Friday, July 23, 2010

De Cómo y Por Qué Soy un Ingenuo de Siete Suelas (Versión Venezolana)

Como el tema de la presencia de las FARC en Venezuela no es nuevo, ya hace rato estoy acostumbrado a que en Estados Unidos me pregunten al respecto. Mi respuesta nunca deja contento a nadie. Pero a mí me convence, así que aquí va:

El gobierno venezolano tiene varias razones para ser complaciente con la presencia de las FARC en Venezuela:


  1. Las FARC mantienen ocupados a dos ejércitos con los que ellos tienen hipótesis de conflicto (Colombia y Estados Unidos).
  2. Las FARC tienen simpatías entre sectores de la izquierda más radical en Venezuela (tipo barrio 23 de Enero), sectores que apoyan al gobierno.
  3. Llegado el caso, digamos una invasión o el estallido de una guerra civil, las FARC podrían ayudar al gobierno a defenderse. (Si le quieren creer a los famosos computadores, eso dice la carta de Manuel Marulanda a Chávez.)
  4. Las FARC le permitirían al gobierno de Venezuela incidir sobre la política colombiana en términos favorables.


El punto 1 no es nuevo. Los gobiernos venezolanos de la IV República habían hecho cálculos similares (solo que no tenían hipótesis de conflicto con Estados Unidos). Los puntos 2 y 3 son asuntos de la política interna venezolana sobre los que Colombia no tiene nada que hacer y que, a decir verdad, no tendrían que ser tan graves para Colombia. El punto 4 es el grave en la medida en que, dependiendo de su significado y contenido, el gobierno de Venezuela estaría convirtiéndose en una potencia hostil a Colombia con peligrosísimas consecuencias.

Pero a mí no me parece tan grave. ¿Por qué? Porque yo no creo en la interpretación maximalista de este punto. Los maximalistas (al parecer sectores del gobierno colombiano y buena parte de la opinión pública) creen que el objetivo de Chávez es apoyar a las FARC para que ellas se tomen el poder en Colombia y tener una "colonia bolivariana" del otro lado de la frontera. Pero ese objetivo es imposible. Las FARC no tienen ninguna posibilidad de tomarse el poder. Repitan conmigo: las-FARC-no-tie-nen-nin-guna-po-si-bilidad-de-to-marse-el-poder. Toda guerra civil se gana con una combinación político-militar y las FARC, así multiplicaran por diez su músculo militar tienen tal atrofia política que no pueden ganar en las actuales circunstancias. ¿Cómo lo sé? Pues porque, si le creemos al gobierno, hace diez años las FARC eran cinco veces más grandes que ahora, y los secuestrados no llevaban doce años en la selva, y aún en aquel entonces no estaban ni cerca de tomarse el poder. Como lo he dicho muchas veces: en su apogeo militar en los años 90 las FARC a duras penas pudieron controlar Mitú por siete días.

Ahora bien, si el gobierno venezolano sabe esto, y eso es algo que sabe cualquier persona que no esté sometida 24 horas diarias a la propaganda uribista, entonces no puede ser tan idiota de apostarle a las FARC como su vehículo de influencia en la política colombiana. Entonces, ¿cuál es el plan? Yo creo, y aquí es donde me meto en problemas, que el cálculo de Venezuela es que un proceso de paz con las FARC en Colombia desplazaría el centro de gravedad de la política colombiana hacia la izquierda, cosa que le conviene al gobierno de Venezuela en las actuales circunstancias.

Ese cálculo me parece sensato. Seamos honestos, muchos de los que hemos venido insistiendo en la necesidad de un diálogo político con las FARC en el fondo sabemos que esto abriría oportunidades políticas para varios puntos de la agenda de la izquierda.

Si yo tengo razón, la estrategia del gobierno venezolano no es la de armar a las FARC hasta los dientes para lanzar una invasión a Colombia sino más bien ser parte del "pabellón de cuidados intensivos" de las FARC, el apoyo dubitativo y soterrado que le ayuda a las FARC a sobrevivir en su actual estado anémico, apostándole a la posibilidad de que este mismo estado conduzca al diálogo político en Colombia.

