Wednesday, June 15, 2011

Dos Problemas con la "Igualdad de Oportunidades"

La igualdad de oportunidades es el igualitarismo "respetable." Es la forma de tener "sensibilidad social" sin que lo acusen a uno de comunista. Cuando uno está a favor de la igualdad de oportunidades, está a favor de la salud y la educación y ¿quién puede estar en contra de ambas?

En cambio, si uno cree en la igualdad de resultados tiene que andar a la defensiva. Es más, la igualdad de resultados se considera un término sospechoso; quien lo agite supuestamente es, en el mejor de los casos, un ignorante que no se ha enterado de que en la sociedad existen incentivos individuales que hacen que cualquier intento de buscar la igualdad de resultados sea contraproducente al generar monstruosas ineficiencias. Si uno quiere mantenerse dentro de los confines de lo respetable, hablar de igualdad de resultados es la forma garantizada de que lo terminen asociando con los overoles grises de la Revolución Cultural, o los comedores comunales del Khmer Rojo o cosas por el estilo.

En cambio, la igualdad de oportunidades puede ser un principio absoluto, puro: más y mejor salud y educación para cada vez más miembros de la sociedad. Es una virtud que nunca se puede llevar al extremo.

Pero veo dos problemas en esto. Primero, la genuina igualdad de oportunidades tiene límites que difícilmente sus defensores estarían dispuestos a transgredir llegado el momento de la verdad. En una sociedad moderna, el principal determinante de las diferencias en ingreso es el acceso a la educación superior. Entonces, si de verdad vamos a hablar de igualdad de oportunidades, habría que hacer la educación superior universalmente accesible. A eso hay que sumarle el hecho de que un factor decisivo en todo esto viene del "capital humano heredado" de la familia. Familias con más alto nivel educativo están en mejores condiciones para asegurar que sus hijos superen el escalón definitivo del ingreso a la universidad. Siendo así, tal vez no bastaría con universidad pública para todo el que quiera, sino también tutores particulares gratuitos para todos, acceso a enseñanza bilingüe para todos, y así sucesivamente hasta que el estado pudiera ofrecer un sustituto a todas las intervenciones que las familias hacen para garantizarle ventajas a sus hijos. No sé hasta qué punto eso fuera eficiente (o incluso justo). Ante esa alternativa, un poco de igualdad de resultados no suena tan mal.

El otro problema es que la noción de igualdad de oportunidades está asociada normativamente a una noción de "esfuerzo." La justificación para el principio de igualdad de oportunidades supuestamente es la necesidad de premiar el esfuerzo individual. Pero, en una sociedad moderna, compleja, plural, ¿qué significa esfuerzo?

¿Representa más esfuerzo ser analista financiero que recolector de fresas? Sabemos que el mercado recompensa mejor una hora del analista financiero que una hora del recolector de fresas. Pero no tiene ningún sentido decir que uno hace "más esfuerzo" que el otro. Es más, probablemente sea mayor el esfuerzo del segundo. La sociedad no asigna valores en función de ninguna métrica objetiva de esfuerzo sino, y en esto tiene razón Hayek, en función de un sinnúmero de factores que llevan a que un servicio tenga más demanda que otro. Hablar de esfuerzo en ese contexto es una quimera.

Entonces, si los múltiples esfuerzos son incomensurables, es decir, no tiene sentido compararlos con una sola métrica, ¿por qué no optar por principios de propiedad común? Vemos algo de ese estilo en organizaciones pequeñas donde este problema es bastante pronunciado. En una orquesta no tiene sentido decir que el clarinetista hace "menos esfuerzo" que el violinista. Ambos son necesarios. En un equipo de fútbol se necesitan arqueros, defensas, volantes y delanteros. Cierto, en ambos casos vemos diferenciales de remuneración, en parte por el valor de mercado de los distintos integrantes. Pero en ambos casos hay un "subsidio implícito" entre todos los integrantes que reconoce que todos ellos contribuyen al esfuerzo común.

Ese es el punto de partida de muchas de las variantes de socialismo: el hecho de que la riqueza de la sociedad es producto del esfuerzo de todos, es decir, que el famoso "esfuerzo individual" requiere de la colaboración de todos. Esto no quiere decir que se deba buscar a toda costa la igualdad de resultados. Ese extremo es un "hombre de paja" que históricamente muy pocos grupos han buscado y que muy pocos socialistas han defendido. Pero sí quiere decir que la igualdad social no es solo igualdad de oportunidades.

A propósito, en estos días The Nation tiene un foro muy interesante sobre "Reimagining Capitalism." Mírenlo.

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