Thursday, May 26, 2011

¿Quince Años de Recesión?

Me encontré esta nota en un periódico gratuito y no lo pude creer. Era tan increíble que preferí verificar en El País a ver si era cierto. Y sí. Sí lo es. Según la OCDE, a España le tomará quince años volver a los niveles de desempleo que tenía antes de la crisis.

Comencemos con el granito de sal. Como lo dice el artículo, pronósticos económicos a 15 años son como pronósticos del clima a 15 meses. Nadie tiene ni idea qué es lo que va a pasar. Pero ¡ojo! Justamente ayer me encontré con esta nota de Krugman que apunta en la misma dirección. Todo esto puede ser alarmismo prematuro pero....

Supongamos por un momento que estos pronósticos son ciertos. Es decir, por alguna razón extraña, las economías más avanzadas del mundo van a entrar en una prolongada depresión. Tanto que, como en España, durante 15 años va a haber un desempleo de alrededor del 15%. Si esto fuera cierto, ¿Uds. que harían?

La OCDE ya nos dijo: flexibilizar más el mercado laboral. Es decir, como la economía, por alguna razón que no sabemos, perdió productividad, dejemos que el salario baje hasta que se iguale a la nueva productividad y se acabe el desempleo. Solución de texto.

Pero es desesperantemente familiar. Es la misma recomendación que siempre hacen todos los organismos internacionales serios: flexibilizar, facilitar despidos, suprimir derechos colectivos, en una palabra, bajar salarios. (Me dirán que no es lo mismo, pero en últimas sí lo es: el valor esperado de un contrato de trabajo baja con cualquiera de esas medidas.)

Uno se imaginaría que si hay una crisis de quince años en cualquier sistema social, eso obligaría a repensar aspectos fundamentales del mismo. Hace quince años, en 1996, era relativamente fácil pronosticar que, si persistían en su uso extremo de la planificación central, Cuba y Corea del Norte iban a tener enormes dificultades aumentando la productividad de sus economías. Ese pronóstico más o menos se ha cumplido; ambas economías, aunque a veces crecen, siguen postradas. Por lo tanto, en aquel entonces cualquier persona sensata hubiera recomendado introducir otros mecanismos económicos para resolver los problemas, digamos por ejemplo, mecanismos de mercado. Es más, muchos expertos y observadores dijeron eso hace quince años. Pero por lo visto, cuando se trata de economías capitalistas, no hay horizonte tan pesimista que lleve a los expertos a repensar algunos de sus supuestos. Como decía Slavoj Zizek, hoy en día a la gente le queda más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. ¿Está ya tan atrofiada nuestra imaginación colectiva que ante una crisis de quince años, no se nos ocurre nada más que persistir en lo que ya se ha venido haciendo?

Este es el sitio exacto para decir insensateces así que aquí voy. Si lo que viene para algunas economías industrializadas es quince años de elevado desempleo, entonces podría pensarse en medidas que movilicen esos recursos humanos mediante mecanismos distintos. Ni siquiera me refiero a mecanismos exóticos sino a cosas que se usan rutinariamente:

  1. Mecanismos de reparto del trabajo tales como reducción de la jornada laboral.
  2. Expansión de la educación superior pública para retrasar el ingreso de los jóvenes al mercado laboral y permitir el reentrenamiento de los que se están quedando obsoletos. (Por ejemplo, los famosos jóvenes españoles que dejaron el colegio para trabajar en la construcción.)
  3. Programas públicos de generación de empleo en sectores de poca rentabilidad económica pero de alto impacto social.
  4. Sistemas de renta básica para que los desempleados puedan involucrarse en actividades del sector sin ánimo de lucro. 
"Todo muy bien," dirán Uds. "pero ¿de dónde saldría la plata para todo eso?" Fácil: de donde sale la plata para cualquier otra cosa que haga el gobierno, es decir, de una mezcla de impuestos y deuda con las proporciones de los ingredientes ajustadas según las circunstancias. Lo normal. ¿Sin recortes? Probablemente habría que recortar algunas cosas; yo creo en la responsabilidad fiscal aunque no esté dispuesto a erigirla en fetiche. El punto no es discutir las cifras concretas sino las prioridades. El sistema actual no está funcionando, punto. Entonces, es hora de repensarlo, es hora de reorientar la actividad del gobierno y del sector privado. Si nos enfrentamos a la perspectiva de un desempleo masivo, con todas las terribles consecuencias sociales que tiene, esto quiere decir que hay que buscar la forma de que el sistema dé oportunidades de realización personal a gentes cuya productividad en el mercado se ha reducido por circunstancias en las que no tienen nada que ver. A grandes problemas, grandes remedios.

Por supuesto, nada de esto se va a plantear por ningún partido político viable. Los sectores que mandan la parada no quieren oír hablar de nada que no sea reducciones de los derechos de los trabajadores, desmantelamiento de las protecciones sociales y tranferencias de activos al sector privado. No sé a Uds. pero esto me hace pensar que de pronto hay algo que no funciona en nuestra actual mezcla de capitalismo global y democracia liberal.

Los Bancos También Son Personas.

Cada que se propone la reestructuración de deudas en Europa (caso Grecia), uno de los mejores argumentos que se esgrimen en contra es el de la insolvencia de los bancos. Es un buen argumento. De hecho, con todas las simpatías que me generan movilizaciones como las del 15-M, sí existe el riesgo de que, en el afán de buscar una "salida social a la crisis" se tomen muy a la ligera problemas como este.

Pero aunque esta objeción es un llamado a la cautela, no por eso, creo yo, invalida mi posición inicial. Para sustentar bien mi opinión debería mirar las cifras, por supuesto. Pero no tengo tiempo en este momento así que por ahora me limito a unas cuantas apreciaciones.

En pancartas callejeras se ve muy bien decir que la crisis "la paguen los banqueros." El problema es que aunque muchos banqueros se enriquecieron obscenamente durante la especulación que llevó a la crisis, es dudoso que el dinero que se echaron al bolsillo alcance para pagar todo. Todo apunta a que si Grecia declara el impago, buena parte de sus bancos quedarán al borde de la quiebra.

