Por allá a comienzo de los 90s, cuando si uno no creía en el mercado no era "moderno," me dejé convencer de la necesidad de que los bancos fueran privados. No era muy difícil habiendo visto el desastre de la nacionalización de la banca de Alan García que comenzó la caída en espiral del APRA y, por tanto, el ascenso de Fujimori. Después no volví a pensar mucho en el tema de modo que si alguien me hubiera preguntado hace dos o tres años si qué debía hacer un gobierno socialista con la banca, hubiera dicho que dejarla quieta.
Pero los últimos años nos han enseñado varias cosas. Primero, el colapso de un banco puede infligir muchísimo daño en una economía ya que paraliza el flujo de capital. Resulta que ese daño puede prolongarse bastante en el tiempo. Pero eso por sí solo no es tan grave. Muchos sectores de la economía son cruciales y eso no es incompatible con que funcionen en forma puramente competitiva. Es la segunda lección la que me inquieta más.
Resulta que como los bancos, a diferencia del resto de la gente, tienen pasivos líquidos y activos ilíquidos, su solidez depende del valor de muchísimos activos a futuro en condiciones que resultan, en últimas, imponderables. En estos días, por ejemplo, en España está la crisis de Bankia. Pués bien, resulta que el tamaño del hueco de Bankia es prácticamente imposible de saber con certeza. Depende de los estimativos que se hagan acerca del valor futuro de cantidades de edificios que hoy en día nadie quiere comprar, que ni siquiera han salido a la venta, pero que algún día alguien querrá comprar a algún precio que dependerá del estado de la economía española en aquel entonces, que a su vez dependerá de cosas como, por ejemplo, cuanto dinero tiene que gastar hoy el Estado español en rescatar bancos que están insolventes porque tienen sus activos en forma de edificios que en este momento nadie quiere comprar pero que algún día tendrán algún valor que a su vez dependerá... Por eso los bancos son tan propensos a corridas bancarias, a quedarse insolventes casi con la sola percepción de que pueden quedarse insolventes.
Si juntamos las dos cosas nos encontramos con lo siguiente. Por un lado, la solvencia de un banco depende de factores erráticos y está sometida a toda clase de burbujas. Por otro, en caso de insolvencia, sería costosísimo permitir que un banco colapsara. Sería buenísimo que existiera un mecanismo para garantizar la solvencia de un banco más allá de cualquier burbuja en determinado activo. Ese mecanismo existe para la banca comercial: el seguro de depósitos. Pero se está quedando corto para cubrir el lado de banca de inversión y, como lo muestran España y Grecia en estos días, aún en la parte de banca comercial hay problemas.
Una forma simple de evitar el colapso de los bancos es si el gobierno anuncia con anticipación que va a garantizar todos los depósitos. Al fin y al cabo, ya está claro que un gobierno no se puede dar el lujo de dejar colapsar bancos grandes. Si igual los va a tener que rescatar, entonces que lo diga de frente antes de que se vengan los problemas. Pero, obviamente, en ese caso tenemos un agente económico muy particular: uno que recibe beneficios si los negocios le salen bien, pero que no sufre pérdidas si salen mal. Por lo tanto, la siguiente conclusión es: si vamos a socializar las pérdidas de todas maneras, socialicemos también las ganancias, es decir, nacionalicemos la banca.
Pero ¿no es saludable que haya competencia entre bancos? Cierto. Pero lo mismo ocurre en otros sectores y se han encontrado soluciones. Por ejemplo, está bien que haya competencia en la televisión. Entonces muchos gobiernos ofrecen en concesión las frecuencias para que empresas privadas las operen, pero sometidas a regulaciones por parte del Estado. Otro tanto sucede con las carreteras en concesión (y conste que no me gusta mucho ese modelo). Mediante esquemas de ese estilo, la quiebra de un banco sería un evento poco usual y poco espectacular. Sería poco usual porque, la verdad, los bancos son muy buen negocio. En ausencia de serias burbujas que generen un alto riesgo de una corrida bancaria, tienen que salir mal muchísimas cosas para que un banco quiebre. En este caso, con la garantía de depósitos, una corrida bancaria solo podría ocurrir si hay una falla sistémica de todo el gobierno caso en el cual hay problemas más graves que atender. Entonces, los pocos bancos que quebraran en ese sistema lo harían por pura y llana incompetencia de sus administradores. Pero, por esa misma razón, la quiebra de un banco no tendría porque causar mucho desasosiego. Simplemente el Estado, que sería en última instancia el dueño, revocaría la concesión, echaría a los administradores privados (que en este caso no recibirían paquetes multimillonarios de compensación), garantizaría los depósitos del público antes de que se genere el pánico y sacaría de nuevo a licitación la concesión con nuevos administradores.
Otra ventaja adicional: para concursar en una licitación de ese estilo no sería necesario tener billones de pesos en capital ya que, otra vez, la solvencia del banco no es problema. Sería necesario únicamente probar una buena capacidad de gestión. Por ejemplo, cooperativas de pequeños productores que tengan redes de usuarios grandes podrían licitar. La cooperativa como tal no tendría por qué ser multimillonaria. Si tuviera un buen tamaño de red podría generar rentabilidad y beneficios económicos agregados.
En fin, no sé mucho del tema y puedo estar totalmente equivocado. Pero se me ocurre que este tipo de esquemas podrían combinar las ventajas de la banca pública con la sana competencia en la provisión de servicios financieros. ¿Será que lo puedo archivar bajo el rótulo de "socialismo del siglo XXI"?
Friday, May 25, 2012
Rendimientos Marginales Decrecientes en Publicidad: El Caso Facebook
Resulta que hasta yo terminé enterándome de que Facebook salió a la venta. Está cayendo la acción a pocos días de salir. No me sorprende. Si el valor comercial de Facebook es permitir focalizar más la publicidad, supuestamente la justificación del precio inicial exhorbitante de la acción de Facebook, creo que hay un pequeño problema en el modelo: casi siempre la publicidad es aburrida. Yo no uso Facebook casi nunca, pero sí uso Google varias veces al día y ya aprendí a ignorar totalmente la publicidad que me llega. Me aburre. No sé Uds. pero cuando yo uso Google me pasan una de dos cosas: o estoy buscando algo relacionado con el trabajo y no tengo tiempo de estar pendiente de la publicidad, o estoy perdiendo el tiempo (el 0.00001% de las veces, por supuesto!!) y no quiero dañar el buen rato poniéndome a ver propagandas. El día que yo quiera comprar algo por Internet, ese día sí que me viene la información publicitaria. Pero la mayoría del tiempo no me interesa. Entonces, si yo soy más o menos representativo del resto de los consumidores, ¿qué valor tiene el que puedan ponerme un "banner" adicional en mi búsqueda si simplemente lo voy a ignorar la mayoría de las veces? Por eso me gustó este artículo sobre el modelo de "información como rentabilidad."
No sé mucho de computación, pero sospecho que, desde el punto de vista tecnológico, Facebook no fue una gran innovación. La tecnología para diseñar redes de ese estilo existe hace mucho. Otro tanto con Google aunque en ese caso, al parecer, el algoritmo de búsqueda es mejor que lo que había antes. Aún así, yo me acuerdo que antes de Google existía Altavista que lograba resultados sorprendentes. Tanto en el caso de Google como el de Facebook, buena parte de su hegemonía viene del hecho de que ambos lograron atraer suficiente masa crítica como para desplazar a las alternativas. De modo que Zuckerberg y sus amigos (y Bono) se han echado al bolsillo miles de millones de dólares por que lograron crear una burbuja de suscripciones sobre la base de una tecnología que, en líneas generales, ya existía. Está bien. Si una cantidad de inversionistas quieren darle plata a Zuckerberg y financiar la próxima gira de U2, es su derecho aunque yo hubiera preferido que esto último lo hicieran regalándonos boletas de entrada a los demás mortales pero eso es otra cosa. Excepto si, como sugiere Dean Baker, tal vez se hayan metido aquí fondos de pensiones y otros inversionistas institucionales, caso en el cual valdría la pena preguntarse si esa clase de instituciones deben estar jugando con la plata de millones de afiliados en activos cuyo valor depende de teorías de mercado sacadas del cubilete.
