Cada que hablo con alguien que yo considere tiene alguna injerencia en política le trato de vender la idea de la renta básica. Generalmente encuentro recepción favorable pero hasta ahora nada de acción. Me cuentan que el Polo Democrático tiene por ahí algunos cuantos defensores de la idea pero el partido en su conjunto no se moviliza para eso.
Hace unos días, no sé por qué razón, me dio por ponerme a imaginarme cómo sería si un partido de izquierda democrática se tomara en serio el tema y lo colocara en el centro de su plataforma. El ejercicio resultó más interesante de lo que yo esperaba. (Me tomó varios paseos de mi perro, cuando pensé que lo despacharía en una caminata a la oficina.) De hecho, me tocó revisar varias opiniones que yo tenía por sentadas.
Primero los pongo sobre antecedentes. Aquí pueden enterarse un poquito de en qué consiste la renta básica. No tengo tiempo ahora de profundizar mucho en el asunto. Lo que me interesa es la factibilidad política de un programa así.
Una de las grandes ventajas de la renta básica es que es una de las pocas ideas de raigambre netamente izquierdista que puede generar simpatías en la derecha. Al fin y al cabo, en Estados Unidos Alaska (la tierra de Sarah Palin) tiene un programa de renta básica basado en las regalías petroleras y el paso más significativo que se ha dado hacia allá a nivel federal es el Earned Income Tax Credit que es una variante del Negative Income Tax propuesto por Milton Friedman. A los libertarios, de derecha o de izquierda, les gusta la renta básica. Desde un punto de vista pragmático esto es importante porque no tiene sentido dedicarnos a imaginarnos programas que solo son viables si la izquierda saca el 85% de la votación. Con esta introducción paso a contarles mi sueño.
Imagínense que en algún momento (digamos 2014, 2018) el Polo Democrático (espero que siga con vida para entonces, si no pues el partido de izquierda de turno) ganara las elecciones. Podría entonces decirle a todos los partidos del país: "Hagamos un pacto grande, histórico, de reforma social y económica. Comprometámonos a que Colombia sea un país de renta básica. Es decir, que todo ciudadano, independientemente de su edad, sexo, condición laboral, etc. tenga siempre derecho a un ingreso garantizado, que pueda gastar en lo que quiera."
Supongamos que los demás partidos le jalaran al asunto. Como ya expliqué antes, no es impensable. Pero aquí comenzaría lo bueno.
Aunque no soy abogado, se me ocurre que si uno quiere que el principio de renta básica se tome en serio, tocaría buscar la forma de ponerlo en la Constitución. Me imagino un artículo relativamente vago que obligue al gobierno a presentar ante el Congreso una "Ley de Renta Básica" así como hoy en día presenta una "Ley de Presupuesto." ¿Por qué ese mecanismo tan vago? Por varias razones. Primero, si esto no queda en la Constitución, o por lo menos en una Ley de la República, se convierte en otro "Familias en Acción," es decir, una caja menor de la campaña reeleccionista. Segundo, en un contexto democrático hay que aceptar que cada gobierno tiene el derecho de interpretar y ejecutar la renta básica a su manera. Uno no puede invitar a la derecha a un consenso que diga que la renta básica se va a financiar con impuestos del 90%. Nunca lo va a aceptar. Los libertarios quieren renta básica pero a un nivel bajito. Por eso, lo democrático es un mecanismo que le dé flexibilidad al gobierno de turno. Si la derecha gana las elecciones y quiere presentar un proyecto irrisorio de Ley de Renta Básica que garantice cien pesos a cada colombiano, pues está en todo su derecho. Si el electorado quiere castigarle eso, pues que lo haga en las próximas elecciones. Lo que esto demuestra es que, aunque como principio, la renta básica es excelente, a la hora de llevarlo a la práctica hay que tener en cuenta los desacuerdos propios de cualquier sociedad pluralista.
