Una de las principales discusiones en torno a la actual crisis financiera, especialmente en el caso griego, es sobre el posible impacto de la reestructuración de la deuda. Según los defensores de la austeridad fiscal, los países del Sur del Mediterráneo tienen que hacer lo que sea para pagar sus deudas, al costo que sea para la población, porque de no hacerlo se quedarían por fuera de los mercados de capital por muchísimo tiempo.
(Bueno, en este momento Grecia ya está prácticamente fuera de los mercados de capital. Sus bonos se colocan al 17%. Como alguien decía en estos días, a esa tasa le saldría mejor al gobierno griego abrir una tarjeta de crédito para consumo.)
Resulta que ha habido estudios al respecto. Según los datos históricos, tal como lo predicen los alarmistas, países que incurren en impago de deudas se quedan por fuera de los mercados de capital por... dos años. Al decir de Chakrabortty, en la columna referida, los mercados tienen "memoria corta."
Aunque estoy de acuerdo con el espíritu general de la columna, no me convence la metáfora de la "memoria corta" porque sugiere que hay algo patológico en esto. Pero cuando uno lo piensa con calma se da cuenta de que, lejos de ser una anomalía, es más o menos lo que habría que esperar. Al fin y al cabo, hay algunas diferencias entre prestarle a un ciudadano privado y prestarle a un gobierno.
Si yo le presto a un ciudadano privado, hay dos riesgos fundamentales de impago: que su negocio fracase por factores fuera de su control, o que incurra en fraude (lo que llamamos en Colombia "quebrar para adentro"). La forma como los mercados tratan este problema es castigando a quienes se declaran en bancarrota con una moratoria de crédito. Por ejemplo, en Estados Unidos esa moratoria suele ser de 7 años.
En el caso de los gobiernos hay algunas sutiles diferencias. Primera, y más obvia, los gobiernos cambian. El actual gobierno de Grecia está integrado por personas distintas de las que llevaron a la actual crisis. (Además, no hay que olvidar que ya esta vez Goldmann Sachs no está ayudando a maquillar las cuentas...) Si Grecia hoy declarara impago como consecuencia de las decisiones tomadas hace unos años por otro gobierno, ¿qué razón tendría un inversionista dentro de dos años para dejar pasar de largo una nueva oportunidad de hacer negocios? ¿Por castigar al gobierno que haya dentro de dos años por cosas que pasaron cuando otras personas estaban a cargo? No tendría mucho sentido.
Por otro lado, aunque los gobiernos incurren en fraude es muy poco probable que el fraude constituya un porcentaje muy elevado de las pérdidas. Claro, ha habido corrupción en Grecia (como en muchos otros países), pero quien le preste al gobierno griego en el futuro sabrá que Grecia no se va a desaparecer de la noche a la mañana llevándose la plata a las Islas Caimán.
La gente habla mucho en estos días del despilfarro de dinero en Grecia, en especial de la forma en que la clase política compraba clientelas mediante empleos públicos excesivamente remunerados. En cierto modo uno puede pensar que eso es corrupción. Pero, desde el punto de vista de un acreedor, eso no es fraude, es ineficiencia. Y las dos cosas son muy distintas. Fraude es una sorpresa, un choque adverso que reduce las ganancias ex post. La ineficiencia, en cambio, es algo que se podía prever de antemano. De hecho, los acreedores del gobierno griego supuestamente estudiaron todos esos temas cuando le prestaron el dinero. El precio de la deuda ya debía reflejar todas las disfunciones del sistema político griego. Si no lo hicieron, es problema suyo.
(Está bien, como ya dije antes, en el caso de Grecia sí hubo un elemento de fraude adicional poco habitual: la "contabilidad creativa" a la que contribuyó Goldmann Sachs. Pero eso es harina de otro costal: eso tiene que ver con los pésimos mecanismos de evaluación de riesgo que existen hoy en día.)
Pero, volviendo al punto central, en vista de estas circunstancias, no veo por qué los prestamistas del futuro vayan a castigar a Grecia por sus impagos de ahora más allá de un breve periodo. Seguramente, si Grecia no reforma sus mecanismos de gestión pública, los prestamistas del futuro le van a castigar su ineficiencia futura (eso es totalmente comprensible), pero no su insolvencia pasada. No sería racional para ellos. De modo que no veo por qué nos debe sorprender tanto la indulgencia con que los mercados han tratado los impagos que han ocurrido. Otra cosa es que a los bancos no les convenga que nos demos cuenta...
Wednesday, May 25, 2011
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