Monday, December 21, 2009

Vargas Lleras: A palabras necias...

Y dale con el temita. Ahora es Vargas Lleras, fundador del uribismo vergonzante, el que sale a decir que el Polo Democrático se ha identificado con las FARC. En principio el asunto no tendría mayor importancia, y de pronto no la tiene. Al fin y al cabo, es la esencia del uribismo, su justificación existencial. Si el uribismo no se presenta como el único baluarte anti-FARC, pierde sentido. 

Pero en este caso me molesta particularmente por la pregunta que en el artículo le hacen a Vargas Lleras acerca de la posibilidad de que el Polo Democrático acoja la política de "seguridad democrática." No por la respuesta de Vargas Lleras que es correcta: si el Polo lo hace, no tiene credibilidad. Me preocupa es porque de pronto esa pregunta responde a algún intento dentro del Polo de cometer precisamente ese disparate. Al fin y al cabo el mismísimo candidato Petro se ha pronunciado en ese sentido.

A mi juicio, el Polo debería dejar en claro tres puntos básicos en este debate:

1. Nadie que venga del uribismo tiene autoridad moral para criticar nexos políticos con grupos armados. Ninguna fuerza política ha hecho tanto como el uribismo para legitimar milicias irregulares. No existen ni 5 senadores de las FARC, mientras que hay más de 30 de los paramilitares, casi todos en partidos uribistas. Si a Vargas Lleras le preocupa la "combinación de formas de lucha" hay que recordarle que tiene un retraso de ocho años en ese tema. Si le preocupa que un grupo político tenga afinidades con las FARC, pero le parece bien que las tenga con los paras, entonces que lo diga de frente.

2. El Polo no tiene nexos con las FARC. Probablemente habrá miembros individuales que los tienen, pero el Polo, como partido, no tiene nexos con las FARC. Si alguien confunde una agenda de reformas sociales y económicas con un apoyo a la lucha armada, esa persona no tiene nada que hacer en una consulta interpartidista. 

3. El Polo no debe tratar de "uribizarse" con gestos como el de apoyar la "seguridad democrática." Obvio, nadie está en contra ni de la seguridad ni de la democracia. Pero la política de "seguridad democrática" tal como la ha concebido y ejecutado el gobierno Uribe no tiene por qué estar en la plataforma del Polo. El Polo debe producir su propia política de seguridad y mostrar en qué se diferencia de la actual. Lo demás es tratar de contemporizar con el uribismo sin obtener ningún beneficio a cambio. En eso tiene razón Vargas Lleras: si el Polo trata de moverse en esa dirección, se queda sin credibilidad.

Saturday, December 19, 2009

Tilly y Venezuela

Limpiando mi oficina ayer (estamos de trasteo) me encontré con un ensayo de hace algún tiempo por el eminentísimo y recientemente fallecido Charles Tilly acerca de la "Democracia Bolivariana." Naturalmente vale la pena leerlo. Contiene una reflexión muy interesante sobre las condiciones socioeconómicas necesarias para la construcción de un Estado democrático. Es relativamente breve de modo que no lo voy a resumir aquí. 

Lo que me llama la atención es que Tilly comienza adoptando una postura muy crítica contra Chávez pero luego el ensayo toma un giro que, probablemente sin que Tilly se lo propusiera, socava dicha posición. En efecto, durante buena parte del ensayo Tilly reproduce el punto ya bastante conocido de que un "Estado rentista" en posesión de abundantes recursos propios (digamos, petróleo) no tiene que negociar con la ciudadanía lo cual entorpece la democratización. Pero al final Tilly especula con la posibilidad de que una revolución pueda combatir sus propios impulsos autoritarios y conducir a una apertura y democratización del sistema político. 

Es una lástima que esta sea la última reflexión del ensayo ya que esa es la pregunta clave. A mi juicio el proceso político venezolano es tan complejo y polifacético que todavía hay muchas alternativas sobre la mesa. 