No sé mucho de computación, pero sospecho que, desde el punto de vista tecnológico, Facebook no fue una gran innovación. La tecnología para diseñar redes de ese estilo existe hace mucho. Otro tanto con Google aunque en ese caso, al parecer, el algoritmo de búsqueda es mejor que lo que había antes. Aún así, yo me acuerdo que antes de Google existía Altavista que lograba resultados sorprendentes. Tanto en el caso de Google como el de Facebook, buena parte de su hegemonía viene del hecho de que ambos lograron atraer suficiente masa crítica como para desplazar a las alternativas. De modo que Zuckerberg y sus amigos (y Bono) se han echado al bolsillo miles de millones de dólares por que lograron crear una burbuja de suscripciones sobre la base de una tecnología que, en líneas generales, ya existía. Está bien. Si una cantidad de inversionistas quieren darle plata a Zuckerberg y financiar la próxima gira de U2, es su derecho aunque yo hubiera preferido que esto último lo hicieran regalándonos boletas de entrada a los demás mortales pero eso es otra cosa. Excepto si, como sugiere Dean Baker, tal vez se hayan metido aquí fondos de pensiones y otros inversionistas institucionales, caso en el cual valdría la pena preguntarse si esa clase de instituciones deben estar jugando con la plata de millones de afiliados en activos cuyo valor depende de teorías de mercado sacadas del cubilete.
Wednesday, May 23, 2012
Resuelto el Misterio de la "Traición" de Santos
Sigo con el tema de los uribistas traicionados ya que, al parecer, se necesitan dos columnas por semana en El Espectador para que ellos puedan dar rienda suelta a su dolor. Ayer se me quedó entre el tintero un tema que de vez en cuando genera intriga entre los comentaristas políticos colombianos. ¿Por qué, si Santos está haciendo un gobierno distinto al de Uribe, es tanto o más popular que aquel?
La explicación es muy sencilla pero antes quiero insistir sobre algo que escribí ayer. El gobierno Santos es de derecha, punto. No se ha desviado en casi nada de los lineamientos de Uribe. En materia económica le apuesta al mismo modelo exportador de recursos naturales, apuntalado por la inversión extranjera. En materia de orden público sigue la ofensiva frontal contra las FARC solo que ahora dice que, de pronto, en una de esas, tal vez, si se dan las condiciones, está dispuesto a explorar la posibilidad de iniciar acercamientos con el fin de explorar la posibilidad de iniciar acercamientos con el fin de explorar la posibilidad... En materia de relaciones internacionales sigue su alineamiento absoluto con los Estados Unidos y así sucesivamente. Lo que ocurre es que, en cada uno de estos frentes se dio cuenta de que su antecesor estaba llevando esos lineamientos a extremos peligrosos.
Normalmente a un gobernante de derecha (o de izquierda) no le gusta que le formen toda una red de economía ilegal y criminal en zonas mineras del país. Normalmente a un gobernante de derecha le gustaría dejar abierta la posibilidad para que, si resulta que es más fácil y barato acabar una guerra dialogando, lo pueda hacer. Normalmente a un gobernante de derecha no le gusta meter al país en conflictos regionales con vecinos con los que tiene abundantes lazos comerciales. Es decir, el gobierno de Santos es un gobierno de derecha pero pragmático mientras que el gobierno de Uribe era de fanáticos de extrema derecha.
Con esto llegamos al meollo del "misterio" de por qué Santos puede seguir siendo popular a pesar de que se ha distanciado de Uribe. Fácil. Porque Uribe era popular pero no representativo. Me explico.
Uribe, como buen finquero, manejaba la opinión pública como los caporales manejan el ganado: empujando desde atrás. Cuando Uribe llevaba la voz cantante, sus políticas resultaban apoyadas por abrumadoras mayorías. Pero eso no quiere decir que todos los colombianos estuvieran de acuerdo con los detalles de sus políticas, o que no prefirieran otras alternativas similares aunque un poco más moderadas.
Fijémonos en el caso paradigmático de las FARC. La inmensa mayoría de la opinión pública está en contra de las FARC y quiere que se acabe la guerra. Pero al parecer son pocos los colombianos que comparten con Uribe y su séquito ese belicismo insaciable del que siguen dando muestras. Para los uribistas la ofensiva militar no es un medio para alcanzar el fin de acabar con las FARC. La ofensiva militar es el fin en sí mismo. Ellos prefieren una guerra de diez años a una paz negociada en dos años. En su visión milenarista el enfrentamiento con Venezuela no es un costo sino un beneficio. Para ellos, una solución al conflicto que no requiera miles de muertos y bombardeos no merece la pena considerarse. No de otro modo se explica que acusen a Santos (¡a Santos!) de entregarle el país a la guerrilla. Por eso la van tan bien con los "neo-cons" de Estados Unidos para los que lo bueno de las diferencias internacionales es que dan la ocasión para bombardear otros países.
Esa clase de sectas (porque eso es lo que son) casi nunca son representativas de la opinión pública de un país. Si están en el poder es posible que gocen de popularidad en la medida en que la gente perciba que, independientemente de su fanatismo, están haciendo un trabajo que los ciudadanos creen que se debía hacer. Si se les da suficiente tiempo en el poder pueden llegar a irradiar su fanatismo a toda la opinión causando mucho más daño. Pero en Colombia ese no parece haber sido el caso.
Entonces, no hay misterio. Simplemente la opinión pública ve ahora a un gobierno menos fanático que el anterior, que de todas maneras tiene los mismos propósitos solo que está dispuesto a tratar por otros medios. A todas estas, no hay que olvidar que, finalmente, Uribe ¡no acabó con las FARC! De manera que tampoco es que sus métodos resultaran tan maravillosos.
La explicación es muy sencilla pero antes quiero insistir sobre algo que escribí ayer. El gobierno Santos es de derecha, punto. No se ha desviado en casi nada de los lineamientos de Uribe. En materia económica le apuesta al mismo modelo exportador de recursos naturales, apuntalado por la inversión extranjera. En materia de orden público sigue la ofensiva frontal contra las FARC solo que ahora dice que, de pronto, en una de esas, tal vez, si se dan las condiciones, está dispuesto a explorar la posibilidad de iniciar acercamientos con el fin de explorar la posibilidad de iniciar acercamientos con el fin de explorar la posibilidad... En materia de relaciones internacionales sigue su alineamiento absoluto con los Estados Unidos y así sucesivamente. Lo que ocurre es que, en cada uno de estos frentes se dio cuenta de que su antecesor estaba llevando esos lineamientos a extremos peligrosos.
Normalmente a un gobernante de derecha (o de izquierda) no le gusta que le formen toda una red de economía ilegal y criminal en zonas mineras del país. Normalmente a un gobernante de derecha le gustaría dejar abierta la posibilidad para que, si resulta que es más fácil y barato acabar una guerra dialogando, lo pueda hacer. Normalmente a un gobernante de derecha no le gusta meter al país en conflictos regionales con vecinos con los que tiene abundantes lazos comerciales. Es decir, el gobierno de Santos es un gobierno de derecha pero pragmático mientras que el gobierno de Uribe era de fanáticos de extrema derecha.
Con esto llegamos al meollo del "misterio" de por qué Santos puede seguir siendo popular a pesar de que se ha distanciado de Uribe. Fácil. Porque Uribe era popular pero no representativo. Me explico.
Uribe, como buen finquero, manejaba la opinión pública como los caporales manejan el ganado: empujando desde atrás. Cuando Uribe llevaba la voz cantante, sus políticas resultaban apoyadas por abrumadoras mayorías. Pero eso no quiere decir que todos los colombianos estuvieran de acuerdo con los detalles de sus políticas, o que no prefirieran otras alternativas similares aunque un poco más moderadas.
Fijémonos en el caso paradigmático de las FARC. La inmensa mayoría de la opinión pública está en contra de las FARC y quiere que se acabe la guerra. Pero al parecer son pocos los colombianos que comparten con Uribe y su séquito ese belicismo insaciable del que siguen dando muestras. Para los uribistas la ofensiva militar no es un medio para alcanzar el fin de acabar con las FARC. La ofensiva militar es el fin en sí mismo. Ellos prefieren una guerra de diez años a una paz negociada en dos años. En su visión milenarista el enfrentamiento con Venezuela no es un costo sino un beneficio. Para ellos, una solución al conflicto que no requiera miles de muertos y bombardeos no merece la pena considerarse. No de otro modo se explica que acusen a Santos (¡a Santos!) de entregarle el país a la guerrilla. Por eso la van tan bien con los "neo-cons" de Estados Unidos para los que lo bueno de las diferencias internacionales es que dan la ocasión para bombardear otros países.
