C.A.P.V.: En el cambio de Gobierno que se da en Colombia en este 2010, ¿cuál cree que debe ser el reenfoque de la política colombiana?
M.A.C.: Como observador de América Latina, el legado más importante del presidente Uribe no solamente ha sido la marginación de la guerrilla, sino la creación de un nuevo sentido de comunidad en Colombia. Que se haya podido pedir más impuestos para pagar un proyecto público y común que es la guerra, y que la élite colombiana haya estado preparada para pagar ese dinero, es una de las grandes acciones del presidente Uribe. El nuevo presidente, sea quien sea, tiene que continuar esa misma sensación de comunidad, de nación unida, de proyecto unido entre el rico y el pobre, para empezar a enfrentar los grandes retos que tiene la sociedad colombiana: la falta de exportaciones manufactureras, la gran desigualdad y la pobreza que existen en grandes regiones del país. Si el nuevo presidente puede utilizar estos últimos ocho años y esa creación de un proyecto común, entonces tendrá grandes oportunidades para descolgar los problemas internos que se vienen presentando en Colombia.
Yo no sé tanto de sociología como el Profesor Centeno pero de lo poco que he leído en la materia, una de las preguntas centrales de la disciplina es establecer las condiciones históricas, sociales, políticas y económicas que hacen posible que un grupo se aglutine en torno a algún propósito. Por lo tanto, yo me imaginaría que si un sociólogo quiere entender aquel "nuevo sentido de comunidad" que Centeno encuentra en Colombia (y que yo, en mi ignorancia, no veo tan claro), se preguntaría cuál era el propósito de tal comunidad y de allí pasaría a preguntarse si se logrará el mismo sentido para otros fines. Un sociólogo sería muy escéptico sobre la posibilidad de que un individuo, así sea un presidente reelegido, sea capaz él solo de crear dicho "sentido de comunidad." Atribuir a Uribe la "unidad de propósito" en torno a la guerra en Colombia es ignorar el papel de los medios y muchísimos sectores políticos y sociales belicistas desde cuando el proceso del Caguán entró en su fase agónica.
Dejando de lado el problema de a quién se le debe atribuir dicho "sentido de comunidad," queda el problema de qué tan flexible es. Si a Centeno le estuviera permitido ejercer la sociología en Colombia (porque me temo que es que hay alguna ley oculta en el Ministerio de Educación que se lo prohibe), se habría dado cuenta de que existen fisuras entre los distintos sectores económicos en Colombia. De hecho, el tal "proyecto unido" en contra de la guerrilla fue liderado por las élites terratenientes locales que se opusieron a la paz que querían pactar los grandes intereses financieros e industriales (los "cacaos"). Esas mismas fisuras hacen que otros nobles propósitos no sean tan sencillos. Por ejemplo, democratizar la propiedad de la tierra.
El dichoso "sentido de comunidad" nunca es abstracto; depende de los propósitos. No era difícil unificar a las élites colombianas en torno a la confrontación militar con las FARC hace ocho años. Pero otra cosa será unificarlas en torno a todas las cosas bellas que quiere ver Centeno. Es más, ni siquiera está claro que se puedan unificar para lidiar con las FARC hoy en día.
A todas estas, aprovecho para decir algo que hace rato me molesta. Centeno habla como si durante el gobierno de Uribe se hubiera alzado "la nación en armas" para defenderse de los tanques nazis en Sebastopol o de los bombardeos de la Luftwaffe sobre Londres. Pero la guerra en Colombia ha sido muy distinta. En la Primera Guerra Mundial murió aproximadamente un tercio del estudiantado de Cambridge. ¿Cuántos Uniandinos, cuántos Javerianos han caído en combate? Los hijos del Presidente Roosevelt pelearon en la Segunda Guerra Mundial. ¿Dónde estuvieron Tomás y Jerónimo en estos años? (Bueno, sí sabemos, pero eso es otra cosa...)
¿A qué viene esto? A que a mi juicio una de las cosas más indignantes del clima de opinión en Colombia es que los sectores más guerreristas suelen ser los que menos contribuyen a la guerra. Generalmente la gente que dice que "hay que echarle plomo a todos esos guerrilleros hasta que no quede ni uno" hace lo posible y lo imposible para que no se lleven a sus hijos al servicio militar. Si de verdad las FARC son el cáncer más terrible de la sociedad colombiana, al que hay que derrotar cueste lo que cueste, entonces aquí van algunas ideas que no implican ni siquiera el "sacrificio supremo" de morir en combate.
- El Ejército tiene instalaciones en Bogotá (inclusive cerca de exclusivos sectores residenciales). ¿Cuántas señoras de la sociedad bogotana se han ofrecido a servir comida a los soldados?
- En Colombia no tenemos servicio militar para universitarios. Pero igual, me imagino yo, al Ejército le serviría tener profesionales voluntarios para que les ayudaran en planeación logística, en construcción de puentes y vías, en telecomunicaciones, etc. ¿Cuántos profesionales colombianos se han ofrecido a trabajar, así sea tiempo parcial, en estas labores? ¿Qué tal un "año rural" para todas la profesiones? ¿No dizque hay que hacer lo que sea para apoyar a nuestro Ejército?
- ¿Por qué fue necesario un "impuesto de guerra"? Si la guerra es en serio, ¿no hubiera sido de esperarse que aquellos empresarios que tanto amaron a Uribe ofrecieran voluntariamente dinero de sus ganancias para el Ejército?
Pero no, los guerreristas colombianos ladran pero no muerden. Mejor dicho, ladran durísimo y les encanta cuando otros muerden (y mueren) por ellos. Eso, Profesor Centeno, no es un "proyecto de unidad."
No comments:
Post a Comment