Wednesday, October 5, 2011

Primero la Indignación, los Programas Después.

Ahora resulta que el movimiento de los "indignados" de Madrid hizo una metástasis extraña al centro mismo del capitalismo mundial: Wall Street. De modo que estamos otra vez repasando las quejas de antes: que esta clase de movimientos no representan a nadie, excepto jovencitos aburridos de sus comodidades burguesas, que no sirven para nada porque el cambio social no se hace así, que no tienen ningún tipo de programa, que de hecho se la pasan contradiciéndose, mostrando que no tienen ni idea de lo que quieren, y así, ad nauseam.

Estoy un poco de prisa y algunos de estos temas merecen una reflexión muy profunda. Pero para comenzar diré dos cosas.

Primero, es muy poco probable que estos movimientos generen cambios de verdad. Eso es obvio. Pero ¿y qué? Vivimos en una época en la que ni siquiera ganando elecciones se pueden hacer cambios de verdad. Si no pregúntenle a Obama. Ganó las elecciones, con mayorías amplias en ambas cámaras y ¿qué cambió? Muy, muy poco. Entonces, en lugar de estar mofándonos de los indignados porque no van a lograr ningún cambio, la verdadera pregunta es cómo se pueden hacer cambios. No se puede en las calles porque se trata de movimientos inorgánicos, no se puede en las urnas porque los intereses de las élites bloquean, no se puede por las armas porque termina siendo peor el remedio que la enfermedad. Entonces, ¿cómo? ¿Qué tipo de sociedad es esta? ¿No debería eso ser motivo de debate público?

Segundo, los defensores del statu quo se la pasan señalando que estos movimientos no tienen programa. Cierto. Lamentable. Yo, que me alcanzo a acordar lo que era un movimiento socialista global echo mucho de menos los tiempos en los que las agitaciones sociales eran organizadas por grupos políticos de trayectoria, con consignas, con programas, etc. Pero eso se acabó. Se acabó por errores del socialismo de entonces pero también porque las élites, las mismas que ahora derraman lagrimas de cocodrilo por la falta de programas, se encargaron de cerrar opciones.

Llevamos ya casi treinta años (si no más) en que nos dicen que las ideologías se acabaron, que las realidades del capital global son inevitables y que, por lo tanto, la política debe ser simplemente un ejercicio de escoger al tecnócrata más competente para que amolde la situación a los requerimientos del capital. Es decir, para que haga un poquito de gasto social cuando sea necesario, pero que vele por el mantenimiento del orden económico "natural."

Pues si los defensores del statu quo quieren que las ideologías se acaben, entonces tienen que aceptar lo que hay ahora: movimientos desorganizados, caóticos, probablemente sin programa. Eso es lo que pidieron. Como decía Bernard Shaw, uno tiene que tener cuidado con lo que desea porque de pronto lo obtiene.

Si, supuestamente, se acabaron las ideologías, si, supuestamente, la economía global es un asunto muy complejo sobre el que los ciudadanos no pueden opinar, entonces es perfectamente válido indignarse sin programa. Si a mi me prohibieran cocinar y me obligaran a ir siempre a un mismo restaurante de "haute cuisine" diciéndome que se trata de recetas muy sofisticadas que yo no puedo entender y que los platos los preparan expertos que saben exactamente como se hacen las cosas, y resulta que la comida sabe espantoso y no se puede ni siquiera tragar, tengo todo el derecho de tirar los platos contra las paredes sin tener que ofrecer ninguna receta a cambio. ¿No dizque yo no sé cocinar? ¿No dizque yo no debo meterme a decir nada sobre ingredientes y técnicas? Entonces, si no me gusta lo que hay, ¿por qué me corresponde a mí, el ignorante, salir ahora con "propuestas"?

Y la verdad es que lo que están sirviendo en estos días en los restaurantes del capitalismo global es incomible. Desempleos estratosféricos, ajustes fiscales implacables sin ningún horizonte, ganancias record para los bancos, etc, etc. Esto es lo que han producido los "genios," los "tecnócratas," los que sí saben. Pués si tanto pidieron que los dejaran hacer, que nadie se metiera, pués que ahora asuman la responsabilidad. O que se vayan.

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