En fin, todo eso es historia pasada. (En estos días unas semanas ya son historia pasada.) Ahora Antanas ha decidido que no solo no le interesa aliarse con el Polo sino que además prefiere insultarlo diciendo que es un partido que "justifica directa o indirectamente" la violencia.
Que alguien me explique que quiere decir eso de justificar indirectamente algo porque yo no lo entiendo. En todo caso me suena peligroso. Entre tanto, esto me pareció ya la gota que rebosó la copa así que le envié la siguiente carta al grupo que me había invitado, en la que retiro mi firma.
Estimada XXXX:
Hace unas semanas tuve el honor de ser invitado a firmar la carta de apoyo de varios académicos a Antanas Mockus en su candidatura presidencial. En aquel momento la firmé creyendo, como aún creo, que Mockus tiene enormes atributos personales y políticos que lo podrían convertir en un buen gobernante y que su victoria sería tambien la derrota de la candidatura de Juan Manuel Santos contra la cual tengo enormes reparos.
Pero en los últimos días Mockus ha hecho pronunciamientos públicos que me impiden seguirlo apoyando de la forma en que lo hice en su momento. Me refiero en particular a sus declaraciones en las que sostuvo que el Polo Democrático defiende "teorías que, de algún modo, directo o INDIRECTO, justifican (la violencia)." (El subrayado es mío.)
Aunque no pertenezco formalmente a ninguna organización política, siempre he simpatizado con los partidos de izquierda democrática en Colombia y, desde mi muy discreta posición, he respaldado en los últimos años al Polo Democrático Alternativo. A veces discrepo de sus ejecutorias y de algunos de sus miembros más prominentes. Incluso, considero que Gustavo Petro no era el mejor candidato que el Polo podía nominar a la presidencia. Pero, con todas mis discrepancias, las afirmaciones de Mockus van al núcleo mismo de convicciones políticas que comparto con la inmensa mayoría del Polo; se trata de una diferencia de fondo.
Al igual que la inmensa mayoría de los colombianos, al igual que la inmensa mayoría de los miembros de la izquierda democrática, odio la violencia. Pero, al igual que muchos otros colombianos, no solo dentro de partidos de izquierda sino aún en partidos tradicionales, creo que uno de los pasos esenciales para lograr la paz en Colombia es la superación de injusticias crónicas en nuestro sistema económico y político.
Nunca he sentido que esa postura constituya una justificación ni directa ni indirecta de la violencia. Como científico social estoy acostumbrado a tener que explicar acciones de otros agentes, entendiendo las circunstancias que los pudieron llevar a tomarlas, sin que por ello las justifique. La justificación es una expresión de acuerdo moral con el acto. La explicación, en cambio, es la constatación de que la otra persona, en tanto que sus actos responden a circunstancias externas, tomó una decisión racional o, por lo menos, inteligible a los ojos de un observador.
Como colombiano creo que la violencia en el país es explicable cuando tomamos en cuenta las circunstancias a las que se ven abocados muchísimos ciudadanos, privaciones, exclusiones, intimidaciones, atropellos, todas ellas circunstancias que hacen inteligible el hecho de que alguien opte por usar la violencia, a veces delinquiendo en solitario o en grupo, a veces uniéndose a gupos extremistas tanto de izquierda como de derecha. Siempre he deplorado y aborrecido esa escogencia pero siento que sería obtuso de mi parte asumir una actitud simplista de condena sin detenerme primero a tratar de entender a quienes la han tomado.
Como ciudadano privado, he llevado la vida cómoda de todo académico de clase media. Afortunadamente, nunca he tenido que tomar una decisión que requiera matar o morir. Pero por eso mismo, soy consciente de que mi postura moralmente "civilizada" y pacifista es en parte, y solo en parte, resultado de ese privilegio que, lamentablemente, en Colombia muchos no disfrutan. Así que, sin justificar en ningún momento el uso de la violencia por parte de ninguna persona, creo que es mi deber como académico y como ciudadano tratar de entender la realidad que otros viven y que los coloca en la senda de tomar decisiones que yo repruebo.
En mi caso particular, y reconociendo que no es la única alternativa posible, esas preocupaciones me han llevado a optar por la izquierda democrática. Pero por eso mismo, las declaraciones de Mockus van en contra de convicciones que para mí son muy profundas.
Solo veo dos posibles interpretaciones a la frase de Mockus, ambas inquietantes. En la primera opción, Mockus considera que los actos individuales, especialmente aquellos que reprobamos, deben ser vistos en forma totalmente inconexa con el entorno que los produjo. En ese caso, se trata de una doctrina absolutista que simplemente se niega a tratar de entender al otro y se limita a lanzar admoniciones morales desprovistas de contenido concreto. No veo cómo esa actitud pueda resultar en un gobierno efectivo que logre movilizar a los ciudadanos. En la segunda opción, Mockus considera que, si bien en abstracto es válido el principio de que los actos humanos responden a circunstancias externas, ese principio no se aplica a la violencia en Colombia porque no hay nada en las condiciones del país que lo permita. En ese caso, Mockus está alineándose con las doctrinas más conservadoras de la política colombiana. Se trataría de una postura respetable, que merece ser sometida a debate democrático, pero que no tengo por qué acompañar.
Al leer el documento de la Propuesta de Gobierno, se me ocurre que hay una tercera opción. Al fin y al cabo, allí el Partido Verde reconoce que hay fallas en las estructuras del país que llevan a que muchos colombianos no puedan encontrar opciones de vida decentes, libres de violencia. Entonces, se me ocurre que la motivación de Mockus en sus declaraciones no fue ni ingenuidad intelectual ni derechismo ideológico sino algo más banal: oportunismo político que lo invita a tratar de quitarle votos a Santos moviéndose hacia la derecha, así tenga que ofender a uno de los partidos que más ha hecho por la democracia colombiana en los últimos años. En ese caso, me surgen dudas sobre la voluntad de Mockus de lanzar una nueva forma de hacer política.
Como sé que Mockus es un hombre de grandes cualidades, es muy probable que exista una cuarta interpretación, esta sí satisfactoria para mí. Cuando aparezca esa interpretación me sentiré gratamente sorprendido. Entre tanto, debo terminar aquí mi acompañamiento a Mockus. Le deseo la mejor de las suertes en su campaña, espero que pueda derrotar a Santos y que sea el gobernante que puede llegar a ser. Con sus declaraciones recientes me ha quedado claro que lo que me corresponderá en ese caso es ofrecerle el obsequio que todo mandatario democrático merece: una buena oposición.
Muchas gracias,
Luis Fernando Medina
creo que deberia ir a ver un video en las que uno de los diligentes del polo carlos gaviria justifica "que es mejor matar para que unos vivan bien"
ReplyDelete