No hay duda de que muchas de las actitudes de Chávez y del gobierno venezolano sugieren que, como dice Tilly, el proceso de reforma política ha sido "de arriba hacia abajo" atrofiando los mecanismos de consulta y de intermediación política que toda democracia necesita. Pero a veces pareciera (o al menos le parece a este observador distante) que a la sombra del chavismo se han activado (o reactivado) muchos movimientos populares que quieren asumir un papel más activo y autónomo que el de simples acólitos del coronel. No hay que olvidar que dentro del PSUV hay voces que critican a la "derecha endógena" precisamente por su carácter autoritario, no pocas veces corrupto, y por su intención de que la V República se convierta en una enorme red de petro-clientelismo. Si este segundo proceso se consolida, se estarían dando, justo en medio del chavismo, las condiciones que planteaba Tilly de una revolución democratizadora. 

El problema es que es muy difícil saber si realmente hay una revolución en Venezuela o no. Y si la hay, es muy difícil saber si entrará de lleno en su fase jacobina, volviéndose autoritaria, militarista y, luego, burocrática, o si conducirá a una verdadera democratización. Siempre he creído que uno de los acertijos más grandes de la política es ese: empezar revoluciones es relativamente fácil, comparado con lograr llevarlas a puerto seguro.

Yo no sé la respuesta en el caso de Venezuela. Por eso no puedo ser chavista ni anti-chavista. Pero si los sectores populares del PSUV logran salirse con la suya, adquieren una identidad política propia más allá de la de Chávez y logran que la V República consolide lo que ha ganado, Venezuela habrá logrado un tipo de revolución que no se ha conocido en América Latina.

Irónicamente, para poder aclarar que está pasando en Venezuela se va a necesitar que el chavismo reciba ciertas derrotas electorales. Solo así se podrá saber qué dirección toma el PSUV en momentos de dificultad. En la época de bonanza, cuando hay para todos, no hay necesidad de tomar decisiones. Todo apunta a que en las próximas elecciones el PSUV va a perder participación. Habrá que ver quiénes salen fortalecidos y cuáles son los sectores en los que Chávez va a buscar apoyo. Pero para eso se necesitaría que la derrota no sea catastrófica porque entonces el proceso en su conjunto colapsa. Es triste que la suerte de un país dependa de que el capricho de la aritmética electoral produzca un resultado tan finamente calibrado.

Monday, December 14, 2009

The American Right, that most singular bird.

Way before beginning this blog I was wondering if I should spend some time discussing the recent writings of the American right. I have mixed feelings about the thing. On the one hand, it can become addictive but with little benefit. I can't remember who said that Ann Coulter's pieces were fascinating in the same way a gruesome car accident is: you can't avert your eyes although you know how ugly is what you're looking at. Same for some other people. On the other hand, the American right is an interesting and important ideological phenomenon and, as such, a social scientist should pay attention to it. 

American conservatism often combines free-market ideology, religious faith and patriotism in ways that you can hardly find anywhere else. Conservatism in other latitudes often has to compromise in one of these. Just for that, it's interesting to think about it. 

Anyway, the point of all this throat-clearing is that today I succumbed to temptation. This piece by Charles Krauthammer is just the kind of train-wreck that one cannot stop noticing. So, what the heck, I'm gonna start every now and then yielding to the guilty pleasure.

Even by Krauthammerian standards, this is pretty deranged. I don't have time for a point-by-point take-down. I think the piece is pretty much self-combustible. What I want to single out is how Krauthammer reaches back into the old topic of the "hardworking citizens of democracies" taxed by the Third World. You know, those cunning, brown peoples that always find a sneaky way to make hard-working, civilized Westerners to feel guilty and part from their hard-earned money! And to think that those people in the Third World have it easy! They don't suffer from low-back pain, or carpal tunnel syndrome as those of us in the industrious West do because all they do is to lay in their hammocks all day long. While we produce the world's wealth, they enjoy toiling in the outdoors, watching beautiful landscapes and rare animals (often vultures, but never mind), spending quality time with their kids that help them rummage through heaps of the products of civilization that they, ingrates that they are, call "garbage" and so on.

