Aunque no lo parezca, soy un amplio conocedor de la historia de los Mundiales de Fútbol (a pesar de haber sido la mismísima definición de un "tronco" en mis años de colegio). Desde hace unos días he venido pensando en un tema que me parece misterioso en este asunto: el peso de la historia. Para no extenderme mucho, les dejo este dato: Excepto en 1930 (obvio por ser el primer mundial), 1934, y en 1966 ninguna selección ha ganado el Mundial sin antes haber sido por lo menos semi-finalista. Vean:
1930: Uruguay (Primer campeón)
1934: Italia (No participó en 1930)
1938: Italia
1950: Uruguay
1954: Alemania (tercero en 1934)
1958: Brasil (tercero en 1938 y subcampeón en 1950)
1962: Brasil
1966: Inglaterra (la última vez que un equipo fué campeón sin haber sido semifinalista. Era anfitrión.)
1970: Brasil
1974: Alemania
1978: Argentina (subcampeón en 1930)
1982: Italia
1986: Argentina
1990: Alemania
1994: Brasil
1998: Francia (tercero en 1958, 1982 y en 1986)
2002: Brasil
2006: Italia.
De los ocho que quedan solo dos no han sido semifinalistas (Paraguay y Ghana), Holanda fué subcampeón en 1974 y 1978 y fué cuarto en 1998, España fué cuarto en 1950, los otros ya fueron campeones.
¿Coincidencia? No lo creo. Alguien me dirá que es totalmente irrelevante el hecho de que Argentina haya sido sido subcampeón 48 años antes de ganar su primer mundial o que si España gana ahora, nada tiene que ver con el hecho de haber sido cuarto sesenta años atrás. Y puede que tenga razón. Pero yo sigo pensando que por razones un tanto misteriosas, la historia pesa muchísimo en un mundial sobre todo a la hora de los partidos importantes. Si Paraguay o Ghana son campeones, tendré que revisar mi teoría.
Tuesday, June 29, 2010
Mudanza, Mundial y Blog: La Cuadratura del Círculo.
Según los planes más recientes, la semana entrante saldré definitivamente de Estados Unidos para pasar un par de meses en Colombia antes de mi traslado a España. Obviamente, la semana entrante tambien tendremos nuevo campeón mundial de fútbol (no digo quiénes son mis favoritos para no salarlos). Así será más fácil seguir con el blog. De pronto puedo escribir en estos días pero no será fácil.
Friday, June 25, 2010
Si No Puedes Vencerlos, Cámbiales el Nombre
Esto no es nada nuevo pero sigue siendo interesante. Desde hace años sabemos de la obsesión lingüística de la Casa de Nariño con todo lo que tenga que ver con la guerra civil en Colombia. Los estudiosos de conflictos civiles definen una guerra civil como todo conflicto que ocasiona más de mil muertos, de los cuales por lo menos el 10% son del gobierno. A mí nunca me ha gustado esa definición por razones epistemológicas complicadas, pero esa es la más aceptada. Según esa definición, Colombia está en guerra civil, punto. (Yo también creo que Colombia está en guerra civil, pero eso es otro problema.)
Los distintos gobiernos colombianos han querido evitar el término pero definitivamente nada se acerca al celo riguroso, obsesivo-compulsivo del gobierno Uribe a este respecto. Ya sabíamos que para ellos había que hablar de "ataque a la democracia" en vez de guerra civil. Después parecieron aceptar "conflicto armado" pero ahora me entero de que ahora el Ministerio de la Verdad ha declarado que "conflicto armado" es una expresión que sólo usan los "enemigos del pueblo." Los documentos oficiales ahora tienen que hablar de "violencia generalizada."
Pero "violencia generalizada" suena muy mal en Davos. Me temo que no lo han pensado bien. Por eso, como modesta contribución para mantener la "confianza inversionista" sugiero algunas posibles expresiones:
1. "Niveles elevados de mortalidad por causas no-naturales."
2. "Flujos informales y unilateralmente involuntarios de información entre las distintas ramas del poder público."
Pero claro, yo no soy tan bueno para esto. Al fin y al cabo, en tiempos de José Obdulio a los desplazados los llamaron "migrantes internos." Ante eso no hay quien gane.
Los distintos gobiernos colombianos han querido evitar el término pero definitivamente nada se acerca al celo riguroso, obsesivo-compulsivo del gobierno Uribe a este respecto. Ya sabíamos que para ellos había que hablar de "ataque a la democracia" en vez de guerra civil. Después parecieron aceptar "conflicto armado" pero ahora me entero de que ahora el Ministerio de la Verdad ha declarado que "conflicto armado" es una expresión que sólo usan los "enemigos del pueblo." Los documentos oficiales ahora tienen que hablar de "violencia generalizada."
Pero "violencia generalizada" suena muy mal en Davos. Me temo que no lo han pensado bien. Por eso, como modesta contribución para mantener la "confianza inversionista" sugiero algunas posibles expresiones:
1. "Niveles elevados de mortalidad por causas no-naturales."
2. "Flujos informales y unilateralmente involuntarios de información entre las distintas ramas del poder público."
Pero claro, yo no soy tan bueno para esto. Al fin y al cabo, en tiempos de José Obdulio a los desplazados los llamaron "migrantes internos." Ante eso no hay quien gane.
Thursday, June 24, 2010
Senador Petro: Las Elecciones se Acabaron y Ud. Perdió
Quienes me conocen saben que yo desde hace rato he tenido desacuerdos con Gustavo Petro y que yo hubiera preferido a Carlos Gaviria como candidato del Polo. Pero eso es asunto pasado y, debo reconocerlo, Petro resultó ser mejor candidato de lo que yo esperaba. En retrospectiva, creo que la votación que obtuvo Petro es, voto más voto menos, la que hubiera obtenido cualquier otro candidato del Polo dadas las circunstancias. Con su carta y visita inconsultas a Santos hoy volví a tener un incidente de "anti-Petrismo" pero ya se me pasó. Cada vez me convenzo más de que es fundamental que el Polo mantenga su unidad. Ojalá este episodio no conduzca a divisiones suicidas. Pero sí es un buen punto de partida para algunas reflexiones.
Comencemos por lo fácil: Petro nunca ha debido tomar un paso así sin consultar con las directivas de su partido. Ningún candidato presidencial actúa de esa manera. Pero bien, ya lo hizo. Algunos lo acusarán de oportunismo. Yo creo que hay una explicación más inocente. A Petro le pasa lo contrario de Mockus: no hay ninguna alianza tan descabellada que a él no le suene. Pero ambos extremos son viciosos. Así como es contraproducente la actitud intransigente y fundamentalista de Mockus que se reúsa a todo tipo de alianza, también es nocivo jugarle todo a las alianzas.
Ahora Petro sale con que como su programa ganó más de un millón de votos (¡felicitaciones!) es su responsabilidad velar porque se ponga en práctica. Excusa floja. El Polo perdió. En una democracia el programa que se pone en práctica es el del ganador.
Claro, Petro le apuesta a que puede convencer a Santos de acoger aspectos del programa del Polo, en especial la política de tierras. Al fin y al cabo, dirá él, en política hay que saber ganar espacios aún en circunstancias adversas. Pero esto tiene varios problemas.
Primero, ese fue el argumento detrás del apoyo a la elección de Ordoñez como Procurador y ya vimos como salió eso. Segundo, si algo ha caracterizado al uribismo es su enorme capacidad cosmética: dice siempre las cosas correctas y luego hace lo contrario. Esta es la misma gente que logró la genialidad de montar planes de reparación que no reparan, políticas de desmonte del paramilitarismo que no desmontan, programas de redistribución que concentran, proyectos de infraestructura que no construyen y así sucesivamente. En esas condiciones, si uno va a pactar con Santos algo, más le vale ir preparado. Como mínimo, debería ir acompañado de su partido. No sobraría tampoco llevar a la reunión a Benedicto XVI, Ban Ki Moon y unos dos o tres contingentes de cascos azules. (Ah! y llevar su propio termo de tinto por que nunca se sabe...) Sobre todo si se trata de un tema tan neurálgico como el de la tierra. Para el uribismo rural la concentración de la tierra es lo que Jerusalén es para Netanyahu.
Por otro lado, el tema de la tierra debería verse en el contexto del modelo económico. El uribismo ha tratado de empujar al país por la senda de la exportación de recursos naturales, intensivas en capital y basadas en un mercado laboral agrario hiperflexibilizado. Es decir, lo opuesto de un programa de campesinado medio como el que parece tener Petro en la cabeza. Aún si Petro obtiene algunos gestos formales en materia de reforma agraria, el contexto general conspira contra ella.
En política la verdadera victoria no consiste en ganar elecciones sino en lograr que aún cuando uno pierde, el adversario haga lo mismo que uno habría hecho. La gran victoria del socialismo europeo, por ejemplo, fue crear un Estado del bienestar tan robusto que a veces la derecha tiene que defenderlo para ganar elecciones. (Cameron en Inglaterra se presentó como el gran adalid del NHS.) Pero eso se logra batallando, no cediendo en las primeras de cambio. Es comprensible que Petro quiera abrirle espacios políticos a su programa agrario en medio de la derrota. Pero para eso necesita forzar al contrario (en este caso el gobierno) a acercarse a ese programa en vez de ir hacia él pidiendo pista. Esto se logra a punta de oposición firme y con raigambre popular. Es decir, construyendo sobre la base de los movimientos sociales agrarios. Apresurarse a una foto con el Presidente-electo es un paso en la dirección equivocada.
Pero, como ya dije, ojalá esto no termine en una fragmentación del Polo. Ya hemos tenido bastante de eso.
Comencemos por lo fácil: Petro nunca ha debido tomar un paso así sin consultar con las directivas de su partido. Ningún candidato presidencial actúa de esa manera. Pero bien, ya lo hizo. Algunos lo acusarán de oportunismo. Yo creo que hay una explicación más inocente. A Petro le pasa lo contrario de Mockus: no hay ninguna alianza tan descabellada que a él no le suene. Pero ambos extremos son viciosos. Así como es contraproducente la actitud intransigente y fundamentalista de Mockus que se reúsa a todo tipo de alianza, también es nocivo jugarle todo a las alianzas.
Ahora Petro sale con que como su programa ganó más de un millón de votos (¡felicitaciones!) es su responsabilidad velar porque se ponga en práctica. Excusa floja. El Polo perdió. En una democracia el programa que se pone en práctica es el del ganador.
Claro, Petro le apuesta a que puede convencer a Santos de acoger aspectos del programa del Polo, en especial la política de tierras. Al fin y al cabo, dirá él, en política hay que saber ganar espacios aún en circunstancias adversas. Pero esto tiene varios problemas.
Primero, ese fue el argumento detrás del apoyo a la elección de Ordoñez como Procurador y ya vimos como salió eso. Segundo, si algo ha caracterizado al uribismo es su enorme capacidad cosmética: dice siempre las cosas correctas y luego hace lo contrario. Esta es la misma gente que logró la genialidad de montar planes de reparación que no reparan, políticas de desmonte del paramilitarismo que no desmontan, programas de redistribución que concentran, proyectos de infraestructura que no construyen y así sucesivamente. En esas condiciones, si uno va a pactar con Santos algo, más le vale ir preparado. Como mínimo, debería ir acompañado de su partido. No sobraría tampoco llevar a la reunión a Benedicto XVI, Ban Ki Moon y unos dos o tres contingentes de cascos azules. (Ah! y llevar su propio termo de tinto por que nunca se sabe...) Sobre todo si se trata de un tema tan neurálgico como el de la tierra. Para el uribismo rural la concentración de la tierra es lo que Jerusalén es para Netanyahu.
Por otro lado, el tema de la tierra debería verse en el contexto del modelo económico. El uribismo ha tratado de empujar al país por la senda de la exportación de recursos naturales, intensivas en capital y basadas en un mercado laboral agrario hiperflexibilizado. Es decir, lo opuesto de un programa de campesinado medio como el que parece tener Petro en la cabeza. Aún si Petro obtiene algunos gestos formales en materia de reforma agraria, el contexto general conspira contra ella.
En política la verdadera victoria no consiste en ganar elecciones sino en lograr que aún cuando uno pierde, el adversario haga lo mismo que uno habría hecho. La gran victoria del socialismo europeo, por ejemplo, fue crear un Estado del bienestar tan robusto que a veces la derecha tiene que defenderlo para ganar elecciones. (Cameron en Inglaterra se presentó como el gran adalid del NHS.) Pero eso se logra batallando, no cediendo en las primeras de cambio. Es comprensible que Petro quiera abrirle espacios políticos a su programa agrario en medio de la derrota. Pero para eso necesita forzar al contrario (en este caso el gobierno) a acercarse a ese programa en vez de ir hacia él pidiendo pista. Esto se logra a punta de oposición firme y con raigambre popular. Es decir, construyendo sobre la base de los movimientos sociales agrarios. Apresurarse a una foto con el Presidente-electo es un paso en la dirección equivocada.
Pero, como ya dije, ojalá esto no termine en una fragmentación del Polo. Ya hemos tenido bastante de eso.
Si los Ingleses no Pueden con la Verdad, ¿Qué Podemos Esperar los Colombianos?
Un conflicto que nunca he entendido del todo es el de Irlanda. Lo confieso. Llevo años tratando de leer sobre el asunto e invariablemente termino confundido. Pero sigo tratando. Por eso hoy me puse a leer este artículo en The Nation acerca del reciente informe sobre el "Domingo Sangriento." El autor hace una observación pertinente para Colombia:
Mientras el acceso a la verdad del conflicto siga en las mismas manos es poco probable que se llegue al fondo del asunto. Por pura coincidencia, me entero hoy de que el Comisionado Pearl no considera necesaria una Comisión de la Verdad. Menos mal que ahora tenemos un Presidente-Electo que llega al poder sin ningún nexo con los gobiernos anteriores ni con las clases dirigentes del país, un "outsider" al que sin duda no le temblará el pulso para investigar el fondo del paramilitarismo, caiga quien caiga.
But whatever the outcome, the Saville report has underscored the difficulty of "truth and reconciliation" inquiries, à la South Africa, in countries where there has been no revolution and where the government remains essentially the same, just of a different stripe. In Tiananmen Square, Grozny, Darfur, Falluja and Gaza, the real truth will always be hard to come by, was Saville's message.
Mientras el acceso a la verdad del conflicto siga en las mismas manos es poco probable que se llegue al fondo del asunto. Por pura coincidencia, me entero hoy de que el Comisionado Pearl no considera necesaria una Comisión de la Verdad. Menos mal que ahora tenemos un Presidente-Electo que llega al poder sin ningún nexo con los gobiernos anteriores ni con las clases dirigentes del país, un "outsider" al que sin duda no le temblará el pulso para investigar el fondo del paramilitarismo, caiga quien caiga.