Pero hay factores que mitigan este problema. Recuerdo que cuando Argentina declaró el impago se produjo una situación similar. El sector bancario argentino quedó quebrado. Sin embargo eso no fue impedimento para crecer.

Por ejemplo, si los bancos griegos se insolventan, esto no quiere decir necesariamente que vayan a desaparecer. Habría un intervalo de tiempo en el que se podrían mantener operando con respiración artificial. Obvio, eso no es óptimo a largo plazo. Una de las teorías de por qué Japón duró toda una década sin crecer culpa de ello a los "bancos zombies." Pero unos bancos en cuidados intensivos durante un tiempo no tienen por qué destruir a una economía, menos aún si eso ha evitado propinarle golpes peores como, por ejemplo, un recorte de gastos que reduzca aún más la demanda agregada. 

Mantener a flote una cantidad de bancos quebrados es un lastre para cualquier economía. Pero hay todo un libreto de soluciones: nacionalizaciones temporales, consolidaciones, eutanasias... No es fácil, pero se puede salir del problema. 

Resumiendo, si se permite cierta reestructuración de deudas, el resultado es un choque adverso de productividad al golpear un sector clave de la economía (el sector financiero). Si no se reestructura, el resultado es un choque adverso de demanda agregada. El primer curso de acción puede desacelerar un poco el crecimiento pero concentra los costos en un sector y los individuos más golpeados son precisamente los que más se beneficiaron (e incluso algunos que nunca debieron haberse beneficiado). La segunda opción en cambio somete a la población en general a una parálisis económica (y un malestar político) de proporciones mayúsculas.

Universidades Latinoamericanas: ¿La Estrategia del Avestruz?

Antes de entrar en materia, dejemos claro que según los zoólogos el mito de que las avestruces meten la cabeza en la arena es simplemente eso, un mito. Ahora, si Uds. me preguntan dónde trabajaban los zoólogos que descubrieron esto, no tengo ni idea. Pero me atrevo a decir que no fue en ninguna universidad latinoamericana y que, a juzgar por este artículo, las probabilidades de que el próximo descubrimiento zoológico de este estilo se haga en América Latina seguirán siendo bajas porque nuestras universidades están empeñadas en... meter su cabeza en la arena para evitar dificultades.

Yo conozco apenas una porción ínfima de universidades latinoamericanas, o productos de ellas, y la impresión que me ha quedado es más o menos esta: como se trata de la región más desigual del mundo, es de esperarse que sus universidades sean muy desiguales. Pero eso sí, las que funcionan bien tienen muy buenos programas de pregrado que producen excelentes estudiantes y las más ambiciosas de ellas pueden llegar a incursionar con cierta solvencia en postgrados. Resumiendo, bastante buenas en enseñanza, muy quedadas en investigación.

Esto es normal, es de esperarse. Es más, sospecho que, dadas las limitaciones estructurales, el personal de las buenas universidades latinoamericanas debería estar orgulloso de lo que ha logrado.

Lo que no entiendo es que cuando sale un ranking mundial de universidades donde a América Latina le va bastante mal, reflejando la realidad que acabo de esbozar a grandes rasgos, entonces la reacción es, como dicen en inglés, "disparar al mensajero" protestando contra el ranking. Lo siento pero me parece inmaduro.

Todo ranking tiene problemas especialmente cuando se trata de algo tan multidimensional y complejo como la educación. Está bien que se señalen esas fallas. Pero de ahí a ignorarlos o, como dice el artículo, crear un ranking regional para pasarse por alto los que hay, me parece lamentable.

Hace unos años, si no me falla la memoria, la Universidad de Shanghai se puso a la tarea de hacer un ranking de universidades, con criterios muy exhaustivos. Lo interesante es que lo hicieron prácticamente a sabiendas de que les iba a ir mal. Sabían que, en general, las universidades chinas iban a quedar muy por debajo de las de Estados Unidos, Europa o incluso sus vecinos Japón y Corea del Sur. !Pero es que de eso se trataba! El objetivo era poder tener criterios para medir el progreso, en lugar de estar dándose palmaditas en la espalda. En lugar de hacer un ranking chino (con lo que cubrirían una población casi tres veces la de América Latina), optaron por mirar hacia afuera precisamente para poder aprender de los demás. ¿No es llamativo el contraste entre esa actitud y la que ahora está asumiendo América Latina?

Wednesday, May 25, 2011

Más Sobre la Reestructuración de Deudas

Una de las principales discusiones en torno a la actual crisis financiera, especialmente en el caso griego, es sobre el posible impacto de la reestructuración de la deuda. Según los defensores de la austeridad fiscal, los países del Sur del Mediterráneo tienen que hacer lo que sea para pagar sus deudas, al costo que sea para la población, porque de no hacerlo se quedarían por fuera de los mercados de capital por muchísimo tiempo.

(Bueno, en este momento Grecia ya está prácticamente fuera de los mercados de capital. Sus bonos se colocan al 17%. Como alguien decía en estos días, a esa tasa le saldría mejor al gobierno griego abrir una tarjeta de crédito para consumo.)

Resulta que ha habido estudios al respecto. Según los datos históricos, tal como lo predicen los alarmistas, países que incurren en impago de deudas se quedan por fuera de los mercados de capital por... dos años. Al decir de Chakrabortty, en la columna referida, los mercados tienen "memoria corta."

Aunque estoy de acuerdo con el espíritu general de la columna, no me convence la metáfora de la "memoria corta" porque sugiere que hay algo patológico en esto. Pero cuando uno lo piensa con calma se da cuenta de que, lejos de ser una anomalía, es más o menos lo que habría que esperar. Al fin y al cabo, hay algunas diferencias entre prestarle a un ciudadano privado y prestarle a un gobierno.

Si yo le presto a un ciudadano privado, hay dos riesgos fundamentales de impago: que su negocio fracase por factores fuera de su control, o que incurra en fraude (lo que llamamos en Colombia "quebrar para adentro"). La forma como los mercados tratan este problema es castigando a quienes se declaran en bancarrota con una moratoria de crédito. Por ejemplo, en Estados Unidos esa moratoria suele ser de 7 años.

