Saturday, January 29, 2011
No Tengo Nada Que Decir Sobre Egipto Pero...
... vi hoy una mesa redonda en la BBC y pude notar allí, así como en las reacciones de Estados Unidos que los eventos de Egipto, un país de 80 millones de habitantes, se ven casi exclusivamente a través del prisma de sus efectos sobre su vecino de 6 millones de habitantes. En otras circunstancias esto sería rarísimo.
Thursday, January 27, 2011
¿Quién se Beneficia de una Conspiración? Respuesta a un Comentario
Creo que Juan tiene algo de razón en su comentario a mi anterior apunte sobre la distinción entre teorías conspirativas de izquierda y de derecha en Estados Unidos. Obviamente no me voy a echar para atrás del todo. (Lo haré más adelante si esto falla.) Pero sí creo que no me expresé claramente en parte porque no lo había terminado de pensar claramente. Por lo tanto, aquí voy otra vez.
Ante todo tengamos presente que estamos tratando de encontrarle algún sentido a algo que de pronto no lo tiene. La retórica de las teorías conspirativas florece en medio de la inconsistencia. Estamos operando en la parte más pestilente del alcantarillado del discurso político. Pero creo que no es ocioso tratar de entender estos fenómenos. La retórica nazi culpaba a los judíos simultáneamente de la "ignominia de Versalles," de los exabruptos de los grandes bancos y del bolchevismo. Todo a la vez. ¿Inconsistente? Por supuesto. ¿Poderoso? Ni hablar.
Lo que yo trataba de expresar antes es que en la retórica conspirativa de la derecha norteamericana hay ingredientes extraños. Es fácil crear una amalgama de conspiradores pero es difícil ofrecer una teoría que explique cómo funcionan.
Tomemos el caso (mencionado por Juan) de Hollywood, un blanco favorito de la ultra derecha. Los grandes estudios de Hollywood quieren dinero, poder e influencia. Cierto. Como todo el mundo. Pero, ¿por qué habrían de escoger, para tal fin, hacer películas que "insulten los valores norteamericanos"? Si, como cree la ultra derecha, estas películas repugnan a todos los americanos decentes, ¿no obtendría Hollywood más dinero, más poder y más influencia haciendo películas del gusto de toda aquella "mayoría moral" (para usar el lenguaje favorito de la derecha cristiana)?
O tomemos el caso del medio ambiente. Suponiendo que los científicos involucrados en el debate estén conspirando contra la opinión pública, ¿por qué van a tratar de convencer a la gente de que el cambio climático es inminente? ¿No sería más rentable convencerla de otras cosas?
Pasemos a la famosa "conspiración socialista" según la cual Obama y un puñado de fanáticos de la izquierda radical quieren transformar a Estados Unidos en un país europeo. (¡Horror de horrores!) ¿Por qué? El Presidente de Estados Unidos tiene más poder que muchos primeros ministros europeos, nombra más funcionarios, recibe más dinero para campañas políticas, controla un ejército mucho más grande. ¿En qué se beneficiaría Obama, or el Partido Demócrata, de poder decidir cuántos ancianos estadounidenses tienen que morir este año?
La respuesta es obvia para quien la piense un poco: la razón por la cual el Partido Demócrata quiere expandir algunos aspectos del Estado del Bienestar norteamericano es porque hay sectores de la sociedad que así lo quieren y que han apoyado al Partido Demócrata precisamente con tal fin. Pero esta respuesta obvia es exactamente lo que no se puede decir en dicha teoría conspirativa porque entonces tocaría reconocer que el adversario es un actor político y no una camarilla criminal.
Una excepción: las "reparaciones raciales." Parte del imaginario de la ultra derecha consiste en ver a Obama como un exponente camuflado de las Panteras Negras de los 60s que está a punto de lograr una vieja meta de los terroristas negros: hacer que los blancos indemnicen a los negros por la esclavitud. Obviamente, es una teoría conspirativa repugnante y racista. (En cierto modo es una lástima que sea tan alejada de la verdad; no estaría mal que Obama tuviera un poquito del toque "funk" de los 70s, a veces es demasiado profesoral... pero me estoy desviando del tema.) Pero por lo menos aquí queda claro el hilo conductor que lleva desde el sector conspirador, pasando por una especificación de sus intereses, hasta llegar a la conspiración misma. Hay un sospechoso, un móvil y un modus operandi. Pero es tal vez la excepción que confirma la regla.
Otro ejemplo: la inmigración. Supuestamente Obama y sus secuaces quieren llenar el país de inmigrantes ilegales para luego darles el voto (ilegal, por supuesto) para ganar elecciones. Pero, otra vez, si lo único que les interesa es ganar elecciones, ¿por qué tienen que esperar a conseguir votantes ilegales en vez de ganarse los votos que ya están en el país? ¿No es un procedimiento más lento y dudoso? ¿No sería mejor volverse todos conservadores y ganar los votos de los americanos decentes, blancos y conservadores? (Bueno, hay quienes dirán que eso es lo que está pasando.)
