Friday, April 29, 2011

El Peor Partido Político del Mundo Sigue Empeorando

Con todas las críticas que uno pueda tener de la Administración Obama, yo quiero que gane la reelección en el 2012. Por eso no sé si alegrarme o preocuparme sobre los últimos eventos en el Partido Republicano, el Peor Partido Político del Mundo.

Hasta ahora, todo apunta a que de los posibles candidatos para el 2012, el único que tiene algo de empaque de estadista, con cierta experiencia, con logros de política doméstica etc. es Mitt Romney, ex gobernador de Massacussets. Pero, como lo dice The Onion, el periódico más serio de Estados Unidos, Mitt Romney tiene un problema gravísimo, una sombra que lo acompañará durante toda su campaña: siendo gobernador cometió el imperdonable error de expandir la cobertura de salud de su estado.

Quitando a Mitt Romney, lo que queda es un conjunto de payasos, oscurantistas, lambones, analfabetas (y a veces las cuatro cosas al tiempo) que ningún partido serio del mundo se atrevería a nominar candidato (o candidata) en una murga de colegio (con perdón de las murgas de colegio de verdad). Sarah Palin y Michelle Bachmann son unas fanáticas macartistas que ni siquiera se han tomado la molestia de averiguar datos básicos sobre la historia de Estados Unidos o su Constitución. Tim Pawlenty, de quien uno hubiera esperado algo de seriedad por haber sido gobernador de Minnesotta, decidió que para ser presidente basta con memorizarse libretos de película estilo "Independence Day." El mismo Mitt Romney, tratando de hacerse perdonar su error, ahora se la pasa diciendo lo que el Tea Party le pida que diga. Ya declinó Haley Barbour, aunque bueno, de algo le sirvió la experiencia: aprendió que en Estados Unidos los negros ahora resulta que son legalmente iguales al resto (y dizque es así desde hace cuarenta años....) Como para acabar de completar, ahora el líder de las encuestas es Donald Trump que se empeña en captar el voto de los blancos semi-analfabetas a quienes les parece infame que haya un negro más inteligente que ellos.

Por tanto, si aún queda algo de sanidad mental en el sistema político norteamericano, Obama va a ganar la reelección de lejos contra cualquiera de esos personajillos de poca monta. Esto a pesar de que la economía, históricamente el gran predictor de las elecciones gringas, va a seguir postrada.

Por ese lado, no está mal. Como decía Napoleón Bonaparte, uno no debe distraer al enemigo cuando se está equivocando. Si el Partido Republicano decide no ponerse en el trabajo de buscar un candidato presidencial digno de tal nombre, es culpa suya.

Pero por otro lado, ¿qué implicaciones tiene para la democracia norteamericana que uno de sus dos partidos históricos lance a la presidencia un candidato así? Hay dos versiones: una optimista (que se la oí a un colega mío hace poco) y otra pesimista (que es la que me inquieta).

La versión optimista: un candidato de estos lleva al Partido Republicano a un ridículo electoral que termina por destruir sus facciones más fanáticas. Tras la debacle del 2012, los republicanos cerebrales pueden decir "mire lo que pasó por andar Uds. en esas," retoman el control y el partido vuelve a ser un partido normal. Digamos algo como lo era en tiempos de Bush padre.

La versión pesimista: en Estados Unidos casi nunca un presidente saca más del 55% de los votos. O sea que un candidato republicano, cualquiera que sea, puede sacar entre el 40% y el 45% de los votos. Sobre todo porque una vez nominado, el establecimiento, la parte seria del partido, no va a salirse asqueado sino que va a trabajar para darle respetabilidad. (¿Han visto como Greg Mankiw, o mi exprofesor John Taylor, o mi ex jefe Michael Boskin, se dedican a justificar los absurdos del Tea Party sabiendo, como deben saberlo, que son absurdos?) Los formadores de opinión del establecimiento conservador van a salir a defender el remedo de candidato que les pongan a defender. (Si acaso David Frum va a mostrarse incómodo, pero Kristol, Krauthammer, solo para hablar de los columnistas "cultivados" nos van a regalar páginas y páginas sobre los paralelos entre Michelle Bachmann y Margaret Thatcher o sobre las dotes churchillianas de Donald Trump.)

Entonces, vamos a tener que en la mayor democracia del mundo un 40% del electorado va a votar por un candidato que será una burla, incluso un insulto, a los mismos principios de la democracia liberal tales como el papel de la razón y el conocimiento en la formación de opiniones y políticas, la importancia del libre examen, y cosas de ese estilo. Es para preocuparse.

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