En el caso de los gobiernos hay algunas sutiles diferencias. Primera, y más obvia, los gobiernos cambian. El actual gobierno de Grecia está integrado por personas distintas de las que llevaron a la actual crisis. (Además, no hay que olvidar que ya esta vez Goldmann Sachs no está ayudando a maquillar las cuentas...) Si Grecia hoy declarara impago como consecuencia de las decisiones tomadas hace unos años por otro gobierno, ¿qué razón tendría un inversionista dentro de dos años para dejar pasar de largo una nueva oportunidad de hacer negocios? ¿Por castigar al gobierno que haya dentro de dos años por cosas que pasaron cuando otras personas estaban a cargo? No tendría mucho sentido.

Por otro lado, aunque los gobiernos incurren en fraude es muy poco probable que el fraude constituya un porcentaje muy elevado de las pérdidas. Claro, ha habido corrupción en Grecia (como en muchos otros países), pero quien le preste al gobierno griego en el futuro sabrá que Grecia no se va a desaparecer de la noche a la mañana llevándose la plata a las Islas Caimán.

La gente habla mucho en estos días del despilfarro de dinero en Grecia, en especial de la forma en que la clase política compraba clientelas mediante empleos públicos excesivamente remunerados. En cierto modo uno puede pensar que eso es corrupción. Pero, desde el punto de vista de un acreedor, eso no es fraude, es ineficiencia. Y las dos cosas son muy distintas. Fraude es una sorpresa, un choque adverso que reduce las ganancias ex post. La ineficiencia, en cambio, es algo que se podía prever de antemano. De hecho, los acreedores del gobierno griego supuestamente estudiaron todos esos temas cuando le prestaron el dinero. El precio de la deuda ya debía reflejar todas las disfunciones del sistema político griego. Si no lo hicieron, es problema suyo.

(Está bien, como ya dije antes, en el caso de Grecia sí hubo un elemento de fraude adicional poco habitual: la "contabilidad creativa" a la que contribuyó Goldmann Sachs. Pero eso es harina de otro costal: eso tiene que ver con los pésimos mecanismos de evaluación de riesgo que existen hoy en día.)

Pero, volviendo al punto central, en vista de estas circunstancias, no veo por qué los prestamistas del futuro vayan a castigar a Grecia por sus impagos de ahora más allá de un breve periodo. Seguramente, si Grecia no reforma sus mecanismos de gestión pública, los prestamistas del futuro le van a castigar su ineficiencia futura (eso es totalmente comprensible), pero no su insolvencia pasada. No sería racional para ellos. De modo que no veo por qué nos debe sorprender tanto la indulgencia con que los mercados han tratado los impagos que han ocurrido. Otra cosa es que a los bancos no les convenga que nos demos cuenta...

Monday, May 23, 2011

¿Qué Pasa Cuando el Cirujano es Traficante de Organos? El Caso del Banco Central Europeo

Si a uno le dicen que hay una institución que se llama el Banco Central Europeo, uno se imagina que es un Banco, es decir que tiene activos poco líquidos y pasivos muy líquidos (el típico problema de todo banco), que es Central, es decir, que es un "prestamista de última instancia" y que incide sobre política monetaria y que es Europeo, es decir, que diseña sus políticas teniendo en cuenta las necesidades de países europeos. Pero resulta que no.

Ya sabíamos que el Banco Central Europeo supuestamente toma sus decisiones basado en los impulsos antiinflacionarios de Alemania. Eso ya era bastante extraño, pero en fin, es parte de como funcionan los balances de poder. Pero lo de ahora ya se sale de toda lógica. Resulta que el BCE decidió que no solamente no quiere ayudar al Sur de Europa, en especial Grecia, sino que además, ¡si Grecia trata de reestructurar sus deudas le corta el crédito! O sea, no solamente el BCE no tiene en mente los intereses de uno de sus países miembros sino que conspira activamente contra ellos.

Los latinoamericanos somos expertos en lo que se siente cuando instituciones financieras multinacionales se comportan como autoridades coloniales. Esa fue la historia de nuestra "década perdida." Nosotros pasamos por ahí antes que el resto. Pero se trataba de, como dije, instituciones multinacionales. Uno puede decir lo que quiera del FMI de los 80s pero por lo menos nadie se hacía ilusiones en esa época de que el FMI fuera una institución mexicana (o colombiana, o argentina, o...) Pero lo de ahora es, en cierto modo más patológico: una institución que es creada supuestamente por y para unos países y decide que uno de esos países no solo no merece su ayuda sino que además tampoco puede buscar ayuda por sus propios medios. ¡Vivir para ver!

Sunday, May 22, 2011

¿Y Si El Capital No Vuelve?

Con tanta discusión sobre la necesidad de reestructurar las deudas del Sur de Europa (o de Irlanda), siempre se pone de relieve el tema de las supuestas consecuencias tan terribles que traería cualquier decisión que le cueste algo de plata a los banqueros. Se nos dice que el trauma duraría años, que nadie invertiría en estos países, que el crecimiento se paralizaría y que, horror de horrores, Justin Bieber lanzaría un nuevo disco. Nótese cómo todas estas cosas ocurrirán también si no hay reestructuración (en especial el disco de Justin Bieber). Los pronósticos de crecimiento en estos países ya son terribles. Entonces, se pregunta uno, si igual la economía va a crecer muy poco (o nada) ¿no será mejor que por lo menos mientras cesa la horrible noche se pueda atenuar el sufrimiento de muchos con medidas remediales en vez de pagarle  todo a los acreedores?

Pero bueno, dejemos de lado estas consideraciones para concentrarnos en otra que no veo expresada muchas veces. Ya llevo casi un año viviendo en España (y hace poco viví otro año más). Es uno de los países más pobres de la Unión Europea pero al mismo tiempo es un país muy, muy rico. El nivel de vida en España es de los mejores del mundo. Hay partes de España que no tienen nada que envidiarle a ningún otro país del Primer Mundo.

Todo esto lo digo porque se me ocurre una herejía: si mañana resultara que España (o Europa en su conjunto) no van a tener ningún crecimiento per capita en los próximos veinte años, no sería ninguna tragedia. Los 400 millones de europeos (junto con los 300 millones de norteamericanos) son el grupo humano más afortunado de la historia. No veo por qué tengamos que perder el sueño ante el prospecto de que los "pobrecitos" mantengan su actual nivel de vida por una generación más. Y eso que no me he metido a hablar de consideraciones ambientales.