Wednesday, June 23, 2010
De Como y Por Qué Todos Deberíamos Leer a Dani Rodrik
No tengo ninguna excusa así que llámenme estúpido si quieren, me lo merezco. A cada rato se me olvida leer el blog de Dani Rodrik, cosa imperdonable porque es uno de los economistas más lúcidos que hay. Hasta que alguien me recuerda que toca leerlo y entonces me encuentro cosas como esta . A diferencia de muchos economistas colombianos, Rodrik sí se acuerda de que en Colombia pudimos crecer a tasas de más del 6% mientras se industrializaba el país. (Ese fue el contenido de nuestra charla de tres minutos la única vez que nos vimos.) Como ya he dicho en otras ocasiones, yo tengo la sospecha de que si uno quiere ganancias de equidad duraderas, no puede sacarle el cuerpo a la industrialización así que esto no se puede olvidar.
Las Bases Sociales de la Politización (II)
Durante su aproximadamente siglo y medio de vida, el socialismo ha enfilado sus baterías hacia el Estado-nación. Las primeras generaciones de socialistas, Marx incluído, tenían una actitud muy recelosa hacia el Estado, cosa comprensible si se tiene en cuenta que la represión que sufrieron los movimientos socialistas a manos de los Estados europeos. Creo que fue Schumpeter el que notó, muy inteligentemente a mi juicio, que lo que hoy conocemos como estatismo socialista era impensable antes de que el Estado se legitimara a través del sufragio universal. Cuando ese proceso se completa, hacia finales del siglo XIX, los movimientos socialistas pasan a considerar al Estado como el campo de batalla decisivo: consumar el tránsito hacia el socialismo es equivalente a que las fuerzas políticas socialistas capturen el control del Estado.
Eso está cambiando. El Estado-nación ya no es lo que era antes. La opinión generalizada es que esto es producto de la movilidad del captial financiero que le quita espacio de maniobra al Estado. Algo de cierto hay en esto pero a mí me da la impresión, y este es el sitio para discutirlo, de que esto es exagerado.
A mi juicio, cuando se debate el efecto de la globalización sobre la política se olvida que el capital es móvil pero que siempre necesita agentes domésticos. Cuando una multinacional se instala en el Tercer Mundo necesita expertos locales, ejecutivos bilingües, gente que conozca las regulaciones domésticas, y así sucesivamente. El capital no llega solo, alguien lo invita, lo trae, lo instala, lo gestiona.
Como resultado, el capital extranjero crea una base política propia en su país anfitrión. Es decir, el problema no es tanto que el capital huya ante cualquier intento de gravarlo sino que en el sistema político doméstico se genera una coalición en contra de gravar al capital.
En la medida en que esto es cierto, esto sugiere que los efectos políticos de la globalización dependen de las condiciones iniciales. En países con sistemas de educación más igualitarios, con mercados domésticos más amplios y diferenciales de salario más reducidos, los beneficiarios de la inversión extranjera pueden ser un grupo relativamente grande. (Si yo tengo razón, India y China pueden atraer inversión extranjera sin tener muchas pérdidas en materia de equidad.) En el caso contrario, y este puede ser el caso de América Latina, el grupo de beneficiarios es más reducido.
Alguna vez leí un ensayo de Saskia Sassen (como estoy empacando, no lo tengo a la mano) donde decía que la globalización ha generado espacios geográficos de élite en todo el mundo. Esto es cierto y, en buena medida resultado de lo que he venido describiendo. Hoy en día toda ciudad del Tercer Mundo que se respete tiene un aeropuerto a la altura de los mejores, rodeado de hoteles de las grandes cadenas, con acceso inalámbrico a internet y restaurantes de primera. (En Bogotá ya solo nos falta el aeropuerto, lo demás está listo y andando hace rato.)
Todo esto tiende a realinderar las clases. Estas élites globalizadas pueden generar un sector servicios cuya suerte está atada a los flujos de capital, así no tenga mayores ingresos. (Esto me recuerda al taxista uribista, muy amable por cierto, que estaba dichoso con el gobierno porque "se puede trabajar" pero que era un subcontratista de Comcel.)
En estas condiciones, ¿cómo se pueden generar alinderamientos políticos de izquierda? Muy seguramente la respuesta requiere pensar en alianzas globales. Pero tengo muchas diligencias que hacer con esto del trasteo. La causa del socialismo tendrá que esperar.
Eso está cambiando. El Estado-nación ya no es lo que era antes. La opinión generalizada es que esto es producto de la movilidad del captial financiero que le quita espacio de maniobra al Estado. Algo de cierto hay en esto pero a mí me da la impresión, y este es el sitio para discutirlo, de que esto es exagerado.
A mi juicio, cuando se debate el efecto de la globalización sobre la política se olvida que el capital es móvil pero que siempre necesita agentes domésticos. Cuando una multinacional se instala en el Tercer Mundo necesita expertos locales, ejecutivos bilingües, gente que conozca las regulaciones domésticas, y así sucesivamente. El capital no llega solo, alguien lo invita, lo trae, lo instala, lo gestiona.
Como resultado, el capital extranjero crea una base política propia en su país anfitrión. Es decir, el problema no es tanto que el capital huya ante cualquier intento de gravarlo sino que en el sistema político doméstico se genera una coalición en contra de gravar al capital.
En la medida en que esto es cierto, esto sugiere que los efectos políticos de la globalización dependen de las condiciones iniciales. En países con sistemas de educación más igualitarios, con mercados domésticos más amplios y diferenciales de salario más reducidos, los beneficiarios de la inversión extranjera pueden ser un grupo relativamente grande. (Si yo tengo razón, India y China pueden atraer inversión extranjera sin tener muchas pérdidas en materia de equidad.) En el caso contrario, y este puede ser el caso de América Latina, el grupo de beneficiarios es más reducido.
Alguna vez leí un ensayo de Saskia Sassen (como estoy empacando, no lo tengo a la mano) donde decía que la globalización ha generado espacios geográficos de élite en todo el mundo. Esto es cierto y, en buena medida resultado de lo que he venido describiendo. Hoy en día toda ciudad del Tercer Mundo que se respete tiene un aeropuerto a la altura de los mejores, rodeado de hoteles de las grandes cadenas, con acceso inalámbrico a internet y restaurantes de primera. (En Bogotá ya solo nos falta el aeropuerto, lo demás está listo y andando hace rato.)
Todo esto tiende a realinderar las clases. Estas élites globalizadas pueden generar un sector servicios cuya suerte está atada a los flujos de capital, así no tenga mayores ingresos. (Esto me recuerda al taxista uribista, muy amable por cierto, que estaba dichoso con el gobierno porque "se puede trabajar" pero que era un subcontratista de Comcel.)
En estas condiciones, ¿cómo se pueden generar alinderamientos políticos de izquierda? Muy seguramente la respuesta requiere pensar en alianzas globales. Pero tengo muchas diligencias que hacer con esto del trasteo. La causa del socialismo tendrá que esperar.
Las Bases Sociales de la Politización (I)
Está bien, voy a confesarlo de una vez: no tengo mucho que decir sobre las elecciones. El resultado estaba cantado y además en los últimos días estuve ocupado en otras cosas así que no pude seguir de cerca las cosas. Por otro lado, como ya lo he dicho antes, mi fuerte no es el comentario del día a día. Así que hoy voy a pasar a un tema que me viene dando vueltas en la cabeza hace mucho tiempo y que se me ha exacerbado últimamente. Además, me tomará mucho más tiempo hacia el futuro. Sospecho que será una tarea de años.
En el barrio intelectual en el que yo vivo (la teoría de la decisión racional) cuando la gente se pone a hacer modelos de procesos políticos parte de la premisa de que todos los individuos son ya actores políticos. (Yo mismo lo hago en mi vida profesional.) Pero al hacer eso ignoramos que la politización es en sí misma un fenómeno social relativamente reciente. Como decía Hobsbawm en sus memorias, el compromiso político de masas es tal vez una cosa del siglo XX. A medida que pasa el tiempo me pregunto si lo seguirá siendo en el siglo XXI. Me explico.
En el cristianismo ha habido históricamente dos tradiciones, ambas atribuibles a Cristo, en torno a la relación entre religión y política. De una parte la famosa máxima de "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" que se suele interpretar como una invitación de Cristo a que sus seguidores cumplan con las leyes terrenas y dirijan sus energías religiosas únicamente a la salvación del espíritu. Por otra parte, está el Sermón de la Montaña que, aunque se puede tomar como una pura admonición espiritual, ha sido interpretado también como un llamado a la justicia social. Es la vieja tensión entre el "quietismo" religioso y el involucramiento de los creyentes en la vida de su comunidad.
Las distintas vertientes del cristianismo se han movido entre ambos polos sin que haya una clara demarcación entre católicos y protestantes al respecto. (Algo similar ocurre en el Islam donde esta tensión no necesariamente coincide con la división entre sunnis y shías.) Un caso reciente particularmente notorio es el crecimiento de las iglesias evangélicas en América Latina, procedentes del evangelismo sureño de Estados Unidos.
El evangelismo sureño da para todo: desde el progresismo social de un Jimmy Carter hasta el conservatismo de un George W. Bush. A eso hay que sumarle que históricamente muchas iglesias del Sur fueron adalides de las luchas negras contra la discriminación. Pero las vertientes evangélicas que más se han proyectado hacia América Latina parecen (por lo menos a este comentarista) estar más ligadas a los sectores blancos, conservadores y resueltamente quietistas de Estados Unidos.
El resultado es un tipo de religiosidad popular que desconfía muchísimo de las soluciones políticas colectivas universalistas y que en cambio enfatiza la salvación individual y la ayuda mutua entre miembros de la comunidad. (Por eso aclaré lo de "universalismo" porque estas iglesias sí ofrecen soluciones colectivas a los problemas de sus seguidores, solo que aquí el concepto de colectividad no coincide con el concepto universal de ciudadanía.)
A mí me da la impresión de que ese proceso despolitiza muchísimo a la población. (Acabo de llegar de un viaje corto a Guatemala. Eso explica mi sesgo.)
Se trata de algo comprensible. Al fin y al cabo, la búsqueda de soluciones colectivas universalistas es una labor muy ardua con muchísimos riesgos y costos para los participantes. Un error que cometemos muchos en la izquierda es creer que porque los pobres se beneficiarían de una solución colectiva (por ejemplo, sindicalización masiva, reforma agraria comprensiva, redistribución universalista) eso ya es razón suficiente para que apoyen esa opción. Olvidamos que hay muchísimas opciones intermedias que pueden ofrecer más garantías y menos costos para los participantes. Unirse a una iglesia local que mantenga un fodo de ahorros en común puede ser una reacción perfectamente sensata de alguien para protegerse de los riesgos del mercado en vez de dedicarse a trabajar por una revolución socialista que no se sabe si va a triunfar y que, aún si triunfara podría descarrilarse.
Obviamente, la religión no es el único factor que determina el grado de politización de la sociedad. Más adelante me referiré a otros. Lo menciono de primero no sólo porque es el que primero piensa uno cuando va a Guatemala sino porque en el mundo entero la religiosidad popular sigue siendo fortísima independientemente de lo que pensemos los que nos creemos herederos de la Ilustración.
En el barrio intelectual en el que yo vivo (la teoría de la decisión racional) cuando la gente se pone a hacer modelos de procesos políticos parte de la premisa de que todos los individuos son ya actores políticos. (Yo mismo lo hago en mi vida profesional.) Pero al hacer eso ignoramos que la politización es en sí misma un fenómeno social relativamente reciente. Como decía Hobsbawm en sus memorias, el compromiso político de masas es tal vez una cosa del siglo XX. A medida que pasa el tiempo me pregunto si lo seguirá siendo en el siglo XXI. Me explico.
En el cristianismo ha habido históricamente dos tradiciones, ambas atribuibles a Cristo, en torno a la relación entre religión y política. De una parte la famosa máxima de "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" que se suele interpretar como una invitación de Cristo a que sus seguidores cumplan con las leyes terrenas y dirijan sus energías religiosas únicamente a la salvación del espíritu. Por otra parte, está el Sermón de la Montaña que, aunque se puede tomar como una pura admonición espiritual, ha sido interpretado también como un llamado a la justicia social. Es la vieja tensión entre el "quietismo" religioso y el involucramiento de los creyentes en la vida de su comunidad.
Las distintas vertientes del cristianismo se han movido entre ambos polos sin que haya una clara demarcación entre católicos y protestantes al respecto. (Algo similar ocurre en el Islam donde esta tensión no necesariamente coincide con la división entre sunnis y shías.) Un caso reciente particularmente notorio es el crecimiento de las iglesias evangélicas en América Latina, procedentes del evangelismo sureño de Estados Unidos.
El evangelismo sureño da para todo: desde el progresismo social de un Jimmy Carter hasta el conservatismo de un George W. Bush. A eso hay que sumarle que históricamente muchas iglesias del Sur fueron adalides de las luchas negras contra la discriminación. Pero las vertientes evangélicas que más se han proyectado hacia América Latina parecen (por lo menos a este comentarista) estar más ligadas a los sectores blancos, conservadores y resueltamente quietistas de Estados Unidos.
El resultado es un tipo de religiosidad popular que desconfía muchísimo de las soluciones políticas colectivas universalistas y que en cambio enfatiza la salvación individual y la ayuda mutua entre miembros de la comunidad. (Por eso aclaré lo de "universalismo" porque estas iglesias sí ofrecen soluciones colectivas a los problemas de sus seguidores, solo que aquí el concepto de colectividad no coincide con el concepto universal de ciudadanía.)
A mí me da la impresión de que ese proceso despolitiza muchísimo a la población. (Acabo de llegar de un viaje corto a Guatemala. Eso explica mi sesgo.)
Se trata de algo comprensible. Al fin y al cabo, la búsqueda de soluciones colectivas universalistas es una labor muy ardua con muchísimos riesgos y costos para los participantes. Un error que cometemos muchos en la izquierda es creer que porque los pobres se beneficiarían de una solución colectiva (por ejemplo, sindicalización masiva, reforma agraria comprensiva, redistribución universalista) eso ya es razón suficiente para que apoyen esa opción. Olvidamos que hay muchísimas opciones intermedias que pueden ofrecer más garantías y menos costos para los participantes. Unirse a una iglesia local que mantenga un fodo de ahorros en común puede ser una reacción perfectamente sensata de alguien para protegerse de los riesgos del mercado en vez de dedicarse a trabajar por una revolución socialista que no se sabe si va a triunfar y que, aún si triunfara podría descarrilarse.
Obviamente, la religión no es el único factor que determina el grado de politización de la sociedad. Más adelante me referiré a otros. Lo menciono de primero no sólo porque es el que primero piensa uno cuando va a Guatemala sino porque en el mundo entero la religiosidad popular sigue siendo fortísima independientemente de lo que pensemos los que nos creemos herederos de la Ilustración.
