miller en Alaska. Lo grave es que estas derrotas le costaron al Partido Republicano la mayoría en el Senado. De modo que habrá sectores más tradicionales del partido que culpen al Tea Party por haberle hecho despilfarrar al Partido la oportunidad de quedarse también con el Senado al nominar a candidatos tan extremistas que no tenían opción.
Pero Josh Marshall hace una observación muy pertinente: es bien probable, y tomará tiempo saberlo a ciencia cierta, que el Tea Party haya logrado victorias importantes en la Cámara. Si eso es así, es probable que el Tea Party sea aún más fuerte de lo que hoy parece. En cualquier caso, esto plantea una dinámica interesante:
El Tea Party es una expresión populista de derecha. Como tal, a veces adopta posturas antioligárquicas. Por ejemplo, la mecha que encendió este polvorín fue el rescate a los banqueros resultado de la crisis financiera del 2008. El Tea Party odia a Wall Street con una ferocidad que haría sonrojar a muchos socialistas. Pero, y aquí está lo fascinante del populismo, ese odio no lleva al Tea Party a formular una agenda antisistema. Al contrario, termina amalgamando ese odio con otros odios típicos de la derecha más tradicional, por ejemplo a los inmigrantes ilegales y, no siempre, pero a veces en forma soterrada, a los negros. Como tantos otros populismos de derecha, el Tea Party ha renunciado desde sus orígenes a articular un discurso que se nutra de las ciencias sociales modernas. Al contrario, acude a mitos fundacionales sobre la Constitución americana y la cultura judeo-cristiana. Por eso sus resentimientos económicos son, por así decirlo, transubstanciados (así como el pan se transubstancia en Cristo en la misa) en ataques a una "élite" cultural (el "establecimiento liberal" de la ciencia y la intelectualidad) muy difusa. (Hace rato quiero escribir en detalle sobre esto. Otro día...)
El resultado es una coexistencia extraña entre el Tea Party y los intereses plutocráticos de siempre del Partido Republicano. La pregunta es quién engaña a quién. El Tea Party cree estarse valiendo del prestigio electoral del Partido Republicano para avanzar su cruzada socio-cultural, pero a la vez los plutócratas del Partido Republicano se solazan en pensar que han logrado movilizar grandes sectores de la clase media empobrecida para defender los intereses de las grandes empresas. Habrá que ponerle atención a cómo se va desarrollando esa contradicción interna.
3. Lamentablemente, aunque aún los resultados electorales no se conocen del todo, es muy fácil predecir la reacción del Partido Demócrata ya que la tienen lista desde hace años. El Partido Demócrata siempre reacciona igual ante cualquier derrota: moviéndose a la derecha. Para el Partido Demócrata el más mínimo temblor electoral es señal de que se ha ido "muy a la izquierda." Cuando gana, interpreta la victoria como resultado de votantes moderados que lo apoyaron y que por lo tanto tiene que representar aquellos intereses. Cuando pierde, entonces es porque esos votantes moderados lo abandonaron porque se fue muy a la izquierda.
Yo hubiera dicho que la derrota fue precisamente porque el Partido Demócrata fue excesivamente cauto. Está bien, estoy dispuesto a creer que en la reforma de salud obtuvo lo mejor que podía y que si hubiera insistido más en la "opción pública" (es decir, crear una EPS pública que compitiera para mantener los precios a raya), no por eso habría logrado muchos réditos electorales. Puede ser pero no estoy seguro. Pero hay que tener en cuenta dos cosas:
Primero, los sectores electoralmente más desmovilizados en Estados Unidos son los que podrían votar más a la izquierda. Los sectores de bajos ingresos, los negros, los hispanos de reciente naturalización, votan a tasas más bajas que el resto del país. Hay muchas razones para esto, algunas tal vez fuera del control del Partido Demócrata. Pero en parte sí que incide el hecho de que el Partido no se muestra como una verdadera alternativa progresista.
Segundo, y tal vez más importante, aún dejando de lado el asunto de aquellos enclaves potencialmente de izquierda pero altamente abstencionistas, está el problema de la generación de discurso. Si hay un país del mundo donde la política se ha vuelto marketing es Estados Unidos. Pero a veces, y esto lo entiende mejor el Partido Republicano, la política no es solo ofrecer un producto sino proponer un lenguaje, una visión, es decir, darle a los ciudadanos las categorías conceptuales con las que van a "demandar un producto." Para hacer eso desde la izquierda hay que poner sobre la mesa términos para la discusión, cambiar el lenguaje mismo de la discusión. Para hacer eso sería necesario que el Partido Demócrata volviera a hablar de "solidaridad," de "justicia social" y cosas de esas y no simplemente de cómo hacerle algunos ajustes cosméticos al orden neoliberal existente. No se trata únicamente de buscar cuál es el "producto" que aceptan las clases medias y que es suficiente para que algunos que otros pobres que todavía se acuerdan de Johnson voten. De lo que debería tratarse es de crear un lenguaje político en el que se pueda mostrar que la clase media y los pobres tienen un futuro compartido, son una misma sociedad cuyos valores están siendo socavados por la nueva plutocracia. Pero, obviamente, para eso sería necesario que el Partido Demócrata se enfrentara a los mismos intereses económicos que lo financian.
Pero bien, me acabo de enterar de que uno de los sectores más damnificados de la derrota de ayer son, precisamente los autodenominados "Blue Dogs" Demócratas que hicieron lo posible por bloquear todas las reformas de Obama, que se aliaron todo el tiempo con el Partido Republicano y que insistieron todo el tiempo en que el Partido Demócrata debía irse más a la derecha. Como dice el refrán, así paga el diablo a quien bien le sirve...
4. Ojalá la gente no se deje obnubilar por los hechos de hoy tanto como para ignorar a quien es desde ya una figura histórica en la política norteamericana: Nancy Pelosi, la representante de California que fue Speaker de la Cámara durante estos cuatro años. Una de las mujeres más exitosas de la política de Estados Unidos y una de las pocas dirigentes Demócratas genuinamente progresistas. Sacó adelante la reforma de salud y fue, en general, muy eficaz a la hora de empujar su agenda legislativa. Ahora que tanto se habla del tema de la igualdad de género, espero que el feminismo la reconozca como una de las grandes exponentes de los avances de la mujer en política.
5. Se viene una época de inmovilismo político muy complicada. Justo cuando Estados Unidos necesita iniciativas audaces, los Republicanos en el Congreso van a lanzar una ofensiva obstruccionista tal vez sin precedentes. Por lo menos eso es lo que han anunciado. Habrá que ver si a la hora de la verdad se deciden a hacerlo. Pero si lo hacen, esto puede tener efectos gravísimos sobre la recesión. Ahora que tanto se habla del declive del imperio norteamericano, entrar un coma político como el que puede crearse es algo que refuerza esa percepción.
Wednesday, November 3, 2010
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