En toda la perorata que he escrito en estos días me la he pasado usando el término de "poderes fácticos" en forma un tanto vaga. No voy a poder precisar mucho porque yo mismo todavía no logro clarificar totalmente el asunto. (Sí, ya sé que mucha gente utiliza el mismo término sin que les produzca dificultades. Yo creo que lo que pasa es que no se han detenido lo suficiente para darse cuenta de las enormes complicaciones que tiene y por eso se sienten tan seguros.)
Para explicar un poco mi confusión al respecto, permítanme volver a un debate entre izquierdistas que parece ya superado: el debate sobre la "democracia formal." En los años 60s y 70s en toda América Latina, y Colombia no fue la excepción, la izquierda se enfrascó en el debate de si las instituciones democráticas ofrecían una posibilidad de cambio social genuino. Puesto crudamente, ¿era posible una vía legal al socialismo?
La respuesta, obviamente, dependía de cada país. En Chile había razones para creer que sí. Al fin y al cabo, tenía una tradición de normalidad constitucional ininterrumpida, el Partido Socialista era un partido histórico, tenía el Partido Comunista más grande del hemisferio occidental (fuera de Cuba, por supuesto) y era fácil creer que con un poco de esfuerzo la izquierda llegaría al poder, como en efecto sucedió.
En países bajo perenne dictadura militar, como El Salvador o Nicaragua, esto era un debate meramente académico ya que no había ninguna vía legal. (Los militares salvadoreños ni siquiera aceptaron el triunfo de los Demócrata-Cristianos con José Napoleón Duarte en el 72). Colombia era uno de los casos más complejos. Al igual que Chile, tenía una tradición constitucional larga (aunque interrumpida), pero a diferencia de Chile, los partidos de izquierda no habían podido romper el duopolio Liberal-Conservador, a veces por pura cuestión electoral, pero a veces tambien por efecto de la represión. (No me voy a meter ahora en el enorme debate de cuáles de los factores pesó más.)
Este debate se volvió obsoleto porque ambos campos sufrieron golpes traumáticos. Primero los legalistas vieron como el experimento de Allende sucumbió. Si ni siquiera Chile era capaz de avanzar al socialismo por la vía legal, ¿qué podían esperar las izquierdas del resto de América Latina? Pero luego vinieron los golpes hacia el otro lado. Excepto Nicaragua, ninguna revolución armada triunfó. Nicaragua se sumió en una guerra civil costosísima, patrocinada por Estados Unidos, sin duda, que hizo naufragar la transición al socialismo. Finalmente, colapsó el modelo comunista de planificación central.
Es decir, a. las revoluciones no ganaban, b. si ganaban, el enemigo iba a desencadenar una guerra civil que se iba a perder o, máximo a empatar y c. si se ganaba la guerra civil, el resultado era un régimen que nadie podía defender. Así que todos nos volvimos demócratas. (Sí, me incluyo.) ¿Y la lección de Allende? No había problema. La verdad es que a Allende se le había salido la economía de las manos. La izquierda solo tenía que ganar las elecciones, mantener la inflación bajo control, garantizar que no iba a haber expropiaciones para evitar que los ricos y los gringos se unieran en un golpe de Estado y listo. Excelente. Solo había un problema: eso no era socialismo.
Para muchos el problema se podía resolver fácilmente si simplemente se abjuraba del socialismo. De ahí el surgimiento del neologismo blandengue y gramáticamente discutible de "lo social." En vez de socialismo, se tendría un mayor énfasis en "lo social." Mayor "gasto social," más educación, más salud. Tengo varios amigos que hicieron ese tránsito. (Si están leyendo, les mando un abrazo afectuoso. Uds. saben quienes son.)
Me tengo que ir. Sigo mañana.
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