Friday, May 25, 2012

Confesiones de un Dinosaurio: el Caso de la Banca.

Por allá a comienzo de los 90s, cuando si uno no creía en el mercado no era "moderno," me dejé convencer de la necesidad de que los bancos fueran privados. No era muy difícil habiendo visto el desastre de la nacionalización de la banca de Alan García que comenzó la caída en espiral del APRA y, por tanto, el ascenso de Fujimori. Después no volví a pensar mucho en el tema de modo que si alguien me hubiera preguntado hace dos o tres años si qué debía hacer un gobierno socialista con la banca, hubiera dicho que dejarla quieta.

Pero los últimos años nos han enseñado varias cosas. Primero, el colapso de un banco puede infligir muchísimo daño en una economía ya que paraliza el flujo de capital. Resulta que ese daño puede prolongarse bastante en el tiempo. Pero eso por sí solo no es tan grave. Muchos sectores de la economía son cruciales y eso no es incompatible con que funcionen en forma puramente competitiva. Es la segunda lección la que me inquieta más.

Resulta que como los bancos, a diferencia del resto de la gente, tienen pasivos líquidos y activos ilíquidos, su solidez depende del valor de muchísimos activos a futuro en condiciones que resultan, en últimas, imponderables. En estos días, por ejemplo, en España está la crisis de Bankia. Pués bien, resulta que el tamaño del hueco de Bankia es prácticamente imposible de saber con certeza. Depende de los estimativos que se hagan acerca del valor futuro de cantidades de edificios que hoy en día nadie quiere comprar, que ni siquiera han salido a la venta, pero que algún día alguien querrá comprar a algún precio que dependerá del estado de la economía española en aquel entonces, que a su vez dependerá de cosas como, por ejemplo, cuanto dinero tiene que gastar hoy el Estado español en rescatar bancos que están insolventes porque tienen sus activos en forma de edificios que en este momento nadie quiere comprar pero que algún día tendrán algún valor que a su vez dependerá... Por eso los bancos son tan propensos a corridas bancarias, a quedarse insolventes casi con la sola percepción de que pueden quedarse insolventes.

Si juntamos las dos cosas nos encontramos con lo siguiente. Por un lado, la solvencia de un banco depende de factores erráticos y está sometida a toda clase de burbujas. Por otro, en caso de insolvencia, sería costosísimo permitir que un banco colapsara. Sería buenísimo que existiera un mecanismo para garantizar la solvencia de un banco más allá de cualquier burbuja en determinado activo. Ese mecanismo existe para la banca comercial: el seguro de depósitos. Pero se está quedando corto para cubrir el lado de banca de inversión y, como lo muestran España y Grecia en estos días, aún en la parte de banca comercial hay problemas.

Una forma simple de evitar el colapso de los bancos es si el gobierno anuncia con anticipación que va a garantizar todos los depósitos. Al fin y al cabo, ya está claro que un gobierno no se puede dar el lujo de dejar colapsar bancos grandes. Si igual los va a tener que rescatar, entonces que lo diga de frente antes de que se vengan los problemas. Pero, obviamente, en ese caso tenemos un agente económico muy particular: uno que recibe beneficios si los negocios le salen bien, pero que no sufre pérdidas si salen mal. Por lo tanto, la siguiente conclusión es: si vamos a socializar las pérdidas de todas maneras, socialicemos también las ganancias, es decir, nacionalicemos la banca.

Pero ¿no es saludable que haya competencia entre bancos? Cierto. Pero lo mismo ocurre en otros sectores y se han encontrado soluciones. Por ejemplo, está bien que haya competencia en la televisión. Entonces muchos gobiernos ofrecen en concesión las frecuencias para que empresas privadas las operen, pero sometidas a regulaciones por parte del Estado. Otro tanto sucede con las carreteras en concesión (y conste que no me gusta mucho ese modelo). Mediante esquemas de ese estilo, la quiebra de un banco sería un evento poco usual y poco espectacular. Sería poco usual porque, la verdad, los bancos son muy buen negocio. En ausencia de serias burbujas que generen un alto riesgo de una corrida bancaria, tienen que salir mal muchísimas cosas para que un banco quiebre. En este caso, con la garantía de depósitos, una corrida bancaria solo podría ocurrir si hay una falla sistémica de todo el gobierno caso en el cual hay problemas más graves que atender. Entonces, los pocos bancos que quebraran en ese sistema lo harían por pura y llana incompetencia de sus administradores. Pero, por esa misma razón, la quiebra de un banco no tendría porque causar mucho desasosiego. Simplemente el Estado, que sería en última instancia el dueño, revocaría la concesión, echaría a los administradores privados (que en este caso no recibirían paquetes multimillonarios de compensación), garantizaría los depósitos del público antes de que se genere el pánico y sacaría de nuevo a licitación la concesión con nuevos administradores.

Otra ventaja adicional: para concursar en una licitación de ese estilo no sería necesario tener billones de pesos en capital ya que, otra vez, la solvencia del banco no es problema. Sería necesario únicamente probar una buena capacidad de gestión. Por ejemplo, cooperativas de pequeños productores que tengan redes de usuarios grandes podrían licitar. La cooperativa como tal no tendría por qué ser multimillonaria. Si tuviera un buen tamaño de red podría generar rentabilidad y beneficios económicos agregados.

En fin, no sé mucho del tema y puedo estar totalmente equivocado. Pero se me ocurre que este tipo de esquemas podrían combinar las ventajas de la banca pública con la sana competencia en la provisión de servicios financieros. ¿Será que lo puedo archivar bajo el rótulo de "socialismo del siglo XXI"? 

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