Me dirán que es una locura en especial porque en Europa de todas maneras sí hay gente pobre y hay muchísimos desempleados en este momento. Perfecto. Con el actual PIB europeo, sin crecimiento per capita, hay suficiente para sacar de la pobreza a los que se han quedado rezagados. Además, empleo y crecimiento no necesariamente van de la mano. Se puede generar empleo creciendo poco y se puede crecer generando poco empleo (como lo ha hecho Colombia últimamente). El punto no es que Europa deba fijarse como meta el crecimiento cero. El punto es que el crecimiento no tiene por qué ser una prioridad en Europa. Más bien la prioridad debería ser acabar con los reductos de pobreza que quedan (lo que implicará una cantidad de políticas de inclusión de los inmigrantes) y generar empleo o mecanismos para aumentar la permanencia escolar de los jóvenes. Si esas metas se logran con crecimiento del 5%, santo y bueno. Pero si se logran al costo de un crecimiento per capita de 0%, no es para llorar.

A todas estas, el crecimiento de los últimos años, el de las burbujas inmobiliarias, ¿a dónde fue a parar? ¿Contribuyó a resolver problemas de pobreza y exclusión de largo plazo? Lo dudo.

(Un punto adicional que no me cabe en otra parte: oigo mucho ahora a la gente lamentando el hecho de que la burbuja de la construcción llevó a muchos jóvenes a salirse de estudiar para trabajar en la construcción y que, por eso, ahora son inempleables. Cierto. Pero fíjense que esos jóvenes, al tomar esas decisiones, estaban haciendo exactamente lo que las élites económicas les han dicho que hagan: acatar las señales del mercado. Lástima que cuando los banqueros de inversión acatan las señales del mercado, se vuelven multimillonarios mientras que cuando lo hacen los albañiles se quedan desempleados.)

Africa necesita crecimiento, Asia necesita crecimiento, América Latina necesita crecimiento. ¿Europa y Estados Unidos? No estoy seguro.

Los Precios de Mercado Después de Dos Días en Sol

Si el movimiento del 15-M resulta ser el heraldo de la "Revolución Española" ya podré decir que "yo estuve allí." Anteayer y ayer estuve en Sol, es impresionante. Nadie sabe qué pasará ahora. Al momento de escribir estas líneas las elecciones le dan una enorme victoria al Partido Popular, según mis cálculos el tercer o cuarto Peor Partido Político del Mundo. (Ya he dicho que el primer puesto es para el Partido Republicano de Estados Unidos y el segundo tal vez para el Popolo de la Libertá de Berlusconi.) De modo que en pocos días España ha dado señales opuestas. En fin, es normal. Ya habrá tiempo de ver qué pasa con miras a las generales.

Por ahora quiero escribir sobre algo que anuncié hace rato y que me da vueltas en la cabeza a propósito de la crisis financiera que es, en últimas, lo que está a la base de todos estos movimientos. Me refiero a la forma en que se entrecruzan política y economía aún en el ADN del capitalismo: el sistema de precios.

A mi juicio, Friedrich Hayek escribió algunas de las páginas más estúpidas, falaces y fanáticas que uno pueda escribir al tiempo que se gana un Premio Nobel de Economía. (Bueno, recientemente Prescott parece empeñado en quitarle el título...) Su famoso ensayo "El Espejismo de la Justicia Social" es un ejemplo claro. (Ya me ocuparé de esto en algún momento.) Pero también tuvo un enorme, colosal, impresionante triunfo intelectual con su artículo "El Uso del Conocimiento en la Economía."

Es una pieza maestra sobre el papel de los precios como agregadores de información en un sistema descentralizado. Lo digo como alguien que por algún tiempo en su juventud llegó a creer que los mecanismos de planificación central eran mejores asignadores de recursos. Esa polémica la ganó Hayek de lejos.

¿O sí? Desde que el artículo de Hayek ingresó a la ortodoxia de la economía, todos los economistas creemos que los precios reflejan los posibles usos alternativos de los recursos. Es decir, que los precios son la quintaesencia de la información económicamente relevante, incontaminados por cualquier otra consideración.

Pero de un tiempo para acá vengo pensando en un problema con esta visión, un problema que la crisis financiera actual ha puesto de relieve: hay algunos precios, de hecho algunos de los precios más importantes de una economía, que dependen en últimas de factores políticos, de conflictos de poder.

No me refiero únicamente al caso relativamente trivial de precios oligopólicos. Incluso en mercados competitivos puede ocurrir este fenómeno. Consideremos el precio del trabajo, por ejemplo. ¿De qué depende? De la oferta y la demanda, obvio. Pero la oferta y la demanda de trabajo a su vez, ¿de qué dependen? Aquí se vuelve interesante el asunto porque la oferta de trabajo depende de las opciones que tenga la gente en caso de que opte por no ir al mercado laboral. Esto a su vez depende de si existe o no un seguro de desempleo, de si existe o no un sistema de salud con beneficios portátiles, de si existen o no guarderías públicas para niños, en fin. La demanda también depende de cosas como por ejemplo cuán largas son las vacaciones legales, cómo se pagan las horas extras, cuáles son los causales justos de despido, en fin. Lo que llamamos "mercado laboral" no es sino la punta competitiva de un iceberg en cuyo fondo hay infinidad de detalles legales y, por ende, políticos. El precio del trabajo en cualquier país es el resultado de toda la historia de luchas políticas y sociales y los resultados que éstas han tenido.

Pasemos ahora al caso del precio de la deuda pública que esta en el centro de la tormenta política actual. Yo soy de los que creo que las deudas mediterráneas de este momento deberían ser reestructuradas sin necesidad de someter a estos países al látigo de una austeridad sin fin. (Ese es uno de los temas cruciales del 15-M.)