I could pile more sarcasm, but what matters is something else: seemingly there is no such thing as a defeated ideology. There was a time when I thought that plain ol' imperialism, justified with unapologetic racism was gone for good. A while back I wrote of Leopold II as the mass-murder version of a defunct ideology. I was wrong. That ideology is not dead. You can find it brought to you by the Washington Post.

A Rationalist Mea Culpa

Since long I've regarded myself as a critical member of the rationalist tradition, especially of that nasty, uncouth tribe called rational-choice theory. So it doesn't pain me at all to say that rational choice theory is wrong about certain things. I've said it before about many topics and will say it again. But there is one topic I didn't see coming and that reading Zizek helped me get straight. (I've slowed down my progress with Zizek's book so, instead of one review, I'll comment little by little.)

You see, one of the standard tricks we rational-choice theorists use to entice young, impressionable minds is the magic word of "microfoundations." We tell our students that, unlike other paradigms in social theory, ours do have them, that is, we can explain social phenomena all the way down to the actions of individuals. (This is a topic I'm thinking about a lot these days so I'll post much more on this.) 

There are many difficulties with the microfoundations we rationalists proffer and that is a subject of lengthy debate. (For the record, I don't think the problems are so damaging as people often think. In fact, in my work I am fairly orthodox in this regard.) But one thing I had not realized fully, but should have suspected is that microfoundations are not the monopoly of rationalists.

It is a bit embarrassing for me to say it, but before reading Zizek's book I had no serious exposure to the work of Lacan and other social theorists influenced by psychoanalysis. Yes, I am a long-standing sympathizer of the Frankfurt School, but that's mostly with regards to the new generation, especially Habermas, that has little use for Freud. (By the way, whatever happened to Alfred Schmidt? His book on Marx's concept of nature was pretty good and I imagine that now, with all the talk about the environment, could use a rereading.) 

One thing that becomes pretty clear from reading Zizek's book, and his presentation of Lacan's ideas, is that these people, like it or not, DO have microfoundations. Lots of them. Their theories of society are based on an account of how the self develops. It doesn't get any more "micro" than that.

That is not to say that I agree with their microfoundations. I'm very much doubt that they are getting the mechanisms right and sometimes I just can't understand what's going on. So, don't worry, I'm not going to become a convert to post-modern, Lacanian, psychoanalitic social theory any time soon. But one thing I will do is to change my sales pitch. I promise I will never again tell my students that the good thing about rational-choice theory is that it has microfoundations. I'll try to argue that it has the right ones (or the less wrong ones) but not that it has the only ones.

Saturday, December 12, 2009

Memo para la Administración Uribe: Colombia no es USA

Mientras más lo pienso, más me convenzo de que la Administración Uribe se cree a pie juntillas el discurso de la "guerra contra el terrorismo" tal como lo formuló Bush. A veces esto es comprensible pero hay momentos en los que se pregunta uno qué está pensando el gobierno.

Si un grupo de personas ataca intereses vitales de Estados Unidos y, como resultado, el gobierno americano lo clasifica como un grupo terrorista, nadie revira. No hay ningún país del mundo que se atreva a considerar a Al Qaeda como un grupo de "luchadores por la libertad." Pero eso era de esperarse. En sus discursos Bush decidió maquillar el asunto diciendo que ahora todo grupo irregular que atacara cualquier gobierno legítimo sería unánimemente considerado como terrorista y combatido como tal. Pocos nos creímos ese cuento. Era claro que ese principio fundamental de la "guerra contra el terrorismo" nunca se iba a aplicar al pie de la letra. 

Pero, sorpresivamente, el gobierno Uribe se lo creyó. Entonces, cada que surgen señales de que en otros países algunos sectores, e incluso sus respectivos gobiernos, tienen una actitud indulgente hacia las FARC, el gobierno colombiano cree que puede invocar la "doctrina Bush" y lograr que a dichos gobiernos los condenen internacionalmente como cómplices del terrorismo. La verdad, gústenos o no, es que esa es una prerrogativa de Estados Unidos y, si acaso, de un selecto grupo de países al cual los países del Tercer Mundo no pertenecen.