Creo que esa es la diferncia de fondo. Las teorías conspirativas de la izquierda arrancan de definir intereses políticos y luego pasan a considerar que esos intereses utilizan medios criminales para sus fines. En cambio, las teorías de la derecha no proceden así. Por alguna razón necesitan un paso previo: hay que producir una especie de transustanciación, como en la misa. Así como en la misa el pan se convierte en el cuerpo de Cristo, en este caso los intereses políticos tienen que convertirse en otra cosa distinta antes de entrar a especificar su operación. Tienen que convertirse en fines criminales exógenamente determinados. No se puede pasar a explicar por qué alguien podría llegar a tener esos fines porque ya la misma explicación sería reconocerles existencia política.
No sé si he sido claro. Tendré que seguirlo pensando.
Ante todo tengamos presente que estamos tratando de encontrarle algún sentido a algo que de pronto no lo tiene. La retórica de las teorías conspirativas florece en medio de la inconsistencia. Estamos operando en la parte más pestilente del alcantarillado del discurso político. Pero creo que no es ocioso tratar de entender estos fenómenos. La retórica nazi culpaba a los judíos simultáneamente de la "ignominia de Versalles," de los exabruptos de los grandes bancos y del bolchevismo. Todo a la vez. ¿Inconsistente? Por supuesto. ¿Poderoso? Ni hablar.
Lo que yo trataba de expresar antes es que en la retórica conspirativa de la derecha norteamericana hay ingredientes extraños. Es fácil crear una amalgama de conspiradores pero es difícil ofrecer una teoría que explique cómo funcionan.
Tomemos el caso (mencionado por Juan) de Hollywood, un blanco favorito de la ultra derecha. Los grandes estudios de Hollywood quieren dinero, poder e influencia. Cierto. Como todo el mundo. Pero, ¿por qué habrían de escoger, para tal fin, hacer películas que "insulten los valores norteamericanos"? Si, como cree la ultra derecha, estas películas repugnan a todos los americanos decentes, ¿no obtendría Hollywood más dinero, más poder y más influencia haciendo películas del gusto de toda aquella "mayoría moral" (para usar el lenguaje favorito de la derecha cristiana)?
O tomemos el caso del medio ambiente. Suponiendo que los científicos involucrados en el debate estén conspirando contra la opinión pública, ¿por qué van a tratar de convencer a la gente de que el cambio climático es inminente? ¿No sería más rentable convencerla de otras cosas?
Pasemos a la famosa "conspiración socialista" según la cual Obama y un puñado de fanáticos de la izquierda radical quieren transformar a Estados Unidos en un país europeo. (¡Horror de horrores!) ¿Por qué? El Presidente de Estados Unidos tiene más poder que muchos primeros ministros europeos, nombra más funcionarios, recibe más dinero para campañas políticas, controla un ejército mucho más grande. ¿En qué se beneficiaría Obama, or el Partido Demócrata, de poder decidir cuántos ancianos estadounidenses tienen que morir este año?
La respuesta es obvia para quien la piense un poco: la razón por la cual el Partido Demócrata quiere expandir algunos aspectos del Estado del Bienestar norteamericano es porque hay sectores de la sociedad que así lo quieren y que han apoyado al Partido Demócrata precisamente con tal fin. Pero esta respuesta obvia es exactamente lo que no se puede decir en dicha teoría conspirativa porque entonces tocaría reconocer que el adversario es un actor político y no una camarilla criminal.
Una excepción: las "reparaciones raciales." Parte del imaginario de la ultra derecha consiste en ver a Obama como un exponente camuflado de las Panteras Negras de los 60s que está a punto de lograr una vieja meta de los terroristas negros: hacer que los blancos indemnicen a los negros por la esclavitud. Obviamente, es una teoría conspirativa repugnante y racista. (En cierto modo es una lástima que sea tan alejada de la verdad; no estaría mal que Obama tuviera un poquito del toque "funk" de los 70s, a veces es demasiado profesoral... pero me estoy desviando del tema.) Pero por lo menos aquí queda claro el hilo conductor que lleva desde el sector conspirador, pasando por una especificación de sus intereses, hasta llegar a la conspiración misma. Hay un sospechoso, un móvil y un modus operandi. Pero es tal vez la excepción que confirma la regla.
Otro ejemplo: la inmigración. Supuestamente Obama y sus secuaces quieren llenar el país de inmigrantes ilegales para luego darles el voto (ilegal, por supuesto) para ganar elecciones. Pero, otra vez, si lo único que les interesa es ganar elecciones, ¿por qué tienen que esperar a conseguir votantes ilegales en vez de ganarse los votos que ya están en el país? ¿No es un procedimiento más lento y dudoso? ¿No sería mejor volverse todos conservadores y ganar los votos de los americanos decentes, blancos y conservadores? (Bueno, hay quienes dirán que eso es lo que está pasando.)
Creo que esa es la diferncia de fondo. Las teorías conspirativas de la izquierda arrancan de definir intereses políticos y luego pasan a considerar que esos intereses utilizan medios criminales para sus fines. En cambio, las teorías de la derecha no proceden así. Por alguna razón necesitan un paso previo: hay que producir una especie de transustanciación, como en la misa. Así como en la misa el pan se convierte en el cuerpo de Cristo, en este caso los intereses políticos tienen que convertirse en otra cosa distinta antes de entrar a especificar su operación. Tienen que convertirse en fines criminales exógenamente determinados. No se puede pasar a explicar por qué alguien podría llegar a tener esos fines porque ya la misma explicación sería reconocerles existencia política.
No sé si he sido claro. Tendré que seguirlo pensando.