Cuando yo compro un bono de cualquier entidad, soy beneficiario de su prima de riesgo. Estoy, por ejemplo, dando $80 con la perspectiva de recibir $100 más adelante. Si no hubiera ningún riesgo, simplemente hubiera tenido que pagar $98 (por decir algo). Esos $18 de diferencia, que se quedan en mi bolsillo para mi disfrute, son el reconocimiento que me hace el deudor de que existe un riesgo de impago. Pero el tal impago puede llegar a pasar. El deudor puede quedar insolvente. En ese caso, ¿qué debo hacer? En condiciones normales, tengo dos opciones: o voy a la corte de quiebras a que me pongan en la fila de acreedores para tratar de salvar algo, o busco un arreglo amigable con el deudor. En todo caso, no puedo hacer que me pongan de primero en la fila y me den mis $100 como si fuera un "derecho natural."

Entonces, ¿por qué en el caso de Europa (o antes, de América Latina) resulta impensable una reestructuración? Supuestamente porque entonces no volverá el capital a estos países. Pero ¡ojo! Esto es una especulación nuestra. Se trata de una decisión que puede afectar a millones de personas, basada únicamente en lo que algunos creen que va a ocurrir dentro de algunos años. Más exactamente, es una creencia sobre lo que los "inversionistas" (cualesquiera que sean) van a creer dentro de un tiempo acerca de las actuales causas del impago. Eso no tiene nada que ver con eficiencia en la asignación de recursos, ni con escaseces relativas, ni nada por el estilo. Es, en el mejor de los casos, resultado de conjeturas sobre conjeturas o, en el peor de los casos, resultado de juegos retóricos de algunos intereses políticos poderosos.

La crisis financiera ha puesto esto de relieve pero no hay razón para creer que es excepcional. Bonos de deuda es algo que se transa todos los días; es uno de los precios más importantes de la economía. Entonces, resulta que ese precio tampoco es "puramente económico." Pero, si ni el precio del trabajo ni el precio de la deuda lo son, entonces ¿cuál precio sí lo es?

Thursday, May 19, 2011

Protesto! Ni "The Guardian" ni "New York Times" tienen nada sobre el 15-M!!

Y esa es la prensa "progresista"...

Tecnocracia y Cambio Social

Listo. Ya me cansé. ¿Han visto cómo siempre, aún en medio de la crisis económica más profunda de la postguerra, los pontífices del statu quo dicen que el problema es que la oposición no tiene propuestas concretas? Sí. Es cierto. Tienen razón. Pero ya me cansé de esa cantilena.

Una de las cosas que más llama la atención de esta crisis es que, hasta el momento ("por ahora" como decía el Teniente Coronel Chávez), la reacción de la opinión pública ha sido bastante timorata cuando no abiertamente retrógrada. En Estados Unidos el Tea Party, a pesar de su retórica anti-Wall Street, termina por defender los privilegios de los más ricos. Los españoles están a punto de darle enormes mayorías al Partido Popular, precisamente el arquitecto del modelo especulativo que estalló en la crisis y el que más dispuesto está a defender los intereses del gran capital. En Italia... en fin, Italia es caso perdido. Por donde se mire, los sectores políticos que más se han beneficiado de la actual crisis son los que más contribuyeron a gestarla.

Claro, el asunto es mucho más complejo. Ya en algún momento diré algo sobre los resortes que mueven a la opinión pública en tiempos de crisis. Pero de momento, es claro que uno de los factores que contribuye a esta pasividad es la sensación generalizada de que no hay alternativa.

El libreto es más o menos el mismo: los mercados financieros "están nerviosos," si los gobiernos no los apaciguan sacrificando a millones de personas que no especularon con las burbujas inmobiliarias, que nunca pidieron ser parte de ese casino, entonces vendrá una hecatombe, además, los mercados financieros, además de temperamentales, son muy complejos. Solo los expertos pueden saber cómo tratar con ellos y si los expertos dicen que hay que seguir con los recortes de gasto y los apretones generalizados, pues así ha de ser. Puede que algunos de estos expertos sean ex-empleados o futuros empleados de los grandes bancos. Pero es pura coincidencia. Es que las finanzas son un asunto muy complejo.... Las grandes democracias del mundo están actuando como las tribus primitivas que hacían sacrificios para apaciguar dioses con los que solo una pequeñísima casta sacerdotal se podía comunicar.

Claro, se me dirá que hay una gran diferencia entre ambos casos. Las tribus primitivas estaban equivocadas respecto a las causas de las plagas, o las inundaciones, o el desastre de turno. En cambio ahora los "dioses del mercado financiero" funcionan de acuerdo a reglas científicamente establecidas. A eso me referiré en otra entrada de este blog. Por ahora lo que me interesa es el papel de la tecnocracia como aparato legitimador.

Esto es un tema sensible para mí porque yo soy científico social, posible tecnócrata, de modo que soy susceptible a las seducciones de este sistema. Pero mirándolo desapasionadamente (como buen científico...) creo que es hora de rechazarlo.

Es cierto que proponer una alternativa al actual funcionamiento del sistema financiero (o del sistema capitalista en general) es una tarea titánica. Requeriría un esfuerzo intelectual enorme de millares, o centenares de millares de científicos sociales. Pero basta con pensar en lo que esto implicaría para darse cuenta de lo ridículo que es pedir semejante tiquete de entrada para una propuesta política alternativa.

Visto de otra manera: hoy en día está claro que el desastre económico actual se gestó en la fiebre desreguladora que se inició en los años 80 y que se ha ido acrecentando con el tiempo. Una estructura financiera que mal que bien había propiciado cierta estabilidad durante los años de la postguerra fue desmantelada por, otra vez, tecnócratas que nos prometían ríos de leche y miel. Pero, y aquí está lo curioso, ellos tampoco tenían una propuesta sistemáticamente estudiada. Las batallas políticas que ganaron los fundamentalistas de mercado fueron eso: batallas políticas. Los bancos pidieron flexibilidad para mezclar banca de inversión y banca comercial porque les beneficiaba, y la obtuvieron. Los bancos pidieron mayores cotas de apalancamiento porque eso les permitía apostar más con dinero ajeno, y las obtuvieron. Los bancos pidieron desregulación de las "derivadas" porque eran un excelente negocio, y la obtuvieron. Nada de esto fue producto de una "propuesta alternativa" cuyas consecuencias estaban ya meticulosamente calculadas. Al contrario, muchos sospechaban desde un comienzo que todas estas desregulaciones iban a aumentar la inestabilidad del sistema y fueron ignorados.