Esa clase de sectas (porque eso es lo que son) casi nunca son representativas de la opinión pública de un país. Si están en el poder es posible que gocen de popularidad en la medida en que la gente perciba que, independientemente de su fanatismo, están haciendo un trabajo que los ciudadanos creen que se debía hacer. Si se les da suficiente tiempo en el poder pueden llegar a irradiar su fanatismo a toda la opinión causando mucho más daño. Pero en Colombia ese no parece haber sido el caso.
Entonces, no hay misterio. Simplemente la opinión pública ve ahora a un gobierno menos fanático que el anterior, que de todas maneras tiene los mismos propósitos solo que está dispuesto a tratar por otros medios. A todas estas, no hay que olvidar que, finalmente, Uribe ¡no acabó con las FARC! De manera que tampoco es que sus métodos resultaran tan maravillosos.
Tuesday, May 22, 2012
¡Ahora Resulta que los Uribistas son Demócratas!
Si Uds. creían que el uribismo era un monolito incapaz de cambiar y de abrirse a nuevas ideas se equivocan. El Espectador nos está demostrando que el uribismo purasangre tiene capacidad de renovación. Durante un tiempo el vocero del uribismo en aquel periódico era Ernesto Yamhure quien, antes de honrar la página de opinión de aquel periódico, cultivó las dotes de su pluma escribiendo memorandos para los paramilitares. Ahora el uribismo tiene una nueva vocera más joven, más fotogénica y, supongo yo, con actividades extracurriculares menos emocionantes: Paloma Valencia Laserna. De vez en cuando la leo, no mucho. Pero la columna de hoy es muy interesante. Resulta que para los uribistas el gobierno Santos no solamente les ha incumplido a ellos sino que también está socavando la democracia porque no cumple con la plataforma que ellos apoyaron.
Antes de entrar en materia, tomémonos una pausa para apreciar la deliciosa ironía de tener impartiendo lecciones de democracia a quienes quisieron por toda clase de medios mantener a su capataz indefinidamente en el poder y que aún hoy siguen pensando en modificarle "articulitos" a la Constitución para que el Mesías del Ubérrimo pueda volver al Solio de Bolívar. Es como asistir a un taller sobre igualdad de género dictado por el "Bolillo" Gómez.
Pero bueno, veamos la sustancia del argumento ya que tiene puntos sugestivos. Se queja la columnista de que resulta antidemocrático que un presidente se haga elegir con una plataforma y gobierne con otra. ¡Las vueltas que da la vida! A mí me llama la atención porque este punto tiene su historia bastante larga y sospecho que si Paloma Valencia la supiera, pensaría dos veces antes de escribir estas cosas.
Hacia finales de los 80 y comienzos de los 90 tuvimos en América Latina tres casos de lo que ahora deplora Valencia. Carlos Andrés Pérez ganó las elecciones en Venezuela presentándose como el hombre que le iba a plantar cara al FMI y luego lanzó un paquete de ajuste económico (y desajuste democrático) que llevó al Caracazo y dejó a la Cuarta República herida de gravedad. (Heridas de las que, a la postre, falleció.) Alberto Fujimori ganó las elecciones en Perú dizque como alternativa al plan de choque neoliberal que ofrecía (¿o amenazaba? nunca quedó claro) Vargas Llosa y, una vez en el poder decretó unas medidas de contracción aún más drásticas que las de su rival, además de darle entierro de pobre a la frágil democracia peruana. Carlos Menem se hizo elegir con la consigna de "salariazo y revolución productiva" y una vez en el poder lanzó el plan de ajuste y privatizaciones más drástico de América Latina en ese momento. Con tres golpes de pluma, tres democracias latinoamericanas que habían votado en contra del neoliberalismo se convirtieron en el laboratorio favorito del "Consenso de Washington." No recuerdo a nadie en la derecha continental deplorando este giro como algo antidemocrático. Por supuesto, Paloma Valencia no menciona nada de esto.
No le falta razón a Valencia. Hay algo chocante en el hecho de que gobiernos democráticos puedan dar virajes de 180 grados en contra del mandato que supuestamente le confirieron sus electores. Pero eso no se lo inventó Santos. Ni siquiera lo introdujo como innovación en Colombia. Ya antes había ocurrido en nuestro país.
Por ejemplo, ¿se acuerdan del presidente ese que durante la campaña electoral habló todo el tiempo de restaurar el imperio de la ley y que tan pronto llegó al poder resultó que, sin que nos hubiera dicho, había estado cocinando un acuerdo con los grupos paramilitares? Sí, sí, el de Ralito, ese de acento paisa que era hasta vecino de finca de Castaño ¿cómo es que se llamaba?
Las democracias del mundo casi no tienen mecanismos para forzar al gobierno a cumplir su plataforma electoral. El único mecanismo institucional es el castigo en las urnas una vez terminado el mandato. De resto queda la movilización social, que me parece sana. Yo soy un convencido de que la democracia no puede reducirse únicamente a votar cada cierto número de años. De modo que si Paloma Valencia y sus amigos están tan indignados con el Presidente Santos, los invito a que salgan a las calles a protestar. Es legítimo. Es democrático. Me queda, eso sí, la duda de cuáles serían los slogans. ¿"La tierra pa'l que la despoja"? ¿"Por nuestros puestos, ni un minuto de silencio, toda una vida de reelecciones"? Hay algo que no me suena...
En el fondo, lo que me divierte de todo este espectáculo es ver a la ultra derecha resentida buscando parapeto en argumentos de estirpe progresista lo cual los obliga a la superficialidad y al desdén. Como si tuvieran que pedir posada en una pensión inmunda porque se les innundó la mansión; pasan la noche, hasta puede que finjan agradecimiento, pero no ven la hora de salirse de allí.
Toda democracia tiene problemas. Los que señala Valencia son serios y merecen ser discutidos. Pero resulta patético que de todas las cortapisas al mandato popular que existen en una democracia capitalista, Valencia se fije únicamente en las que tienen sin puesto a sus amigos. Vivimos en un mundo en el que los gobiernos elegidos quedan a merced del capital financiero internacional, en el que muchos programas sociales tienen que pasar por las horcas caudinas del FMI (o ahora en Euorpa del BCE), en el que los tratados de libre comercio, como el que tanto buscaron Uribe y Santos, dejan a los países sin margen de maniobra en sus negociaciones con la inversión extranjera y en el manejo de sus recursos naturales, en el que el prohibicionismo de los Estados Unidos obliga a países como Colombia a enfrentarse a mafias multimillonarias y así sucesivamente.
Todos estos problemas hacen que los supuestos mandatos democráticos queden desvirtuados, como se ve cuando muchos gobiernos tienen que aplicar plataformas opuestas a las que propusieron. Pero Paloma Valencia no se había enterado de nada de esto hasta que Santos decidió apartarse unos cuantos milímetros de la ortodoxia uribista. Porque, diga lo que diga Valencia, Santos ha continuado muchas de las políticas de Uribe. Solo se ha deslindado de las más aberrantes e insostenibles como su guerrerismo, su complicidad con el despojo de tierras y su obsesión por azuzar un conflicto regional. De resto no hay mucha diferencia. Uno que otro puestico con el que de pronto los amigos de Valencia ya estaban contando.
Así que, compañeros de pensión, Paloma Valencia nos llegó aquí mojada, tiritando de frío y sin tener dónde pasar la noche. Qué dicen ¿la recibimos o no?
Antes de entrar en materia, tomémonos una pausa para apreciar la deliciosa ironía de tener impartiendo lecciones de democracia a quienes quisieron por toda clase de medios mantener a su capataz indefinidamente en el poder y que aún hoy siguen pensando en modificarle "articulitos" a la Constitución para que el Mesías del Ubérrimo pueda volver al Solio de Bolívar. Es como asistir a un taller sobre igualdad de género dictado por el "Bolillo" Gómez.
