A Antanas le encanta usar el término "sagrado." "La vida es sagrada," "Recursos públicos, recursos sagrados," en otros tiempos, cuando era vice-rector de la Nacional, yo lo oí hablando sobre la educación como un "bien sagrado." Los colombianos estamos acostumbrados a usar el término en un sentido banal simplemente para significar que algo merece respeto: "Ah, no, eso sí, para mí el tinto después del almuerzo es sagrado." Pero Antanas es un tipo serio así que ahora se me ocurre que de pronto cuando el usa el término "sagrado" lo hace a sabiendas de lo quiere decir. Eso tiene varias implicaciones.
Desde los tiempos de la Ilustración, los científicos, en especial los científicos sociales, han estado bajo sospecha de ser amorales. Uno de los pilares de la Ilustración era el intento de entender el mundo que nos rodea, tanto natural como social, aplicando los principios de la razón. Cuando se trata de entender actos humanos, esto a muchos les pareció que conducía peligrosamente al relativismo moral. Si yo soy capaz de entender todo acto como la consecuencia de decisiones racionales, entonces, decían los críticos, no tengo ningún punto de apoyo moral para condenar nada; todo vale.
Aunque algunos Ilustrados eran, en cierto modo, relativistas morales, muchos otros se dedicaron a montar una cuidadosa defensa, buscando la forma de reafirmar principios morales universales a partir de la razón. Probablemente Kant es el representante máximo de ese punto de vista.
No me voy a poner aquí a repasar toda la historia de la Ilustración y sus sucesores. Lo que me interesa señalar es que, si uno cree en que razón y universalismo moral son compatibles, entonces la única forma de emitir un juicio moral sobre actos de otros es precisamente a partir del entendimiento. Me explico. Yo no puedo condenar actos que no son explicables racionalmente. De ahí viene precisamente la "defensa por insania" que se usa en las cortes. Si alguien mata a su familia a cuchilladas y luego sabemos que al hacerlo era presa de un delirio y escuchaba voces demoníacas que le ordenaban matar, legalmente le damos un trato más benigno que si sabemos que lo hizo simplemente para cobrar un seguro de vida. En el primer caso, consideramos que su acto no era plenamente racional y, por eso, sentimos que no se le debe aplicar el mismo rasero moral que le aplicamos en el segundo caso. Es decir, las categorías "justificable" o "injustificable" no tienen ningún sentido si no vienen precedidas de un intento de entender.
Pero ahora neguemos la premisa. ¿Qué pasa si yo no creo en la compatibilidad entre racionalidad y universalismo moral? En ese caso, mis juicios morales tienen que venir de otro lado. Un examen racional de cualquier acto no me va a conducir a ninguna evaluación moral o sea que, si no quiero ser relativista y decir que todo vale, entonces me toca buscar el fulcro de mi palanca moral en otra parte. ¿En dónde? Hay varias opciones, pero existe una muy prominente: la religión.
Yo puedo considerar que mis certezas morales, las que uso para juzgar actos humanos, son de origen divino. En ese caso, no necesito reconstruír las razones que hacen inteligible a un acto para poderme pronunciar sobre su justificación moral. Es más, no solo no necesito explicar para evaluar, sino que incluso mis intentos de explicar pueden ofuscar mi juicio moral. Volvemos así a la postura de los enemigos de la Ilustración.
Como no soy teólogo, no voy a decir que éste es el significado de la moral religiosa. No he leído lo suficiente para saber la respuesta correcta, pero sí he leído bastante como para saber que no tengo ni idea de cuál es. Pero en todo caso, esta es una de las posibles posturas religiosas en pugna con la Ilustración.
Ayer Antanas nos dejó claro que para él explicar es "directa o indirectamente" justificar. Esto lo coloca muy cerca de la posición anti-Ilustrada que acabo de esbozar. (Nunca leí su tesis doctoral "Representar y Disponer" pero si me acuerdo que había allí una alta dosis de heideggerianismo. De pronto es que Antanas ya desde hace años viene molesto con la Ilustración.) Todo esto me lleva a preguntarme: ¿será que cuando Antanas declara a algo "sagrado" lo hace en el sentido estricto del término?
Es posible que cuando Antanas dice "la vida es sagrada" no lo dice a la manera colombiana de que con eso no se juega sino que está diciendo que la única forma posible de afirmar el derecho a la vida es acudiendo a principios de origen divino. La diferencia no es trivial. Una cosa es decir "yo creo que el derecho a la vida está por encima de todos los demás derechos" y otra muy distinta es añadir, acto seguido: "quien trate de llegar a este mismo principio por vías racionales no va a ser capaz de entenderlo."
Como yo soy un racionalista que se siente heredero de la Ilustración, para mí este punto es importante. Yo prefiero un Presidente que diga, como diría Rawls: "Como vivimos en una sociedad pluralista, no me voy a poner a averiguar de dónde es que cada ciudadano saca sus principios. Si los derivan del examen racional, bien, si los derivan de la revelación divina, bien. Lo que me importa es que todos estemos operando sobre la base de que el derecho a la vida tiene prelación sobre todos los demás." En cambio, me inquieta muchísimo un Presidente que diga: "El derecho a la vida es sagrado en tanto que sólo quienes se nutran de la revelación divina lo pueden aprehender y, por tanto, albergo sospechas sobre los que dicen reconocerlo a partir del examen racional."
Me encantaría poderle preguntar a Antanas qué clase de Presidente quiere ser.
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