Entonces, ¿por qué ahora sí se le pide a los críticos que tengan una "propuesta alternativa"? El cambio social no sale de estudios técnicos. El capitalismo no surgió de un estudio técnico. Simplemente los grandes capitales fueron conquistando mercados y acumulando poder político. Su legitimación ideológica vino después.

Cuando la gente ahora dice que la crisis la paguen los banqueros, se trata sin duda de una formulación cruda, sin ningún aval técnico y probablemente con poca viabilidad política o económica. Pero si a partir de esas consignas tan crudas se constituyera un movimiento político significativo, sería absurdo pedirle que diseñe una nueva arquitectura financiera. Eso es tarea de otros. Los movimientos políticos ponen sobre la mesa sus principios políticos y si ganan, los ejecutan y se acabó. Los detalles tecnocráticos se deciden después.

Los que me conocen ya tal vez sospechen con qué voy a salir ahora. Una de las ventajas que le veo precisamente a las nociones de renta básica es que, aunque tengan justificaciones tecnocráticas, son también expresión de un principio político claro: todos los ciudadanos son co-dueños de la riqueza de un país y por lo tanto tiene derecho a participar de ella, punto. Ya los detalles de cómo se implemente, de quiénes tengan que pagar más impuestos, y cosas así se pueden ir decidiendo.

Imaginemos por un momento que ya los países afectados por la crisis financiera hubieran implantado una especie de socialismo de renta básica. Entonces, a la hora de pensar en cualquier forma de reestructurar las deudas (que es en últimas el principal componente de la crisis), los ciudadanos tendrían el mismo status que cualquier otro tenedor de bonos. La negociación sería de igual a igual en vez del espectáculo al que estamos asistiendo ahora en el cual hay que recortar el "gasto social" porque tienen prelación los tenedores de bonos.

¿Qué consecuencias tendría esto para el mercado financiero? No importa y esa es la lección central. ¿Por qué para poder defender el principio de que los ciudadanos de a pie cuentan tanto como los banqueros tendría uno que ponerse a estudiar todos los posibles escenarios de futuros flujos de capital? ¿Es que cuando se estaba creando el actual sistema financiero alguien se puso a hacer estudios sobre los futuros gastos sociales que serían necesarios para asegurarle a cada ciudadano un nivel de vida básico?

Entonces dejémonos de tonterías. La tecnocracia tiene su lugar en la sociedad, eso no lo discuto. Pero que no volvamos a un puñado de expertos en los árbitros de todo posible cambio social. Menos aún cuando muchos de ellos son beneficiarios del orden existente.

¿Y Ahora "Primavera Mediterránea"?

Por supuesto que Túnez, Egipto, Libia y Siria están en el Mediterráneo. Como también lo están los Territorios Ocupados Palestinos. (Pero Yemen y Bahrein no.) Pero esta semana, al parecer, la "primavera" cruzó el estrecho de Gibraltar y llegó a Europa, cosa que no pudieron hacer los 60 refugiados que se quedaron en el mar sin ayuda.

El hecho es que aquí en la Puerta del Sol de Madrid hay una manifestación bastante nutrida de jóvenes que están resueltos a acampar allí hasta las elecciones del 22 y de paso provocar un buen sacudón político. El patrón no difiere mucho del observado en Túnez o en Egipto: movilizaciones relativamente espontáneas, sin una dirección política clara, con multitud de consignas no siempre claras. Si este movimiento crece, será, al igual que las revoluciones en los países árabes, un recordatorio de que estos eventos surgen en forma mucho más confusa y abigarrada que lo que después queda en los textos de historia.

Es prematuro saber en qué van a terminar las movilizaciones de España (porque no es solo Madrid). Pero hay señales de que esto puede crecer. En cierto modo era de esperarse. La crisis económica española es profundísima.  Aunque el movimiento está aún en su infancia, uno de los temas que más aglutina es la llamada "salida social de la crisis." Esto me sirve de pretexto para decir un par de cosas que he venido pensando en esto días. Las pondré más adelante.

Por lo pronto, debo decir que me gusta el movimiento 15-M (que es el nombre genérico con el que se le conoce) y me encantaría que creciera y se consolidara. ¡Ya era hora!

Monday, May 9, 2011

Libertades Públicas y Privilegios Privados

De pronto debería darme vergüenza confesar el pretexto de este escrito: se trata de una noticia de política menuda en Estados Unidos que atañe a un reducido círculo de intelectuales; no me queda fácil reconocer que ando pendiente de esta clase de cosas. Pero en fin, así soy.

El hecho es que se ha armado un escándalo que ha conmovido al mundo. Bueno, para ser más exactos, al mundo anglo-parlante, aún más preciso, el de Nueva York y Londres. A decir verdad, las partes de Nueva York y Londres que viven pendientes de las actividades intelectuales. Pero no todas, solo aquellas que atañen a universidades y, en especial, en cuanto tienen algún componente relacionado con Israel.

El motivo del escándalo es que la universidad pública de Nueva York, CUNY, decidió no otorgarle un grado honorífico a Tony Kushner, dramaturgo estadounidense muy importante, ante la oposición de uno de los miembros de la junta quien acusó a Kushner de adoptar posiciones radicales en contra del Estado de Israel. El asunto ha ido creciendo en cobertura y ahora es todo un debate.

La verdad el asunto como tal no me parece tan importante o interesante como para gastarle tiempo. (Como imaginarán, estoy del lado de los que les parece que la conducta de CUNY en este episodio ha sido una desgracia.) Pero me llama la atención por la forma en que se ha planteado el debate. Una buena introducción a lo que quiero decir es leerse, en ese orden, el artículo de Stanley Fish de hoy, y luego el artículo de Stephen Walt. (Test para perezosos: el artículo de Walt es el primer vínculo de esta entrada. Si no lo han leído todavía es porque cuando pasaron por ahí no quisieron enterarse.)

