Comencemos con el granito de sal. Como lo dice el artículo, pronósticos económicos a 15 años son como pronósticos del clima a 15 meses. Nadie tiene ni idea qué es lo que va a pasar. Pero ¡ojo! Justamente ayer me encontré con esta nota de Krugman que apunta en la misma dirección. Todo esto puede ser alarmismo prematuro pero....
Supongamos por un momento que estos pronósticos son ciertos. Es decir, por alguna razón extraña, las economías más avanzadas del mundo van a entrar en una prolongada depresión. Tanto que, como en España, durante 15 años va a haber un desempleo de alrededor del 15%. Si esto fuera cierto, ¿Uds. que harían?
La OCDE ya nos dijo: flexibilizar más el mercado laboral. Es decir, como la economía, por alguna razón que no sabemos, perdió productividad, dejemos que el salario baje hasta que se iguale a la nueva productividad y se acabe el desempleo. Solución de texto.
Pero es desesperantemente familiar. Es la misma recomendación que siempre hacen todos los organismos internacionales serios: flexibilizar, facilitar despidos, suprimir derechos colectivos, en una palabra, bajar salarios. (Me dirán que no es lo mismo, pero en últimas sí lo es: el valor esperado de un contrato de trabajo baja con cualquiera de esas medidas.)
Uno se imaginaría que si hay una crisis de quince años en cualquier sistema social, eso obligaría a repensar aspectos fundamentales del mismo. Hace quince años, en 1996, era relativamente fácil pronosticar que, si persistían en su uso extremo de la planificación central, Cuba y Corea del Norte iban a tener enormes dificultades aumentando la productividad de sus economías. Ese pronóstico más o menos se ha cumplido; ambas economías, aunque a veces crecen, siguen postradas. Por lo tanto, en aquel entonces cualquier persona sensata hubiera recomendado introducir otros mecanismos económicos para resolver los problemas, digamos por ejemplo, mecanismos de mercado. Es más, muchos expertos y observadores dijeron eso hace quince años. Pero por lo visto, cuando se trata de economías capitalistas, no hay horizonte tan pesimista que lleve a los expertos a repensar algunos de sus supuestos. Como decía Slavoj Zizek, hoy en día a la gente le queda más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. ¿Está ya tan atrofiada nuestra imaginación colectiva que ante una crisis de quince años, no se nos ocurre nada más que persistir en lo que ya se ha venido haciendo?
Este es el sitio exacto para decir insensateces así que aquí voy. Si lo que viene para algunas economías industrializadas es quince años de elevado desempleo, entonces podría pensarse en medidas que movilicen esos recursos humanos mediante mecanismos distintos. Ni siquiera me refiero a mecanismos exóticos sino a cosas que se usan rutinariamente:
- Mecanismos de reparto del trabajo tales como reducción de la jornada laboral.
- Expansión de la educación superior pública para retrasar el ingreso de los jóvenes al mercado laboral y permitir el reentrenamiento de los que se están quedando obsoletos. (Por ejemplo, los famosos jóvenes españoles que dejaron el colegio para trabajar en la construcción.)
- Programas públicos de generación de empleo en sectores de poca rentabilidad económica pero de alto impacto social.
- Sistemas de renta básica para que los desempleados puedan involucrarse en actividades del sector sin ánimo de lucro.
"Todo muy bien," dirán Uds. "pero ¿de dónde saldría la plata para todo eso?" Fácil: de donde sale la plata para cualquier otra cosa que haga el gobierno, es decir, de una mezcla de impuestos y deuda con las proporciones de los ingredientes ajustadas según las circunstancias. Lo normal. ¿Sin recortes? Probablemente habría que recortar algunas cosas; yo creo en la responsabilidad fiscal aunque no esté dispuesto a erigirla en fetiche. El punto no es discutir las cifras concretas sino las prioridades. El sistema actual no está funcionando, punto. Entonces, es hora de repensarlo, es hora de reorientar la actividad del gobierno y del sector privado. Si nos enfrentamos a la perspectiva de un desempleo masivo, con todas las terribles consecuencias sociales que tiene, esto quiere decir que hay que buscar la forma de que el sistema dé oportunidades de realización personal a gentes cuya productividad en el mercado se ha reducido por circunstancias en las que no tienen nada que ver. A grandes problemas, grandes remedios.
Por supuesto, nada de esto se va a plantear por ningún partido político viable. Los sectores que mandan la parada no quieren oír hablar de nada que no sea reducciones de los derechos de los trabajadores, desmantelamiento de las protecciones sociales y tranferencias de activos al sector privado. No sé a Uds. pero esto me hace pensar que de pronto hay algo que no funciona en nuestra actual mezcla de capitalismo global y democracia liberal.