Como ya lo he dicho en otras ocasiones, Santiago Montenegro es un intelectual muy serio y respetable. Pero, afortunadamente para este modesto blogger con falta crónica de ideas, de vez en cuando escribe unas columnas que resultan ser todo un banquete de equívocos para comentar.
Fui a leer su última columna sobre la apertura esperando encontrarme un sesudo análisis económico sobre, por supuesto, la apertura. Como intuía que yo no iba a estar de acuerdo, me preparé para un buen ejercicio mental. Pero me encuentro en cambio con un comentario sobre deporte (!). Es imposible que Santiago Montenegro sea peor deportista que yo pero la columna comete unos cuantos errores que, en el fondo, tienen implicaciones para el tema que Montenegro no discutió: los efectos económicos de la apertura.
Dice Montenegro que España es un ejemplo de las bondades de la globalización ya que ha llegado a la cima del deporte mundial gracias a su permanente contacto con el mundo. Pero para demostrarlo dice cosas, por decir lo menos, extrañas.
Comencemos con ciclismo. Según Montenegro, "Por permitir a los mejores ciclistas del mundo competir en la Vuelta a España, un Miguel Induraín llegó a ganar cinco Tours de Francia." Esta frase me sacudió porque si algo recuerdo de los años de gloria de Induraín es que en España estaban decepcionados por su persistente evitar la Vuelta a España. Entonces entro a Wikipedia y me encuentro con que, en efecto, Induraín casi nunca se tomó en serio la Vuelta a España y cuando la corría, también corría el Tour de Francia, obteniendo mejores resultados. Cuando uno corrige este error, la frase debería decir "Por permitir a Miguel Induraín competir en el Tour de Francia, un Miguel Induraín llegó a ganar cinco Tours de Francia" pero, para seguir citando españoles, esto ya sería más propio de Perogrullo que de Santiago Montenegro.
Montenegro pone el ejemplo del fútbol, pero aquí entra en un terreno aún más pantanoso. Hace muchos años se discute si para un país es bueno tener una liga profesional demasiado abierta a los extranjeros. Cierto, España parece haberse beneficiado de esto. Durante la Eurocopa 2008 y el Mundial del 2010 siempre creí que una ventaja de los jugadores españoles era que, en cualquier partido era muy probable que conocieran bien a los jugadores del otro equipo porque los habían tenido en la Liga. Pero Inglaterra tiene una liga profesional tan abierta como la española y ha sido un consistente fracaso en los mundiales, casi tanto como lo era España hasta hace muy poco. En realidad, hoy en día todas las ligas europeas están tan abiertas como la española. Lo que pasa es que no a todas llegan tantos futbolistas de renombre. Pero el efecto de eso sobre el fútbol de cada país es ambiguo. La ligas de Alemania y Francia tienen un perfil relativamente bajo pero la selección alemana es muy consistente en torneos internacionales mientras que la francesa no tanto.
Es más, a propósito de Francia, no sé por qué Montenegro está hablando del fútbol español como si ya fuera una superpotencia cuando en realidad todavía no sabemos si se trata simplemente de que tuvo una generación brillante. Cuando Francia tuvo los Platini, y los Giresse, los Zidane y los Henry, le fue muy bien en los torneos. Pero cuando esos se retiran tiene bajonazos severos. Esperemos a ver cómo le va a España en los próximos años, ahora que se acerca el fin de la carrera de Xavi Hernández o Pujol y que Andrés Iniesta ya ronda los treinta años.
Yéndonos más a los extremos, nadie discute hoy en día que la selección soviética era mucho más potente que la selección rusa. Otro tanto parece sucederle a la selección polaca, no tanto a la checa y ni hablar del caso suicida de Yugoslavia.
En el fondo, el punto es que una cosa es la globalización y otra la apertura. La globalización es un fenómeno generalizado que implica que los países están cada vez más en contacto con el resto del mundo. Esto puede tener muchos efectos benéficos como lo señala Montenegro. A mí también me gustan las sociedades abiertas a la migración y a las nuevas ideas. En cambio, la apertura es una serie de políticas específicas, una estrategia para lidiar con la globalización. No siempre funciona. En el caso del fútbol, como hemos visto, el progreso o el retroceso no tienen nada que ver con la apertura. Para seguir presumiendo de conocedor sin serlo (pero igual creo que sé más que Montenegro), Holanda es tal vez, como ya lo he dicho antes, la mayor potencia futbolística del mundo si ajustamos por población ya que produce unas selecciones formidables con tan solo 16 millones de habitantes. Esto lo ha logrado con una liga de bajo perfil pero que se combina con el desarrollo de fabulosas escuelas locales. (A propósito, ¿cómo se puede hablar del éxito reciente del fútbol español sin mencionar a La Masía, la academia del Barça? No sé. Pero Montenegro lo hace.)
Ese es tal vez el punto más flaco del argumento de Montenegro. Es cierto que la exposición al mundo permite potenciar el talento. Pero el talento no depende solo de la competencia sino que también depende de las condiciones domésticas. Y en eso, la apertura como tal tiene muy poco qué ver.
Monday, May 7, 2012
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