Como una primera aproximación, Stanley Fish tiene razón: el incidente como tal no constituye ninguna violación de las libertades de nadie y por lo tanto, no tiene por qué pasar a mayores. Nadie tiene el derecho fundamental de recibir títulos honoríficos. Nadie le está prohibiendo a Kushner que se pronuncie sobre Israel.

Pero visto más de cerca el asunto, Walt insinúa un ángulo que tiene más implicaciones cuando dice que detrás de los actos de CUNY hay un intento de "intimidar" a críticos de Israel. Y Walt sabe mucho de eso, con todos los insultos que le han llovido...

No entro a discutir si fué deliberado o no el dichoso intento de "intimidar." Pero dejando atrás los detalles sobre este episodio, sí hay en el fondo una pregunta más importante.

En las sociedades modernas entendemos que la esfera pública debe ser plenamente libre, todos los ciudadanos deben tener derechos básicos para expresar sus puntos de vista, y así sucesivamente. Pero como contrapartida de este principio, solemos considerar que las organizaciones privadas (bueno, en este caso CUNY es pública, pero ignorémoslo de momento) son libérrimas a la hora de decidir cómo adjudica sus espacios de expresión, quién se expresa en ellos y para decir qué.

Pero en la realidad las cosas no son tan sencillas. Un sistema de libertades públicas por sí solo puede ser insignificante para una persona porque todo individuo necesita también la capacidad de interactuar con organizaciones privadas. Por ejemplo, yo tengo todo el derecho de escribir lo que se me dé la gana en este blog. Pero esa libertad no tendría el mismo significado si, como resultado de lo que yo escribo acá, el día de mañana me viera sometido a alguna campaña de silenciamiento, o vetos o cosas por el estilo a manos de organizaciones privadas. El discurso público requiere de recursos privados (acceso a plataformas visibles, difusión, reconocimientos, etc.) de modo que una corporación privada puede influír muchísimo sobre qué tan libre es la esfera pública.

No estoy diciendo que toda institución privada debe ser obligada a darle difusión a todos los puntos de vista. No me gustaría, por ejemplo, que el Center for American Progress (un think tank de izquierda en Estados Unidos) tuviera que darle, por obligación, un blog a Charles Krauthammer. (Aunque me encantaría que a la Heritage Foundation la obligaran a darle un blog a Paul Krugman, je, je, je....)

No hay ninguna solución preconcebida a este problema. Pero sí está claro que la inquietud de fondo es plausible: el poder corporativo distorsiona la esfera pública. Por lo mismo, aunque es imposible tener una "solución", sí es posible saber qué cosas son contraproducentes: por ejemplo, la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos (Citizens United) que aumenta el poder de las empresas para financiar campañas políticas, máxime cuando se basa en el principio absurdo que considera que financiar una campaña política no es distinto de ejercer el derecho a la libertad de expresión.

¿Dictaduras Mayoritarias?

Esta es una inquietud que hace mucho tiempo me da vueltas en la cabeza y que casi nunca tengo el pretexto para ponerla por escrito. El momento que he estado esperando para hacerlo es cuando haya alguna noticia sobre Cuba que me sirva de ocasión. Pero en estos días ese frente noticioso no se ha movido mucho. Así que aprovecho otro pretexto: Siria.

De acuerdo, no tengo ni idea sobre Siria. Pero para eso es este blog: para escribir sobre cosas que no sé. Para escribir sobre temas que conozco, más bien trato de publicar en otro lado que para eso me pagan.

Bueno, ahora más en serio: el gobierno sirio ha optado por reprimir muy duramente las protestas que se han levantado en su contra. Al parecer ya ha causado cientos de muertos. Hasta ahí nada raro. Triste sí, deprimente, sí. Pero raro, no. Lo curioso del asunto es que, según varias fuentes, el presidente Bashar al-Assad es bastante popular en Siria. Se dice que si se presentara a unas elecciones competitivas, ganaría sobrado hasta con más del 60% de la votación.

En cierto modo esto se puede parecer a la situación de Cuba hace algunos años. Yo sospecho que el gobierno de los Castro se encuentra ahora muy desprestigiado y sería incapaz de ganar una elección abierta. Pero, por otro lado, también estoy casi seguro de que en sus momentos de gloria, Fidel Castro habría ganado cualquier elección popular que se le pusiera en frente.

Lo mismo es cierto de muchos otros dictadores. Me cuesta trabajo imaginarme que Kim Il Sung hubiera perdido una elección. (Su hijo sí, al parecer. Según algunos informes, el mismo gobierno entiende que Kim Jong Il tiene serísimos problemas de legitimidad. No sé. Ingenuo que soy yo, a mi me parece que eso puede tener algo que ver con una hambruna que mató cerca de un millón de personas...) Con todo y el odio y desprecio que me suscita, creo que Pinochet hubiera ganado algunas elecciones, si las hubiera hecho. (Digamos, antes del colapso económico del 81 o, después de la recuperación del mismo colapso, por ahí en el 86, 87.)

La pregunta entonces es, ¿por qué no llaman a elecciones? La respuesta que se me ocurre es muy sencilla: porque el objetivo de esos regímenes (palabra esdrújula, por favor, con tilde en la "í," estoy cansado de oír a gente muy educada que la pronuncia mal...) no es simplemente ganar elecciones sino poner en marcha políticas que no serían sostenibles con una oposición del 45%.

Supongamos que alguno de los personajes a los que me he referido hubieran hecho una elección y la hubieran ganado. En cualquier país del mundo, en una elección competitiva digna de tal nombre, es decir, con sufragio limpio, con igual acceso a los medios, etc, etc, el ganador obtiene a lo sumo un 65% de la votación. Si obtiene más, es difícil que repita a la próxima semejante paliza. Puede que gane muchas elecciones seguidas, pero su margen de victoria en promedio a lo largo del tiempo difícilmente va a pasar de 20% o 30%. Es decir, con un proceso electoral limpio, el gobierno más popular imaginable tendrá que enfrentarse con el rechazo de un 30% de la población.