Pero bueno, veamos la sustancia del argumento ya que tiene puntos sugestivos. Se queja la columnista de que resulta antidemocrático que un presidente se haga elegir con una plataforma y gobierne con otra. ¡Las vueltas que da la vida! A mí me llama la atención porque este punto tiene su historia bastante larga y sospecho que si Paloma Valencia la supiera, pensaría dos veces antes de escribir estas cosas.
Hacia finales de los 80 y comienzos de los 90 tuvimos en América Latina tres casos de lo que ahora deplora Valencia. Carlos Andrés Pérez ganó las elecciones en Venezuela presentándose como el hombre que le iba a plantar cara al FMI y luego lanzó un paquete de ajuste económico (y desajuste democrático) que llevó al Caracazo y dejó a la Cuarta República herida de gravedad. (Heridas de las que, a la postre, falleció.) Alberto Fujimori ganó las elecciones en Perú dizque como alternativa al plan de choque neoliberal que ofrecía (¿o amenazaba? nunca quedó claro) Vargas Llosa y, una vez en el poder decretó unas medidas de contracción aún más drásticas que las de su rival, además de darle entierro de pobre a la frágil democracia peruana. Carlos Menem se hizo elegir con la consigna de "salariazo y revolución productiva" y una vez en el poder lanzó el plan de ajuste y privatizaciones más drástico de América Latina en ese momento. Con tres golpes de pluma, tres democracias latinoamericanas que habían votado en contra del neoliberalismo se convirtieron en el laboratorio favorito del "Consenso de Washington." No recuerdo a nadie en la derecha continental deplorando este giro como algo antidemocrático. Por supuesto, Paloma Valencia no menciona nada de esto.
No le falta razón a Valencia. Hay algo chocante en el hecho de que gobiernos democráticos puedan dar virajes de 180 grados en contra del mandato que supuestamente le confirieron sus electores. Pero eso no se lo inventó Santos. Ni siquiera lo introdujo como innovación en Colombia. Ya antes había ocurrido en nuestro país.
Por ejemplo, ¿se acuerdan del presidente ese que durante la campaña electoral habló todo el tiempo de restaurar el imperio de la ley y que tan pronto llegó al poder resultó que, sin que nos hubiera dicho, había estado cocinando un acuerdo con los grupos paramilitares? Sí, sí, el de Ralito, ese de acento paisa que era hasta vecino de finca de Castaño ¿cómo es que se llamaba?
Las democracias del mundo casi no tienen mecanismos para forzar al gobierno a cumplir su plataforma electoral. El único mecanismo institucional es el castigo en las urnas una vez terminado el mandato. De resto queda la movilización social, que me parece sana. Yo soy un convencido de que la democracia no puede reducirse únicamente a votar cada cierto número de años. De modo que si Paloma Valencia y sus amigos están tan indignados con el Presidente Santos, los invito a que salgan a las calles a protestar. Es legítimo. Es democrático. Me queda, eso sí, la duda de cuáles serían los slogans. ¿"La tierra pa'l que la despoja"? ¿"Por nuestros puestos, ni un minuto de silencio, toda una vida de reelecciones"? Hay algo que no me suena...
En el fondo, lo que me divierte de todo este espectáculo es ver a la ultra derecha resentida buscando parapeto en argumentos de estirpe progresista lo cual los obliga a la superficialidad y al desdén. Como si tuvieran que pedir posada en una pensión inmunda porque se les innundó la mansión; pasan la noche, hasta puede que finjan agradecimiento, pero no ven la hora de salirse de allí.
Toda democracia tiene problemas. Los que señala Valencia son serios y merecen ser discutidos. Pero resulta patético que de todas las cortapisas al mandato popular que existen en una democracia capitalista, Valencia se fije únicamente en las que tienen sin puesto a sus amigos. Vivimos en un mundo en el que los gobiernos elegidos quedan a merced del capital financiero internacional, en el que muchos programas sociales tienen que pasar por las horcas caudinas del FMI (o ahora en Euorpa del BCE), en el que los tratados de libre comercio, como el que tanto buscaron Uribe y Santos, dejan a los países sin margen de maniobra en sus negociaciones con la inversión extranjera y en el manejo de sus recursos naturales, en el que el prohibicionismo de los Estados Unidos obliga a países como Colombia a enfrentarse a mafias multimillonarias y así sucesivamente.
Todos estos problemas hacen que los supuestos mandatos democráticos queden desvirtuados, como se ve cuando muchos gobiernos tienen que aplicar plataformas opuestas a las que propusieron. Pero Paloma Valencia no se había enterado de nada de esto hasta que Santos decidió apartarse unos cuantos milímetros de la ortodoxia uribista. Porque, diga lo que diga Valencia, Santos ha continuado muchas de las políticas de Uribe. Solo se ha deslindado de las más aberrantes e insostenibles como su guerrerismo, su complicidad con el despojo de tierras y su obsesión por azuzar un conflicto regional. De resto no hay mucha diferencia. Uno que otro puestico con el que de pronto los amigos de Valencia ya estaban contando.
Así que, compañeros de pensión, Paloma Valencia nos llegó aquí mojada, tiritando de frío y sin tener dónde pasar la noche. Qué dicen ¿la recibimos o no?
Monday, May 21, 2012
¿Tiene Futuro la Izquierda en Colombia?
De pronto estoy aburriendo a mis lectores con este asunto. Ya le he gastado varias entradas en este blog. Pero la semana pasada Hernando Gómez Buendía le gastó un artículo al tema en Razón Pública lo cual me decidió a escribirle una respuesta que él muy amablemente publicó en la misma revista.
Obviamente, me interesa que lean los dos artículos pero no dejo pasar la oportunidad para repetir algo que he venido diciendo: la izquierda colombiana no está tan mal como se suele decir. Tiene posibilidades que debería aprovechar pero también tiene que superar muchas conductas suicidas, en especial el faccionalismo.
Me parece ridículo que la izquierda colombiana no pueda organizar un partido coherente porque, supuestamente, está dividida entre "radicales" y "moderados." Todo partido serio del mundo tiene esas divisiones. Las diferencias ideológicas entre, digamos, Gustavo Petro y Jorge Robledo son de magnitud comparable a las que había entre Carlos Lleras Restrepo y Julio César Turbay, o entre Misael Pastrana y Alvaro Gómez. Pero en la izquierda esto se traduce en todo tipo de pugnas y divisiones mientras que los partidos Liberal y Conservador podían funcionar perfectamente a pesar de esas desavenencias. Yo creí que cuando la izquierda empezara a ganar elecciones superaría ese infantilismo divisionista. Pero el proceso está tomando más tiempo del que yo creí. Pero bueno, como a mí siempre me gusta mantener una nota optimista, terminé el artículo como lo terminé.
Wednesday, May 16, 2012
¿Por Qué No Cuadran las Cuentas del Mediterráneo?
Hoy tuvimos acá un seminario donde el tema era la evasión de impuestos rampante en Italia y, por pura coincidencia, el tema económico del día es, como no, Grecia, otro país donde la evasión de impuestos llega a niveles... olímpicos. Lo que no me cuadra es, por qué todo el mundo insiste en culpar a la evasión de impuestos de las crisis fiscales de ambos países. Uno puede imaginarse fácilmente un país con evasión crónica en el que, sin embargo, las autoridades han aprendido a hacer cuentas realistas de modo que el gasto termina siendo, más o menos, similar al ingreso. No conozco datos, pero me atrevería a decir que en Colombia la evasión de impuestos es también altísima y sin embargo las finanzas públicas de Colombia son sostenibles.
Es parte de un patrón que ya se está volviendo viejo en Europa. Culpar de la crisis coyuntural a factores estructurales que se han mantenido estables antes de la crisis y durante ella.
Por supuesto que es importante corregir la evasión de impuestos. Por supuesto que es importante mejorar la eficiencia de la gestión pública en cualquier país. Pero es facilista decir que esos problemas son los culpables de la crisis y que, por tanto, no se puede hacer nada en este momento excepto, cómo no, "programas de ajuste estructural."
Es parte de un patrón que ya se está volviendo viejo en Europa. Culpar de la crisis coyuntural a factores estructurales que se han mantenido estables antes de la crisis y durante ella.