Por eso a mí no me parece tan dramático el cuento de los campamentos, las coordenadas, las fotos y todo eso. Si el gobierno de Venezuela estuviera apostándole a que las FARC se van a tomar el poder, creo que ya estaríamos viendo un apoyo mucho más fuerte con consecuencias serias en el campo de batalla.

El problema de todo esto es que se trata de un equilibrio muy inestable que puede romperse en cualquier momento. Hay muchísimas formas en las que esto podría salirse de madre.

La manera más fácil de destruir este equilibrio y volver esto un conflicto regional gigantesco es la que ha venido usando el gobierno uribista y su coalición: azuzar el conflicto interno, cerrar todas las opciones al diálogo político Y AL MISMO tiempo tratar de desestabilizar al gobierno de Venezuela (apoyo a Carmona, incursiones de "paras" en Venezuela y cosas por el estilo). Esa estrategia garantiza que a la vuelta de pocos años la "entente poco cordial" en la que estamos se desbarate.

Por eso hace rato vengo insistiendo en que Colombia y Venezuela deben tratar de entrar en una dinámica en la que simultáneamente se le reduzca la intensidad a sus respectivos procesos internos. Diálogo político en Colombia y simultáneamente un proceso (¿negociación? no lo sé) en el que la oposición venezolana acepte las premisas de la V República y se despida de los intentos restauracionistas conspirativos.

Hasta ahora, justo es decirlo, el Presidente-electo Santos ha actuado muy bien. Si, además, en las elecciones parlamentarias en Venezuela la oposición obtiene buena representación, como es muy probable, de pronto se pueda consolidar la V República en forma tal que todos los sectores sientan que tienen opciones políticas, como debe ser en una democracia. O sea que, por el momento, de pronto se puede evitar el desastre.

2 comments:

  1. Las Farc, durante el gobierno de Uribe, han sido un pretexto, un comodín, para esgrimir en contra de los adversarios políticos del presidente. De todos: del Polo, de Carlos Gaviria, De Jorge Robledo, de Correa, de Chávez, del partido liberal, de Rafael Pardo, de cualquier ciudadano que le caiga gordo. Para Uribe, lograr que los Estados Unidos consideraran a las Farc una organización terrorista fue el regalo más importante que le hicieron en estos ocho años. Así ha podido cargar con el epíteto de terrorista a todo el que no esté de acuerdo con él en cualquier cosa. En el Congreso se oyó más de una vez a algún senador o representante uribista, por ejemplo Clopatofsky, llamar aliado o cómplice del terrorismo a otro senador o representante solo porque no votaba a favor de un proyecto del gobierno. Las Farc sirven para todo. El gobierno tiene fotos que atestiguan presencia de las Farc en la frontera con Venezuela. La respuesta obvia es: debería cuidar mejor la frontera y no responsabilizar al gobierno venezolano o al ecuatoriano. Cuando comenzaron a suavizarse las relaciones con Correa, inmediatamente el problema de las Farc en Ecuador se desinfló, dejó de tener la importancia que Uribe le atribuía para poner al gobierno ecuatoriano en su famosa picota de colaborador de las Far. Igual pasará con Venezuela: su complicidad con las Farc desaparecerá si Santos dialoga y logra acuerdos más o menos duraderos. De lo contrario, esperamos que por lo menos deje esa aterradora costumbre uribista de llamar terroristas, cómplices de las Farc, a todos los que no le marchan.

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  2. En su análisis falta un elemento fundamental, el poder de corrupción infinito que significa el control de la producción y exportación de cocaina por parte de las FARC.

    Yo creo que los comportamientos de los agentes que Ud tan fielmente describe serían imposibles sin el dinero infinito que produce el narcotráfico. Las FARC corrompen los diferentes niveles de poder en Venezuela, desde líderes regionales hasta coroneles. Eso es lo que le permite a Chávez manejar este problema a su antojo. Él sabe que de sus subalternos hacia abajo a todo el mundo le conviene una relación con las FARC, él la explota.

    Andrés Velasco M.

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