Tuesday, June 22, 2010
No Todos los Fiscales Generales son Creados Iguales
Estoy en medio del proceso de empacar mi casa y de ver el Mundial así que mis reacciones a las elecciones llegarán lentamente. Por lo pronto un detallito.
El Presidente-electo Santos (sí, ya me estoy resignando a llamarlo así) viene hace rato diciendo que quiere que el Fiscal General sea nombrado por el Presidente, como sucede en otras democracias como en Estados Unidos. No soy abogado pero me parece una idea terrible en el contexto colombiano. Otra gente ya lo ha dicho. Pero me llama la atención que hay un elemento que no se menciona en Colombia: en Estados Unidos el Fiscal General es nombrado por el Presidente, pero no es un funcionario de la presidencia. Para empezar, al igual que muchos otros funcionarios, tiene que ser ratificado por el Senado. Pero además de eso, en Estados Unidos está claro que el Fiscal no es un miembro del gabinete como cualquier otro. Por el contrario, se entiende que su responsabilidad es ante el país en general, no ante el Presidente. Por ejemplo, Holder hace un tiempo viene hablando de investigar los casos de tortura y todo el mundo entiende que esa es una decisión suya, no del Presidente.
Otra vez, no soy abogado y no entiendo los detalles legales del asunto. Pero sí quería dejar en claro que cuando nos dicen que la idea de Santos es tomada de Estados Unidos están metiéndonos gato por liebre. ¡Cosa rara!
El Presidente-electo Santos (sí, ya me estoy resignando a llamarlo así) viene hace rato diciendo que quiere que el Fiscal General sea nombrado por el Presidente, como sucede en otras democracias como en Estados Unidos. No soy abogado pero me parece una idea terrible en el contexto colombiano. Otra gente ya lo ha dicho. Pero me llama la atención que hay un elemento que no se menciona en Colombia: en Estados Unidos el Fiscal General es nombrado por el Presidente, pero no es un funcionario de la presidencia. Para empezar, al igual que muchos otros funcionarios, tiene que ser ratificado por el Senado. Pero además de eso, en Estados Unidos está claro que el Fiscal no es un miembro del gabinete como cualquier otro. Por el contrario, se entiende que su responsabilidad es ante el país en general, no ante el Presidente. Por ejemplo, Holder hace un tiempo viene hablando de investigar los casos de tortura y todo el mundo entiende que esa es una decisión suya, no del Presidente.
Otra vez, no soy abogado y no entiendo los detalles legales del asunto. Pero sí quería dejar en claro que cuando nos dicen que la idea de Santos es tomada de Estados Unidos están metiéndonos gato por liebre. ¡Cosa rara!
Monday, June 21, 2010
¿Cuándo el Deber Ciudadano Deja de Ser Deber?
Acabo de llegar de viaje. Muchas cosas para comentar pero después. Por ahora hago una aclaración para aquellos que creen que yo escurro el bulto de mi deber ciudadano. Charlottesville queda a dos horas y media de camino del consulado colombiano más cercano. Cuando vivía en Chicago, el consulado me quedaba a quince minutos de la casa y me echaba el viaje para votar. (No tiene mucho mérito.) Cuando vivía en Stanford, el consulado me quedaba a cuarenta y cinco minutos de la casa y me echaba el viaje para votar. Pero considero que mi deber ciudadano expira a las dos horas y media, más que la distancia entre Bogotá y Girardot. A propósito, solo por curiosidad, me gustaría saber dónde fijan el límite del deber ciudadano otros lectores. (De hecho, me vendría bien porque necesito datos sobre preferencias de votación para mi próximo libro...)
No tiene nada que ver, pero es que el estimado comentarista me recordó una cosa que me complace decir: resulta que en Madrid no voy a estar enseñando, solo voy a hacer investigación. Debo confesar que en mi caso, eso es uno de los grandes atractivos de este cambio: me gusta más investigar que enseñar.
No tiene nada que ver, pero es que el estimado comentarista me recordó una cosa que me complace decir: resulta que en Madrid no voy a estar enseñando, solo voy a hacer investigación. Debo confesar que en mi caso, eso es uno de los grandes atractivos de este cambio: me gusta más investigar que enseñar.
Sunday, June 13, 2010
De Viaje
Me voy de viaje por unos días y vuelvo justo el 20. En lo que a mí respecta, esto se traduce en una oportunidad de cumplir con las directivas del Polo de no votar en las elecciones. Bueno, la verdad, es mucho mejor votar en blanco. Además, confieso que desde que vivo en Charlottesville, no he vuelto a votar ya que eso me implica manejar por dos horas y media. Prometo que cuando esté en Madrid volveré a cumplir con mi deber ciudadano. Dudo muchísimo que tenga ocasión de comentar algo en estos días. Cuando este blog se reactive ya tendremos Presidente Electo. Como para llevar la contraria, no pienso felicitar al ganador, sino que desde ya le anuncio mi oposición.
De Pronto el Polo no es un Partido
Me encuentro en el blog con el comentario de un lector que prefirió mantenerse anónimo en el que dice que, sin ser del Polo votó por Petro y que, sin ser del Partido Verde votará contra Santos (o sea, presumo yo, por Mockus). Es un buen punto, sobre todo porque yo estaba tratando de apelar a la "disciplina de partido" del Polo. Yo suelo partir de la premisa de que los votantes del Polo son relativamente más "partidistas" que los de otras colectividades. De pronto es un error que yo cometo de vez en cuando porque se me olvida lo mucho que han cambiado las cosas.
Lo que pasa es que yo estoy acostumbrado a que en Colombia los partidos de izquierda casi no tenían ningún arrastre por fuera de un segmento "anti-sistema" del electorado que, por lo mismo, difícilmente votaría por otros partidos. Estoy hablando de la época en que la izquierda electoral oscilaba siempre entre porcentajes del 4 y 6% (en buenos años). En ese contexto no había casi ninguna volatilidad electoral.
El Polo ha cambiado un poco esta dinámica. Las votaciones del Polo oscilan mucho más y siempre han estado por encima de la votación de los partidos de izquierda de antes, con la excepción de la AD-M19 en 1990 y en 1991. Eso permite que cada vez sean más comunes casos como las de nuestro amable comentarista: personas que no se consideran partidarios del Polo pero que pueden considerar apoyar a su candidato en determinado momento.
Eso es un logro importante del Polo. Si el Polo algún día quiere llegar al poder, tendrá que contar con votantes independientes. En una sociedad moderna, para bien o para mal, hay sectores del electorado bastante grandes que no son particularmente ideológicos pero que sin embargo participan activamente en las elecciones.
Por otro lado, insisto en que, como he venido diciendo antes, es importante que el Polo consolide un núcleo ideológico, disciplinado. Claro, vale la pena preguntarse si de pronto en eso también estoy siendo dogmático. Alguien podría decir que es posible lograr cambios estructurales profundos a punta de coaliciones ad hoc sin necesidad de crear un partido. Otro día trato de mostrar qué problemas le veo a esta hipótesis.
Entre tanto, mi conjetura es la siguiente: como ya he dicho en otra ocasión, la izquierda en Colombia tiene una "capacidad de carga" que yo estimo entre el 15 y el 20% del electorado. Algún día un partido de izquierda bien organizado podrá movilizar a ese segmento. Si a eso se le suma candidatos mediáticos, que gusten en sectores independientes, se tiene una fórmula que puede ganar. ¿Muy optimista? Por supuesto. De eso se trata. Al fin y al cabo después del 20 de Junio tendremos oportunidad para desesperarnos de nuevo.
Lo que pasa es que yo estoy acostumbrado a que en Colombia los partidos de izquierda casi no tenían ningún arrastre por fuera de un segmento "anti-sistema" del electorado que, por lo mismo, difícilmente votaría por otros partidos. Estoy hablando de la época en que la izquierda electoral oscilaba siempre entre porcentajes del 4 y 6% (en buenos años). En ese contexto no había casi ninguna volatilidad electoral.
El Polo ha cambiado un poco esta dinámica. Las votaciones del Polo oscilan mucho más y siempre han estado por encima de la votación de los partidos de izquierda de antes, con la excepción de la AD-M19 en 1990 y en 1991. Eso permite que cada vez sean más comunes casos como las de nuestro amable comentarista: personas que no se consideran partidarios del Polo pero que pueden considerar apoyar a su candidato en determinado momento.
Eso es un logro importante del Polo. Si el Polo algún día quiere llegar al poder, tendrá que contar con votantes independientes. En una sociedad moderna, para bien o para mal, hay sectores del electorado bastante grandes que no son particularmente ideológicos pero que sin embargo participan activamente en las elecciones.
Por otro lado, insisto en que, como he venido diciendo antes, es importante que el Polo consolide un núcleo ideológico, disciplinado. Claro, vale la pena preguntarse si de pronto en eso también estoy siendo dogmático. Alguien podría decir que es posible lograr cambios estructurales profundos a punta de coaliciones ad hoc sin necesidad de crear un partido. Otro día trato de mostrar qué problemas le veo a esta hipótesis.
Entre tanto, mi conjetura es la siguiente: como ya he dicho en otra ocasión, la izquierda en Colombia tiene una "capacidad de carga" que yo estimo entre el 15 y el 20% del electorado. Algún día un partido de izquierda bien organizado podrá movilizar a ese segmento. Si a eso se le suma candidatos mediáticos, que gusten en sectores independientes, se tiene una fórmula que puede ganar. ¿Muy optimista? Por supuesto. De eso se trata. Al fin y al cabo después del 20 de Junio tendremos oportunidad para desesperarnos de nuevo.
Friday, June 11, 2010
¿Qué Tal Salario Máximo?
Hacía varios días quería escribir sobre este tema pero hoy me encontré el pretexto perfecto. Generalmente los debates sobre regulación del mercado laboral giran en torno a la "parte baja" del mercado, por ejemplo, el salario mínimo. Pero, ¿por qué no nos preguntamos también lo que pasa en la parte alta? Me refiero en particular a lo que podríamos llamar el "salario máximo."
Suena ridículo y hay buenas razones para creer que es una mala idea. En parte por eso me había refrenado de comentar el asunto. Pero abro hoy el Guardian (¿si les conté que es uno de los mejores periódicos ingleses?) y me encuentro con que Ed Milliband, uno de los candidatos al liderazgo del Partido Laborista dice que es necesario explorar los diferenciales salariales en el sector privado inglés. O sea que lo que a mí me parecía una idea demasiado radical para un modesto blog colombiano es una de las propuestas dentro de uno de los grandes partidos ingleses. Definitivamente la izquierda europea nos lleva mucha ventaja...
En lo que a mi respecta, lo que me llevóa pensar en este tema es la experiencia escandinava. Una de las razones por las cuales Suecia logró obtener excelentes niveles de igualdad social y a la vez alto crecimiento económico fue porque, como resultado de los mecanismos de negociación salarial colectiva, que enfatizaban la "compresión" de la escala de salarios, Uno de los efectos de esta práctica fue que los salarios de la mano de obra calificada quedaron relativamente bajos lo cual le daba un incentivo a las firmas suecas para introducir innovaciones tecnológicas.
En nuestras latitudes creemos que la forma de incentivar la calificación de la mano de obra es aumentando el diferencial de salarios con la vana esperanza de que esto incentive la demanda de educación, vana digo porque, sospecho que hay razones sociológicas de peso que evitan que esto funcione. Entre tanto, los suecos operaron por el otro lado del mercado, es decir, le dan incentivos a las empresas para que contraten personal calificado. Me da la impresión de que si uno combina este sistema con un buen sistema de educación pública puede obtener una mano de obra más preparada sin tener que generar las enormes diferencias de salario que se ven en economías neoliberales. Además, como señala Milliband en el artículo, los salarios en la parte más alta de la escala casi nunca están determinados en condiciones de mercado competitivo sino que son más bien producto de "pactos de ayuda mutua" entre privilegiados.
Si todo esto es cierto, uno debería fijar, además de un salario mínimo, un salario máximo. Pero no me suena. Para empezar, un tope salarial legal sería muy fácil de burlar. Las empresas podrían simplemente ofrecer beneficios adicionales para compensar (casas, carros, viajes, etc.). Además, puede haber razones de mercado genuinas para que una empresa trate de ofrecer un salario más alto a alguien si de verdad va a ser más productivo. (Sí, yo soy izquierdista pero también soy economista; prefiero pensarlo dos veces y más antes de interferir con el mercado...)
Ahora, aunque un salario máximo puede que no sea una buena idea, sí vale la pena pensar en mecanismos que aborden este problema. De pronto un aumento en la progresividad de los impuestos al ingreso, no lo sé. Pero, como mínimo, una comisión que estudie el asunto, como dice Milliband. En nuestro medio esto es tan impensable que se pregunta uno: ¿será que Milliband es un terrorista?
Suena ridículo y hay buenas razones para creer que es una mala idea. En parte por eso me había refrenado de comentar el asunto. Pero abro hoy el Guardian (¿si les conté que es uno de los mejores periódicos ingleses?) y me encuentro con que Ed Milliband, uno de los candidatos al liderazgo del Partido Laborista dice que es necesario explorar los diferenciales salariales en el sector privado inglés. O sea que lo que a mí me parecía una idea demasiado radical para un modesto blog colombiano es una de las propuestas dentro de uno de los grandes partidos ingleses. Definitivamente la izquierda europea nos lleva mucha ventaja...
En lo que a mi respecta, lo que me llevóa pensar en este tema es la experiencia escandinava. Una de las razones por las cuales Suecia logró obtener excelentes niveles de igualdad social y a la vez alto crecimiento económico fue porque, como resultado de los mecanismos de negociación salarial colectiva, que enfatizaban la "compresión" de la escala de salarios, Uno de los efectos de esta práctica fue que los salarios de la mano de obra calificada quedaron relativamente bajos lo cual le daba un incentivo a las firmas suecas para introducir innovaciones tecnológicas.
En nuestras latitudes creemos que la forma de incentivar la calificación de la mano de obra es aumentando el diferencial de salarios con la vana esperanza de que esto incentive la demanda de educación, vana digo porque, sospecho que hay razones sociológicas de peso que evitan que esto funcione. Entre tanto, los suecos operaron por el otro lado del mercado, es decir, le dan incentivos a las empresas para que contraten personal calificado. Me da la impresión de que si uno combina este sistema con un buen sistema de educación pública puede obtener una mano de obra más preparada sin tener que generar las enormes diferencias de salario que se ven en economías neoliberales. Además, como señala Milliband en el artículo, los salarios en la parte más alta de la escala casi nunca están determinados en condiciones de mercado competitivo sino que son más bien producto de "pactos de ayuda mutua" entre privilegiados.
Si todo esto es cierto, uno debería fijar, además de un salario mínimo, un salario máximo. Pero no me suena. Para empezar, un tope salarial legal sería muy fácil de burlar. Las empresas podrían simplemente ofrecer beneficios adicionales para compensar (casas, carros, viajes, etc.). Además, puede haber razones de mercado genuinas para que una empresa trate de ofrecer un salario más alto a alguien si de verdad va a ser más productivo. (Sí, yo soy izquierdista pero también soy economista; prefiero pensarlo dos veces y más antes de interferir con el mercado...)