En estos días estamos otra vez repitiendo la misma película. El Ministro Silva sale ahora a decir que un país que reconozca a las FARC como beligerantes es inmediatamente cómplice de ellas. No entiendo por qué Uribe, que le encanta regañar a sus funcionarios, no les dice de una vez y por todas que los pronunciamientos en materia de relaciones internacionales son competencia exclusiva del Presidente y el Canciller.

La situación que se está configurando entre Colombia, Venezuela y las FARC es, sin duda, delicada. Pero no es algo único en el mundo y sin precedentes. Es normal que un gobierno NO declare enemigo a un grupo insurgente que ataca a otro gobierno "amigo." Muchos gobiernos europeos reconocieron al FMLN como grupo beligerante durante la guerra civil salvadoreña. La Venezuela de Carlos Andrés Pérez, si mal no estoy, apoyaba públicamente al FSLN en su lucha contra Somoza. Ni El Salvador bombardó a Bonn y a Estocolmo, ni Nicaragua le declaró la guerra a Venezuela. La verdad, así nos duela, es que si uno no es una superpotencia mundial, tiene que aguantarse esa clase de cosas. Ni El Salvador ni Nicaragua estaban en condiciones de imponerle al resto del mundo su propia guerra interna. 

Incluso a países poderosos les pasa. A la China no le agrada en lo más mínimo el trato deferencial que recibe el Dalai Lama en el resto del mundo. Pero se lo tiene que aguantar y no le declara hostilidad a los países que lo reciben. Incluso en Colombia recibimos y homenajeamos dirigentes políticos que en otros países son considerados delincuentes políticos. A Colombia va Carlos Alberto Montaner y el gobierno cubano entiende que sería un despropósito protestar. Pedro Carmona se paseaba por los salones más exclusivos de Bogotá con todo y que participó en un golpe de Estado contra Chávez.

Es obvio que esa clase de situaciones afectan las relaciones entre países. Pero para eso los países tienen gente especializada en diplomacia y relaciones internacionales que se encargan de evitar que las cosas se salgan de control. No me cabe duda de que en la Cancillería colombiana debe haber gente que entiende estas cosas. Pero primero hay que explicarle al Ministro Silva que él no es el Secretario de Defensa de los Estados Unidos.

Thursday, December 10, 2009

Random Thought of the day (Moral Evolution and Mass Murder)

I was walking down an aisle in my building and saw an announcement of a course on Mass Murder (the name was different but never mind) and it reminded me of something I've been thinking for a long while. I'm not sure it makes entire sense.

One of the defining features of humankind since the mid 19th Century was that we learned to do things in a much bigger scale than before. The obvious case is technology: the steam boats of the 19th Century were much bigger and powerful than anything before. We began to build cross-continental railroads, dams, the works. But there are other cases that are just as striking and a bit less obvious such as bureaucracy (of course, Weber beat me to it by more than 100 years). The modern nation state is able to mobilize human resources in ways that no previous political entity could. 

The problem is that, although we as a species learned how to do stuff in a much grander scale, thanks to impersonal, anonymous mechanisms, we didn't evolve simultaneously an equivalent sense of moral responsibility. So, when we discovered total war we were not prepared to it. We had the technology to kill millions of people, even in the form of an assembly line, but did not have sorted out the issues of agency and accountability to stop it. That's why, to go back to the tired example, one of the great mass killers of the 20th Century could be just a punctilious bureaucrat like Eichmann that would not have been out of place working for a shipping company. 

Now it turns out that we also have the technology to cook the planet, drown or displace possibly millions of Bengalis and starve some other millions of Sub-Saharian Africans and we don't have the tools of collective moral responsibility to handle this. No one, of its own accord would allow this to happen. But as a collective with control over huge resources we do. 

