Lo que me llama la atención es que Tilly comienza adoptando una postura muy crítica contra Chávez pero luego el ensayo toma un giro que, probablemente sin que Tilly se lo propusiera, socava dicha posición. En efecto, durante buena parte del ensayo Tilly reproduce el punto ya bastante conocido de que un "Estado rentista" en posesión de abundantes recursos propios (digamos, petróleo) no tiene que negociar con la ciudadanía lo cual entorpece la democratización. Pero al final Tilly especula con la posibilidad de que una revolución pueda combatir sus propios impulsos autoritarios y conducir a una apertura y democratización del sistema político.
Es una lástima que esta sea la última reflexión del ensayo ya que esa es la pregunta clave. A mi juicio el proceso político venezolano es tan complejo y polifacético que todavía hay muchas alternativas sobre la mesa.
No hay duda de que muchas de las actitudes de Chávez y del gobierno venezolano sugieren que, como dice Tilly, el proceso de reforma política ha sido "de arriba hacia abajo" atrofiando los mecanismos de consulta y de intermediación política que toda democracia necesita. Pero a veces pareciera (o al menos le parece a este observador distante) que a la sombra del chavismo se han activado (o reactivado) muchos movimientos populares que quieren asumir un papel más activo y autónomo que el de simples acólitos del coronel. No hay que olvidar que dentro del PSUV hay voces que critican a la "derecha endógena" precisamente por su carácter autoritario, no pocas veces corrupto, y por su intención de que la V República se convierta en una enorme red de petro-clientelismo. Si este segundo proceso se consolida, se estarían dando, justo en medio del chavismo, las condiciones que planteaba Tilly de una revolución democratizadora.
El problema es que es muy difícil saber si realmente hay una revolución en Venezuela o no. Y si la hay, es muy difícil saber si entrará de lleno en su fase jacobina, volviéndose autoritaria, militarista y, luego, burocrática, o si conducirá a una verdadera democratización. Siempre he creído que uno de los acertijos más grandes de la política es ese: empezar revoluciones es relativamente fácil, comparado con lograr llevarlas a puerto seguro.
Yo no sé la respuesta en el caso de Venezuela. Por eso no puedo ser chavista ni anti-chavista. Pero si los sectores populares del PSUV logran salirse con la suya, adquieren una identidad política propia más allá de la de Chávez y logran que la V República consolide lo que ha ganado, Venezuela habrá logrado un tipo de revolución que no se ha conocido en América Latina.
Irónicamente, para poder aclarar que está pasando en Venezuela se va a necesitar que el chavismo reciba ciertas derrotas electorales. Solo así se podrá saber qué dirección toma el PSUV en momentos de dificultad. En la época de bonanza, cuando hay para todos, no hay necesidad de tomar decisiones. Todo apunta a que en las próximas elecciones el PSUV va a perder participación. Habrá que ver quiénes salen fortalecidos y cuáles son los sectores en los que Chávez va a buscar apoyo. Pero para eso se necesitaría que la derrota no sea catastrófica porque entonces el proceso en su conjunto colapsa. Es triste que la suerte de un país dependa de que el capricho de la aritmética electoral produzca un resultado tan finamente calibrado.
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