Derechos de Propiedad y Democracia: ¿Nace otro Mito?
Parte de mi trabajo es oír hablar a politólogos jóvenes lo cual generalmente es muy divertido e interesante. Casi siempre son gente inteligente, enterada de los últimos debates. Hoy no fue la excepción. Pero por eso mismo, mientras hablábamos con mi interlocutor, me surgió una pregunta que desde hace mucho me ronda la cabeza.
Viene haciendo carrera en la literatura sobre regímenes políticos la idea de que las democracias son más "respetuosas de los derechos de propiedad" que las dictaduras y que por eso pueden generar mejores resultados económicos. El subtexto es, obviament, que mientras más estables sean los derechos de propiedad, más posibilidades de inversión y, por tanto, más crecimiento. Cuando este debate trasciende a los debates de opinión pública, se convierte en un arma para atacar al gobierno que a uno no le guste. Así, hoy en día una de las formas más elegantes de criticar a un gobierno es decir que genera incertidumbre sobre los derechos de propiedad. (Resulta que ahora hasta Obama está recibiendo el tratamiento que antes se le reservaba a gobiernos tropicales.)
En fin. Por ahora me limito a una pregunta empírica. A mi me da la impresión de que en América Latina la inmensa mayoría de las dictaduras han sido muy respetuosas de los derechos de propiedad. La Revolución Cubana expropió, creo que Velasco Alvarado en Perú expropió y... pare de contar. Pinochet no expropió a nadie, Videla no expropió a nadie, Stroessner no expropió a nadie, Castelo Branco no expropio a nadie, y así sucesivamente. ¿Misterio? Por supuesto que no. Eran dictaduras cuya base de apoyo eran precisamente los grandes propietarios. Ni locos que fueran para expropiar a nadie. Esto es obvio para cualquiera cuyo juicio no se haya atrofiado por la literatura profesional reciente.
¿Estoy equivocado? ¿Tengo los datos erróneos? No lo creo. Si alguien sabe más al respecto, se lo agradecería. Pero por lo pronto creo que la literatura especializada está a punto de crear un nuevo dogma con pies de barro, como cosa rara.
Curiosamente, esto se relaciona, en forma un tanto remota, con el tema al que me refería hace poco. Una tradición de pensamiento político que podemos rastrear hasta Hobbes suele ver al Estado como un ente supérstite que, en virtud del monopolio de la fuerza, puede hacer y deshacer a su antojo a menos que se le impongan límites constitucionales. (Aunque esto último a Hobbes no le gustaba; el prefería las monarquías absolutas.)
Pero otra tradición, de la que Marx es un exponente pero no creo que el fundador (estoy casi seguro que es algo que viene de ensayistas franceses de la época de la Revolución) considera al Estado como un producto más de los intereses en conflicto en la sociedad. Desde ese punto de vista, uno no puede decir nada significativo sobre el Estado sin tomar en cuenta los itnereses a los que se debe.
Yo creo que la segunda vertiente tiene razón y me parece deplorable el auge de cierto neo-hobbesianismo en la ciencia política contemporánea. Cosas tan elementales como la distinción entre dictaduras plutocráticas y dictaduras que se originan en una revolución se pierden de vista de esa manera.
Viene haciendo carrera en la literatura sobre regímenes políticos la idea de que las democracias son más "respetuosas de los derechos de propiedad" que las dictaduras y que por eso pueden generar mejores resultados económicos. El subtexto es, obviament, que mientras más estables sean los derechos de propiedad, más posibilidades de inversión y, por tanto, más crecimiento. Cuando este debate trasciende a los debates de opinión pública, se convierte en un arma para atacar al gobierno que a uno no le guste. Así, hoy en día una de las formas más elegantes de criticar a un gobierno es decir que genera incertidumbre sobre los derechos de propiedad. (Resulta que ahora hasta Obama está recibiendo el tratamiento que antes se le reservaba a gobiernos tropicales.)
En fin. Por ahora me limito a una pregunta empírica. A mi me da la impresión de que en América Latina la inmensa mayoría de las dictaduras han sido muy respetuosas de los derechos de propiedad. La Revolución Cubana expropió, creo que Velasco Alvarado en Perú expropió y... pare de contar. Pinochet no expropió a nadie, Videla no expropió a nadie, Stroessner no expropió a nadie, Castelo Branco no expropio a nadie, y así sucesivamente. ¿Misterio? Por supuesto que no. Eran dictaduras cuya base de apoyo eran precisamente los grandes propietarios. Ni locos que fueran para expropiar a nadie. Esto es obvio para cualquiera cuyo juicio no se haya atrofiado por la literatura profesional reciente.
¿Estoy equivocado? ¿Tengo los datos erróneos? No lo creo. Si alguien sabe más al respecto, se lo agradecería. Pero por lo pronto creo que la literatura especializada está a punto de crear un nuevo dogma con pies de barro, como cosa rara.
Curiosamente, esto se relaciona, en forma un tanto remota, con el tema al que me refería hace poco. Una tradición de pensamiento político que podemos rastrear hasta Hobbes suele ver al Estado como un ente supérstite que, en virtud del monopolio de la fuerza, puede hacer y deshacer a su antojo a menos que se le impongan límites constitucionales. (Aunque esto último a Hobbes no le gustaba; el prefería las monarquías absolutas.)