Which raises the question: is it possible that we have some kind of "evolutionary mismatch" where our abilities have vastly outpaced our moral senses? If that is the case, can the human species evolve in a reasonable timeframe the moral sense adequate to this era of mass mobilization of resources?

Wednesday, December 9, 2009

Seguridad Democrática y Rendimientos Decrecientes

Debido a mi deformación profesional de economista, hace años vengo diciendo que en algún momento la "seguridad democrática" de la Administración Uribe va a entrar en una fase de lo que denominamos rendimientos marginales decrecientes, es decir, en la etapa en la que más recursos no se traducen en mejores resultados. Como no soy experto en asuntos militares, nunca he tratado de atinarle a la fecha. Pero, según este informe, parece que ya se acerca.

El informe de Nuevo Arco Iris merece varios comentarios. Primero, hay datos sorprendentes. En lo que va corrido del 2009, las FARC han acometido 1429 acciones militares (!). Obviamente, el numero de acciones puede sen engañoso ya que no nos informa acerca de la magnitud de las mismas. Pero cualquier insurgencia del mundo que pudiera lanzar casi 5 acciones por día se consideraría bastante activa. 

Más asombroso que el número de acciones es su comparación con los promedios históricos. Según el gráfico, este número está bastante cerca (y un poco por arriba) del número de acciones promedio desde 1997. Es decir, tras ocho años de "seguridad democrática" estamos igual que en los 90s. Si uno quita de la serie de datos el año 2002, el año de la "contratoma del Caguán," es casi imposible distinguir los años de Uribe de los anteriores. 

Como ya dije, esto es un poco engañoso. Al fin y al cabo los ataques de las FARC en El Billar y Patascoy fueron algunos de los ataques más exitosos de cualquier guerrilla en la historia de Colombia (incluídas las guerrillas de los 50s). Es poco probable que las FARC lancen un ataque similar en este momento. En ese sentido puede resultar exagerado decir que estamos como en 1997. 

Pero 1992 sí que me suena. Basándome en pura evidencia impresionista (es decir lo que yo me alcanzo a acordar de aquella época) me da la impresión de que la capacidad de perturbación de las FARC hoy en día es similar a la de comienzos de los 90 y en esa época todos estaban de acuerdo en que las FARC eran un factor perturbador serio. 

Todo esto nos sirve para poner en perspectiva la "seguridad democrática." Esta ha producido, no hay para qué negarlo, un importante repliegue de las FARC. Pero este repliegue se produce partiendo de un nivel anómalo que era, en últimas, insostenible. Las FARC, en una decisión bastante inusual para cualquier guerrilla del mundo, trataron de tomarse la iniciativa militar en un momento en el que no estaban en condiciones de ganar la guerra. 

Dado eso, era de esperarse que el gobierno, cualquier gobierno, reaccionara y forzara a las FARC a retroceder. De hecho, cuando se escriba la historia de la guerra con las FARC, el punto de quiebre va a ser la Batalla de Mitú de 1999, recién iniciada la Administración Pastrana. Esa fue la primera vez que las FARC trataron de mantener control militar sobre una capital departamental y fracasaron, perdiendo centenares de combatientes. De haber tenido éxito las FARC allí, hubiera cambiado totalmente la dinámica de la guerra. El gobierno Uribe, con todo y su retórica, nunca ha podido asestarle un golpe similar a las FARC. Esto no lo digo para elogiar a la Administración Pastrana (que no me gustó por muchísimas razones) sino para mostrar que buena parte de los éxitos del gobierno contra las FARC obedecen a procesos político-militares más que van más allá de Uribe y su gobierno. 

Un paréntesis importante: una cosa que no deja de asombrarme es la capacidad del gobierno Uribe para reescribir la historia reciente. Encuentra uno en Colombia gente que ya eran adultos en los 90s y que están convencidos de que antes de Uribe las FARC estaban a punto de tomarse el poder. Nada más descabellado. Sin duda, para finales de los 90s las FARC tenían una gran capacidad de perturbación pero no estaban ni cerca de poder controlar ningún núcleo poblacional importante.