Ahora, aunque un salario máximo puede que no sea una buena idea, sí vale la pena pensar en mecanismos que aborden este problema. De pronto un aumento en la progresividad de los impuestos al ingreso, no lo sé. Pero, como mínimo, una comisión que estudie el asunto, como dice Milliband. En nuestro medio esto es tan impensable que se pregunta uno: ¿será que Milliband es un terrorista?
Thursday, June 10, 2010
Comisionado Pearl: ¿Sabe Ud. qué Quiere Decir la "R" de FARC?
Este es uno de mis temas favoritos porque es buenísimo "pour epater les bourgeois." Muy poca gente está de acuerdo conmigo en esto así que genero reacciones airadas cuando lo discuto.
En la enésima versión de una vieja discusión, el Comisionado Frank Pearl dice
El hecho de que a uno no le gusten las FARC (y, como ya lo he dicho varias veces, a mi me parecería terrible un país gobernado por las FARC) no quiere decir que no sean revolucionarias. Lo son. Me atrevo a decir que no ha habido un solo día en sus 46 años de existencia en que no hayan pensado en la forma de hacer la revolución. Trafican en droga porque eso genera plata para la revolución, secuestran porque eso genera plata para la revolución, bombardean pueblos porque eso les permite controlar territorio para avanzar la revolución, ponen minas antipersonales porque eso ataca al ejército que se opone a la revolución, y así sucesivamente. Si a Ud. no le gusta nada de esto (como a mí) entonces a Ud., por progre que sea, no le gusta la revolución de las FARC (a mí tampoco).
Todo este preludio es para señalar un punto que en Colombia se olvida: en tanto que actor revolucionario, las FARC son un actor político. Entonces, cualquier acuerdo que uno vaya a buscar con ellos es un acuerdo político. Es ridículo pretender, como lo han pretendido los "Comisionados de Paz" de la Administración Uribe (que debe ser algo así como ser el "conductor elegido" de una "barra brava") que un acuerdo con las FARC no tenga de por medio intereses políticos.
Cuando se hacen acuerdos con organizaciones revolucionarias lo que se busca es precisamente crear condiciones políticas para que desistan de su revolución y acepten algo a cambio, algo aceptable para el resto de la sociedad. En ese proceso se hacen concesiones de parte y parte, concesiones políticas.
Hasta en sus últimos estertores la Administración Uribe muestra su incapacidad de asimilar este punto. Yo creo que no es por estúpidos (yo hubiera preferido más ineptitud en la Administración Uribe; habrían hecho menos daño). Al contrario. Yo me atrevería a apostar plata a que Uribe y su círculo entienden perfectamente que las FARC son una organización revolucionaria. Pero todo este galimatías les conviene porque así pueden siempre decir que a ellos si les interesa resolver el conflicto por la vía negociada solo que, lamentablemente, es imposible negociar con las FARC porque invariablemente se termina en un proceso político.
En la enésima versión de una vieja discusión, el Comisionado Frank Pearl dice
que no es posible avanzar en acuerdos humanitarios, mientras existan intereses políticos y explicó que el Gobierno siempre ha estado dispuesto en buscar canales para resolver el tema del secuestro.Para mí, el punto fundamental es este: las FARC son una organización revolucionaria. Esto quiere decir que quieren hacer la revolución, como ellos la entienden. Hay mucha gente, en especial progresistas, que les horroriza esto porque, supuestamente, las revoluciones son buenas. Yo como soy politólogo (o por lo menos me pagan como tal) tengo una visión más neutra: las revoluciones son procesos sociales muy complejos; algunas (muchas, tal vez demasiadas) terminan en un desastre pavoroso que hubiera sido mejor evitar, otras conducen a logros positivos que vale la pena preservar, otras (tal vez la mayoría) tienen un poco de ambas cosas: producen logros acompañados de desastres.
El hecho de que a uno no le gusten las FARC (y, como ya lo he dicho varias veces, a mi me parecería terrible un país gobernado por las FARC) no quiere decir que no sean revolucionarias. Lo son. Me atrevo a decir que no ha habido un solo día en sus 46 años de existencia en que no hayan pensado en la forma de hacer la revolución. Trafican en droga porque eso genera plata para la revolución, secuestran porque eso genera plata para la revolución, bombardean pueblos porque eso les permite controlar territorio para avanzar la revolución, ponen minas antipersonales porque eso ataca al ejército que se opone a la revolución, y así sucesivamente. Si a Ud. no le gusta nada de esto (como a mí) entonces a Ud., por progre que sea, no le gusta la revolución de las FARC (a mí tampoco).
Todo este preludio es para señalar un punto que en Colombia se olvida: en tanto que actor revolucionario, las FARC son un actor político. Entonces, cualquier acuerdo que uno vaya a buscar con ellos es un acuerdo político. Es ridículo pretender, como lo han pretendido los "Comisionados de Paz" de la Administración Uribe (que debe ser algo así como ser el "conductor elegido" de una "barra brava") que un acuerdo con las FARC no tenga de por medio intereses políticos.
Cuando se hacen acuerdos con organizaciones revolucionarias lo que se busca es precisamente crear condiciones políticas para que desistan de su revolución y acepten algo a cambio, algo aceptable para el resto de la sociedad. En ese proceso se hacen concesiones de parte y parte, concesiones políticas.
Hasta en sus últimos estertores la Administración Uribe muestra su incapacidad de asimilar este punto. Yo creo que no es por estúpidos (yo hubiera preferido más ineptitud en la Administración Uribe; habrían hecho menos daño). Al contrario. Yo me atrevería a apostar plata a que Uribe y su círculo entienden perfectamente que las FARC son una organización revolucionaria. Pero todo este galimatías les conviene porque así pueden siempre decir que a ellos si les interesa resolver el conflicto por la vía negociada solo que, lamentablemente, es imposible negociar con las FARC porque invariablemente se termina en un proceso político.
¿Fue un Error lo del Voto en Blanco?
A medida que se acerca el 20 de Junio, hay gente que se pone nerviosa con lo del voto en blanco del Polo. Ya hay gente criticando al Polo por llamar a la abstención, por ejemplo, Cecilia Orozco. Yo dudo mucho de que el llamado a la abstención del Polo vaya a ser el causante de la victoria de Santos (si es que, como parece, se produce). El famoso 46% lo dejó a las puertas de la Presidencia. Pero aún si así fuera, hay que entender que dadas las circunstancias, al Polo no le quedaba más opción que llamar al voto en blanco.
Recordemos la secuencia de eventos: Mockus se dispara en las encuestas (maldita la hora en la que les creímos), el Polo habla de alianza en primera vuelta, Mockus dice que no que porque hay "diferencias ideológicas", el Polo no dice nada, Mockus dice que Petro "justifica la violencia", el Polo se enfurece (con razón), el suscrito se enfurece (pero eso no tiene nada que ver), se produce la primera vuelta, el Polo le dice a Mockus que ahora hagan alianza para la segunda, Mockus dice que no pero que de pronto, el Polo le manda una carta a Mockus, Mockus dice que lo va a pensar, el Partido Verde se reúne y dice que no. Ahora, en ese momento, ¿se imaginan el ridículo que hubiera hecho Petro si dice: "bueno, esta bien, el Partido Verde no quiere alianza, pero igual lo vamos a apoyar"?
Imposible. Desde el momento en que se habló de acercamientos entre partidos solo había dos finales posibles: o alianza con apoyo mutuo, o no-alianza con voto en blanco. La "opción intermedia," no-alianza pero con apoyo electoral, habría destruído la credibilidad del Polo como partido serio.
Ahora, en retrospectiva podemos preguntarnos si fue buena idea entrar en esta trayectoria. De pronto si el Polo no hubiera buscado ningún acercamiento antes de la primera vuelta, se hubiera evitado este "choque de trenes." Yo no lo creo. Todas las actuaciones del Partido Verde apuntan a que, simple y llanamente, no quiere ser un partido de centro-izquierda ni, como bien lo señala Cecilia Orozco en esa columna, un partido de oposición. O sea que, creo yo, por malo que haya sido el resultado, no hay nada que lamentar.
Me asalta la duda de qué implicaciones tendrá el llamado del Polo sobre el resultado final y cómo va a ser interpretado. Si Mockus mejora respecto a la primera vuelta, ¿será que se interpreta como que las bases del Polo desatendieron el llamado de sus dirigentes y de todas formas votaron por Mockus? No es que me quite el sueño, pero es algo para pensar ya que dejaría un poco mal parada la disciplina del partido. Obvio, en Colombia eso no importa mucho, pero igual, no conviene que a uno lo vean como débil.
Recordemos la secuencia de eventos: Mockus se dispara en las encuestas (maldita la hora en la que les creímos), el Polo habla de alianza en primera vuelta, Mockus dice que no que porque hay "diferencias ideológicas", el Polo no dice nada, Mockus dice que Petro "justifica la violencia", el Polo se enfurece (con razón), el suscrito se enfurece (pero eso no tiene nada que ver), se produce la primera vuelta, el Polo le dice a Mockus que ahora hagan alianza para la segunda, Mockus dice que no pero que de pronto, el Polo le manda una carta a Mockus, Mockus dice que lo va a pensar, el Partido Verde se reúne y dice que no. Ahora, en ese momento, ¿se imaginan el ridículo que hubiera hecho Petro si dice: "bueno, esta bien, el Partido Verde no quiere alianza, pero igual lo vamos a apoyar"?
Imposible. Desde el momento en que se habló de acercamientos entre partidos solo había dos finales posibles: o alianza con apoyo mutuo, o no-alianza con voto en blanco. La "opción intermedia," no-alianza pero con apoyo electoral, habría destruído la credibilidad del Polo como partido serio.
Ahora, en retrospectiva podemos preguntarnos si fue buena idea entrar en esta trayectoria. De pronto si el Polo no hubiera buscado ningún acercamiento antes de la primera vuelta, se hubiera evitado este "choque de trenes." Yo no lo creo. Todas las actuaciones del Partido Verde apuntan a que, simple y llanamente, no quiere ser un partido de centro-izquierda ni, como bien lo señala Cecilia Orozco en esa columna, un partido de oposición. O sea que, creo yo, por malo que haya sido el resultado, no hay nada que lamentar.
Me asalta la duda de qué implicaciones tendrá el llamado del Polo sobre el resultado final y cómo va a ser interpretado. Si Mockus mejora respecto a la primera vuelta, ¿será que se interpreta como que las bases del Polo desatendieron el llamado de sus dirigentes y de todas formas votaron por Mockus? No es que me quite el sueño, pero es algo para pensar ya que dejaría un poco mal parada la disciplina del partido. Obvio, en Colombia eso no importa mucho, pero igual, no conviene que a uno lo vean como débil.
Wednesday, June 9, 2010
Colombia A.U. (Antes de Uribe): ¿Un Estado Fallido?
Por pura vanidad me puse a visitar la página del Boston Review donde está mi artículo y me encuentro un comentario de alguien llamado Eduardo Jaramillo (el nombre me suena pero no lo ubico) donde me critica por ser demasiado pesimista y por ignorar que hace ocho años Colombia era "un Estado fallido." Ambas críticas están relacionadas, por supuesto. Mientras peor sea la evaluación que uno haga de la situación del país en el 2002, mejor le va a parecer la tendencia actual.
Lo que pasa es que yo nunca he creído en el cuento del "Estado fallido" en Colombia. Una de las cosas que más me admiran del aparato propagandístico del uribismo es la forma como logró reescribir la historia en pocos años. Veamos:
Las FARC nunca han estado ni cerca de tomarse el poder. Las FARC nunca han sido capaces de tomarse ningún centro urbano de más de 30 mil habitantes y controlarlo por más de siete días. Me estoy refiriendo, por supuesto, a la toma de Mitú. A propósito de Mitú, cuando se escriba la historia de la guerra contra las FARC creo que va a quedar claro que esa batalla fue la más grande de todas y al mismo tiempo la victoria decisiva del gobierno, donde se quebró la tendencia de iniciativa militar que las FARC habían tomado en forma por demás difícil de explicar. A quienes se les haya olvidado, la batalla de Mitú fue a comienzos de la Administración Pastrana. La Administración Uribe ha propinado golpes tal vez más espectaculares a las FARC. Pero en lo que hace a número de bajas, a impacto estratégico y territorial, nada se compara.
El número de homicidios ha bajado sustancialmente. Pero el número de homicidios de comienzos de los 2000 no representaba una amenaza al Estado. Si quieren ver qué es un Estado fallido miren a Somalia, o a Irak (aunque un poquito menos ahora), o a Afghanistán.
Generalmente es difícil hacer ejercicios contrafactuales en historia pero supongamos por un momento que Uribe hubiera perdido las elecciones en el 2002. ¿Alguien cree de verdad que las FARC se habrían tomado el poder? ¿Alguien cree de verdad que las FARC hubieran podido declararse soberanas en alguna porción importante del territorio nacional? ¿Se nos olvidó ya que la zona de despeje estaba ya totalmente recuperada para el ejército a los pocos meses de rotas las conversaciones? ¿Alguien cree de verdad que sólo Uribe hubiera tratado de aumentar el gasto militar? ¿Se nos olvidó ya que la Administración Pastrana ha sido la que más aumentó el gasto en defensa, especialmente con el Plan Colombia? ¿Se nos olvidó ya que todos los candidatos presidenciales del 2002 (excepto Lucho que no tenía ninguna opción) insistieron en la necesidad de aumentar el gasto en defensa?
¡Por favor! No hay duda de que Colombia en el 2002 tenía muchos problemas (como, creo yo, los tiene ahora). Pero decir que era un "Estado fallido" es un despropósito.
Lo que pasa es que yo nunca he creído en el cuento del "Estado fallido" en Colombia. Una de las cosas que más me admiran del aparato propagandístico del uribismo es la forma como logró reescribir la historia en pocos años. Veamos:
Las FARC nunca han estado ni cerca de tomarse el poder. Las FARC nunca han sido capaces de tomarse ningún centro urbano de más de 30 mil habitantes y controlarlo por más de siete días. Me estoy refiriendo, por supuesto, a la toma de Mitú. A propósito de Mitú, cuando se escriba la historia de la guerra contra las FARC creo que va a quedar claro que esa batalla fue la más grande de todas y al mismo tiempo la victoria decisiva del gobierno, donde se quebró la tendencia de iniciativa militar que las FARC habían tomado en forma por demás difícil de explicar. A quienes se les haya olvidado, la batalla de Mitú fue a comienzos de la Administración Pastrana. La Administración Uribe ha propinado golpes tal vez más espectaculares a las FARC. Pero en lo que hace a número de bajas, a impacto estratégico y territorial, nada se compara.