Por supuesto que es importante corregir la evasión de impuestos. Por supuesto que es importante mejorar la eficiencia de la gestión pública en cualquier país. Pero es facilista decir que esos problemas son los culpables de la crisis y que, por tanto, no se puede hacer nada en este momento excepto, cómo no, "programas de ajuste estructural."
No Tengo Nada que Decir Sobre el Atentado en Bogotá...
... aparte de lo obvio que es deplorar la pérdida de vidas humanas. Siempre duele ver como el terrorismo termina llenando de luto familias humildes. Por otro lado, me alegro que esté con vida Fernando Londoño. Me parece un político de ultra-derecha (no de centro-derecha como lo describe El Espectador) absolutamente execrable. Reconozco que es inteligente y estudioso, cosa que no se puede decir de muchos de nuestros "padres de la patria." Pero ninguna sociedad puede aceptar que las diferencias de opinión se salden con sangre. A gente como Londoño hay que derrotarla políticamente, sin violencia.
Por lo demás, tendremos que estar atentos a la información que salga. Todavía no me quiero casar con ningún escenario. Es más, si les digo la verdad, aunque el gobierno ya dijo que la bomba de Caracol había sido puesta por las FARC, yo todavía no me convenzo de esa. Las FARC han demostrado que pueden hacer muchas barbaridades, pero eso no nos debe llevar al reflejo de atribuirles todas. Esperemos.
Por lo demás, tendremos que estar atentos a la información que salga. Todavía no me quiero casar con ningún escenario. Es más, si les digo la verdad, aunque el gobierno ya dijo que la bomba de Caracol había sido puesta por las FARC, yo todavía no me convenzo de esa. Las FARC han demostrado que pueden hacer muchas barbaridades, pero eso no nos debe llevar al reflejo de atribuirles todas. Esperemos.
Tuesday, May 15, 2012
Más Allá del Ingreso Básico
Como ya lo he expresado varias veces, yo soy un convencido del ingreso básico universal. Pero de un tiempo para acá me he preguntado si no sería prudente ponerle atención a otras alternativas socialistas ya que muy posiblemente el enfocarse mucho en una sola plataforma puede hacerle a uno perder de vista otros frentes importantes. El ingreso básico tiene cantidades de beneficios, pero no puede resolver todos los problemas de una sociedad. Entonces, estoy tratando de pensar en qué otras ideas deben ser parte de una propuesta socialista moderna, aparte del ingreso básico.
En estos días he estado pensando otra: la necesidad de cambiar el sistema de regulación de las grandes empresas. Se trata de una idea que tuvo cierta difusión en los años 90 bajo el nombre de "stakeholder capitalism" y que en su momento no pareció muy promisoria pero que ahora me gusta cada vez más.
El principio es relativamente simple: una empresa grande (digamos de más de 500 empleados) es un agente político y social de enorme influencia que puede terminar utilizando los recursos de que dispone en formas que violenten el pacto social. Entonces, debería poderse plantear que cuando una empresa llega a determinado tamaño, deba introducir ciertas reformas en sus estatutos para que en su proceso de toma de decisiones tenga que tomar en cuenta no solamente a sus accionistas sino también a sus consumidores, empleados, residentes de sus zonas de operaciones, etc. De ese modo, las grandes corporaciones tendrían mayor transparencia en sus tratos con el público y la sociedad tendría oportunidad de incidir sobre decisiones que tarde o temprano terminan por afectarla.
Me dirán que es absurdo y que, bajo esas condiciones nadie va a invertir. Pamplinas. Primero, mucha gente invierte en empresas que nunca llegan a semejantes dimensiones leviatánicas. Segundo, estoy cansado de que todo debate económico termina marcado por el tremendismo que supuestamente la ciencia económica debería evitar. Por ejemplo, Argentina nacionaliza Repsol y todos salen a decir que ¡¡¡Nunca nadie más va a invertir en Argentina!!!! La forma correcta de debatir sería tener un estimativo de cuánta inversión se perdería, cuál sería su impacto macroeconómico, cuál su impacto ambiental, y así sucesivamente, eso balanceado con el beneficio de la política que uno esté discutiendo. Dicho de otra manera, estoy totalmente cansado, molesto, hastiado, asqueado, de que los debates sobre política siempre se considere que el fin último de toda sociedad es obtener la mayor cantidad de inversión posible, a toda costa, sea como sea, y que cualquier pequeña pérdida de inversión sea un desastre absoluto.
Basta de eso. Muy seguramente una plataforma socialista seria generaría en muchas economías menos inversión que la que tenemos ahora. Bien. Digámoslo y discutámoslo en serio, sin alarmismos de quienes supuestamente son los científicos.
Otra idea: en la última campaña presidencial francesa Melenchon propuso impuestos del 100% para ingresos superiores a 300 mil euros. Valdría la pena pensarlo. Me suena.
¿Alguien sabe de más propuestas que se puedan añadir como parte de un paquete de reforma social?
Friday, May 11, 2012
Bancarización de los Pobres. ¿Por Qué No?
Uno de los columnistas colombianos que leo con frecuencia y que me gusta es Rodolfo Arango. En el milenio pasado compartimos aula de clase cuando él ya empezaba a destacarse como jurista. No siempre estoy de acuerdo con él, especialmente con su lectura sobre las divisiones y las estrategias políticas de la izquierda colombiana. (Es una forma elegante de decir que yo estoy más dispuesto a simpatizar con Petro que él.) Pero en materia sustantiva casi siempre coincido con sus planteamientos. Pero en la columna de ayer sí dijo algo que me sorprende y no entiendo tal vez porque yo no estoy siguiendo de cerca la historia a la que se refiere.
Se queja Rodolfo de la propuesta del gobierno de extender el IVA y de crear un sistema de devoluciones a través de cuentas bancarias. Son dos temas distintos, como él lo expresa claramente. No he visto detalles sobre la propuesta del IVA pero mis reflejos de izquierdista me llevan a que, en principio, no me guste depender mucho de los impuestos indirectos. Pero soy suficientemente flexible para dejarme convencer. Al fin y al cabo, los impuestos indirectos tienen cosas buenas desde el punto de vista microeconómico ya que no inciden tanto sobre los incentivos. A mí el famoso efecto incentivos de los impuestos no me preocupa tanto como a la mayoría de los economistas pero entiendo que existe y que, por lo tanto, una dosis bien calculada de impuestos indirectos puede formar parte de un buen paquete tributario.
Pero si leo bien a Rodolfo, a él le molesta también la idea de la devolución del IVA vía cuentas bancarias.
Además, la bancarización masiva sería un paso previo para mejorar la logística de mi causa favorita: la creación de un sistema de renta básica universal. Para ciudadanos de clase media y alta que estén activos en el mercado laboral, la logística de la renta básica es muy sencilla: se modifica un renglón de la declaración de impuestos para que simplemente a la hora de pagar impuestos allí les quede la deducción. No es necesario entregarles ningún dinero aunque se les puede dar la opción, de pronto con un pequeño descuento que reconozca el costo administrativo de enviarles el cheque. El problema logístico es con los ciudadanos más pobres y con aquellos que están desempleados que son los que más necesitarían el dinero de la renta básica. A ellos sí que sería importante poderles enviar el cheque con prontitud y además que tengan a su disposición servicios bancarios si quieren usar ese dinero como garantía para un préstamo de mediano plazo (por ejemplo, si quieren poner un pequeño negocio).
Entonces, mientras más gente esté bancarizada mejor, especialmente entre los sectores más pobres. Puede que la bancarización sea en este momento un propósito "neoliberal" en Colombia pero la izquierda no tiene por qué oponerse. Ya lo sabremos utilizar para nuestros propósitos cuando lleguemos al poder, compañeros.
Se queja Rodolfo de la propuesta del gobierno de extender el IVA y de crear un sistema de devoluciones a través de cuentas bancarias. Son dos temas distintos, como él lo expresa claramente. No he visto detalles sobre la propuesta del IVA pero mis reflejos de izquierdista me llevan a que, en principio, no me guste depender mucho de los impuestos indirectos. Pero soy suficientemente flexible para dejarme convencer. Al fin y al cabo, los impuestos indirectos tienen cosas buenas desde el punto de vista microeconómico ya que no inciden tanto sobre los incentivos. A mí el famoso efecto incentivos de los impuestos no me preocupa tanto como a la mayoría de los economistas pero entiendo que existe y que, por lo tanto, una dosis bien calculada de impuestos indirectos puede formar parte de un buen paquete tributario.
