Wednesday, June 23, 2010

Las Bases Sociales de la Politización (II)

Durante su aproximadamente siglo y medio de vida, el socialismo ha enfilado sus baterías hacia el Estado-nación. Las primeras generaciones de socialistas, Marx incluído, tenían una actitud muy recelosa hacia el Estado, cosa comprensible si se tiene en cuenta que la represión que sufrieron los movimientos socialistas a manos de los Estados europeos. Creo que fue Schumpeter el que notó, muy inteligentemente a mi juicio, que lo que hoy conocemos como estatismo socialista era impensable antes de que el Estado se legitimara a través del sufragio universal. Cuando ese proceso se completa, hacia finales del siglo XIX, los movimientos socialistas pasan a considerar al Estado como el campo de batalla decisivo: consumar el tránsito hacia el socialismo es equivalente a que las fuerzas políticas socialistas capturen el control del Estado.

Eso está cambiando. El Estado-nación ya no es lo que era antes. La opinión generalizada es que esto es producto de la movilidad del captial financiero que le quita espacio de maniobra al Estado. Algo de cierto hay en esto pero a mí me da la impresión, y este es el sitio para discutirlo, de que esto es exagerado.

A mi juicio, cuando se debate el efecto de la globalización sobre la política se olvida que el capital es móvil pero que siempre necesita agentes domésticos. Cuando una multinacional se instala en el Tercer Mundo necesita expertos locales, ejecutivos bilingües, gente que conozca las regulaciones domésticas, y así sucesivamente. El capital no llega solo, alguien lo invita, lo trae, lo instala, lo gestiona.

Como resultado, el capital extranjero crea una base política propia en su país anfitrión. Es decir, el problema no es tanto que el capital huya ante cualquier intento de gravarlo sino que en el sistema político doméstico se genera una coalición en contra de gravar al capital.

En la medida en que esto es cierto, esto sugiere que los efectos políticos de la globalización dependen de las condiciones iniciales. En países con sistemas de educación más igualitarios, con mercados domésticos más amplios y diferenciales de salario más reducidos, los beneficiarios de la inversión extranjera pueden ser un grupo relativamente grande. (Si yo tengo razón, India y China pueden atraer inversión extranjera sin tener muchas pérdidas en materia de equidad.) En el caso contrario, y este puede ser el caso de América Latina, el grupo de beneficiarios es más reducido.

Alguna vez leí un ensayo de Saskia Sassen (como estoy empacando, no lo tengo a la mano) donde decía que la globalización ha generado espacios geográficos de élite en todo el mundo. Esto es cierto y, en buena medida resultado de lo que he venido describiendo. Hoy en día toda ciudad del Tercer Mundo que se respete tiene un aeropuerto a la altura de los mejores, rodeado de hoteles de las grandes cadenas, con acceso inalámbrico a internet y restaurantes de primera. (En Bogotá ya solo nos falta el aeropuerto, lo demás está listo y andando hace rato.)

Todo esto tiende a realinderar las clases. Estas élites globalizadas pueden generar un sector servicios cuya suerte está atada a los flujos de capital, así no tenga mayores ingresos. (Esto me recuerda al taxista uribista, muy amable por cierto, que estaba dichoso con el gobierno porque "se puede trabajar" pero que era un subcontratista de Comcel.)

En estas condiciones, ¿cómo se pueden generar alinderamientos políticos de izquierda? Muy seguramente la respuesta requiere pensar en alianzas globales. Pero tengo muchas diligencias que hacer con esto del trasteo. La causa del socialismo tendrá que esperar.

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