Espero que esto no me meta en problemas, pero lo voy a decir de todas formas: sentí un poco de desazón al saber de la muerte de Alfonso Cano. No porque sintiera ninguna admiración por él ni mucho menos. Al fin y al cabo, como dirigente de las FARC era responsable directo de una violencia injustificable. Pero aunque es absurdo emitir juicios sobre individuos que uno no conoció, no creo que haya sido un asesino movido por la sed de sangre sino más bien alguien a quien la turbulenta historia de Colombia empujó por caminos de guerra de los que no supo salir. Tengo la impresión de que, de haber encontrado la salida hacia la política democrática, Cano hubiera sido capaz de hacer contribuciones significativas. Pero no fue así para desgracia del país, de él y de su legado, ahora reducido a una estela de sufrimiento inútil. Pero sí me dio desazón porque honestamente creí que con su liderazgo se podía llegar a alguna negociación con las FARC.
La pregunta ahora es qué viene. Es claro que el gobierno, desde los tiempos en que Santos estaba en el Ministerio de Defensa, ha optado por una estrategia de decapitación contra las FARC. (Me cuentan que es resultado de contactos del gobierno con asesores israelíes.) No es fácil saber qué efectos tiene este tipo de estrategia. Por ejemplo, parece haber fallado en el caso de Hamas. Israel asesinó a varios líderes de Hamas (Yassin y Rantissi en menos de un mes) y sin embargo el movimiento siguió creciendo hasta ganar las elecciones de Gaza del 2007. En cambio la captura de Abimael Guzmán fue determinante para el fin de Sendero Luminoso.
En el caso de las FARC da la impresión de que se encuentra a mitad de camino entre ambos extremos. No se trata de una guerrilla personalista como la de Sendero Luminoso sino que tiene una dirigencia colectiva con procesos de toma de decisiones bastante complejos. Pero tampoco parece tener la capacidad de Hamas de reclutar y renovar personal. (Además, no hay que olvidar que los ataques israelíes generaron muchísima indignación en Gaza, en beneficio de Hamas, dados sus "daños colaterales" significativos.)
Aunque no soy experto en temas militares, me da la impresión de que un aspecto que dificulta evaluar este tipo de estrategias es que la eficacia de la decapitación está altamente correlacionada con la eficacia de ataques en otros frentes. La razón por la cual el ejército colombiano es capaz de obtener información confiable sobre el paradero de los líderes de las FARC es precisamente por las deserciones que han logrado provocar entre las filas.
Pero más allá de los detalles específicos sobre si este golpe acelera el fin de las FARC hay otras consideraciones. Un error retórico de algunos sectores de la izquierda colombiana en los años 80s y 90s fue sostener que la derrota militar de las FARC era imposible. Semejante tesis iba (y va) en contra de la experiencia internacional: la mayoría de las insurgencias del mundo son derrotadas militarmente. Ahora, cuando los hechos demuestran que muy probablemente las FARC no van a ser la excepción, quienes sostenían esa tesis se han ido quedando sin credibilidad.
Entre tanto, el debate real no se da. El asunto no es si las FARC pueden ser derrotadas. El asunto es cuál es el costo de una derrota militar comparado con el costo de una solución política. Es aquí donde la muerte de Alfonso Cano deja de ser la espléndida noticia que el gobierno quiere presentar.
La posible derrota militar de las FARC podría complicarse de muchas maneras: un coletazo terrorista, la división interna del grupo y el consiguiente surgimiento de pequeñas facciones con capacidad perturbadora pero muy difíciles de localizar y derrotar, el fortalecimiento de los frentes más narcos a expensas de los más politizados entre otras. Al final, el gobierno ganaría pero en el camino podrían generarse muchísimos problemas. En cambio, yo no veo en este momento mayores costos a una estrategia política. Paradójicamente, la caída de Alfonso Cano puede inducir a muchos sectores de la política colombiana a convencerse de que no hay que negociar nada con las FARC en el preciso momento en que más necesaria hubiera sido una disposición al diálogo. Por eso es que el éxito militar de esta operación puede terminar causando más dificultades hacia el futuro. Para evitarlo sería muy bueno que el presidente Santos empezara a traducir en hechos concretos sus repetidas afirmaciones acerca de la voluntad del gobierno de dialogar. Ya vamos en más de un año de su administración y no se ha visto nada tangible al respecto. Mientras más pase el tiempo, más difícil será después.
Sunday, November 6, 2011
Friday, November 4, 2011
Señor Papandreu: Sacrifique un Cabro en la Plaza Syntagma!
