Thursday, August 5, 2010

De Cómo y Por Qué es Imposible "Negociar de Buena Fe"

Vuelve y juega. Ahora que Alfonso Cano salió a proponerle a la Administración Santos que se inicien conversaciones, sale el viejo tema de que con las FARC no se puede negociar porque ellas no "negocian de buena fe." (Acabo de tener una larga discusión sobre el tema con un viejo amigo.)

Eso es una pamplina. Ninguna negociación política es de buena fe. Cuando dos grupos en un conflicto armado se sientan a negociar, lo normal es que al comienzo de las negociaciones exista muchísima "mala fe" de ambos lados. Es inevitable. Si Ud. va a comprar un apartamento, Ud. no llega a donde el vendedor diciéndole que lo acaban de echar del sitio donde estaba y que no ha visto ningún otro apartamento y que, como resultado, pase lo que pase en la negociación, Ud. va a terminar comprándolo. Estúpido sería hacerlo. Lo lógico es ir a una negociación mandando la señal de que Ud. en cualquier momento se puede parar de la mesa.

Del mismo modo, en todo conflicto armado (doméstico o internacional) las dos partes llegan a la mesa enviando señales de que hasta que no se logren términos aceptables no van a desistir del conflicto. Lo contrario no es negociar, es rendirse.

Algo me dice que hay cierta posibilidad de que la Administración Santos más temprano que tarde considere una negociación con las FARC. (No me hagan caso, mis pronósticos siempre salen mal.) Si eso es así, vamos a ver el libreto conocido: se inician las conversaciones, las FARC van a mostrarse agresivas, probablemente van a lanzar algún ataque militar, precisamente para dejar claro que no se están rindiendo, y entonces vamos a tener el mismo coro de los opositores del diálogo diciendo que hay que acabarlos anteayer.

A mi modo de ver, lo lógico, lo sensato, sería entender que ambas partes van a estar hostilizándose durante el mismo diálogo (a veces más para atacar a los del propio bando que los de la contraparte) y que lo que hay que hacer es buscar que el diálogo produzca resultados tangibles pronto. En vez de agendas de más de cien puntos (como en los diálogos del Caguán), yo preferiría agendas cortas, relativamente fáciles de ejecutar. Esa es, creo yo, la verdadera forma de generar endógenamente la buena fe. Esperar que haya la tan cacareada buena fe desde el comienzo es, o ser demasiado ingenuo o simplemente no querer negociar, pero sin decirlo.

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