Pero si leo bien a Rodolfo, a él le molesta también la idea de la devolución del IVA vía cuentas bancarias.
"Pero como todo en la vida, el diablo está en los detalles. Nada dice el ministro de cómo se realizará la devolución del IVA a la población exenta, pero bien conocido es el propósito gubernamental de formalización mediante la bancarización."El tono con que Rodolfo menciona el asunto sugiere que él rechaza el propósito de la bancarización. Si es así, discrepo. La bancarización de los pobres puede ser una herramienta muy eficaz de corte progresista dependiendo de cómo se ejecute. En muchos países la banca postal ha sido un mecanismo que le permite a mucha gente acceder a servicios bancarios básicos, gente que la banca privada comercial seguramente rechazaría. A mí me parecería una buena idea crear un banco público que ofrezca servicios mínimos sin ninguna sofisticación. Esa idea ronda en Estados Unidos donde se habla de crear una "opción pública" bancaria que ofrezca, en la jerga norteamericana, cuentas "plain vanilla" es decir cuentas que simplemente hagan lo que dicen que hacen sin entrar en el juego de derivadas financieras, hipotecas ilegibles y cosas de esas.
Además, la bancarización masiva sería un paso previo para mejorar la logística de mi causa favorita: la creación de un sistema de renta básica universal. Para ciudadanos de clase media y alta que estén activos en el mercado laboral, la logística de la renta básica es muy sencilla: se modifica un renglón de la declaración de impuestos para que simplemente a la hora de pagar impuestos allí les quede la deducción. No es necesario entregarles ningún dinero aunque se les puede dar la opción, de pronto con un pequeño descuento que reconozca el costo administrativo de enviarles el cheque. El problema logístico es con los ciudadanos más pobres y con aquellos que están desempleados que son los que más necesitarían el dinero de la renta básica. A ellos sí que sería importante poderles enviar el cheque con prontitud y además que tengan a su disposición servicios bancarios si quieren usar ese dinero como garantía para un préstamo de mediano plazo (por ejemplo, si quieren poner un pequeño negocio).
Entonces, mientras más gente esté bancarizada mejor, especialmente entre los sectores más pobres. Puede que la bancarización sea en este momento un propósito "neoliberal" en Colombia pero la izquierda no tiene por qué oponerse. Ya lo sabremos utilizar para nuestros propósitos cuando lleguemos al poder, compañeros.
Tuesday, May 8, 2012
¡Liberen a Langlois!
Hasta donde yo sé, las FARC no tienen ni idea de que yo existo y mucho menos que tengo este blog. He escrito sobre ellas, le he gastado tiempo a tratar de entenderlas e incluso he formado parte de los intentos colectivos de generar interlocución con ellas pero personalmente no tengo ningún contacto.
Pero si yo pudiera decirle algo a las FARC en este momento es: Liberen a Langlois a la mayor brevedad posible!!!!
Me entero leyendo el periódico que las FARC, al parecer, están condicionando la entrega de Langlois a que se abra un "amplio debate nacional e internacional sobre la libertad de informar." Me llama la atención el lenguaje del comunicado. Es un poco más vago de lo que uno esperaría. En particular, la forma como está escrito el punto 6 es extraña. Dice textualmente:
O sea, si nos atenemos al texto literalmente, las FARC no están exigiendo la apertura de nada. Dicen que creen que es lo mínimo que puede esperarse. Eso es un poco distinto. Además, el famoso debate lo dejan muy etéreo: un debate nacional e internacional. Es decir, no se sabe ni dónde, ni cuánto ni qué tan largo, ni entre quienes, nada.
¿Por qué ese lenguaje tan ambiguo? Se me ocurre un hipótesis: en el fondo las FARC entienden que se les puede volver un encarte el secuestro de Langlois y que más temprano que tarde lo van a tener que liberar. No creo que quieran repetir la debacle política de un secuestro de muchos años, para completar, de un periodista internacional. Pero por otro lado tampoco quieren soltarlo sin obtener nada a cambio. Al fin y al cabo es una buena oportunidad para las FARC de captar la atención internacional.
Por eso esa exigencia a medias. Exigen pero no exigen: creen que puede esperarse. Si yo estoy en lo cierto, es erróneo decir que las FARC están haciendo una exigencia perentoria e incluso sería contraproducente. Mejor dicho, si estoy en lo cierto, el Vicepresidente Garzón se está equivocando al reaccionar en forma tan airada. Porque, otra vez, si yo estoy en lo cierto, la exigencia/condición/creencia/esperanza/lo que sea de las FARC es en realidad una postura que están asumiendo en espera de que el gobierno les deje una salida decorosa mediante la cual puedan liberar a Langlois a la vez que obtienen un poquito de presencia internacional. Y cuando una parte está esperando que le dejen una salida, no es buena idea entrar a descalificar de entrada.
La forma más fácil de salir de esto, se me ocurre a mí, es la siguiente: las FARC deberían liberar a Langlois lo más pronto posible. Eso puede tomar tiempo porque, contrario a lo que la gente cree, para liberar un secuestrado no basta con dejarlo tirado en una carretera. Es importante tener garantías de seguridad para el secuestrado y quienes lo entregan. Pero dejando de lado ese aspecto logístico (aunque estoy seguro que eso va a prestarse para un forcejeo de días y semanas que en últimas no le sirve a nadie), el punto es que las FARC podrían enviar con Langlois todos los comunicados que quieran incluido, si así lo creen, un dossier documentando los casos más flagrantes de lo que ellas consideran la manipulación informativa. Videos, recortes de prensa, lo que quieran. Para cualquier periodista eso es un tesoro invaluable que tendría muy amplia difusión y que, en últimas, podría generar al famoso debate sobre libertad informativa. Todos saldríamos ganando. Ganaría Langlois, que por ahora es lo más importante, ya que volvería sano, salvo y pronto. Ganarían las FARC porque su famoso debate se produciría con muchísimo impacto internacional y al mismo tiempo mostrarían cierta capacidad de obrar conforme a las normas internacionales de la guerra. Ganaría el país porque, digamos la verdad, sí que nos conviene discutir el tema de la libertad informativa en Colombia. Es una materia en la que el país está muy mal. Además, habría otro "gesto de paz."
De modo que, si por casualidad esto llega a las FARC: LIBEREN A LANGLOIS.
Además, si por casualidad esto llega a Angelino Garzón: Prudencia, por favor.
Pero si yo pudiera decirle algo a las FARC en este momento es: Liberen a Langlois a la mayor brevedad posible!!!!
Me entero leyendo el periódico que las FARC, al parecer, están condicionando la entrega de Langlois a que se abra un "amplio debate nacional e internacional sobre la libertad de informar." Me llama la atención el lenguaje del comunicado. Es un poco más vago de lo que uno esperaría. En particular, la forma como está escrito el punto 6 es extraña. Dice textualmente:
Creemos que lo mínimo que puede esperarse para la recuperación de su plena movilidad es la apertura de un amplio debate nacional e internacional sobre la libertad de informar.
O sea, si nos atenemos al texto literalmente, las FARC no están exigiendo la apertura de nada. Dicen que creen que es lo mínimo que puede esperarse. Eso es un poco distinto. Además, el famoso debate lo dejan muy etéreo: un debate nacional e internacional. Es decir, no se sabe ni dónde, ni cuánto ni qué tan largo, ni entre quienes, nada.
¿Por qué ese lenguaje tan ambiguo? Se me ocurre un hipótesis: en el fondo las FARC entienden que se les puede volver un encarte el secuestro de Langlois y que más temprano que tarde lo van a tener que liberar. No creo que quieran repetir la debacle política de un secuestro de muchos años, para completar, de un periodista internacional. Pero por otro lado tampoco quieren soltarlo sin obtener nada a cambio. Al fin y al cabo es una buena oportunidad para las FARC de captar la atención internacional.