Antiguamente, sacrificar animales y tratar de adivinar mensajes ocultos en las entrañas aún palpitantes era una forma respetable de tomar decisiones de política pública (por ejemplo, una guerra). Pués bien, creo que ha llegado la hora de revivir ese método o, para que no protesten los activistas de los derechos de los animales, puede pensarse en otros menos sangrientos como la bola de cristal, el tarot o escoger algún respetable ciudadano ciego y dejarlo que él haga el pronóstico relevante. (En Grecia antigua ese método no estaba oficializado: a Tiresias nadie le paraba bolas.)
El problema es este. Suponga que Ud. es el gobierno griego y tiene que decidir si sigue pagando la deuda o no. Si sigue pagando, asfixia el crecimiento económico del país por una década o más. Si deja de pagar, le queda margen para crecer pero, dicen los expertos, los mercados internacionales NUNCA! MAS! LE! VAN! A! PRESTAR! DINERO! (Para clasificar como experto es importante saber entonar bien los signos de exclamación en esta frase. Si titubea un poco, no es experto.)
Funcionar sin crédito es terrible para cualquiera y un país no es la excepción. Si Grecia se queda sin acceso al mercado de capitales, más valiera que se abriera el Hades bajo su suelo, ¿cierto? Entonces, cualquier cosa, estancamiento de diez años, estallidos sociales, degradación de los servicios públicos, cualquier desgracia es preferible a eso. Por lo tanto, es mejor pagar la deuda, pase lo que pase.
Pero, ¡un momento! ¿De dónde sacamos la idea de que el impago equivale a quedarse para siempre sin acceso a crédito internacional? Pasemos la película más despacio. Suponga ahora que Ud. en vez de ser el gobierno griego en el 2011 es un inversionista cualquiera en el 2016. El gobierno griego decretó impago de su deuda hace cinco años. ¿Le prestaría Ud. dinero a Grecia?
Si respondió "no," felicitaciones, puede pasar su hoja de vida al Banco Central Europeo. En cambio, si dudó un poco antes de contestar, pueden ser dos cosas. O es un simple mortal que no tiene ni idea de lo que pasa en el mundo y por tanto no debería estar opinando sobre nada, o se hizo más preguntas de las debidas.
Por ejemplo, se detuvo a preguntar ¿qué piensa hacer el gobierno griego con mi plata? ¿La piensa invertir en un proyecto productivo altamente rentable? ¿O la piensa dilapidar en aumentarle las pensiones a sus amigos en el sector público? Si es lo primero, ¿cuánto ha crecido Grecia en los últimos cinco años, desde el impago? ¿Cuánto puede crecer si el dichoso proyecto funciona? Si resulta que el crecimiento ha sido rápido y será más rápido todavía, ¿valdrá la pena que yo me quede por fuera del negocio porque hace cinco años hubo un impago? Más precisamente, y aquí la cosa se complica, ¿cuál es la probabilidad de que dentro de diez años, periodo de vigencia del préstamo, este gobierno griego, cualquiera que sea, o el gobierno griego futuro, cualquiera que sea, declare impago de sus deudas dado que el gobierno de Papandreu en el 2011 declaró impago de deudas que había contraído el gobierno de Karamanlis, de otro partido distinto, en el 2007 y que maquilló con ayuda de Goldmann Sachs en el 2008?
Peor aún, supongamos que llega a una respuesta a esa última pregunta, lo relevante para nuestro ejercicio es comparar esa respuesta con la respuesta a otra pregunta: ¿cuál es la probabilidad de que dentro de diez años, este gobierno griego, o cualquier gobierno futuro, declare impago dado que el gobierno de Papandreu NO DECLARO IMPAGO en el 2011 de deudas que había contraído el gobierno de Karamanlis en el 2007, deudas maquilladas con ayuda de Goldmann Sachs en el 2008?
Honestamente, no veo ninguna forma rigurosa de responder ninguna de las dos preguntas. Pero ese es exactamente el ejercicio intelectual que hay que hacer ahora, en el 2011. Es decir, para decidir en el 2011 si pagar o no pagar hay que tener estimativos sobre la percepción de agentes económicos futuros acerca de los posibles actos de gobiernos griegos que aún no existen, basados en actos del gobierno presente, como respuesta a actos de gobiernos pasados que no tienen nada que ver con el actual. Confuso, ¿no es cierto?
