Cada día me convenzo más de que si vivo dentro de las estadísticas del grueso de la población, yo alcanzaré a presenciar el momento en el que Estados Unidos dejará de ser la gran superpotencia mundial. Seguramente no será una crisis apocalíptica, pero sí puede haber algún punto en el que Estados Unidos vea que, como le pasó a Inglaterra en la Crisis de Suez, que ya no puede extender su influencia.
(A propósito, no lo he comentado aquí, pero ¿vieron que China quiere contruir su primer portaviones? Eso me lleva a nominar mi primer candidato para la "Crisis de Suez" de Estados Unidos: Taiwan.)
Pero hoy no quiero hablar de geopolítica sino de los factores internos que están llevando a ese declive. En estos días se ha sumado uno más: la insistencia del Partido Republicano en su dichosa "enmienda de presupuesto balanceado." Es curioso que el partido más nacionalista e imperialista de los dos es el que más está haciendo por destronar a Estados Unidos de su papel de superpotencia mundial. Pero es así.
Todo el mundo está de acuerdo en que el plan no va a pasar. Es puro teatro del Partido Republicano para congraciarse con algunos de sus simpatizantes, justo en la semana en la que tienen que decidir qué hacer con el cupo de endeudamiento. Pero aunque sea puro teatro, la idea ya está andando. Ya hace parte del arsenal propagandístico del Partido Republicano y, muy seguramente, se va a abrir paso, poco a poco.
La idea es reformar la Constitución para que el gasto público nunca pase del 18% del PIB y para que se necesiten mayorías calificadas de dos tercios para aumentar los impuestos. Muchos comentaristas americanos han expresado claramente el carácter antidemocrático de esta propuesta, que le quita al proceso político su capacidad de decisión sobre asuntos fundamentales. Muchos comentaristas de izquierda han hecho la queja obvia de que semejante enmienda requeriría socavar aspectos fundamentales del ya precario estado del bienestar americano. Pero aquí quiero concentrarme en un aspecto un poco más frívolo pero que debe llamarle la atención a cualquier no-americano.
Durante buena parte del siglo XX, Estados Unidos era el país capaz de atraer recursos del mundo entero para lanzar iniciativas que dejaban boquiabierta la humanidad. Iniciativas buenas (internet) y malas (casi toda la política exterior). Pero, fuera como fuera, era una potencia formidable; la mayor de la historia. Buena parte de esto se lograba precisamente porque el Estado tenía la flexibilidad para pensar en grande. Para eso se necesita un andamiaje institucional complicadísimo. El Estado debe poder ejercer su autoridad sobre una economía descomunal (para cobrar impuestos) y debe tener un proceso político y económico que persuada al mundo entero de prestarle a las tasas de interés más bajas posibles. Ahora, en una sola semana, el Partido Republicano quiere destruir piezas fundamentales de ese andamiaje. Quiere decirle al mundo que su deuda no es tan segura como creían (al no aumentar el cupo de endeudamiento cuando se necesita) y ahora insisten en que el Estado americano no debe pensar en grande sino que debe convertirse en un apéndice molesto y atrofiado, incapaz de formar proyectos colectivos. Increíble. Aunque tiene mucho qué criticar, en estas fotos se puede ver cómo funciona un país que sí va encaminado a ser potencia mundial. Sin límites imbéciles como el 18%. Le parece a uno estar viendo lo que era Estados Unidos hace un siglo.
Tuesday, July 19, 2011
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