Pero otra tradición, de la que Marx es un exponente pero no creo que el fundador (estoy casi seguro que es algo que viene de ensayistas franceses de la época de la Revolución) considera al Estado como un producto más de los intereses en conflicto en la sociedad. Desde ese punto de vista, uno no puede decir nada significativo sobre el Estado sin tomar en cuenta los itnereses a los que se debe.
Yo creo que la segunda vertiente tiene razón y me parece deplorable el auge de cierto neo-hobbesianismo en la ciencia política contemporánea. Cosas tan elementales como la distinción entre dictaduras plutocráticas y dictaduras que se originan en una revolución se pierden de vista de esa manera.
Las Tesis Conspirativas de la Derecha Norteamericana
En mi última entrada dejé en el aire la pregunta de por qué estamos presenciando un crecimiento inusitado de tesis conspirativas en la derecha norteamericana, cosa que llega incluso a sectores del núcleo del Partido Republicano. Aún no tengo ni idea de cuál es la respuesta. Pero tengo algunas ideas que me dan vueltas en la cabeza.
Primero, hay que preguntarse qué tan específico es el fenómeno. En Colombia la Administración Uribe se la pasaba presentando a sus opositores (e incluso instituciones como la Corte Suprema) como aliados de la guerrilla. Pero, independientemente de lo descabellada de dicha teoría conspirativa y del daño que causó, veo ciertas diferencias con el caso americano. Las teorías de Uribe y José Obdulio eran claramente una maniobra desde las altas esferas del poder con fines políticos. En Estados Unidos parece que estamos asistiendo a un fenómeno distinto: una insurgencia dentro del Partido Republicano.
Es fácil decir, desde la izquierda, que el fanatismo actual del Partido Republicano obedece a una lógica electoral. Pero esta explicación ignora el hecho de que muchas de las figuras más representativas de este nuevo estilo son en realidad unos advenedizos dentro del Partido. Hace tres años nadie tenía ni idea quién era Sarah Palin o Michelle Bachmann.
Violar todos los códigos de entendimiento mutuo que existían entre los dos partidos se ha vuelto un vehículo de movilidad política en la derecha estadounidense. Es la forma en que los "capitanes" del Partido pueden tomarse por asalto los casinos reservados a sus coroneles y generales. Hasta ahora funciona. Las dos señoras a las que me acabo de referir, por ejemplo, nunca hubieran tenido la más mínima oportunidad de sobresalir en un ambiente de debate tecnocrático. Cada que abren la boca dan muestras de ignorancia que las habrían descalificado de obtener título de bachiller. Pero ahora son figuras nacionales.
Hasta ahí, todo claro. Ahora, ¿por qué está ocurriendo esto? Antes de seguir, permítanme un poquito de humor negro. No. No se trata de ningún chiste. Simplemente me estoy acordando de los múltiples diputados estatales del Partido Republicano, generalmente cuarentones o cincuentones, gente establecida en su medio, que salen a declararse listos a empuñar las armas para "defender sus libertades." No sé si es que súbitamente, en su "crisis de media vida" se dieron cuenta de que se les fueron sus gloriosos 20s y 30s sin hacer nada interesante y ahora quieren jugar a la guerra. El hecho es que esa clase de expresiones en una democracia industrializada como Estados Unidos no dejan de ser divertidas y deprimentes a la vez. Alguien debería contarles cómo en Colombia esa idea no terminó funcionando como parecía....
En estos días he estado leyendo a Pierre Bourdieu y me encontré con un pasaje que parece describir lo que está pasando en esos sectores. Según Bourdieu, en todo sistema de poder hay sectores medios que, por su misma posición, reconocen más al sistema de lo que el sistema los reconoce a ellos. Es decir, han pasado por todos los rituales de legitimación, pero siempre como subordinados. Cuando esto hace crisis, su actitud es la de una indignación que los lleva a reafirmar los que consideran los principios genuinos, "traicionados" por las élites. Por eso Bourdieu lo llama (palabras más, palabras menos) un "jacobinismo de clase media."
Me suena mucho. Pero corremos el riesgo de ser facilistas. Uno podría pensar que la Gran Recesión es precisamente el tipo de crisis que se necesitaba para precipitar este fenómeno. Pero no estoy seguro de que la Gran Recesión haya afectado tan duramente a los sectores de clase media a quienes todo esto va dirigido. El "Tea Party" generalmente parece más preocupado por el déficit y por el advenimiento del nuevo Gulag que por el desempleo.
Por otro lado, aunque es muy probable que la Gran Recesión sea una condición necesaria, no creo que sea suficiente. Sospecho que hay otros elementos de "crisis" que afectan más directamente a los profesionales de la política y que entran en resonancia con la crisis económica generalizada. Aquí va una conjetura:
El Partido Republicano está obsesionado hace mucho con la "mayoría permanente." Su victoria de 1994 fue terreno fértil para toda clase de especulaciones sobre el brillantísimo futuro del Partido. Es comprensible. Todo partido del mundo aspira a ser una "mayoría permanente." Pero las derrotas del 2006 y el 2008 mostraron que las cosas no eran tan sencillas. Más aún, mostraron que no solo el Partido Demócrata podía ganar sino también que algunos de los factores detrás de esos avances Demócratas parecen ser, ellos también, permanentes. Por ejemplo, al Partido Demócrata le va mejor entre sectores que están creciendo: jóvenes e hispanos sobre todo.
