En la última entrega me había detenido en el viejo debate entre "izquierda revolucionaria" e "izquierda democrática" por allá en los años 70. Lo traje a colación porque muchos de los dilemas de ese momento reaparecen ahora bajo condiciones distintas.
En principio, la ventaja de la democracia es que es un mecanismo neutral para tomar decisiones colectivas. Es decir, cuando la democracia funciona bien, le garantiza igualdad de condiciones a todas las posibles propuestas de manera que la ganadora gana simplemente porque es la que le gusta a la mayoría. Pero desde hace mucho tiempo varios científicos sociales han expresado dudas al respecto.
Aquí me voy a detener en una que es la que más me ocupa actualmente. En una democracia, los ciudadanos no evalúan las propuestas como si se tratara simplemente de ejercicios intelectuales sin ninguna relevancia práctica. Al contrario, cada alternativa afecta sus vidas de muchas maneras. Por lo tanto, los costos y beneficios de cualquier alternativa dependen de la situación en la que cada ciudadano se encuentre, lo cual a su vez, depende de la estructura económica y social que habita.
Aterricemos esto: pensemos otra vez en los amigos míos a los que les preocupa "lo social." ¿Cuánto dinero tienen para sus preocupaciones? Depende de la cantidad de impuestos que puedan recaudar. Pero esa cantidad depende no solo de la tasa impositiva imperante sino tambien de los relativos costos y beneficios de cambiar dicha tasa. Imaginemos por un instante que Colombia tuviera los mejores parques tecnológicos del mundo, todos ellos conectados con infraestructura de punta, en ambientes urbanos a la altura de las grandes capitales de cualquier otra parte, con gente con títulos de las más prestigiosas universidades, etc., etc., etc. En ese caso, muchísimos inversionistas querrían estar en Colombia así les cobraran impuestos más altos que en otras partes. Colombia sería el sitio en el que hay que estar. Nadie estaría hablando de "confianza inversionista" y mucho menos regalándole plata a ciudadanos particulares como lo hace el uribismo, dizque a cambio de que inviertan. Se podrían subir los impuestos al capital muy por encima de lo que están ahora porque sabríamos que los famosos inversionistas no se irían. Entonces, mis amigos tendrían mucho más dinero para atender "lo social."
De este ejercicio de la imaginación nos queda una lección muy importante: lo que llamamos usualmente "el centro ideológico" no es simplemente una construcción intelectual sino que depende de la estructura profunda de la economía. En esa Colombia hipotética que he descrito, el "centro" defendería impuestos mucho más altos que los que defiende ahora.
Ayer se posesionó como Primer Ministro Británico David Cameron del Partido Conservador. Pero si fuera gringo, a David Cameron lo habrían expulsado del Partido Republicano por izquierdista. Por ejemplo, se la pasa defendiendo el sistema nacional de salud inglés que para la derecha americana es la antesala del Gulag.
¿Por qué? Porque el centro en Gran Bretaña está a la izquierda del centro en Estados Unidos. Pero no es resultado de algún capricho intelectual de los ingleses y los norteamericanos. Es el resultado de que en Gran Bretaña el movimiento obrero, junto con el Partido Laborista, ganó algunas batallas fundamentales que llevaron a la construcción de un Estado del bienestar más generoso que el de Estados Unidos. Recíprocamente, cuando el movimiento obrero inglés fue derrotado por Thatcher, ese mismo Estado del bienestar se vio diezmado.
La democracia no es neutral: aquellas opciones que se adaptan mejor al estado de cosas existente tienen más posibilidades de ganar. Mientras más lo pienso, más me inquieta esto. Si es cierto, y yo creo que lo es, entonces antes de decidir que la vía para el cambio social es la democracia uno tiene que preguntarse cuál cambio quiere y cuál es el estado de cosas imperante y saber cómo operar. Por sí sola, la democracia no le va a resolver el problema.
Volviendo al caso que nos ocupa, el uribismo en Colombia se empeñó en defender un estado de cosas en el que se mantuvo y se acentuó la concentración de la tierra, se consolidó la transición hacia exportaciones intensivas en recursos naturales, se debilitó la organización de la clase trabajadora. Todo eso tiene enormes consecuencias para definir el "centro ideológico" del país.
Esa es la contradicción de aquellos uribistas de izquierda a los que les "desvela lo social." Se han dedicado a aumentar la redistribución del ingreso operando en los márgenes de lo permisible por el sistema que su jefe consolidó. Pero esos márgenes son ínfimos. Lo que hay que hacer es cambiar el sistema por otro que tenga márgenes más permisivos.
¿Se puede? Lo veo muy difícil. Pero por lo menos uno debería ser consciente de ese problema.
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