Con esto llego a otro problema interesante, que fue el que más me sorprendió. En teoría hay dos esquemas de renta básica: el de ingreso básico garantizado y el de las "demogrants." El primero es simplemente un esquema en el que a cada individuo se le gira un cheque por algún ingreso específico. El segundo es un esquema en el que a cada individuo se le da, digamos a los dieciocho años, una cantidad de dinero de una vez por todas para que haga con ella lo que quiera. En abstracto, el ingreso básico suena mejor que las "demogrants" ya que, por ejemplo, un individuo puede terminar perdiendo su "demogrant" en la bolsa si hay una crisis financiera generalizada (como la de ahora). Podría ser injusto con alguien dejarlo sin piso económico solo porque sus inversiones le salieron mal.
Pero en la práctica surge una complicación: como el nivel de renta básica no se puede definir de una vez y para siempre, entonces hay que entender que los gobiernos del futuro pueden aumentarlo o reducirlo en función de su ideología y del clima económico general. Entonces, si uno es un socialista que quiere garantizarle a la gente la mayor protección posible contra este tipo de eventualidades, le conviene comenzar el programa con un componente importante de "demogrants." Esa sería la forma de inclinar el programa lo más posible hacia la izquierda. De lo contrario, las futuras mayorías de derecha lo pueden achicar demasiado. Dicho de otra manera, la renta básica necesita una fase transicional para poderla consolidar.
Esto a su vez genera nuevos ángulos. Si uno pudiera expropiar todos los medios de producción de un plumazo y redistribuirlos entre todos los ciudadanos, no habría ningún problema en crear "demogrants" para todos. Pero eso es políticamente imposible. Entonces hay que reconocer que no se le pueden dar "demogrants" a todos. Tocaría escoger categorías de ciudadanos y un nivel de "demogrant."
¿Deberían regularse las "demogrants"? Es decir, ¿se le debe permitir al individuo hacer con ella lo que le venga en gana, o se debería limitar su enajenación para impedir, por ejemplo, que algún pulpo financiero compre todas las "demogrants" a precio de huevo y termine concentrando la propiedad? No sé. Algo me dice que la segunda opción es mejor. De pronto las "demogrants" operarían como una especie de fiducia en la que el gobierno le permite al individuo usufructuarlas pero limitando su enajenación, por ejemplo, se puede comer los intereses pero si va a tocar el principal, sólo puede usarlo para invertir. (Esto no es nada exótico: hoy en día en Estados Unidos si uno vende la casa y no compra otra casa, le cobran impuestos de ganancia de capital.) En todo caso, me parece que la "demogrant" no podría ser transferida en herencia.
Aparte de estas preguntas legales, surge otra de economía política: una "demogrant" es una transferencia de activos del gobierno a un ciudadano. Pero si el gobierno es pobre entonces no hay mucho de donde transferir. Además, los activos que existen están financiando otros programas. Todo lo demás constante, más renta básica, más "demogrants" significa menos programas de otro estilo. Si uno no quiere recortar lo demás, o quiere minimizar los recortes, tiene que buscar la forma de que el gobierno pueda financiar las "demogrants" con activos del sector privado. Entonces, un programa socialista debería tratar de negociar con el sector privado para poder comprar activos a precios relativamente baratos y luego usarlos para crear los paquetes accionarios de las "demogrants." (En algunos casos se podría expropiar. Por ejemplo, el día que en Colombia se tome en serio la extinción de dominio para narcoparamilitares, habrá una buena redistribución de la propiedad.)
Pero, obviamente, el gobierno no puede comprar toda la economía privada. Tocaría ser muy selectivos. Al fin y al cabo, no se trata de quebrar al Estado ni de paralizar la economía. Tocaría pensar en mecanismos alternativos. Se podría pensar, por ejemplo, en incentivos tributarios para empresas que le den acciones a sus trabajadores.
Ye me estoy alargando mucho. Lo que me interesa dejar en claro de todo este ejercicio es que la renta básica no es una reforma que se pueda sacar adelante con una varita mágica. Requiere mucha concertación entre todos los partidos, require una voluntad política sostenida en el tiempo, require cautela para manejar la transición, requiere estudios técnicos de viabilidad fiscal, require técnica jurídica y constitucional. En fin, requiere un compromiso serio.
Por eso, a mis amigos del Polo (y de otros partidos) que crean en esto les digo: hay mucho trabajo pendiente así que, si esto va en serio, toca irlo preparando desde ya.
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