Resumiendo, el logro de la "seguridad democrática" consiste en: 1. inflar ante la opinión una amenaza seria pero controlable hasta darle el status de amenaza existencial para el país, con base en esto, 2. generar el clima para inyectar más recursos para la guerra de modo que 3. la insurgencia vuelva a lo que históricamente había sido, es decir, un factor de perturbación constante pero relativamente periférico. 

Pero en economía a uno le enseñan que los logros se deben medir comparados con el costo. Es ahí cuando uno se pregunta si valió la pena el enorme gasto militar, la erosión de las instituciones y del equilibrio entre poderes, la legitimación del poder local de los "señores de la guerra" (paras y "neo-paras"), todo esto para conjurar una amenaza insurgente que hubiera podido combatirse de otra manera incluyendo justamente lo que este gobierno nunca ha querido contemplar: un componente de negociación política.

Thursday, December 3, 2009

Random Thought of the Day (Consumption and Freedom)

This is really a propos nothing. It's just an idea that I've been having for a long time and never got around working through. So I guess a blog is the right place to test it.

A lot of the differences between ideological views boil down to differences about what does it mean to lead a "good" life. This much is pretty clear. But sometimes I feel as if we can get a lot of mileage in this direction by focusing on a surprisingly narrow set of elements. 

Take consumption, for example. The ability of individuals to make their consumption choices is, as far as I can tell, one of the key elements of the libertarian (and sometimes conservative) view of what a "good" life is. If you believe that, then you value institutions that preserve the scope of choice per se, regardless of the final outcome. 

Before I trash this (and, to some extent, I will), I want to pause to take it seriously. Conservatives think that socialism somehow infantilizes citizens by offering them a lot of goods and services without choice. I can see how this would be hurtful if you have to live on state-provided rations of everything including clothing and food. In that sense, yes, part of what it means to be a fully developed human being is the ability to make choices over consumption. That is an undeniable element of agency and, in a pinch, I would say that it belongs to the list of Rawlsian "bases of self-respect."

But I don't understand why this particular value ought to take precedence over everything else. All my professional life I've been working in American universities, typical big employers, which means that I don't get to choose my health plan, or have a very limited set of choices. It hasn't bothered me at all. Not that I am thrilled with my health plan (it could be better), but I don't feel demeaned in any serious way by having it handed down to me by the university's administration. In fact, I wouldn't know how to choose if they suddenly sent me out to the jungle of private competition. 

From a slightly more philosophical point of view, it is hard to see why consumption should be the central locus of individual freedom. If we decided to make a list of activities that elevate us and promote human flourishing, consumption would not be on the top of the list. It would be on the list, for sure. I, for one, consider myself a decent home cook and take pride on preparing a nice meal. You can say that, for me, cooking a good meal is one of those activities that help me reach my Aristotelian excellence. (I exaggerate, of course, I don't do it all the time, but you get the point.) But it is exceedingly reductionist to consider the agency involved in consumption as paramount, above and beyond, say, the agency involved in enjoying the products of high culture.

I know the objection: I am assuming that there is one definition of what it means to lead a good life and, therefore, I am already prejudging that consumption doesn't rise to the top whereas under other definitions it might. In that sense, I am a perfectionist (in the ethical sense of the word), unsuited to live in a pluralist society with different views of what the good life is. 

But not so fast. Isn't there a saying that an unexamined life is not worth living? I think people from different philosophical persuasions ought to be able to agree that, whatever else belongs to the definition of a "good" life, it would include a reflexive component whereas we not only form our own plans for a "good" life, but also can revise them and subject them to scrutiny. From that point of view, hitching our definition of a good life to a static end-product such as consumption seems too limited. 