Entonces, un político regional republicano que haya hecho toda la tarea desde los 90s del siglo pasado, con la promesa de que sus esfuerzos se van a ver recompensados, ve súbitamente que la tal movilidad profesional que le habían pintado no es tanta como parece. Además, lo que parecía ser una "Revolución Conservadora" está entrando en un terreno pantanoso y, aún más importante, sin haber logrado muchas de las cosas que se habían prometido. Bush no pudo destruir el Estado del Bienestar. Es más, tuvo que expandirlo en forma fiscalmente irresponsable. Mientras tanto, los grandes intereses plutocráticos sí que se han beneficiado. Esto debe generar una gran "disonancia cognitiva" dentro de aquellos dirigentes medios.
Todo esto es pura especulación mía. Pero además hay una pregunta adicional que no logro responder: ¿por qué no está ocurriendo algo similar en el Partido Demócrata? Al fin y al cabo, cualesquiera que sean las frustraciones de un político regional de derecha en Oklahoma o en Utah, palidecen con las que ha tenido que soportar un activista de izquierda en casi cualquier parte del país.
No lo sé. Pero no me resisto la tentación de cerrar recordando que en otras latitudes ha habido casos también de clases medias de provincia que se sienten ninguneadas por las élites y que ese rechazo las lleva a la insurrección con resultados que dejarían perplejos a muchos derechistas norteamericanos. Me recuerdo en particular de cierto profesor de filosofía de una universidad regional latinoamericana que, ya entrado en sus 30s, cuando había pasado la época de los ímpetus juveniles, también decidió que era hora de pasar a la acción. ¿Su nombre? Abimael Guzmán.
Primero, hay que preguntarse qué tan específico es el fenómeno. En Colombia la Administración Uribe se la pasaba presentando a sus opositores (e incluso instituciones como la Corte Suprema) como aliados de la guerrilla. Pero, independientemente de lo descabellada de dicha teoría conspirativa y del daño que causó, veo ciertas diferencias con el caso americano. Las teorías de Uribe y José Obdulio eran claramente una maniobra desde las altas esferas del poder con fines políticos. En Estados Unidos parece que estamos asistiendo a un fenómeno distinto: una insurgencia dentro del Partido Republicano.
Es fácil decir, desde la izquierda, que el fanatismo actual del Partido Republicano obedece a una lógica electoral. Pero esta explicación ignora el hecho de que muchas de las figuras más representativas de este nuevo estilo son en realidad unos advenedizos dentro del Partido. Hace tres años nadie tenía ni idea quién era Sarah Palin o Michelle Bachmann.
Violar todos los códigos de entendimiento mutuo que existían entre los dos partidos se ha vuelto un vehículo de movilidad política en la derecha estadounidense. Es la forma en que los "capitanes" del Partido pueden tomarse por asalto los casinos reservados a sus coroneles y generales. Hasta ahora funciona. Las dos señoras a las que me acabo de referir, por ejemplo, nunca hubieran tenido la más mínima oportunidad de sobresalir en un ambiente de debate tecnocrático. Cada que abren la boca dan muestras de ignorancia que las habrían descalificado de obtener título de bachiller. Pero ahora son figuras nacionales.
Hasta ahí, todo claro. Ahora, ¿por qué está ocurriendo esto? Antes de seguir, permítanme un poquito de humor negro. No. No se trata de ningún chiste. Simplemente me estoy acordando de los múltiples diputados estatales del Partido Republicano, generalmente cuarentones o cincuentones, gente establecida en su medio, que salen a declararse listos a empuñar las armas para "defender sus libertades." No sé si es que súbitamente, en su "crisis de media vida" se dieron cuenta de que se les fueron sus gloriosos 20s y 30s sin hacer nada interesante y ahora quieren jugar a la guerra. El hecho es que esa clase de expresiones en una democracia industrializada como Estados Unidos no dejan de ser divertidas y deprimentes a la vez. Alguien debería contarles cómo en Colombia esa idea no terminó funcionando como parecía....
En estos días he estado leyendo a Pierre Bourdieu y me encontré con un pasaje que parece describir lo que está pasando en esos sectores. Según Bourdieu, en todo sistema de poder hay sectores medios que, por su misma posición, reconocen más al sistema de lo que el sistema los reconoce a ellos. Es decir, han pasado por todos los rituales de legitimación, pero siempre como subordinados. Cuando esto hace crisis, su actitud es la de una indignación que los lleva a reafirmar los que consideran los principios genuinos, "traicionados" por las élites. Por eso Bourdieu lo llama (palabras más, palabras menos) un "jacobinismo de clase media."
Me suena mucho. Pero corremos el riesgo de ser facilistas. Uno podría pensar que la Gran Recesión es precisamente el tipo de crisis que se necesitaba para precipitar este fenómeno. Pero no estoy seguro de que la Gran Recesión haya afectado tan duramente a los sectores de clase media a quienes todo esto va dirigido. El "Tea Party" generalmente parece más preocupado por el déficit y por el advenimiento del nuevo Gulag que por el desempleo.