El número de homicidios ha bajado sustancialmente. Pero el número de homicidios de comienzos de los 2000 no representaba una amenaza al Estado. Si quieren ver qué es un Estado fallido miren a Somalia, o a Irak (aunque un poquito menos ahora), o a Afghanistán.
Generalmente es difícil hacer ejercicios contrafactuales en historia pero supongamos por un momento que Uribe hubiera perdido las elecciones en el 2002. ¿Alguien cree de verdad que las FARC se habrían tomado el poder? ¿Alguien cree de verdad que las FARC hubieran podido declararse soberanas en alguna porción importante del territorio nacional? ¿Se nos olvidó ya que la zona de despeje estaba ya totalmente recuperada para el ejército a los pocos meses de rotas las conversaciones? ¿Alguien cree de verdad que sólo Uribe hubiera tratado de aumentar el gasto militar? ¿Se nos olvidó ya que la Administración Pastrana ha sido la que más aumentó el gasto en defensa, especialmente con el Plan Colombia? ¿Se nos olvidó ya que todos los candidatos presidenciales del 2002 (excepto Lucho que no tenía ninguna opción) insistieron en la necesidad de aumentar el gasto en defensa?
¡Por favor! No hay duda de que Colombia en el 2002 tenía muchos problemas (como, creo yo, los tiene ahora). Pero decir que era un "Estado fallido" es un despropósito.
A Propósito de Gaza. A Mí se me Ocurrió en Privado, pero Ahora Alguien Importante lo Dice
Claro, Stephen Walt es ampliamente detestado en los círculos sionistas más radicales y a cada rato lo acusan de anti-semita, el nuevo recurso para macartizar críticos de la política exterior de USA hacia el Medio Oriente. Pero díganme si esta propuesta no es totalmente lógica y por lo mismo, como él mismo lo dice, no tiene la más mínima probabilidad de llevarse a la práctica.
Tuesday, June 8, 2010
Herejías sobre la Movilidad del Capital
A la base de mi discusión sobre el artículo de Carrasquilla está el viejo tema de la movilidad del capital. Como buen neoliberal, Carrasquilla cree que el capital es infinitamente móvil y que por eso cualquier intento de gravarlo sólo lleva a su fuga.
Por allá en los años 80 Alvaro Gómez (que en su vida pasó por varios tipos de derecha ideológica) se la pasaba insistiendo en que no tenía sentido "repartir pobreza" sino que tocaba "crear riqueza para luego repartirla." Aunque Gómez llamaba a eso "desarrollismo" (se imagina uno que por consideraciones electorales) era en realidad una postura más bien similar a la del neoliberalismo actual. (El verdadero "desarrollismo" latinoamericano, digamos el de Kubitschek en Brasil o Frondizi en Argentina, era más bien de centro-izquierda.) El problema de esta postura es que supuestamente lo que hay que hacer es atraer capital (confianza inversionista, ¿les suena?) y para eso hay que bajar impuestos y flexibilizar el mercado laboral, es decir, eliminar los instrumentos con los que supuestamente se iba a repartir la riqueza creada.
Empíricamente el capital no parece ser tan volátil como lo sostienen los neoliberales puros. Al fin y al cabo, cada sitio tiene sus especificidades de modo que no es que toda alternativa de inversión sea un sustituto perfecto de las otras. A propósito, eso explica en parte por qué la izquierda en América Latina siempre fue industrializadora: porque la industrialización es la forma de aumentar la especificidad del capital, haciéndolo menos móvil y, por eso, más gravable. A mi como izquierdista nostálgico me pareció terrible el día que en América Latina (por allá en las épocas de Menem) se volvió de mala educación hablar de industria.
Pero, y con esto llego a la parte más herética, supongamos por un momento que la postura neoliberal tiene razón y que el capital es infinitamente móvil. Entonces, es injusto que haya unas pocas personas que son dueñas de un recurso que no se puede gravar mientras le echan a todos los demás la carga impositiva. Entonces, lo correcto es que todos se vuelvan capitalistas. En ese caso, lo que hay que hacer es estatizar la mayor cantidad posible de activos y, o bien dárselos a todos los ciudadanos en forma de "demogrants" o que el Estado los maneje a nombre de la Nación.
Se me dirá que si un Estado hace eso se le va toda la inversión extranjera. Alguien debería llevarle la noticia al gobierno chino. Buena parte de la economía china funciona con propiedad mixta donde el Estado tiene participación en varias empresas, a veces mayoritaria, y eso no ha impedido que llegue la inversión extranjera.
Es más, sospecho que ese sistema genera bastante "confianza inversionista." Si Ud. es socio del Estado, sabe que el Estado lo aceptó porque es un buen negocio para él. Eso mismo hace que el Estado no tenga muchas razones para renegociar el acuerdo: ya está sacando la tajada que podía y no hay razón para creer que pueda sacar más.
No estoy diciendo que hay que nacionalizar toda la economía. Sabemos que eso tiene muchísimos riesgos. Pero sí quiero que se tome como una invitación a los neoliberales a mostrar cierta consistencia intelectual. Es decir, si creen que el capital es tan móvil como dicen, ¿con qué instrumentos se puede redistribuir riqueza si a cualquier intento de gravarlo se va? Y, si esto es cierto, ¿no sería entonces mejor descentralizar al máximo la propiedad sobre el capital para que todos los ciudadanos puedan beneficiarse de semejante inmunidad tributaria?
Por allá en los años 80 Alvaro Gómez (que en su vida pasó por varios tipos de derecha ideológica) se la pasaba insistiendo en que no tenía sentido "repartir pobreza" sino que tocaba "crear riqueza para luego repartirla." Aunque Gómez llamaba a eso "desarrollismo" (se imagina uno que por consideraciones electorales) era en realidad una postura más bien similar a la del neoliberalismo actual. (El verdadero "desarrollismo" latinoamericano, digamos el de Kubitschek en Brasil o Frondizi en Argentina, era más bien de centro-izquierda.) El problema de esta postura es que supuestamente lo que hay que hacer es atraer capital (confianza inversionista, ¿les suena?) y para eso hay que bajar impuestos y flexibilizar el mercado laboral, es decir, eliminar los instrumentos con los que supuestamente se iba a repartir la riqueza creada.
Empíricamente el capital no parece ser tan volátil como lo sostienen los neoliberales puros. Al fin y al cabo, cada sitio tiene sus especificidades de modo que no es que toda alternativa de inversión sea un sustituto perfecto de las otras. A propósito, eso explica en parte por qué la izquierda en América Latina siempre fue industrializadora: porque la industrialización es la forma de aumentar la especificidad del capital, haciéndolo menos móvil y, por eso, más gravable. A mi como izquierdista nostálgico me pareció terrible el día que en América Latina (por allá en las épocas de Menem) se volvió de mala educación hablar de industria.
Pero, y con esto llego a la parte más herética, supongamos por un momento que la postura neoliberal tiene razón y que el capital es infinitamente móvil. Entonces, es injusto que haya unas pocas personas que son dueñas de un recurso que no se puede gravar mientras le echan a todos los demás la carga impositiva. Entonces, lo correcto es que todos se vuelvan capitalistas. En ese caso, lo que hay que hacer es estatizar la mayor cantidad posible de activos y, o bien dárselos a todos los ciudadanos en forma de "demogrants" o que el Estado los maneje a nombre de la Nación.
Se me dirá que si un Estado hace eso se le va toda la inversión extranjera. Alguien debería llevarle la noticia al gobierno chino. Buena parte de la economía china funciona con propiedad mixta donde el Estado tiene participación en varias empresas, a veces mayoritaria, y eso no ha impedido que llegue la inversión extranjera.
Es más, sospecho que ese sistema genera bastante "confianza inversionista." Si Ud. es socio del Estado, sabe que el Estado lo aceptó porque es un buen negocio para él. Eso mismo hace que el Estado no tenga muchas razones para renegociar el acuerdo: ya está sacando la tajada que podía y no hay razón para creer que pueda sacar más.
No estoy diciendo que hay que nacionalizar toda la economía. Sabemos que eso tiene muchísimos riesgos. Pero sí quiero que se tome como una invitación a los neoliberales a mostrar cierta consistencia intelectual. Es decir, si creen que el capital es tan móvil como dicen, ¿con qué instrumentos se puede redistribuir riqueza si a cualquier intento de gravarlo se va? Y, si esto es cierto, ¿no sería entonces mejor descentralizar al máximo la propiedad sobre el capital para que todos los ciudadanos puedan beneficiarse de semejante inmunidad tributaria?
¿Se Puede Debatir con Economistas? El Caso Carrasquilla
Debo confesar que llevo mucho tiempo sin seguir de cerca los debates de la economía colombiana. Tengo algunas ideas generales pero no presumo de ser experto. Pero algo sé de economía en general (tengo, a mucha honra, un Ph.D en la materia, ahem, ahem) y además, como insisto en que la izquierda en Colombia tiene que ponerse a la tarea de formular un programa radical, entonces ayer me puse a desasnarme y me topé con unas cuantas columnas de Alberto Carrasquilla. Carrasquilla, lo sabemos quienes lo hemos visto en acción, no tiene un pelo de tonto así que si este blog genera debate, espero que sea respetuoso. Pero esta columna es bastante extraña.
Primero, yo apreciaría que Carrasquilla no apelara al viejo recurso de decir que quienes estamos en desacuerdo con él es porque "no hemos logrado comprender el concepto de incidencia tributaria." (¿Si les conté que yo tengo un Ph.D en Economía? ¿Si les conté que cuando fui monitor de Michael Boskin, tan conservador como Carrasquilla, por cierto, unas cuantas sesiones se nos fueron explicando el concepto de "incidencia tributaria"?) Esa forma de argumentar me molesta. Los economistas, en todo el espectro ideológico, incurrimos en eso de decir que el resto de los mortales deben dejarse sermonear por nosotros que somos los poseedores del verdadero saber. Pero por difundido que sea el hábito, eso no lo vuelve menos molesto y nocivo.
Entrando en materia, el argumento de Carrasquilla es que la regulación laboral en Colombia ha creado un "mini Estado del bienestar" para unos pocos, financiado con impuestos que se le pasan al resto (de ahí lo de la incidencia) que nunca tendrán acceso a él. Lo del "mini Estado del bienestar" es muy cierto. ¡No lo sabré yo que recibí educación y servicio médico de primerísima calidad por cuenta de Ecopetrol!
Pero el diagnóstico tiene dificultades. Dice Carrasquilla, para exonerar a la clase capitalista colombiana que la "clase empresarial ganaría mucho más dinero en un país formalizado, educado y pujante." Aquí hay un sofisma. Si estamos hablando de formalidad laboral, hablemos de formalidad laboral. Lo de educación y "pujanza" es otra cosa que no viene al caso. Claro, Carrasquilla dirá que si se desregula el mercado laboral colombiano habrá más riqueza y más educación, pero eso es, en el mejor de los casos un efecto indirecto y en el peor, está suponiendo aquello que debe demostrar, una "petición de principio" en buen romance. Entonces concentrémonos en lo de la formalidad. Si al empresariado colombiano le conviene la formalidad laboral, nada le impide contratar formalmente. Si es cierto que ganan más dinero así, ¿por qué no lo hacen?
Carrasquilla se lamenta del "salario mínimo excluyente" pero comienza la columna lamentándose de que 42.5% de los hogares reciben menos que el salario mínimo. ¿Cuál es, entonces? ¿Hay que lograr que ese 42.5% se meta al sector que gana el salario mínimo, caso en el cual el salario mínimo es una conquista que hay que defender y extender? ¿O hay que acabar con el salario mínimo y dejar que caigan los salarios en el sector formal, caso en el cual lo del 42.5% eran lágrimas de cocodrilo?
Carrasquilla insiste en que la incidencia de estas regulaciones no cae sobre el capital sino sobre los consumidores. Primero, me parecería muy raro que ninguna parte de la carga incida sobre el capital. Si la memoria no me falla de mi monitoría con Boskin, eso pasaría si la curva de oferta del capital (y/o la de demanda del producto final) fuera infinitamente elástica. Si no es así, algo debe estar pagando el capital.
No he visto los datos en Colombia pero me sorprendería muchísimo que Carrasquilla tuviera toda la razón en este punto. En casi todos los países del mundo las regulaciones laborales han generado la resistencia de las clases capitalistas (hay excepciones a las que me referiré después). Sería muy raro que se resistieran con garras y dientes a políticas cuyo costo ellos simplemente se lo pueden trasladar a los consumidores y trabajadores.
Obvio, toda conquista laboral genera "insiders" y "outsiders" porque rara vez las conquistas laborales cubren todo el mercado. (A propósito, ¿saben cuál conquista no tendría ni "outsiders" ni "insiders? La renta básica.) Pero la solución a este problema, si a uno de verdad le importa, es generar mecanismos para extenderlas a más gente, no acabarlas de un tajo que es, en últimas, la propuesta de Carrasquilla.
En el fondo, el tema es político, es decir, es un asunto de cuanto poder acumula el capital ante el trabajo y no, como cree Carrasquilla, cuestión de "vacunas y antibióticos" que todo economista conoce pero que algunos yerbateros (de izquierda, obviamente) no han aceptado que existen.
Primero, yo apreciaría que Carrasquilla no apelara al viejo recurso de decir que quienes estamos en desacuerdo con él es porque "no hemos logrado comprender el concepto de incidencia tributaria." (¿Si les conté que yo tengo un Ph.D en Economía? ¿Si les conté que cuando fui monitor de Michael Boskin, tan conservador como Carrasquilla, por cierto, unas cuantas sesiones se nos fueron explicando el concepto de "incidencia tributaria"?) Esa forma de argumentar me molesta. Los economistas, en todo el espectro ideológico, incurrimos en eso de decir que el resto de los mortales deben dejarse sermonear por nosotros que somos los poseedores del verdadero saber. Pero por difundido que sea el hábito, eso no lo vuelve menos molesto y nocivo.
Entrando en materia, el argumento de Carrasquilla es que la regulación laboral en Colombia ha creado un "mini Estado del bienestar" para unos pocos, financiado con impuestos que se le pasan al resto (de ahí lo de la incidencia) que nunca tendrán acceso a él. Lo del "mini Estado del bienestar" es muy cierto. ¡No lo sabré yo que recibí educación y servicio médico de primerísima calidad por cuenta de Ecopetrol!
Pero el diagnóstico tiene dificultades. Dice Carrasquilla, para exonerar a la clase capitalista colombiana que la "clase empresarial ganaría mucho más dinero en un país formalizado, educado y pujante." Aquí hay un sofisma. Si estamos hablando de formalidad laboral, hablemos de formalidad laboral. Lo de educación y "pujanza" es otra cosa que no viene al caso. Claro, Carrasquilla dirá que si se desregula el mercado laboral colombiano habrá más riqueza y más educación, pero eso es, en el mejor de los casos un efecto indirecto y en el peor, está suponiendo aquello que debe demostrar, una "petición de principio" en buen romance. Entonces concentrémonos en lo de la formalidad. Si al empresariado colombiano le conviene la formalidad laboral, nada le impide contratar formalmente. Si es cierto que ganan más dinero así, ¿por qué no lo hacen?