Por eso esa exigencia a medias. Exigen pero no exigen: creen que puede esperarse. Si yo estoy en lo cierto, es erróneo decir que las FARC están haciendo una exigencia perentoria e incluso sería contraproducente. Mejor dicho, si estoy en lo cierto, el Vicepresidente Garzón se está equivocando al reaccionar en forma tan airada. Porque, otra vez, si yo estoy en lo cierto, la exigencia/condición/creencia/esperanza/lo que sea de las FARC es en realidad una postura que están asumiendo en espera de que el gobierno les deje una salida decorosa mediante la cual puedan liberar a Langlois a la vez que obtienen un poquito de presencia internacional. Y cuando una parte está esperando que le dejen una salida, no es buena idea entrar a descalificar de entrada.
La forma más fácil de salir de esto, se me ocurre a mí, es la siguiente: las FARC deberían liberar a Langlois lo más pronto posible. Eso puede tomar tiempo porque, contrario a lo que la gente cree, para liberar un secuestrado no basta con dejarlo tirado en una carretera. Es importante tener garantías de seguridad para el secuestrado y quienes lo entregan. Pero dejando de lado ese aspecto logístico (aunque estoy seguro que eso va a prestarse para un forcejeo de días y semanas que en últimas no le sirve a nadie), el punto es que las FARC podrían enviar con Langlois todos los comunicados que quieran incluido, si así lo creen, un dossier documentando los casos más flagrantes de lo que ellas consideran la manipulación informativa. Videos, recortes de prensa, lo que quieran. Para cualquier periodista eso es un tesoro invaluable que tendría muy amplia difusión y que, en últimas, podría generar al famoso debate sobre libertad informativa. Todos saldríamos ganando. Ganaría Langlois, que por ahora es lo más importante, ya que volvería sano, salvo y pronto. Ganarían las FARC porque su famoso debate se produciría con muchísimo impacto internacional y al mismo tiempo mostrarían cierta capacidad de obrar conforme a las normas internacionales de la guerra. Ganaría el país porque, digamos la verdad, sí que nos conviene discutir el tema de la libertad informativa en Colombia. Es una materia en la que el país está muy mal. Además, habría otro "gesto de paz."
De modo que, si por casualidad esto llega a las FARC: LIBEREN A LANGLOIS.
Además, si por casualidad esto llega a Angelino Garzón: Prudencia, por favor.
Monday, May 7, 2012
Socialismo y Contractualismo
Esto es más una idea que quiero anotar aquí antes de que se me olvide ya que pienso utilizarla más adelante. He estado pensando en estos días que una buena forma de caracterizar buena parte de la tradición socialista es como una reacción a una de las ideas centrales del contractualismo liberal.
El contractualismo liberal considera que el poder arbitrario es una patología que debe ser erradicada. Pero para ello elabora una noción de poder no arbitrario, de poder que emana del consenso ilustrado de los participantes. En cambio el crítico radical (a veces socialista como Marx, a veces antisocialista como Nietzsche) considera que estar sometido al poder es una experiencia brutal que desfigura al sujeto y que ninguna cantidad de información ni de consenso va a ser suficiente para remediar este hecho. Por eso, por ejemplo, para Marx el punto no era humanizar la división del trabajo sino suprimirlo ya que la división del trabajo es ya ella misma una expresión de relaciones de poder. (Piensen, por ejemplo, en la división entre trabajo físico y trabajo intelectual, de la que yo y seguramente muchos de mis lectores somos beneficiarios.)
Si se parte de esa premisa, esto tiene enormes implicaciones para cómo evaluar las instituciones políticas y económicas, cómo transformarlas y cómo estudiarlas. Pero por ahora no tengo tiempo de escribir en extenso al respecto. Ya casi se me vence el plazo para un artículo larguísimo que tengo que entregar, un compromiso que sería desastroso no cumplir.
El contractualismo liberal considera que el poder arbitrario es una patología que debe ser erradicada. Pero para ello elabora una noción de poder no arbitrario, de poder que emana del consenso ilustrado de los participantes. En cambio el crítico radical (a veces socialista como Marx, a veces antisocialista como Nietzsche) considera que estar sometido al poder es una experiencia brutal que desfigura al sujeto y que ninguna cantidad de información ni de consenso va a ser suficiente para remediar este hecho. Por eso, por ejemplo, para Marx el punto no era humanizar la división del trabajo sino suprimirlo ya que la división del trabajo es ya ella misma una expresión de relaciones de poder. (Piensen, por ejemplo, en la división entre trabajo físico y trabajo intelectual, de la que yo y seguramente muchos de mis lectores somos beneficiarios.)
Si se parte de esa premisa, esto tiene enormes implicaciones para cómo evaluar las instituciones políticas y económicas, cómo transformarlas y cómo estudiarlas. Pero por ahora no tengo tiempo de escribir en extenso al respecto. Ya casi se me vence el plazo para un artículo larguísimo que tengo que entregar, un compromiso que sería desastroso no cumplir.
Apertura y Deporte (Gracias, Santiago Montenegro)
Como ya lo he dicho en otras ocasiones, Santiago Montenegro es un intelectual muy serio y respetable. Pero, afortunadamente para este modesto blogger con falta crónica de ideas, de vez en cuando escribe unas columnas que resultan ser todo un banquete de equívocos para comentar.
Fui a leer su última columna sobre la apertura esperando encontrarme un sesudo análisis económico sobre, por supuesto, la apertura. Como intuía que yo no iba a estar de acuerdo, me preparé para un buen ejercicio mental. Pero me encuentro en cambio con un comentario sobre deporte (!). Es imposible que Santiago Montenegro sea peor deportista que yo pero la columna comete unos cuantos errores que, en el fondo, tienen implicaciones para el tema que Montenegro no discutió: los efectos económicos de la apertura.
Dice Montenegro que España es un ejemplo de las bondades de la globalización ya que ha llegado a la cima del deporte mundial gracias a su permanente contacto con el mundo. Pero para demostrarlo dice cosas, por decir lo menos, extrañas.
Comencemos con ciclismo. Según Montenegro, "Por permitir a los mejores ciclistas del mundo competir en la Vuelta a España, un Miguel Induraín llegó a ganar cinco Tours de Francia." Esta frase me sacudió porque si algo recuerdo de los años de gloria de Induraín es que en España estaban decepcionados por su persistente evitar la Vuelta a España. Entonces entro a Wikipedia y me encuentro con que, en efecto, Induraín casi nunca se tomó en serio la Vuelta a España y cuando la corría, también corría el Tour de Francia, obteniendo mejores resultados. Cuando uno corrige este error, la frase debería decir "Por permitir a Miguel Induraín competir en el Tour de Francia, un Miguel Induraín llegó a ganar cinco Tours de Francia" pero, para seguir citando españoles, esto ya sería más propio de Perogrullo que de Santiago Montenegro.
Montenegro pone el ejemplo del fútbol, pero aquí entra en un terreno aún más pantanoso. Hace muchos años se discute si para un país es bueno tener una liga profesional demasiado abierta a los extranjeros. Cierto, España parece haberse beneficiado de esto. Durante la Eurocopa 2008 y el Mundial del 2010 siempre creí que una ventaja de los jugadores españoles era que, en cualquier partido era muy probable que conocieran bien a los jugadores del otro equipo porque los habían tenido en la Liga. Pero Inglaterra tiene una liga profesional tan abierta como la española y ha sido un consistente fracaso en los mundiales, casi tanto como lo era España hasta hace muy poco. En realidad, hoy en día todas las ligas europeas están tan abiertas como la española. Lo que pasa es que no a todas llegan tantos futbolistas de renombre. Pero el efecto de eso sobre el fútbol de cada país es ambiguo. La ligas de Alemania y Francia tienen un perfil relativamente bajo pero la selección alemana es muy consistente en torneos internacionales mientras que la francesa no tanto.
Es más, a propósito de Francia, no sé por qué Montenegro está hablando del fútbol español como si ya fuera una superpotencia cuando en realidad todavía no sabemos si se trata simplemente de que tuvo una generación brillante. Cuando Francia tuvo los Platini, y los Giresse, los Zidane y los Henry, le fue muy bien en los torneos. Pero cuando esos se retiran tiene bajonazos severos. Esperemos a ver cómo le va a España en los próximos años, ahora que se acerca el fin de la carrera de Xavi Hernández o Pujol y que Andrés Iniesta ya ronda los treinta años.