Por otro lado, aunque es muy probable que la Gran Recesión sea una condición necesaria, no creo que sea suficiente. Sospecho que hay otros elementos de "crisis" que afectan más directamente a los profesionales de la política y que entran en resonancia con la crisis económica generalizada. Aquí va una conjetura:
El Partido Republicano está obsesionado hace mucho con la "mayoría permanente." Su victoria de 1994 fue terreno fértil para toda clase de especulaciones sobre el brillantísimo futuro del Partido. Es comprensible. Todo partido del mundo aspira a ser una "mayoría permanente." Pero las derrotas del 2006 y el 2008 mostraron que las cosas no eran tan sencillas. Más aún, mostraron que no solo el Partido Demócrata podía ganar sino también que algunos de los factores detrás de esos avances Demócratas parecen ser, ellos también, permanentes. Por ejemplo, al Partido Demócrata le va mejor entre sectores que están creciendo: jóvenes e hispanos sobre todo.
Entonces, un político regional republicano que haya hecho toda la tarea desde los 90s del siglo pasado, con la promesa de que sus esfuerzos se van a ver recompensados, ve súbitamente que la tal movilidad profesional que le habían pintado no es tanta como parece. Además, lo que parecía ser una "Revolución Conservadora" está entrando en un terreno pantanoso y, aún más importante, sin haber logrado muchas de las cosas que se habían prometido. Bush no pudo destruir el Estado del Bienestar. Es más, tuvo que expandirlo en forma fiscalmente irresponsable. Mientras tanto, los grandes intereses plutocráticos sí que se han beneficiado. Esto debe generar una gran "disonancia cognitiva" dentro de aquellos dirigentes medios.
Todo esto es pura especulación mía. Pero además hay una pregunta adicional que no logro responder: ¿por qué no está ocurriendo algo similar en el Partido Demócrata? Al fin y al cabo, cualesquiera que sean las frustraciones de un político regional de derecha en Oklahoma o en Utah, palidecen con las que ha tenido que soportar un activista de izquierda en casi cualquier parte del país.
No lo sé. Pero no me resisto la tentación de cerrar recordando que en otras latitudes ha habido casos también de clases medias de provincia que se sienten ninguneadas por las élites y que ese rechazo las lleva a la insurrección con resultados que dejarían perplejos a muchos derechistas norteamericanos. Me recuerdo en particular de cierto profesor de filosofía de una universidad regional latinoamericana que, ya entrado en sus 30s, cuando había pasado la época de los ímpetus juveniles, también decidió que era hora de pasar a la acción. ¿Su nombre? Abimael Guzmán.
Wednesday, January 19, 2011
A Propósito del Tiroteo de Arizona: Hacia una Teoría de las Teorías Conspirativas.
Aunque ya está desapareciendo de los titulares, el tiroteo de Arizona me ha hecho pensar muchísimo. Resulta ser un evento fértil para un científico social (y además, no se les olvide, ahora también soy ciudadano de Estados Unidos). Por eso, tengo varios tipos de reacciones.
Está bien: el autor del tiroteo es un desequilibrado mental. En ese sentido, es absurdo culpar de esto a la derecha americana. Pero dejando de lado asuntos de culpabilidad por un incidente aislado, la discusión de las últimas semanas en la prensa estadounidense deja en claro algo que lectores de este blog ya saben: el Partido Republicano es El Peor Partido Político del Mundo.
Independientemente de las causas de la masacre (hasta el punto en que tenga sentido discutir las causas de un acto de una persona perturbada mentalmente), estos días han servido para ofrecer una síntesis de la retórica de la derecha estadounidense. En los medios se discutió muchísimo si alguna metáfora o algún símbolo en especial constituía una incitación a la violencia. A mi juicio, discusión absurda. Metáforas marciales en política son totalmente normales en cualquier país del mundo.
Lo que poco se discutió es el contenido de la retórica de derecha en Estados Unidos. (Hubo algunas excepciones muy lúcidas. Después pongo los links.) El Partido Republicano no solo considera a la Administración Obama incompetente o equivocada en sus diagnósticos, sino que la ve como una verdadera conspiración contra la esencia misma de los Estados Unidos.
Me dirán que no. Que no se trata del Partido Republicano en su conjunto sino de algunos elementos aislados. Sí. Pero resulta que esos elementos aislados tienen cargos de responsabilidad dentro del partido (muchas veces de elección popular) y, más pertinente aún, hacen afirmaciones tales que de ser ciertas lo ético y responsable sería empuñar las armas contra el gobierno norteamericano. Y sin embargo el Partido Republicano ni niega dichas afirmaciones ni adopta sus consecuencias. Es decir, la cúpula del Partido sabe que algunos miembros prominentes de sus filas están mintiendo deliberadamente pero le parece que tal insulto a la inteligencia de sus partidarios es aceptable.
Es como si en Colombia un político prominente considerara a determinado partido un cómplice de los terroristas pero luego dijera que no hay que proscribirlo. Sería un auténtico insulto a la inteligencia de sus partidarios, ¿cierto? Estoy seguro que en Colombia nadie permitiría algo así.... Ah, perdón, no me acordaba....
Antes de entrar en asuntos más profundos, me voy a detener para referirme a un punto no muy importante, pero que me llama la atención. Hace unos días, discutiendo con algunas personas este episodio, alguien preguntaba si podía establecerse alguna diferencia entre la retórica conspirativa de la derecha americana de ahora contra Obama y la retórica conspirativa de la izquierda americana contra Bush.