Carrasquilla se lamenta del "salario mínimo excluyente" pero comienza la columna lamentándose de que 42.5% de los hogares reciben menos que el salario mínimo. ¿Cuál es, entonces? ¿Hay que lograr que ese 42.5% se meta al sector que gana el salario mínimo, caso en el cual el salario mínimo es una conquista que hay que defender y extender? ¿O hay que acabar con el salario mínimo y dejar que caigan los salarios en el sector formal, caso en el cual lo del 42.5% eran lágrimas de cocodrilo?
Carrasquilla insiste en que la incidencia de estas regulaciones no cae sobre el capital sino sobre los consumidores. Primero, me parecería muy raro que ninguna parte de la carga incida sobre el capital. Si la memoria no me falla de mi monitoría con Boskin, eso pasaría si la curva de oferta del capital (y/o la de demanda del producto final) fuera infinitamente elástica. Si no es así, algo debe estar pagando el capital.
No he visto los datos en Colombia pero me sorprendería muchísimo que Carrasquilla tuviera toda la razón en este punto. En casi todos los países del mundo las regulaciones laborales han generado la resistencia de las clases capitalistas (hay excepciones a las que me referiré después). Sería muy raro que se resistieran con garras y dientes a políticas cuyo costo ellos simplemente se lo pueden trasladar a los consumidores y trabajadores.
Obvio, toda conquista laboral genera "insiders" y "outsiders" porque rara vez las conquistas laborales cubren todo el mercado. (A propósito, ¿saben cuál conquista no tendría ni "outsiders" ni "insiders? La renta básica.) Pero la solución a este problema, si a uno de verdad le importa, es generar mecanismos para extenderlas a más gente, no acabarlas de un tajo que es, en últimas, la propuesta de Carrasquilla.
En el fondo, el tema es político, es decir, es un asunto de cuanto poder acumula el capital ante el trabajo y no, como cree Carrasquilla, cuestión de "vacunas y antibióticos" que todo economista conoce pero que algunos yerbateros (de izquierda, obviamente) no han aceptado que existen.
Sunday, June 6, 2010
De Tercera Mano pero Muy Bueno: Economía y Sociología
En mi vida profesional yo trabajo en teoría de juegos. Yo soy un convencido de que la teoría de juegos no tiene que ser vista como una enemiga de la teoría social como se la entiende en la "tradición continental." De hecho, esa fue la convicción que me llevó a iniciar este blog. Yo sé que las cosas de política actual le generan más tráfico al blog, pero la teoría social no deja de interesarme. En fin, hoy me encontré, leyendo el blog de Brad de Long (altamente recomendado) un aparta de una reseña de un libro que no he leído. En fin, una cadena de reciclaje intelectual bastante larga. Pero el autor dice algo que resume en buena medida la idea que me ha animado hace rato en mi propia agenda intelectual: la importancia del concepto de equilibrio en ciencias sociales. Para algunos lectores será algo esotérico pero aquí va. Además, no se les olvide que en este blog siempre habrá espacio para puntos esotéricos.
Friday, June 4, 2010
Repito: Los Acuerdos de Verdad son Acuerdos Burocráticos
Bueno. Hoy no pensaba escribir mucho y sin embargo me acabo de enterar de que se dañó la alianza entre el Polo y el Partido Verde. Voy a pensar un poco más el asunto para ver si comento después. Pero entre tanto, me sigue llamando la atención la forma en que Mockus y su gente se niegan a entender que la política moderna es de partidos y que no tiene nada malo, ni antidemocrático, ni clientelista hacer coaliciones y que la savia de esas coaliciones es la responsabilidad compartida y que la responsabilidad se comparte con puestos. ¿Será que Cameron y Clegg son clientelistas? ¿Será que el Partido Verde Alemán (que sí es verde por ecologista no porque se acabaron los colores para escoger) es clientelista? En fin, me remito a lo que escribí hace unos días. A ese paso quién sabe cuándo vamos a tener una democracia moderna.
El Peor Partido del Mundo (2)
Hoy no creo que vaya a escribir mucho. No he tenido tiempo de pensar más sobre los temas que he venido elaborando. Pero, como para no dejar, les recuerdo: el Partido Republicano de los Estados Unidos es el peor partido político del mundo, es una entidad dedicada a promover la ignorancia, el odio, el fanatismo y el desprecio a las normas del debate público civilizado. Tal vez Berlusconi se le acerque, pero Berlusconi hace menos daño. Podría llenar este blog documentándolo así que solo puedo escoger algunos ejemplitos de vez en cuando. (Es hasta divertido así que de pronto lo repetiré.) Aquí va el de hoy. Después, cuando vean al Presidente Santos cortejando a esos bárbaros, no digan que no se les advirtió.
Thursday, June 3, 2010
Más Sobre los Partidos
Por razones personales hoy me tocó manejar cuatro horas así que tuve tiempo para pensar un poco más en cosas que he estado escribiendo en días pasados. Me preocupa el tema de los partidos en Colombia. Como ya dije antes, la izquierda históricamente ha necesitado partidos. En todos los países donde la izquierda ha tenido logros importantes ha sido gracias a partidos fuertes ligados a movimientos sociales organizados. Por eso es preocupante la disolución de los partidos en Colombia. Ahora nos la pasamos de "fenómeno" en "fenómeno." Del "fenómeno Uribe" al "fenómeno Mockus." A pesar de las diferencias entre ambos, hay semejanzas inquietantes: un político sin vínculos a ningún partido, que nadie lo toma en serio hasta faltando seis meses para las elecciones, de repente empieza a subir como espuma en las encuestas. Así no se construyen proyectos de sociedad de largo plazo. ¿Por qué está pasando esto?
Creo que una de las explicaciones tiene que ver con cambios en la estructura económica y social del país. El Estado colombiano siempre ha sido muy precario a la hora de ofrecer garantías sociales, de defender derechos y de representar a los ciudadanos en sus luchas contra poderes arbitrarios privados. (Si hay algún lector libertario, ahí le va: sí, hay poderes privados arbitrarios, no solo el Estado). Para acabar de completar, ese Estado precario se ha visto reducido aún más con las reformas neoliberales.
El resultado es que la clase media hace rato que no siente que el Estado tenga nada para ofrecerle. Por poner un ejemplo de otro país, donde por cierto se aplicaron feroces medidas neoliberales, el Servicio Nacional de Salud en Inglaterra es intocable: todos los partidos lo defienden, la sociedad inglesa lo ve como un logro histórico del Estado (y en especial del Partido Laborista). En Colombia hace rato no hay nada así.
En los gloriosos tiempos de la República Liberal el Partido Liberal era un instrumento importante de socialización en la política para muchos ciudadanos y además era el que estaba apoyando luchas populares sobre todo por la tierra. Históricamente las disidencias del Partido le servían para entrar en contacto con los movimientos sociales (la UNIR de Gaitán, el MRL de López Michelsen).
No estoy tratando de glorificar al Partido Liberal que tiene mucha responsabilidad en muchos de los problemas del país (aunque también tiene cosas de las que enorgullecerse). Lo que digo es que en aquellas circunstancias era natural que los partidos políticos ocuparan un lugar central en la vida de la gente.
Las clases medias de ahora no dependen del Estado ni para su empleo ni para sus servicios sociales. Al contrario, ven al Estado como un depredador y por eso les encantan los candidatos "limpios" que prometen no robar, como Mockus. Pero más allá de no robar, las clases medias no esperan nada de los partidos y movimientos políticos.
Insisto en que esto es grave para la izquierda. El Polo tiene que mostrarle a la gente que vale la pena creer en los partidos, es decir en los proyectos colectivos de largo plazo y no en los fuegos de artificio de un candidato mediático.
No es tarea fácil pero yo veo dos condiciones necesarias. Primera un programa. Sí. La gente no lee manifiestos. Pero a la larga las ideas importan. El Polo tiene que articular un programa de izquierda, un programa ambicioso, de largo plazo, no esas fórmulas descafeinadas sobre "aumentar el gasto social" que tanto le gusta a los socialdemócratas de ahora. Debe ser un programa que muestre una alternativa al modelo económico actual, que muestre lo que se puede llegar a hacer cuando el Estado se pone de parte de la gente y no de los intereses plutocráticos. (Por ejemplo, recordarle a la gente lo que es tener un Estado que les ofrece la mejor universidad del país como pasaba en Colombia antes y como pasa ahora en las grandes democracias europeas.)
La otra condición, más difícil aún pero que debe estar ligada a la anterior, es el nexo con los distintos movimientos sociales. El Polo hace esfuerzos en este sentido pero lamentablemente sigue siendo un partido bogotano. El Polo necesita meterse tanto programática como políticamente en otras zonas. En ese sentido estuvo muy bien que Petro pusiera el tema de la reforma agraria como uno de sus puntos centrales. Colombia se está volviendo un exportador de recursos naturales, muchos de ellos controlados por los paras y sus patrocinadores. Eso es un hervidero de conflictos sociales rurales sobre los que el Polo no se termina de pronunciar.
En fin, para mí el principal error del Polo hasta ahora (aparte de hacer alianzas corruptas) ha sido que no termina de presentarse como una alternativa de gobierno. Es bueno a la hora de denunciar atropellos y chanchullos y de oponerse a iniciativas del gobierno. Pero no tiene un conjunto de ideas, de consignas, de luchas que lo perfilen como algo que saque a la gente de su marasmo político.
Es muy probable que la apatía de los colombianos hacia los partidos no se supere en cuatro años. Pero si por lo menos el Polo se mantiene aglutinado y crece, digamos al 20% del electorado, el próximo "fenómeno" del 2014 no va a poder ignorar al Polo.
Corrección: Hacía rato quería mirar el desagregado regional de las elecciones y solo hasta ahora lo veo. Me encuentro que, como señaló Petro, el Polo es la segunda fuerza política de la Costa y, añado yo, de Putumayo, único departamento donde no ganó Santos (con fuerte presencia de campesinos cocaleros por cierto). No le fue mal en el Valle ni, obvio, en Nariño. Es más, en Bogotá al Polo le fue mucho peor de lo que usualmente le va. O sea que el Polo es menos bogotano de lo que yo dije arriba. Esto puede ser compatible con la idea de que, en cuanto a tendencia de largo plazo se refiere, Bogotá ha sido el bastión. Pero sí se ve una mejora en la presencia nacional del Polo. Una buena noticia en medio de todo.
Creo que una de las explicaciones tiene que ver con cambios en la estructura económica y social del país. El Estado colombiano siempre ha sido muy precario a la hora de ofrecer garantías sociales, de defender derechos y de representar a los ciudadanos en sus luchas contra poderes arbitrarios privados. (Si hay algún lector libertario, ahí le va: sí, hay poderes privados arbitrarios, no solo el Estado). Para acabar de completar, ese Estado precario se ha visto reducido aún más con las reformas neoliberales.
El resultado es que la clase media hace rato que no siente que el Estado tenga nada para ofrecerle. Por poner un ejemplo de otro país, donde por cierto se aplicaron feroces medidas neoliberales, el Servicio Nacional de Salud en Inglaterra es intocable: todos los partidos lo defienden, la sociedad inglesa lo ve como un logro histórico del Estado (y en especial del Partido Laborista). En Colombia hace rato no hay nada así.
En los gloriosos tiempos de la República Liberal el Partido Liberal era un instrumento importante de socialización en la política para muchos ciudadanos y además era el que estaba apoyando luchas populares sobre todo por la tierra. Históricamente las disidencias del Partido le servían para entrar en contacto con los movimientos sociales (la UNIR de Gaitán, el MRL de López Michelsen).
No estoy tratando de glorificar al Partido Liberal que tiene mucha responsabilidad en muchos de los problemas del país (aunque también tiene cosas de las que enorgullecerse). Lo que digo es que en aquellas circunstancias era natural que los partidos políticos ocuparan un lugar central en la vida de la gente.
Las clases medias de ahora no dependen del Estado ni para su empleo ni para sus servicios sociales. Al contrario, ven al Estado como un depredador y por eso les encantan los candidatos "limpios" que prometen no robar, como Mockus. Pero más allá de no robar, las clases medias no esperan nada de los partidos y movimientos políticos.
Insisto en que esto es grave para la izquierda. El Polo tiene que mostrarle a la gente que vale la pena creer en los partidos, es decir en los proyectos colectivos de largo plazo y no en los fuegos de artificio de un candidato mediático.
No es tarea fácil pero yo veo dos condiciones necesarias. Primera un programa. Sí. La gente no lee manifiestos. Pero a la larga las ideas importan. El Polo tiene que articular un programa de izquierda, un programa ambicioso, de largo plazo, no esas fórmulas descafeinadas sobre "aumentar el gasto social" que tanto le gusta a los socialdemócratas de ahora. Debe ser un programa que muestre una alternativa al modelo económico actual, que muestre lo que se puede llegar a hacer cuando el Estado se pone de parte de la gente y no de los intereses plutocráticos. (Por ejemplo, recordarle a la gente lo que es tener un Estado que les ofrece la mejor universidad del país como pasaba en Colombia antes y como pasa ahora en las grandes democracias europeas.)
La otra condición, más difícil aún pero que debe estar ligada a la anterior, es el nexo con los distintos movimientos sociales. El Polo hace esfuerzos en este sentido pero lamentablemente sigue siendo un partido bogotano. El Polo necesita meterse tanto programática como políticamente en otras zonas. En ese sentido estuvo muy bien que Petro pusiera el tema de la reforma agraria como uno de sus puntos centrales. Colombia se está volviendo un exportador de recursos naturales, muchos de ellos controlados por los paras y sus patrocinadores. Eso es un hervidero de conflictos sociales rurales sobre los que el Polo no se termina de pronunciar.
En fin, para mí el principal error del Polo hasta ahora (aparte de hacer alianzas corruptas) ha sido que no termina de presentarse como una alternativa de gobierno. Es bueno a la hora de denunciar atropellos y chanchullos y de oponerse a iniciativas del gobierno. Pero no tiene un conjunto de ideas, de consignas, de luchas que lo perfilen como algo que saque a la gente de su marasmo político.
Es muy probable que la apatía de los colombianos hacia los partidos no se supere en cuatro años. Pero si por lo menos el Polo se mantiene aglutinado y crece, digamos al 20% del electorado, el próximo "fenómeno" del 2014 no va a poder ignorar al Polo.