In that regard, I think that the Aristotelian-Marxist view that work is the source of the highest form of human flourishing, whereas limited, is superior. Craftmanship is an open-ended process. Intuitively, there is a deeper sense of human excellence in a work than in consumption. I now have a more jaundiced view than I used to in this regard. Probably Marx was too upbeat in considering work (non-alienated work, that is) as the ultimate manifestation of human excellence. In that sense, a doses of pluralism is a good thing. Rather than try to find exactly what is it that makes us human, and therefore, what is the most authentic form of excellence, it might be better simply to admit that human beings will form all sorts of plans and will find excellence and flourishing in the most unexpected places.

But, although this may sound libertarian, it is a specific type of libertarianism: left-wing libertarianism. If you agree with what I just said, then you should conclude that maximizing opportunities for human flourishing is not the same as maximizing opportunities for consumption because consumption is itself only one particular site of self-realization, albeit a non-trivial one. So, a society that enables individuals to pursue a "good" life will sometimes limit their choice of consumption if it is the price to be paid for other types of opportunities. 

Nothing here is earth-shattering. It's been said a lot. I just think that it's nice to be able to restate all this starting from a serious consideration of what consumption is. We don't do that systematically, either from the left or from the right.

Wednesday, December 2, 2009

Random thought of the day (Climate Change)

I was just checking the news and got my daily fix of the debate around climate change and its deniers. There's one thing I don't get. Why is it that deniers, who overwhelmingly tend to be rightists, have to view climate change as a left-wing hoax? If you want to take it from this ol' pinko, climate change came up as a real bummer for us. We wanted to soak the rich so that we could use all that money into our socialist pet projects (free schools, free universities, free hospitals, free indoctrination camps, you name it) and now turns out that we have to spend money in cutting carbon emissions, planting trees and other boring stuff like that. It's not fun. Really, how I wish I could be a climate-change denier. 

Wait, could it be that what they are saying is that those of us on the left are so deranged as to let science stand on the way of our ideology? I stand accused.

Tuesday, December 1, 2009

Tocó hablar de Chávez

Resulta que en estos días en América Latina uno tiene que tener una posición sobre Chávez, especialmente si es colombiano. Así que, en vez de darle largas al asunto, aquí va mi "pronunciamiento oficial" sobre Chávez. Claro, siguiendo el carácter libérrimo de este blog, si mañana me da la gana cambiar de opinión, lo haré. Aclaro, eso sí, que nunca he pisado Venezuela (excepto una vez el aeropuerto de Caracas) aunque estoy loco por ir y que mi conocimiento sobre el tema es limitado. Pero eso nunca ha impedido a otra cantidad de gente opinar sobre la "Revolución Bolivariana" así que no veo por qué a mi sí me lo va a impedir. Hoy en día, como dije, todo el mundo opina sobre Chávez.

Resumiendo, me considero un "anti-anti-chavista." Si fuera venezolano, probablemente no sería parte del movimiento chavista ni del PSUV. Hay muchas cosas que no me gustan del chavismo. 

Pero antes de entrar en críticas, creo que uno debe aclarar varios puntos. Pocos países han sufrido el declive de Venezuela entre 1975 y el 2000. En esos 25 años el PIB per capita de Venezuela se redujo en casi un 40% (si se cree en los datos de este artículo basados en una buena fuente: las "Penn tables"). En estos temas puede haber distintas mediciones pero todas las que yo he visto coinciden en que el desempeño económico de la segunda mitad de la "IV República" fue peor que mediocre. Durante ese tiempo, un país que debería haber prosperado muchísimo gracias a sus enormes recursos minerales, retrocedió en materia económica y social. Al mismo tiempo, los "cogollos" y sus aliados se enriquecieron desmedidamente mientras que los sectores más pobres se estancaron. Sí, ya sé que los países petroleros sufren de una "enfermedad holandesa" crónica pero esa excusa no le sirve al venezolano promedio para echar a la olla. 

Por lo tanto, en consciencia no me siento capaz de criticar al chavismo sin antes criticar a la "IV República." Y ese es mi problema fundamental con el anti-chavismo, por lo menos con el anti-chavismo más vociferante y visible: que suele ser restauracionista en un país en el que esa postura es, a mi juicio, un imposible moral. La IV Rep'ublica murió y no hay que añorarla. 