Yéndonos más a los extremos, nadie discute hoy en día que la selección soviética era mucho más potente que la selección rusa. Otro tanto parece sucederle a la selección polaca, no tanto a la checa y ni hablar del caso suicida de Yugoslavia.
En el fondo, el punto es que una cosa es la globalización y otra la apertura. La globalización es un fenómeno generalizado que implica que los países están cada vez más en contacto con el resto del mundo. Esto puede tener muchos efectos benéficos como lo señala Montenegro. A mí también me gustan las sociedades abiertas a la migración y a las nuevas ideas. En cambio, la apertura es una serie de políticas específicas, una estrategia para lidiar con la globalización. No siempre funciona. En el caso del fútbol, como hemos visto, el progreso o el retroceso no tienen nada que ver con la apertura. Para seguir presumiendo de conocedor sin serlo (pero igual creo que sé más que Montenegro), Holanda es tal vez, como ya lo he dicho antes, la mayor potencia futbolística del mundo si ajustamos por población ya que produce unas selecciones formidables con tan solo 16 millones de habitantes. Esto lo ha logrado con una liga de bajo perfil pero que se combina con el desarrollo de fabulosas escuelas locales. (A propósito, ¿cómo se puede hablar del éxito reciente del fútbol español sin mencionar a La Masía, la academia del Barça? No sé. Pero Montenegro lo hace.)
Ese es tal vez el punto más flaco del argumento de Montenegro. Es cierto que la exposición al mundo permite potenciar el talento. Pero el talento no depende solo de la competencia sino que también depende de las condiciones domésticas. Y en eso, la apertura como tal tiene muy poco qué ver.
Fui a leer su última columna sobre la apertura esperando encontrarme un sesudo análisis económico sobre, por supuesto, la apertura. Como intuía que yo no iba a estar de acuerdo, me preparé para un buen ejercicio mental. Pero me encuentro en cambio con un comentario sobre deporte (!). Es imposible que Santiago Montenegro sea peor deportista que yo pero la columna comete unos cuantos errores que, en el fondo, tienen implicaciones para el tema que Montenegro no discutió: los efectos económicos de la apertura.
Dice Montenegro que España es un ejemplo de las bondades de la globalización ya que ha llegado a la cima del deporte mundial gracias a su permanente contacto con el mundo. Pero para demostrarlo dice cosas, por decir lo menos, extrañas.
Comencemos con ciclismo. Según Montenegro, "Por permitir a los mejores ciclistas del mundo competir en la Vuelta a España, un Miguel Induraín llegó a ganar cinco Tours de Francia." Esta frase me sacudió porque si algo recuerdo de los años de gloria de Induraín es que en España estaban decepcionados por su persistente evitar la Vuelta a España. Entonces entro a Wikipedia y me encuentro con que, en efecto, Induraín casi nunca se tomó en serio la Vuelta a España y cuando la corría, también corría el Tour de Francia, obteniendo mejores resultados. Cuando uno corrige este error, la frase debería decir "Por permitir a Miguel Induraín competir en el Tour de Francia, un Miguel Induraín llegó a ganar cinco Tours de Francia" pero, para seguir citando españoles, esto ya sería más propio de Perogrullo que de Santiago Montenegro.
Montenegro pone el ejemplo del fútbol, pero aquí entra en un terreno aún más pantanoso. Hace muchos años se discute si para un país es bueno tener una liga profesional demasiado abierta a los extranjeros. Cierto, España parece haberse beneficiado de esto. Durante la Eurocopa 2008 y el Mundial del 2010 siempre creí que una ventaja de los jugadores españoles era que, en cualquier partido era muy probable que conocieran bien a los jugadores del otro equipo porque los habían tenido en la Liga. Pero Inglaterra tiene una liga profesional tan abierta como la española y ha sido un consistente fracaso en los mundiales, casi tanto como lo era España hasta hace muy poco. En realidad, hoy en día todas las ligas europeas están tan abiertas como la española. Lo que pasa es que no a todas llegan tantos futbolistas de renombre. Pero el efecto de eso sobre el fútbol de cada país es ambiguo. La ligas de Alemania y Francia tienen un perfil relativamente bajo pero la selección alemana es muy consistente en torneos internacionales mientras que la francesa no tanto.
Es más, a propósito de Francia, no sé por qué Montenegro está hablando del fútbol español como si ya fuera una superpotencia cuando en realidad todavía no sabemos si se trata simplemente de que tuvo una generación brillante. Cuando Francia tuvo los Platini, y los Giresse, los Zidane y los Henry, le fue muy bien en los torneos. Pero cuando esos se retiran tiene bajonazos severos. Esperemos a ver cómo le va a España en los próximos años, ahora que se acerca el fin de la carrera de Xavi Hernández o Pujol y que Andrés Iniesta ya ronda los treinta años.
Yéndonos más a los extremos, nadie discute hoy en día que la selección soviética era mucho más potente que la selección rusa. Otro tanto parece sucederle a la selección polaca, no tanto a la checa y ni hablar del caso suicida de Yugoslavia.
En el fondo, el punto es que una cosa es la globalización y otra la apertura. La globalización es un fenómeno generalizado que implica que los países están cada vez más en contacto con el resto del mundo. Esto puede tener muchos efectos benéficos como lo señala Montenegro. A mí también me gustan las sociedades abiertas a la migración y a las nuevas ideas. En cambio, la apertura es una serie de políticas específicas, una estrategia para lidiar con la globalización. No siempre funciona. En el caso del fútbol, como hemos visto, el progreso o el retroceso no tienen nada que ver con la apertura. Para seguir presumiendo de conocedor sin serlo (pero igual creo que sé más que Montenegro), Holanda es tal vez, como ya lo he dicho antes, la mayor potencia futbolística del mundo si ajustamos por población ya que produce unas selecciones formidables con tan solo 16 millones de habitantes. Esto lo ha logrado con una liga de bajo perfil pero que se combina con el desarrollo de fabulosas escuelas locales. (A propósito, ¿cómo se puede hablar del éxito reciente del fútbol español sin mencionar a La Masía, la academia del Barça? No sé. Pero Montenegro lo hace.)
Ese es tal vez el punto más flaco del argumento de Montenegro. Es cierto que la exposición al mundo permite potenciar el talento. Pero el talento no depende solo de la competencia sino que también depende de las condiciones domésticas. Y en eso, la apertura como tal tiene muy poco qué ver.
Friday, May 4, 2012
De Regreso
Prolongadísimo silencio. Inexcusable. Por lo pronto quiero señalar unas cuantas cosas que he estado escribiendo en medios.
Primero, un par de artículos que escribí en Razón Pública, una excelente revista digital, sobre el conflicto con las FARC. Aquí encuentran una hipótesis que he venido madurando de un tiempo para acá para explicar la durabilidad asombrosa del conflicto. Aquí encuentran mi reacción a la liberación unilateral de los soldados.
La verdad es que estoy resuelto a incrementar mi presencia en los medios de modo que espero estar escribiendo más cosas en ese espíritu hacia el futuro. Para la muestra, un tercer botón: resulta que, como estoy en España, me tocó ver la reacción ultranacionalista de la prensa española ante la nacionalización de Repsol, por lo que terminé por escribir, junto con un colega de trabajo, este artículo que salió en El País y que nos hizo acreedores a muchísimos insultos que me enaltecen.
Primero, un par de artículos que escribí en Razón Pública, una excelente revista digital, sobre el conflicto con las FARC. Aquí encuentran una hipótesis que he venido madurando de un tiempo para acá para explicar la durabilidad asombrosa del conflicto. Aquí encuentran mi reacción a la liberación unilateral de los soldados.
La verdad es que estoy resuelto a incrementar mi presencia en los medios de modo que espero estar escribiendo más cosas en ese espíritu hacia el futuro. Para la muestra, un tercer botón: resulta que, como estoy en España, me tocó ver la reacción ultranacionalista de la prensa española ante la nacionalización de Repsol, por lo que terminé por escribir, junto con un colega de trabajo, este artículo que salió en El País y que nos hizo acreedores a muchísimos insultos que me enaltecen.
Subscribe to:
Posts (Atom)