Por eso, yo no tengo ni idea si el gobierno griego debe pagar o no. Pero lo que me molesta es que hay legiones enteras de "expertos" que dicen tener la respuesta a esta pregunta, basados en una "teoría" sobre el comportamiento de los mercados internacionales, cuando, si yo estoy en lo cierto, la tal "teoría" no tiene la más mínima base científica. Aún peor, muchos de esos "expertos" trabajan en organizaciones internacionales que dependen de los bancos; sus carreras profesionales futuras también dependen de los bancos. Entonces empieza uno a sospechar de la "teoría."
Pero así como no tengo ninguna razón para creer en los pronósticos sesudos de los expertos, una cosa sí tengo clara: los griegos son buenísimos para preparar cabro asado. De modo que tal vez sea mejor acudir al método antiguo.
El problema es este. Suponga que Ud. es el gobierno griego y tiene que decidir si sigue pagando la deuda o no. Si sigue pagando, asfixia el crecimiento económico del país por una década o más. Si deja de pagar, le queda margen para crecer pero, dicen los expertos, los mercados internacionales NUNCA! MAS! LE! VAN! A! PRESTAR! DINERO! (Para clasificar como experto es importante saber entonar bien los signos de exclamación en esta frase. Si titubea un poco, no es experto.)
Funcionar sin crédito es terrible para cualquiera y un país no es la excepción. Si Grecia se queda sin acceso al mercado de capitales, más valiera que se abriera el Hades bajo su suelo, ¿cierto? Entonces, cualquier cosa, estancamiento de diez años, estallidos sociales, degradación de los servicios públicos, cualquier desgracia es preferible a eso. Por lo tanto, es mejor pagar la deuda, pase lo que pase.
Pero, ¡un momento! ¿De dónde sacamos la idea de que el impago equivale a quedarse para siempre sin acceso a crédito internacional? Pasemos la película más despacio. Suponga ahora que Ud. en vez de ser el gobierno griego en el 2011 es un inversionista cualquiera en el 2016. El gobierno griego decretó impago de su deuda hace cinco años. ¿Le prestaría Ud. dinero a Grecia?
Si respondió "no," felicitaciones, puede pasar su hoja de vida al Banco Central Europeo. En cambio, si dudó un poco antes de contestar, pueden ser dos cosas. O es un simple mortal que no tiene ni idea de lo que pasa en el mundo y por tanto no debería estar opinando sobre nada, o se hizo más preguntas de las debidas.
Por ejemplo, se detuvo a preguntar ¿qué piensa hacer el gobierno griego con mi plata? ¿La piensa invertir en un proyecto productivo altamente rentable? ¿O la piensa dilapidar en aumentarle las pensiones a sus amigos en el sector público? Si es lo primero, ¿cuánto ha crecido Grecia en los últimos cinco años, desde el impago? ¿Cuánto puede crecer si el dichoso proyecto funciona? Si resulta que el crecimiento ha sido rápido y será más rápido todavía, ¿valdrá la pena que yo me quede por fuera del negocio porque hace cinco años hubo un impago? Más precisamente, y aquí la cosa se complica, ¿cuál es la probabilidad de que dentro de diez años, periodo de vigencia del préstamo, este gobierno griego, cualquiera que sea, o el gobierno griego futuro, cualquiera que sea, declare impago de sus deudas dado que el gobierno de Papandreu en el 2011 declaró impago de deudas que había contraído el gobierno de Karamanlis, de otro partido distinto, en el 2007 y que maquilló con ayuda de Goldmann Sachs en el 2008?
Peor aún, supongamos que llega a una respuesta a esa última pregunta, lo relevante para nuestro ejercicio es comparar esa respuesta con la respuesta a otra pregunta: ¿cuál es la probabilidad de que dentro de diez años, este gobierno griego, o cualquier gobierno futuro, declare impago dado que el gobierno de Papandreu NO DECLARO IMPAGO en el 2011 de deudas que había contraído el gobierno de Karamanlis en el 2007, deudas maquilladas con ayuda de Goldmann Sachs en el 2008?
Honestamente, no veo ninguna forma rigurosa de responder ninguna de las dos preguntas. Pero ese es exactamente el ejercicio intelectual que hay que hacer ahora, en el 2011. Es decir, para decidir en el 2011 si pagar o no pagar hay que tener estimativos sobre la percepción de agentes económicos futuros acerca de los posibles actos de gobiernos griegos que aún no existen, basados en actos del gobierno presente, como respuesta a actos de gobiernos pasados que no tienen nada que ver con el actual. Confuso, ¿no es cierto?
