Thursday, January 27, 2011

Las Tesis Conspirativas de la Derecha Norteamericana

En mi última entrada dejé en el aire la pregunta de por qué estamos presenciando un crecimiento inusitado de tesis conspirativas en la derecha norteamericana, cosa que llega incluso a sectores del núcleo del Partido Republicano. Aún no tengo ni idea de cuál es la respuesta. Pero tengo algunas ideas que me dan vueltas en la cabeza.

Primero, hay que preguntarse qué tan específico es el fenómeno. En Colombia la Administración Uribe se la pasaba presentando a sus opositores (e incluso instituciones como la Corte Suprema) como aliados de la guerrilla. Pero, independientemente de lo descabellada de dicha teoría conspirativa y del daño que causó, veo ciertas diferencias con el caso americano. Las teorías de Uribe y José Obdulio eran claramente una maniobra desde las altas esferas del poder con fines políticos. En Estados Unidos parece que estamos asistiendo a un fenómeno distinto: una insurgencia dentro del Partido Republicano.

Es fácil decir, desde la izquierda, que el fanatismo actual del Partido Republicano obedece a una lógica electoral. Pero esta explicación ignora el hecho de que muchas de las figuras más representativas de este nuevo estilo son en realidad unos advenedizos dentro del Partido. Hace tres años nadie tenía ni idea quién era Sarah Palin o Michelle Bachmann.

Violar todos los códigos de entendimiento mutuo que existían entre los dos partidos se ha vuelto un vehículo de movilidad política en la derecha estadounidense. Es la forma en que los "capitanes" del Partido pueden tomarse por asalto los casinos reservados a sus coroneles y generales. Hasta ahora funciona. Las dos señoras a las que me acabo de referir, por ejemplo, nunca hubieran tenido la más mínima oportunidad de sobresalir en un ambiente de debate tecnocrático. Cada que abren la boca dan muestras de ignorancia que las habrían descalificado de obtener título de bachiller. Pero ahora son figuras nacionales.

Hasta ahí, todo claro. Ahora, ¿por qué está ocurriendo esto? Antes de seguir, permítanme un poquito de humor negro. No. No se trata de ningún chiste. Simplemente me estoy acordando de los múltiples diputados estatales del Partido Republicano, generalmente cuarentones o cincuentones, gente establecida en su medio, que salen a declararse listos a empuñar las armas para "defender sus libertades." No sé si es que súbitamente, en su "crisis de media vida" se dieron cuenta de que se les fueron sus gloriosos 20s y 30s sin hacer nada interesante y ahora quieren jugar a la guerra. El hecho es que esa clase de expresiones en una democracia industrializada como Estados Unidos no dejan de ser divertidas y deprimentes a la vez. Alguien debería contarles cómo en Colombia esa idea no terminó funcionando como parecía....

En estos días he estado leyendo a Pierre Bourdieu y me encontré con un pasaje que parece describir lo que está pasando en esos sectores. Según Bourdieu, en todo sistema de poder hay sectores medios que, por su misma posición, reconocen más al sistema de lo que el sistema los reconoce a ellos. Es decir, han pasado por todos los rituales de legitimación, pero siempre como subordinados. Cuando esto hace crisis, su actitud es la de una indignación que los lleva a reafirmar los que consideran los principios genuinos, "traicionados" por las élites. Por eso Bourdieu lo llama (palabras más, palabras menos) un "jacobinismo de clase media."

Me suena mucho. Pero corremos el riesgo de ser facilistas. Uno podría pensar que la Gran Recesión es precisamente el tipo de crisis que se necesitaba para precipitar este fenómeno. Pero no estoy seguro de que la Gran Recesión haya afectado tan duramente a los sectores de clase media a quienes todo esto va dirigido. El "Tea Party" generalmente parece más preocupado por el déficit y por el advenimiento del nuevo Gulag que por el desempleo.

Por otro lado, aunque es muy probable que la Gran Recesión sea una condición necesaria, no creo que sea suficiente. Sospecho que hay otros elementos de "crisis" que afectan más directamente a los profesionales de la política y que entran en resonancia con la crisis económica generalizada. Aquí va una conjetura:

El Partido Republicano está obsesionado hace mucho con la "mayoría permanente." Su victoria de 1994 fue terreno fértil para toda clase de especulaciones sobre el brillantísimo futuro del Partido. Es comprensible. Todo partido del mundo aspira a ser una "mayoría permanente." Pero las derrotas del 2006 y el 2008 mostraron que las cosas no eran tan sencillas. Más aún, mostraron que no solo el Partido Demócrata podía ganar sino también que algunos de los factores detrás de esos avances Demócratas parecen ser, ellos también, permanentes. Por ejemplo, al Partido Demócrata le va mejor entre sectores que están creciendo: jóvenes e hispanos sobre todo.

Entonces, un político regional republicano que haya hecho toda la tarea desde los 90s del siglo pasado, con la promesa de que sus esfuerzos se van a ver recompensados, ve súbitamente que la tal movilidad profesional que le habían pintado no es tanta como parece. Además, lo que parecía ser una "Revolución Conservadora" está entrando en un terreno pantanoso y, aún más importante, sin haber logrado muchas de las cosas que se habían prometido. Bush no pudo destruir el Estado del Bienestar. Es más, tuvo que expandirlo en forma fiscalmente irresponsable. Mientras tanto, los grandes intereses plutocráticos sí que se han beneficiado. Esto debe generar una gran "disonancia cognitiva" dentro de aquellos dirigentes medios.

Todo esto es pura especulación mía. Pero además hay una pregunta adicional que no logro responder: ¿por qué no está ocurriendo algo similar en el Partido Demócrata? Al fin y al cabo, cualesquiera que sean las frustraciones de un político regional de derecha en Oklahoma o en Utah, palidecen con las que ha tenido que soportar un activista de izquierda en casi cualquier parte del país.

No lo sé. Pero no me resisto la tentación de cerrar recordando que en otras latitudes ha habido casos también de clases medias de provincia que se sienten ninguneadas por las élites y que ese rechazo las lleva a la insurrección con resultados que dejarían perplejos a muchos derechistas norteamericanos. Me recuerdo en particular de cierto profesor de filosofía de una universidad regional latinoamericana que, ya entrado en sus 30s, cuando había pasado la época de los ímpetus juveniles, también decidió que era hora de pasar a la acción. ¿Su nombre? Abimael Guzmán.

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