Corrección: Hacía rato quería mirar el desagregado regional de las elecciones y solo hasta ahora lo veo. Me encuentro que, como señaló Petro, el Polo es la segunda fuerza política de la Costa y, añado yo, de Putumayo, único departamento donde no ganó Santos (con fuerte presencia de campesinos cocaleros por cierto). No le fue mal en el Valle ni, obvio, en Nariño. Es más, en Bogotá al Polo le fue mucho peor de lo que usualmente le va. O sea que el Polo es menos bogotano de lo que yo dije arriba. Esto puede ser compatible con la idea de que, en cuanto a tendencia de largo plazo se refiere, Bogotá ha sido el bastión. Pero sí se ve una mejora en la presencia nacional del Polo. Una buena noticia en medio de todo.
Sobre la "Imagen Internacional" de las FARC
En conexión con lo que escribí sobre la flotilla de Gaza, queda otro punto pendiente y que me viene dando vueltas en la cabeza hace mucho tiempo, desde los tiempos de la Administración Pastrana (¿se acuerdan? el de bigote...). Pastrana tuvo siempre una obsesión por la "imagen internacional" de las FARC y recuerdo que, ya fuera de la presidencia insistía en que gracias a él se había logrado deslegitimar a las FARC en el resto del mundo. Sobra decir que esa obsesión de Pastrana en el caso de Uribe es ya manía (bueno, como todo lo de Uribe...).
En buen colombiano, siempre me pareció un cuento chimbo. A lo largo de toda la historia de las FARC todo gobierno "occidental" y, desde el fin de la Guerra Fría eso quiere decir todo gobierno del mundo que pueda ser remotamente importante para Colombia, ha reconocido al gobierno colombiano como legítimo. A más tardar desde finales de los 80 no ha habido el más mínimo riesgo de que ningún gobierno del mundo se declare amigo de las FARC y abiertamente empiece a mandarle armas. Si había algún pequeñísimo riesgo de algo así en los 80s, cuando Pastrana llegó al gobierno (1998) ese riesgo ya se medía en magnitudes homeopáticas. Entonces salir a decir que se logró que las FARC perdieran imagen ante los gobiernos de, por ejemplo, España, Francia, Suiza, Suecia, Holanda, es como decir que se logró mejorar la imagen de Escalona en Valledupar.
El punto es que desde hace rato el problema de la "imagen internacional" de las FARC no tiene nada que ver con los gobiernos sino con las ONG. Y resulta que en eso las FARC han avanzado. Todo apunta a que tienen simpatías en varios grupos de la sociedad civil en Europa y ante eso no hay ninguna ofensiva diplomática que sirva. La legitimidad ante la sociedad civil no se gana con pronunciamientos oficiales sino con una conducta legítima. Por eso la tragedia de la flotilla de Gaza es ilustrativa. Si sectores de la sociedad civil quieren sabotear el bloqueo a Gaza, miren todo el lío que pueden armar.
Entonces, el gobierno colombiano en vez de estar obsesionado con pronunciamientos de cancillerías, debe tratar es de mejorar su desempeño en materia de derechos humanos ya que eso es lo que en últimas afecta la verdadera imagen internacional de las FARC, la que importa. Por más "ofensivas diplomáticas" que se lance, una desaparición de un activista, una masacre impune o cualquier cosa de esas destruye en días el trabajo de la cancillería en meses.
En general, yo estoy convencido de que, con todos sus defectos, el gobierno colombiano es mucho más respetuoso de los derechos humanos que las FARC. Pero eso no es suficiente en un conflicto asimétrico ya que mucha gente no le aplica el mismo rasero a la parte más débil del conflicto. No basta con ser menos malo que el otro, hay que portarse bien de verdad y, seamos honestos, en eso el gobierno colombiano ha fallado.
En buen colombiano, siempre me pareció un cuento chimbo. A lo largo de toda la historia de las FARC todo gobierno "occidental" y, desde el fin de la Guerra Fría eso quiere decir todo gobierno del mundo que pueda ser remotamente importante para Colombia, ha reconocido al gobierno colombiano como legítimo. A más tardar desde finales de los 80 no ha habido el más mínimo riesgo de que ningún gobierno del mundo se declare amigo de las FARC y abiertamente empiece a mandarle armas. Si había algún pequeñísimo riesgo de algo así en los 80s, cuando Pastrana llegó al gobierno (1998) ese riesgo ya se medía en magnitudes homeopáticas. Entonces salir a decir que se logró que las FARC perdieran imagen ante los gobiernos de, por ejemplo, España, Francia, Suiza, Suecia, Holanda, es como decir que se logró mejorar la imagen de Escalona en Valledupar.
El punto es que desde hace rato el problema de la "imagen internacional" de las FARC no tiene nada que ver con los gobiernos sino con las ONG. Y resulta que en eso las FARC han avanzado. Todo apunta a que tienen simpatías en varios grupos de la sociedad civil en Europa y ante eso no hay ninguna ofensiva diplomática que sirva. La legitimidad ante la sociedad civil no se gana con pronunciamientos oficiales sino con una conducta legítima. Por eso la tragedia de la flotilla de Gaza es ilustrativa. Si sectores de la sociedad civil quieren sabotear el bloqueo a Gaza, miren todo el lío que pueden armar.
Entonces, el gobierno colombiano en vez de estar obsesionado con pronunciamientos de cancillerías, debe tratar es de mejorar su desempeño en materia de derechos humanos ya que eso es lo que en últimas afecta la verdadera imagen internacional de las FARC, la que importa. Por más "ofensivas diplomáticas" que se lance, una desaparición de un activista, una masacre impune o cualquier cosa de esas destruye en días el trabajo de la cancillería en meses.
En general, yo estoy convencido de que, con todos sus defectos, el gobierno colombiano es mucho más respetuoso de los derechos humanos que las FARC. Pero eso no es suficiente en un conflicto asimétrico ya que mucha gente no le aplica el mismo rasero a la parte más débil del conflicto. No basta con ser menos malo que el otro, hay que portarse bien de verdad y, seamos honestos, en eso el gobierno colombiano ha fallado.
El Ataque Israelí a la Flotilla de Gaza: ¿Nos Debe Importar?
Una de mis preocupaciones desde hace rato es la insularidad de la opinión pública colombiana. Por eso a veces trato de comentar asuntos internacionales así yo no sea experto en ellos, como en este caso. El hecho es que los eventos en torno a la flotilla de Gaza son bastante graves y, echando a volar la imaginación, pueden tener implicaciones para Colombia. ¿Suena ridículo? Si, de acuerdo. Pero no sobra echarle cabeza. Déjenme explicar.
Lo primero es dejar claro que la agresión israelí no tiene ninguna justificación. La flotilla estaba en aguas internacionales, para empezar. El gobierno de Israel dice que fue una operación de defensa del bloqueo naval a Gaza. Pero el bloqueo en sí es ilegal. Israel lo justifica como un acto de guerra pero esto tiene dos problemas. Primero, un bloqueo naval como este constituye castigo colectivo, cosa prohibida por el derecho de guerra. Segundo, Israel no puede estar en guerra contra Gaza porque Gaza no es un estado, precisamente porque Israel no ha permitido que se reconozca el Estado Palestino. Entonces, cuando a Israel le conviene, Gaza es un estado, pero para otras cosas no. En fin, no me voy a extender explicando estas cosas que hay gente que las explica mejor que yo. (A propósito, el blog de Juan Cole es de lo mejor que hay para seguir el Medio Oriente, especialmente Iraq y Afghanistán.)
Desde hace mucho tiempo existe en varios sectores la idea de que aunque la causa palestina sea justa, el uso del terrorismo la deslegitima. Pues bien, en esta ocasión los simpatizantes de Palestina no usaron terrorismo. Así la flotilla hubiera ido armada hasta los dientes, esto no es terrorismo. Los israelíes atacados eran miembros del ejército, es decir, objetivo militar legítimo. Por otro lado, se trataba de un acto hostil de resistencia contra un bloqueo ilegal. La desobediencia civil no es terrorismo. Muchos dirigentes palestinos se han quejado, con razón de que cuando usan métodos no violentos, el resto del mundo no los escucha. Es un buen punto. La gente siempre se pregunta por qué esta o aquella causa no acude a la no-violencia. Resulta que la no-violencia requiere muchísima coordinación entre bases sociales muy grandes. Es un trabajo político muy arduo. Pero si el mundo les da la espalda a movimientos que tratan de construír una resistencia civil no violenta, entonces el trabajo político se viene abajo y la única ruta que se ofrece es la del terrorismo. Así que, aunque no soy persona de andar en manifestaciones de solidaridad, creo que en este caso es importante que el movimiento palestino sepa que cuando acude a métodos legítimos cuenta con respaldo.
Otra lección de estos hechos es que, como ya se ha dicho hasta el cansancio, los estados-nación están perdiendo peso relativo. En este caso fué una organización de solidaridad en Turquía la que prendió semejante mecha y ahora son los estados de la región los que andan a la retaguardia, tratando de reaccionar a los hechos.
Con esto llego a la parte que compete a Colombia. Uno de mis primeros temores tras el malhadado 11 de Septiembre fue que la famosa "guerra contra el terrorismo" lanzada por Bush se convirtiera, igual que la "guerra contra el comunismo" en una ventanilla para que los Estados Unidos comprara conflictos en otros países. Así fue la Guerra Fría. Si las élites de cualquier país remoto querían que los gringos les sacaran las castañas del fuego, bastaba con ir a Washington a decirles que había comunistas en su país y así se aseguraban todo tipo de asistencia militar para lo que quisieran. (Casi cualquier país de América Latina encaja.)
En aquel entonces pregunté a mis colegas en la Universidad de Chicago (Mearsheimer entre ellos) si esto no quería decir que Bush se arrogaba el derecho de meterse (más) en Colombia y me tranquilizaron diciendo que Bush se había cuidado diciendo que iba tras grupos terroristas "de alcance global." Resulta que cada vez estoy menos tranquilo porque las FARC se están volviendo un grupo de alcance global.
¿Han notado cómo últimamente oímos mucho de actividades de las FARC en Paraguay? Raro, ¿no? Pues bien, resulta que en Paraguay reside una de las comunidades musulmanas shiítas más grandes del hemisferio occidental y, al parecer, miembros de esa comunidad tienen nexos con... Hamas y Hezbollah. No soy agente de inteligencia ni nada que se parezca, pero no me extrañaría en lo más mínimo si en sus andanzas por tierras guaraníes las FARC han desarrollado nexos con Hamas y Hezbollah.
De ser así, aunque no nos guste sería lógico: guerra es guerra. El problema es que si algo ha caracterizado a Juan Manuel Santos es que, como buen exponente de las élites colombianas, se la pasa viendo como le vende a los gringos el conflicto colombiano para que le ayuden a defender sus privilegios. Parte de su hostilidad a Venezuela viene de tratar de crear un clima de "Guerra Fría Andina" a ver si los Estados Unidos lo declaran "su hombre en Bogotá" con toda la ayuda militar y económica que eso implica. ¿Se imaginan lo que puede llegar a inventarse Santos cuando vea el más mínimo asomo, así sea inventado por el DAS, de vínculos de las FARC con Hamas y Hezbollah?
Recordemos que Uribe tuvo una de las políticas exteriores más abyectas de la historia de Colombia y seguramente Santos la va a continuar. Uribe siguió a Bush en todo, inclusive apoyando la invasión a Iraq, con tal de tener a los Estados Unidos de su lado. Colombia no tiene una política exterior propia, mucho menos hacia el Medio Oriente. Súmenle a esto que Chávez, por razones geoestratégicas obvias, se la ha jugado por el movimiento palestino como ningún otro estadista del hemisferio.
Creo que ya pasó suficiente tiempo como para que me vengan ahora con que Obama es distinto. Sí. Obama no es Bush. Yo creo que es mucho mejor presidente, es más, diría que es un buen presidente y espero que sea reelegido. Pero en lo que se refiere a Israel, la política exterior de Estados Unidos no depende de Obama y ya lo estamos viendo. Fíjense como ha titubeado en estos días, tratando de minimizar las consecuencias para Israel. Así que el espectro de Hamas y Hezbollah seguirá siendo una presencia muy poderosa en los pasillos del Congreso norteamericano. Apuesto doble contra sencillo a que Santos lo sabe.
Lo primero es dejar claro que la agresión israelí no tiene ninguna justificación. La flotilla estaba en aguas internacionales, para empezar. El gobierno de Israel dice que fue una operación de defensa del bloqueo naval a Gaza. Pero el bloqueo en sí es ilegal. Israel lo justifica como un acto de guerra pero esto tiene dos problemas. Primero, un bloqueo naval como este constituye castigo colectivo, cosa prohibida por el derecho de guerra. Segundo, Israel no puede estar en guerra contra Gaza porque Gaza no es un estado, precisamente porque Israel no ha permitido que se reconozca el Estado Palestino. Entonces, cuando a Israel le conviene, Gaza es un estado, pero para otras cosas no. En fin, no me voy a extender explicando estas cosas que hay gente que las explica mejor que yo. (A propósito, el blog de Juan Cole es de lo mejor que hay para seguir el Medio Oriente, especialmente Iraq y Afghanistán.)
Desde hace mucho tiempo existe en varios sectores la idea de que aunque la causa palestina sea justa, el uso del terrorismo la deslegitima. Pues bien, en esta ocasión los simpatizantes de Palestina no usaron terrorismo. Así la flotilla hubiera ido armada hasta los dientes, esto no es terrorismo. Los israelíes atacados eran miembros del ejército, es decir, objetivo militar legítimo. Por otro lado, se trataba de un acto hostil de resistencia contra un bloqueo ilegal. La desobediencia civil no es terrorismo. Muchos dirigentes palestinos se han quejado, con razón de que cuando usan métodos no violentos, el resto del mundo no los escucha. Es un buen punto. La gente siempre se pregunta por qué esta o aquella causa no acude a la no-violencia. Resulta que la no-violencia requiere muchísima coordinación entre bases sociales muy grandes. Es un trabajo político muy arduo. Pero si el mundo les da la espalda a movimientos que tratan de construír una resistencia civil no violenta, entonces el trabajo político se viene abajo y la única ruta que se ofrece es la del terrorismo. Así que, aunque no soy persona de andar en manifestaciones de solidaridad, creo que en este caso es importante que el movimiento palestino sepa que cuando acude a métodos legítimos cuenta con respaldo.
Otra lección de estos hechos es que, como ya se ha dicho hasta el cansancio, los estados-nación están perdiendo peso relativo. En este caso fué una organización de solidaridad en Turquía la que prendió semejante mecha y ahora son los estados de la región los que andan a la retaguardia, tratando de reaccionar a los hechos.
Con esto llego a la parte que compete a Colombia. Uno de mis primeros temores tras el malhadado 11 de Septiembre fue que la famosa "guerra contra el terrorismo" lanzada por Bush se convirtiera, igual que la "guerra contra el comunismo" en una ventanilla para que los Estados Unidos comprara conflictos en otros países. Así fue la Guerra Fría. Si las élites de cualquier país remoto querían que los gringos les sacaran las castañas del fuego, bastaba con ir a Washington a decirles que había comunistas en su país y así se aseguraban todo tipo de asistencia militar para lo que quisieran. (Casi cualquier país de América Latina encaja.)