Por eso, yo no tengo ni idea si el gobierno griego debe pagar o no. Pero lo que me molesta es que hay legiones enteras de "expertos" que dicen tener la respuesta a esta pregunta, basados en una "teoría" sobre el comportamiento de los mercados internacionales, cuando, si yo estoy en lo cierto, la tal "teoría" no tiene la más mínima base científica. Aún peor, muchos de esos "expertos" trabajan en organizaciones internacionales que dependen de los bancos; sus carreras profesionales futuras también dependen de los bancos. Entonces empieza uno a sospechar de la "teoría."
Pero así como no tengo ninguna razón para creer en los pronósticos sesudos de los expertos, una cosa sí tengo clara: los griegos son buenísimos para preparar cabro asado. De modo que tal vez sea mejor acudir al método antiguo.
Wednesday, November 2, 2011
Lecturas sobre Argentina
Veo que me pregunta un lector por recomendaciones sobre Argentina. Se ha escrito muchísimo al respecto, generalmente de buena calidad. El libro estándar sigue siendo el de David Rock. Para la historia del movimiento sindical peronista durante la proscripción de los 60s, siempre he dependido de Daniel James y su "Resistencia e Integración." Pero no puedo dejar pasar la oportunidad para rendir tributo a uno de los más brillantes economistas latinoamericanos, hoy un poco olvidado: Carlos Díaz-Alejandro. Sus "Essays on the Economic History of Argentina" son una verdadera exhibición intelectual. A pesar de haber sido escrito en 1970, sigue siendo un clásico digno de leer.
¡Felicitaciones Alcalde Petro!
Si han leído este blog desde hace cierto tiempo, sabrán que yo tengo varias diferencias con Petro. Muchas de sus actuaciones políticas me han molestado y hubiera preferido que no se saliera del Polo Democrático. Pero bueno, hoy no es día para hablar de eso. Hoy corresponde felicitarlo por su llegada a la alcaldía de Bogotá. Yo creo que era el mejor candidato y si hubiera podido, hubiera votado por él. (No vivo en Bogotá, para que no vayan a reprochar mi falta de civismo...)
Cuando Petro se lanzó a la alcaldía yo pensé que no tenía mucha opción. Pero poco a poco fue creciendo en las encuestas hasta el excelente resultado del Domingo. Con su victoria logró, creo yo, ganarle un compás de espera a la izquierda colombiana mientras se recupera de la debacle de la alcaldía de Samuel Moreno.
Habrá que esperar. Todo depende del tipo de alcaldía que haga. Una de las cosas que más me ha molestado de Petro en el pasado es su perenne deseo de hacer alianzas con todo el mundo. En política está bien saber sumar en vez de restar, pero a veces a Petro se le va la mano planteando alianzas que terminan por desdibujar su proyecto político. Ojalá en esta ocasión no haga lo mismo. Tiene legitimidad y si bien su bancada en el Concejo no es mayoritaria, le da cierto margen de maniobra. De modo que puede dedicarse a adelantar un proyecto de ciudad con ideas de izquierda en vez de permitir que el uribismo se cuele por la puerta de atrás y termine haciendo los macroproyectos (y macronegocios) que fueron derrotados en las urnas.
Por otro lado, me tiene muy contento la alta votación de Carlos Vicente de Roux. Por fin está adquiriendo la visibilidad que merece.
Cuando Petro se lanzó a la alcaldía yo pensé que no tenía mucha opción. Pero poco a poco fue creciendo en las encuestas hasta el excelente resultado del Domingo. Con su victoria logró, creo yo, ganarle un compás de espera a la izquierda colombiana mientras se recupera de la debacle de la alcaldía de Samuel Moreno.
Habrá que esperar. Todo depende del tipo de alcaldía que haga. Una de las cosas que más me ha molestado de Petro en el pasado es su perenne deseo de hacer alianzas con todo el mundo. En política está bien saber sumar en vez de restar, pero a veces a Petro se le va la mano planteando alianzas que terminan por desdibujar su proyecto político. Ojalá en esta ocasión no haga lo mismo. Tiene legitimidad y si bien su bancada en el Concejo no es mayoritaria, le da cierto margen de maniobra. De modo que puede dedicarse a adelantar un proyecto de ciudad con ideas de izquierda en vez de permitir que el uribismo se cuele por la puerta de atrás y termine haciendo los macroproyectos (y macronegocios) que fueron derrotados en las urnas.
Por otro lado, me tiene muy contento la alta votación de Carlos Vicente de Roux. Por fin está adquiriendo la visibilidad que merece.
Subscribe to:
Posts (Atom)