El gobierno de Chávez ha cometido muchísimos errores que Venezuela deberá corregir hacia el futuro. Hasta donde alcanzo a percibir, su manejo de la seguridad ciudadana ha sido un desastre, tiene problemas de gestión y corrupción en muchos de sus programas bandera, incluídas las "misiones" y, lo que a mí más me preocupa, se comporta con autoritarismo de cara a algunas voces opositoras (no todas, por cierto). 

Distingamos. El mal manejo de la economía es algo indeseable pero no es para rasgarse las vestiduras, ni para llamar al cambio de régimen. Nadie pidió cambio de régimen cuando la IV República dilapidaba los recursos del petróleo dejando a los más pobres a la deriva, así que no me vengan ahora con el cuento de que los errores económicos del chavismo son razón para derrocarlo. En cambio el problema de las libertades políticas sí es serio. Pero los atropellos del gobierno venezolano en este sentido tampoco son tan graves como para lanzar una guerra fría regional. No me interesan las lágrimas de cocodrilo que vierten por las libertades de los pobres venezolanos los derechistas que justificaron a Pinochet, a Videla, a Ríos Montt, a Banzer y tantos otros. El tema de los derechos humanos es serio pero Venezuela está en una etapa en la que se podría tener un diálogo constructivo al respecto. Si Estados Unidos dejara claro que respeta el proceso político interno venezolano, se podrían ir bajando los ánimos y se podría llegar a que el gobierno vaya modificando sus actitudes a veces un tanto paranoides. 

El movimiento chavista, gústenos o no, es el movimiento más popular de Venezuela en este momento. El PSUV es el partido más grande. Además, esta popularidad se ha mantenido durante toda una década. Por lo tanto, esas posturas extremistas que se ven en Colombia que salivan ante la idea de un nuevo golpe de Estado en Venezuela, o una nueva conspiración, o incluso una guerra, son un delirio peligroso y antidemocrático.

Por otro lado, aparte de sus errores y tendencias preocupantes, el proceso político venezolano ha generado experimentos interesantes que ojalá se extiendan. En ningún otro país del mundo (que yo sepa) se tiene un gobierno que incentiva activamente la propiedad cooperativa de las empresas. Muchas fallarán, sin duda. Pero todos los días en todo el mundo fallan muchas experiencias "ortodoxas" entonces, por qué no experimentar un poco en otro sentido? Además, el gobierno venezolano ha sido pragmático en este sentido. En vez de socializar toda la economía, ha optado por avanzar poco a poco, esperando resultados. Eso es comprensible e incluso, digámoslo, loable. 

Del mismo modo, las famosas "misiones" aunque tienen problemas, han reducido la pobreza. Que son paternalistas? Puede que sí. Pero ahora están ahí y le corresponde a la oposición formular un esquema mejor. Cuando oigo a los defensores de la IV República criticando las misiones me acuerdo de los colombianos que critican a los equipos nor-europeos por no "jugar bonito." Alemania, Inglaterra, Holanda y tantos otros puede que no jueguen con la "picardía y la alegría" colombianas, pero van a los mundiales y ganan. Las misiones chavistas tienen defectos, pero por lo menos dan resultados. 

Mi peor temor es este: en 1955 cayó el gobierno de Perón en Argentina, víctima en parte de sus errores y excesos. Pero al momento de su derrocamiento el peronismo era la fuerza política más popular del país. Sin embargo los golpistas se empeñaron en borrar al peronismo del mapa, en actuar como si fuera posible que las "masas entraran en razón" y volvieran a la sumisión de antes. El resultado fue una crisis de gobernabilidad que duró más de veinte años y que le costó a Argentina terribles bandazos económicos y horribles episodios de dictaduras militares. Ojalá el anti-chavismo venezolano no cometa ese error el día que llegue al poder. Ojalá que Venezuela pueda reconciliarse en torno a la V República, mejorar lo que se ha ganado y corregir los errores cometidos.