Yo veo dos diferencias, una cualitativa y otra de categorías. La primera sugiere algo acerca de las diferencias organizacionales entre izquierda y derecha en Estados Unidos, la segunda sugiere algo acerca de las diferencias en sus visiones de mundo. La primera diferencia tiene que ver con el perfil de quienes usan dicha retórica conspirativa. En la izquierda americana dicha retórica estaba reservada para personajes periféricos, sin ninguna relevancia en el establecimiento del Partido Demócrata, sin capacidad de obtener votos ni nada por el estilo. En cambio, las teorías conspirativas de la derecha son promulgadas por personajes que compiten en elecciones, que pertenecen a la jerarquía del Partido Republicano, que tienen cargos de responsabilidad pública, entre otras cosas.
Ahora detengámonos en el contenido de las distintas teorías. Para efectos prácticos, resumámoslas en dos frases, con todo y lo inadecuadas que puedan resultar para captar el fenómeno: "Bush permitió (o incluso ordenó) el ataque del 11 de Septiembre y mintió acerca de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein para lanzar una agresión imperialista contra el Medio Oriente en beneficio de sus amigotes petroleros" y "Obama es un cripto-musulmán que quiere imponer una dictadura socialista en Estados Unidos."
Obviamente, yo creo que ambas afirmaciones son falsas. (Aunque, bueno, Bush si mintió. Pero no, no creo que haya tenido nada que ver con el 11 de Septiembre.) Pero mi interés no es refutarlas ni discutirlas en sus propios términos sino entender cuál es el esquema de pensamiento del que emanan y en qué medida ese esquema de pensamiento nos dice algo de relevancia sobre el resto del sistema político.
Una diferencia interesante entre ambos tipos de pensamiento conspirativo es el qui prodest. Es decir, a quién beneficia la conspiración. Las teorías conspirativas de izquierda generalmente presentan a los políticos como conspirando en favor de algunos intereses económicos dominantes. Pero las teorías de la derecha (por lo menos de la derecha americana de los últimos años, incluso antes de Obama) presentan a los políticos como conspirando sin mostrar claramente cuál es el fin último de la conspiración. ¿Por qué Obama prefiere ser Presidente de un país en el que los ciudadanos no puedan portar armas? ¿Por qué prefiere tener el poder de decidir cuántos ancianos van a vivir? (Por poner dos ejemplos de conspiraciones que se le atribuyen.) Esto nunca queda claro.
En el pensamiento de derecha de Estados Unidos el gobierno es un demonio que expande sus poderes permanentemente pero sin que haya nadie detrás, empujándolo. El poder del gobierno es su propio fin.
A quien, como yo, haya comenzado en estas lides estudiando el marxismo, esto le suena muy exótico. ¿Por qué los políticos van a conspirar únicamente para aumentar su poder, sin responder a ningún otro interés económico o social distinto del que ellos se den a sí mismos? ¿No habíamos quedado en que el Estado tiene, a lo sumo, una "autonomía relativa" (Poulantzas)?
Está bien, a veces el mismo Marx acude a los intereses personales del político como factor explicativo. Como cuando ve a Luis Bonaparte obsesionado por mantenerse en el poder para evitar muchos líos legales y económicos que se le vendrían encima. Pero dicha autonomía de fines es, para Marx, la anomalía que hay que explicar, no la regla general de la política.
En cambio este estilo de raciocinio le debe sonar familiar a quien se haya formado estudiando la escuela americana de la "escogencia pública". Buchanan y Tullock siempre han basado sus análisis en el interés de los políticos por acumular poder, considerándolos como actores autónomos. (No es casualidad que Buchanan y Tullock sean dos libertarios de derecha....)
Hasta acá, todo normal: hemos establecido que, como sucede con mucho perturbado mental, cada estilo de teoría conspirativa tiene un antepasado respetable. La pregunta es, ¿qué hace que en determinado momento el descendiente paranoide salga del manicomio?
Eso queda para después. Ahora tengo que salir.
Está bien: el autor del tiroteo es un desequilibrado mental. En ese sentido, es absurdo culpar de esto a la derecha americana. Pero dejando de lado asuntos de culpabilidad por un incidente aislado, la discusión de las últimas semanas en la prensa estadounidense deja en claro algo que lectores de este blog ya saben: el Partido Republicano es El Peor Partido Político del Mundo.
Independientemente de las causas de la masacre (hasta el punto en que tenga sentido discutir las causas de un acto de una persona perturbada mentalmente), estos días han servido para ofrecer una síntesis de la retórica de la derecha estadounidense. En los medios se discutió muchísimo si alguna metáfora o algún símbolo en especial constituía una incitación a la violencia. A mi juicio, discusión absurda. Metáforas marciales en política son totalmente normales en cualquier país del mundo.
Lo que poco se discutió es el contenido de la retórica de derecha en Estados Unidos. (Hubo algunas excepciones muy lúcidas. Después pongo los links.) El Partido Republicano no solo considera a la Administración Obama incompetente o equivocada en sus diagnósticos, sino que la ve como una verdadera conspiración contra la esencia misma de los Estados Unidos.
