Thursday, May 26, 2011

Los Bancos También Son Personas.

Cada que se propone la reestructuración de deudas en Europa (caso Grecia), uno de los mejores argumentos que se esgrimen en contra es el de la insolvencia de los bancos. Es un buen argumento. De hecho, con todas las simpatías que me generan movilizaciones como las del 15-M, sí existe el riesgo de que, en el afán de buscar una "salida social a la crisis" se tomen muy a la ligera problemas como este.

Pero aunque esta objeción es un llamado a la cautela, no por eso, creo yo, invalida mi posición inicial. Para sustentar bien mi opinión debería mirar las cifras, por supuesto. Pero no tengo tiempo en este momento así que por ahora me limito a unas cuantas apreciaciones.

En pancartas callejeras se ve muy bien decir que la crisis "la paguen los banqueros." El problema es que aunque muchos banqueros se enriquecieron obscenamente durante la especulación que llevó a la crisis, es dudoso que el dinero que se echaron al bolsillo alcance para pagar todo. Todo apunta a que si Grecia declara el impago, buena parte de sus bancos quedarán al borde de la quiebra.

Pero hay factores que mitigan este problema. Recuerdo que cuando Argentina declaró el impago se produjo una situación similar. El sector bancario argentino quedó quebrado. Sin embargo eso no fue impedimento para crecer.

Por ejemplo, si los bancos griegos se insolventan, esto no quiere decir necesariamente que vayan a desaparecer. Habría un intervalo de tiempo en el que se podrían mantener operando con respiración artificial. Obvio, eso no es óptimo a largo plazo. Una de las teorías de por qué Japón duró toda una década sin crecer culpa de ello a los "bancos zombies." Pero unos bancos en cuidados intensivos durante un tiempo no tienen por qué destruir a una economía, menos aún si eso ha evitado propinarle golpes peores como, por ejemplo, un recorte de gastos que reduzca aún más la demanda agregada. 

Mantener a flote una cantidad de bancos quebrados es un lastre para cualquier economía. Pero hay todo un libreto de soluciones: nacionalizaciones temporales, consolidaciones, eutanasias... No es fácil, pero se puede salir del problema. 

Resumiendo, si se permite cierta reestructuración de deudas, el resultado es un choque adverso de productividad al golpear un sector clave de la economía (el sector financiero). Si no se reestructura, el resultado es un choque adverso de demanda agregada. El primer curso de acción puede desacelerar un poco el crecimiento pero concentra los costos en un sector y los individuos más golpeados son precisamente los que más se beneficiaron (e incluso algunos que nunca debieron haberse beneficiado). La segunda opción en cambio somete a la población en general a una parálisis económica (y un malestar político) de proporciones mayúsculas.

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