Pero hay cosas que Ud. no puede hacer si tiene el 30% de la población en su contra. Si quiere expropiar todas las empresas privadas, hasta las más pequeñas (como Castro en su momento), o si quiere desmantelar todas las protecciones del Estado (como Pinochet en su momento), o si quiere conservar la hegemonía de una minoría religiosa muy pequeña apuntalada por una clase de millonarios creados por el Estado (como la minoría alawi en Siria), mantener viva una oposición del 30%, que tenga las necesarias garantías para crecer en el futuro próximo puede resultar un desastre. Hay transformaciones en el orden social tales que son inviables si el 30% de la sociedad está en capacidad de reagruparse y luchar en su contra con suficiente determinación.

Fíjense que bien puede tratarse de proyectos políticos que gocen del respaldo de las mayorías. Es decir, puede que sean dictaduras mayoritarias. Esto me lleva a un punto que hace mucho vengo pensando: el 50% más uno, típico de las democracias, es un constructo bastante arbitrario.

Un corolarios inquietante: en toda lucha política, todo lo demás constante, los sectores con más poder económico tienen más capacidad de organización. Los propietarios del capital tienen siempre más posibilidades de incidir sobre la opinión pública a través de los medios, tienen una mayor capacidad de "amenaza" con la fuga de activos, tienen más acceso a fuentes de discurso legítimo (como la tecnocracia, la academia) y así sucesivamente. Es clave la cláusula de "todo lo demás constante." Históricamente hay casos de sociedades en las que las clases obreras ha logrado niveles de organización tales que adquieren un status hegemónico dentro del sistema político (Escandinavia) o, por lo menos, son tan fuertes que hay que tomarlas en cuenta en cualquier decisión clave (Alemania, Holanda, Reino Unido).

Pero cuando no es así, el sesgo a favor del capital es evidente. De lo anterior se deduce que la transición a la democracia puede tener cierto signo ideológico. La dictadura de Pinochet, por ejemplo, con su feroz persecución a la clase obrera, dejó despejado el terreno para su agenda ideológica de modo que cuando llegó la hora de entregar el poder, sabía que en lo fundamental, ya se había salido con la suya. (Claro, eso no obvió la necesidad de los senadores vitalicios y todas esas otras reliquias autoritarias que el pinochetismo dejó sembradas en la Constitución chilena.) En palabras de ese otro dictador de derecha (Franco), todo había quedado "atado y bien atado." Irónicamente, Franco no dejó las cosas tan atadas como creía.

En cambio, para una dictadura de izquierda el peligro de que se recomponga el poder de los propietarios del capital no es tan fácil de suprimir. Fidel Castro nunca llegó a sentir que el orden resultante de la Revolución ya estuviera "atado y bien atado", a tal punto de que aguantara una serie de elecciones en las que, digamos, pequeños y grandes empresarios pudieran aliarse en torno a algún partido político. En parte, eso explica el permanente clima de tensión que se vive en dichas dictaduras. Cualquier ganancia de la oposición, cualquier rendija por la que pueda colarse el capital privado, es vista como una amenaza al mismísimo centro neurálgico del régimen. Son dictaduras mucho más férreas, pero a la vez más frágiles.

En esos casos hay una posible "solución" que hemos venido viendo en los últimos años: que el liderazgo político se vaya imbricando con el poder económico. En vez de estar todo el tiempo en estado de máxima alerta contra el posible regreso de los grandes propietarios, el régimen puede convertirse en el gran propietario por excelencia. De esa manera, el régimen puede darse el lujo de abrir gradualmente el sistema, a sabiendas de que ahora puede combinar las ventajas de su protagonismo político con su poder económico para, llegado el caso, ganar elecciones.

Si tengo razón, eso explicaría por qué China se ha vuelto un poco más tolerante en los últimos años. (Sí. Ya sé. Me van a salir con los últimos casos de represión. Déjenme decirles: son terribles pero no son ni la sombra de lo que hubiera ocurrido en tiempos de Mao.) De la misma manera, esto podría ser el cálculo estratégico de Raúl Castro: el sector de empresas del Estado (y del Ejército) puede entrar en alianzas estratégicas con inversionistas extranjeros para volverse suficientemente eficiente y productivo como para mantener a raya la competencia de nuevas élites económicas y, si eso funciona, entonces el monopolio político del Partido no tiene nada que temer. Al parecer, la élite de los gerentes de empresas del Estado de Corea del Norte están haciendo un cálculo similar. Lo curioso es que de estos tres ejemplos solamente China ha podido echar a andar el proceso con buenos resultados. (Al parecer Viet Nam también lo ha logrado.) Pero ni Cuba ni Corea del Norte han podido y esto se ha traducido en enormes sufrimientos para la población tanto en su nivel de vida como en sus libertades políticas.

Otro corolario, aún más inquietante: Si todo lo anterior es cierto, ¿qué implicaciones tiene para quienes nos consideramos socialistas pero que nos parece horrible la trayectoria que han seguido Cuba o Corea del Norte desde sus respectivas revoluciones? Dicho de otra manera, para llamar la atención de quienes no son socialistas: ¿qué implicaciones tiene todo esto para la noción misma de democracia? ¿qué implicaciones tiene el hecho de que haya transformaciones sociales que tal vez beneficien a una gran mayoría pero que sean inalcanzables mediante las fórmulas políticas que actualmente conocemos como democracia?

No tengo ni idea de la respuesta. Es más, algo me dice que es tan desagradable que hasta de pronto es preferible no saberla....

Sunday, May 1, 2011

Qué 99 Años No es Nada...

Siento que debería poder decir algo sobre la muerte de Ernesto Sabato. Algo hermoso, triste, profundo, desgarrador como su obra. Pero no. Lamentablemente hace tiempo no releo alguna de sus obras como para poder hacer una referencia digna. 

Eso no quita el hecho de que se fue un grande. Hace mucho tiempo esperábamos el fin. Pero no por eso es menos triste. No llegó a los 100 años. Le faltaron pocas semanas. Ni siquiera pudo llegar al homenaje que le tenían preparado hoy en la Feria del Libro de Buenos Aires. Hasta en la hora de la muerte su destino fue irregular. Pero no importa. En cierto modo, al hablar de su vida y de su tiempo, siempre será acertado referirse al "siglo de Sabato." Pocos vivieron este siglo como él y a pocos les dolió tanto como a él.

¡Adiós Ernesto!