Si a uno le dicen que hay una institución que se llama el Banco Central Europeo, uno se imagina que es un Banco, es decir que tiene activos poco líquidos y pasivos muy líquidos (el típico problema de todo banco), que es Central, es decir, que es un "prestamista de última instancia" y que incide sobre política monetaria y que es Europeo, es decir, que diseña sus políticas teniendo en cuenta las necesidades de países europeos. Pero resulta que no.
Ya sabíamos que el Banco Central Europeo supuestamente toma sus decisiones basado en los impulsos antiinflacionarios de Alemania. Eso ya era bastante extraño, pero en fin, es parte de como funcionan los balances de poder. Pero lo de ahora ya se sale de toda lógica. Resulta que el BCE decidió que no solamente no quiere ayudar al Sur de Europa, en especial Grecia, sino que además, ¡si Grecia trata de reestructurar sus deudas le corta el crédito! O sea, no solamente el BCE no tiene en mente los intereses de uno de sus países miembros sino que conspira activamente contra ellos.
Los latinoamericanos somos expertos en lo que se siente cuando instituciones financieras multinacionales se comportan como autoridades coloniales. Esa fue la historia de nuestra "década perdida." Nosotros pasamos por ahí antes que el resto. Pero se trataba de, como dije, instituciones multinacionales. Uno puede decir lo que quiera del FMI de los 80s pero por lo menos nadie se hacía ilusiones en esa época de que el FMI fuera una institución mexicana (o colombiana, o argentina, o...) Pero lo de ahora es, en cierto modo más patológico: una institución que es creada supuestamente por y para unos países y decide que uno de esos países no solo no merece su ayuda sino que además tampoco puede buscar ayuda por sus propios medios. ¡Vivir para ver!
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