Me dirán que no. Que no se trata del Partido Republicano en su conjunto sino de algunos elementos aislados. Sí. Pero resulta que esos elementos aislados tienen cargos de responsabilidad dentro del partido (muchas veces de elección popular) y, más pertinente aún, hacen afirmaciones tales que de ser ciertas lo ético y responsable sería empuñar las armas contra el gobierno norteamericano. Y sin embargo el Partido Republicano ni niega dichas afirmaciones ni adopta sus consecuencias. Es decir, la cúpula del Partido sabe que algunos miembros prominentes de sus filas están mintiendo deliberadamente pero le parece que tal insulto a la inteligencia de sus partidarios es aceptable.
Es como si en Colombia un político prominente considerara a determinado partido un cómplice de los terroristas pero luego dijera que no hay que proscribirlo. Sería un auténtico insulto a la inteligencia de sus partidarios, ¿cierto? Estoy seguro que en Colombia nadie permitiría algo así.... Ah, perdón, no me acordaba....
Antes de entrar en asuntos más profundos, me voy a detener para referirme a un punto no muy importante, pero que me llama la atención. Hace unos días, discutiendo con algunas personas este episodio, alguien preguntaba si podía establecerse alguna diferencia entre la retórica conspirativa de la derecha americana de ahora contra Obama y la retórica conspirativa de la izquierda americana contra Bush.
Yo veo dos diferencias, una cualitativa y otra de categorías. La primera sugiere algo acerca de las diferencias organizacionales entre izquierda y derecha en Estados Unidos, la segunda sugiere algo acerca de las diferencias en sus visiones de mundo. La primera diferencia tiene que ver con el perfil de quienes usan dicha retórica conspirativa. En la izquierda americana dicha retórica estaba reservada para personajes periféricos, sin ninguna relevancia en el establecimiento del Partido Demócrata, sin capacidad de obtener votos ni nada por el estilo. En cambio, las teorías conspirativas de la derecha son promulgadas por personajes que compiten en elecciones, que pertenecen a la jerarquía del Partido Republicano, que tienen cargos de responsabilidad pública, entre otras cosas.
Ahora detengámonos en el contenido de las distintas teorías. Para efectos prácticos, resumámoslas en dos frases, con todo y lo inadecuadas que puedan resultar para captar el fenómeno: "Bush permitió (o incluso ordenó) el ataque del 11 de Septiembre y mintió acerca de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein para lanzar una agresión imperialista contra el Medio Oriente en beneficio de sus amigotes petroleros" y "Obama es un cripto-musulmán que quiere imponer una dictadura socialista en Estados Unidos."
Obviamente, yo creo que ambas afirmaciones son falsas. (Aunque, bueno, Bush si mintió. Pero no, no creo que haya tenido nada que ver con el 11 de Septiembre.) Pero mi interés no es refutarlas ni discutirlas en sus propios términos sino entender cuál es el esquema de pensamiento del que emanan y en qué medida ese esquema de pensamiento nos dice algo de relevancia sobre el resto del sistema político.
Una diferencia interesante entre ambos tipos de pensamiento conspirativo es el qui prodest. Es decir, a quién beneficia la conspiración. Las teorías conspirativas de izquierda generalmente presentan a los políticos como conspirando en favor de algunos intereses económicos dominantes. Pero las teorías de la derecha (por lo menos de la derecha americana de los últimos años, incluso antes de Obama) presentan a los políticos como conspirando sin mostrar claramente cuál es el fin último de la conspiración. ¿Por qué Obama prefiere ser Presidente de un país en el que los ciudadanos no puedan portar armas? ¿Por qué prefiere tener el poder de decidir cuántos ancianos van a vivir? (Por poner dos ejemplos de conspiraciones que se le atribuyen.) Esto nunca queda claro.
En el pensamiento de derecha de Estados Unidos el gobierno es un demonio que expande sus poderes permanentemente pero sin que haya nadie detrás, empujándolo. El poder del gobierno es su propio fin.
A quien, como yo, haya comenzado en estas lides estudiando el marxismo, esto le suena muy exótico. ¿Por qué los políticos van a conspirar únicamente para aumentar su poder, sin responder a ningún otro interés económico o social distinto del que ellos se den a sí mismos? ¿No habíamos quedado en que el Estado tiene, a lo sumo, una "autonomía relativa" (Poulantzas)?
Está bien, a veces el mismo Marx acude a los intereses personales del político como factor explicativo. Como cuando ve a Luis Bonaparte obsesionado por mantenerse en el poder para evitar muchos líos legales y económicos que se le vendrían encima. Pero dicha autonomía de fines es, para Marx, la anomalía que hay que explicar, no la regla general de la política.
En cambio este estilo de raciocinio le debe sonar familiar a quien se haya formado estudiando la escuela americana de la "escogencia pública". Buchanan y Tullock siempre han basado sus análisis en el interés de los políticos por acumular poder, considerándolos como actores autónomos. (No es casualidad que Buchanan y Tullock sean dos libertarios de derecha....)
Hasta acá, todo normal: hemos establecido que, como sucede con mucho perturbado mental, cada estilo de teoría conspirativa tiene un antepasado respetable. La pregunta es, ¿qué hace que en determinado momento el descendiente paranoide salga del manicomio?
Eso queda para después. Ahora tengo que salir.
¡De Regreso!
¡Feliz 2011 para todos! Después de un prolongado silencio, parte por las vacaciones, parte por los últimos toques a mi proceso de relocalización, aquí estoy. No tengo ideas muy claras últimamente, pero en fin, de eso se trata este blog.
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