En aquel entonces pregunté a mis colegas en la Universidad de Chicago (Mearsheimer entre ellos) si esto no quería decir que Bush se arrogaba el derecho de meterse (más) en Colombia y me tranquilizaron diciendo que Bush se había cuidado diciendo que iba tras grupos terroristas "de alcance global." Resulta que cada vez estoy menos tranquilo porque las FARC se están volviendo un grupo de alcance global.
¿Han notado cómo últimamente oímos mucho de actividades de las FARC en Paraguay? Raro, ¿no? Pues bien, resulta que en Paraguay reside una de las comunidades musulmanas shiítas más grandes del hemisferio occidental y, al parecer, miembros de esa comunidad tienen nexos con... Hamas y Hezbollah. No soy agente de inteligencia ni nada que se parezca, pero no me extrañaría en lo más mínimo si en sus andanzas por tierras guaraníes las FARC han desarrollado nexos con Hamas y Hezbollah.
De ser así, aunque no nos guste sería lógico: guerra es guerra. El problema es que si algo ha caracterizado a Juan Manuel Santos es que, como buen exponente de las élites colombianas, se la pasa viendo como le vende a los gringos el conflicto colombiano para que le ayuden a defender sus privilegios. Parte de su hostilidad a Venezuela viene de tratar de crear un clima de "Guerra Fría Andina" a ver si los Estados Unidos lo declaran "su hombre en Bogotá" con toda la ayuda militar y económica que eso implica. ¿Se imaginan lo que puede llegar a inventarse Santos cuando vea el más mínimo asomo, así sea inventado por el DAS, de vínculos de las FARC con Hamas y Hezbollah?
Recordemos que Uribe tuvo una de las políticas exteriores más abyectas de la historia de Colombia y seguramente Santos la va a continuar. Uribe siguió a Bush en todo, inclusive apoyando la invasión a Iraq, con tal de tener a los Estados Unidos de su lado. Colombia no tiene una política exterior propia, mucho menos hacia el Medio Oriente. Súmenle a esto que Chávez, por razones geoestratégicas obvias, se la ha jugado por el movimiento palestino como ningún otro estadista del hemisferio.
Creo que ya pasó suficiente tiempo como para que me vengan ahora con que Obama es distinto. Sí. Obama no es Bush. Yo creo que es mucho mejor presidente, es más, diría que es un buen presidente y espero que sea reelegido. Pero en lo que se refiere a Israel, la política exterior de Estados Unidos no depende de Obama y ya lo estamos viendo. Fíjense como ha titubeado en estos días, tratando de minimizar las consecuencias para Israel. Así que el espectro de Hamas y Hezbollah seguirá siendo una presencia muy poderosa en los pasillos del Congreso norteamericano. Apuesto doble contra sencillo a que Santos lo sabe.
Wednesday, June 2, 2010
La "Vía Colombiana al Socialismo" está Bloqueada.
La mayoría de los igualitarios del mundo se daría por satisfecha con los niveles de igualdad de los países nórdicos. Todos los izquierdistas que yo conozco tienen (tenemos) algo de envidia hacia la socialdemocracia escandinava, con todo y los problemas que ha tenido últimamente. El "modelo escandinavo" ha producido tal vez la mejor combinación conocida en la historia de igualdad, prosperidad y libertades individuales.
Pero por alguna razón extraña, ese modelo no es exportable. Escandinavia (y Finlandia, por cierto) tiene admiradores en todas partes pero uno no ve muchos países que estén emulando ese modelo. Por supuesto, Colombia es parte de esa tendencia. Muchos izquierdistas y liberales colombianos les encantaría que Colombia se volviera una socialdemocracia al estilo escandinavo (que Cundinamarca se volviera Dinamarca), pero no estamos ni remotamente cerca y, peor aún, nos estamos alejando. ¿Por qué?
Hay muchas razones. Algunas son razones históricas sobre las que es muy poco lo que se puede hacer. Por ejemplo, los países nórdicos tienen altos niveles de homogeneidad racial y cultural (o, por lo menos, los tenían en la etapa formativa de sus estados del bienestar) de modo que para el ciudadano promedio, los riesgos catastróficos típicos de una economía de mercado eran algo que le podía pasar a él, o a su hermana, o a su tía. En países como los nuestros eso no se cumple. Quienes somos más claritos y mejor educados que el resto sabemos que hay cosas que a nosostros no nos van a pasar. (Algo parecido al problema de Estados Unidos con la población negra.) Mientras no seamos demasiado mestizos, mientras hablemos con el acento correcto, podemos seguir siendo "gente bien" aún en medio de muchas crisis.
Pero aparte de estas razones, que son comunes a buena parte de América Latina y que han sido esgrimidas por muchos para explicar los abismales niveles de desigualdad en la región, hay otras razones menos enraizadas en la demografía de nuestros países. La socialdemocracia noreuropea no surgió de la nada. Fue el resultado de varias luchas de varios años de dos actores que actuaron coordinados: los partidos de izquierda y el movimiento obrero.
Resulta que en Colombia, justo cuando el Polo se está consolidando como EL partido de izquierda, el electorado colombiano parece estar cansado de los partidos. Los cacicazgos siguen, por supuesto. Santos gana con la maquinaria política de provincia. Pero hay un electorado urbano independiente al que, al parecer, no le gusta comprometerse con ningún partido sino que vota por figuras "frescas." Faltando seis meses para las elecciones del 2002, Uribe andaba en el 2% de la votación, lo mismo con Mockus ahora. Cambia un poco el viento, adquieren visibilidad y se disparan en las encuestas. Pero detrás no hay un partido político.
Entonces la triste ironía es que en el momento en que la izquierda colombiana parece por fin haber encontrado un partido duradero y estable, la gente no quiere votar por partidos. Ese fenómeno no es exclusivamente colombiano ni de la izquierda. Pasa en otros países y en otras partes del espectro ideológico. (¿No es cierto, Dr. Pardo?)
Por otro lado, el movimiento obrero colombiano hace rato está en declive. Colombia se está volviendo un exportador de recursos naturales intensivos en capital. En otros tiempos eso era una fórmula perfecta para crear bastiones de radicalismo obrero. En muchas partes del mundo, las refinerías petroleras del eran centros de agitación comunista (por ejemplo Barrancabermeja yVenezuela sin ir más lejos). Pero esa experiencia, al parecer, no se va a repetir. Además, en el caso colombiano este radicalismo resultó ser un tanto insular, sin mucha capacidad de irradiar hacia el resto de la sociedad. Los movimientos obreros que construyeron estados del bienestar fuertes estaban más bien basados en la industria pesada. (Bueno, me pone a dudar un poco Noruega que es un exportador petrolero, pero creo que la socialdemocracia noruega se construyó también sobre una base industrial.) En cambio, Colombia se está desindustrializando de modo que no se puede esperar que resurja el movimiento sindical que ya tan exánime se encuentra.
Entonces, ninguno de los dos pilares históricos de la socialdemocracia está funcionando en Colombia. Es para ponerse uno bastante pesimista. Sin embargo, hay una alternativa. Lo que pasa es que no tengo ni idea cuál es.
Pero por alguna razón extraña, ese modelo no es exportable. Escandinavia (y Finlandia, por cierto) tiene admiradores en todas partes pero uno no ve muchos países que estén emulando ese modelo. Por supuesto, Colombia es parte de esa tendencia. Muchos izquierdistas y liberales colombianos les encantaría que Colombia se volviera una socialdemocracia al estilo escandinavo (que Cundinamarca se volviera Dinamarca), pero no estamos ni remotamente cerca y, peor aún, nos estamos alejando. ¿Por qué?
Hay muchas razones. Algunas son razones históricas sobre las que es muy poco lo que se puede hacer. Por ejemplo, los países nórdicos tienen altos niveles de homogeneidad racial y cultural (o, por lo menos, los tenían en la etapa formativa de sus estados del bienestar) de modo que para el ciudadano promedio, los riesgos catastróficos típicos de una economía de mercado eran algo que le podía pasar a él, o a su hermana, o a su tía. En países como los nuestros eso no se cumple. Quienes somos más claritos y mejor educados que el resto sabemos que hay cosas que a nosostros no nos van a pasar. (Algo parecido al problema de Estados Unidos con la población negra.) Mientras no seamos demasiado mestizos, mientras hablemos con el acento correcto, podemos seguir siendo "gente bien" aún en medio de muchas crisis.
Pero aparte de estas razones, que son comunes a buena parte de América Latina y que han sido esgrimidas por muchos para explicar los abismales niveles de desigualdad en la región, hay otras razones menos enraizadas en la demografía de nuestros países. La socialdemocracia noreuropea no surgió de la nada. Fue el resultado de varias luchas de varios años de dos actores que actuaron coordinados: los partidos de izquierda y el movimiento obrero.
Resulta que en Colombia, justo cuando el Polo se está consolidando como EL partido de izquierda, el electorado colombiano parece estar cansado de los partidos. Los cacicazgos siguen, por supuesto. Santos gana con la maquinaria política de provincia. Pero hay un electorado urbano independiente al que, al parecer, no le gusta comprometerse con ningún partido sino que vota por figuras "frescas." Faltando seis meses para las elecciones del 2002, Uribe andaba en el 2% de la votación, lo mismo con Mockus ahora. Cambia un poco el viento, adquieren visibilidad y se disparan en las encuestas. Pero detrás no hay un partido político.
Entonces la triste ironía es que en el momento en que la izquierda colombiana parece por fin haber encontrado un partido duradero y estable, la gente no quiere votar por partidos. Ese fenómeno no es exclusivamente colombiano ni de la izquierda. Pasa en otros países y en otras partes del espectro ideológico. (¿No es cierto, Dr. Pardo?)
Por otro lado, el movimiento obrero colombiano hace rato está en declive. Colombia se está volviendo un exportador de recursos naturales intensivos en capital. En otros tiempos eso era una fórmula perfecta para crear bastiones de radicalismo obrero. En muchas partes del mundo, las refinerías petroleras del eran centros de agitación comunista (por ejemplo Barrancabermeja yVenezuela sin ir más lejos). Pero esa experiencia, al parecer, no se va a repetir. Además, en el caso colombiano este radicalismo resultó ser un tanto insular, sin mucha capacidad de irradiar hacia el resto de la sociedad. Los movimientos obreros que construyeron estados del bienestar fuertes estaban más bien basados en la industria pesada. (Bueno, me pone a dudar un poco Noruega que es un exportador petrolero, pero creo que la socialdemocracia noruega se construyó también sobre una base industrial.) En cambio, Colombia se está desindustrializando de modo que no se puede esperar que resurja el movimiento sindical que ya tan exánime se encuentra.
Entonces, ninguno de los dos pilares históricos de la socialdemocracia está funcionando en Colombia. Es para ponerse uno bastante pesimista. Sin embargo, hay una alternativa. Lo que pasa es que no tengo ni idea cuál es.
¡Estoy Jarto de la Educación y la Salud!
Veo que hay gente en el Polo que piensa muy parecido a mí en algunas cosas. Hoy me entero, por ejemplo, de que el Polo le propone un acuerdo programático al Partido Verde. Excelente noticia. Es probable que Mockus lo rechace y además a estas alturas es probable que no tenga mucha importancia. Pero sí era importante pronunciarse y que el Polo adquiera un perfil claro.
Es más, los cinco puntos del acuerdo me parecen bien. Brilla por su ausencia cualquier llamado a un proceso de paz. Está bien. Eso es entendible. El tema de la paz es tóxico en época electoral. Además es probable que Mockus simplemente lo vete y se acaba el asunto.
La única crítica que le tengo a la plataforma del acuerdo es el quinto punto, el que habla de volver la salud y la educación "derechos fundamentales." No es que esté mal, para nada. Lo que pasa es que me parece un poco trillado.
Mi problema es este: a todo el mundo le gusta la salud y la educación. Todo político, de cualquier ideología dice que hay que invertir más en salud y educación. Uno no puede dejar un micrófono prendido por más de cinco minutos sin que alguien salga a hablar de lo importantes que son la salud y la educación. Es decir, a estas alturas, un partido de izquierda no se diferencia de nadie diciendo que está por la salud y la educación.
Es más, en materia de cobertura en salud y educación Colombia no está del todo mal. Con todos sus defectos, el sistema de salud colombiano tiene una cobertura mayor que la del sistema de Estados Unidos antes de la reforma. Claro, hay distintas formas de lograr cobertura y calidad. Hay distintas formas de repartir los costos de esto. A la derecha le gustan los sistemas que dependen del mercado y le trasladan la carga a cada individuo mientras que a la izquierda le gustan los sistemas colectivos que sesgan la carga hacia los más ricos. Pero en Colombia nadie se opone a la cobertura universal. Entonces cuando el Polo sale a decir que hay que garantizar la salud y la educación, deja el espacio para que la derecha diga que ellos también lo van a hacer pero a su manera.
Con esto llego a un problema más de fondo. Como hay tantas formas de garantizar salud y educación, muchas de ellas son totalmente compatibles con el modelo económico "neoliberal" (no me gusta el término, pero hay que usarlo). Por eso en estos tiempos que corren declararse a favor de la salud y la educación no le hace nada de mella al modelo económico y sus relaciones de poder.
Yo hubiera preferido, como ya lo he dicho, un acuerdo en torno a la renta básica que, a mi modo de ver, sí cambia, por lo menos en parte, los fundamentos del modelo económico sin que por ello represente una revolución tal que sería inaceptable para los verdes. Esa es una causa que nadie está liderando en Colombia y que, por lo tanto, sería bueno que el Polo tomara como bandera para diferenciarse de los demás partidos y ponerlos a discutir en sus términos.
Es más, los cinco puntos del acuerdo me parecen bien. Brilla por su ausencia cualquier llamado a un proceso de paz. Está bien. Eso es entendible. El tema de la paz es tóxico en época electoral. Además es probable que Mockus simplemente lo vete y se acaba el asunto.
La única crítica que le tengo a la plataforma del acuerdo es el quinto punto, el que habla de volver la salud y la educación "derechos fundamentales." No es que esté mal, para nada. Lo que pasa es que me parece un poco trillado.
Mi problema es este: a todo el mundo le gusta la salud y la educación. Todo político, de cualquier ideología dice que hay que invertir más en salud y educación. Uno no puede dejar un micrófono prendido por más de cinco minutos sin que alguien salga a hablar de lo importantes que son la salud y la educación. Es decir, a estas alturas, un partido de izquierda no se diferencia de nadie diciendo que está por la salud y la educación.
Es más, en materia de cobertura en salud y educación Colombia no está del todo mal. Con todos sus defectos, el sistema de salud colombiano tiene una cobertura mayor que la del sistema de Estados Unidos antes de la reforma. Claro, hay distintas formas de lograr cobertura y calidad. Hay distintas formas de repartir los costos de esto. A la derecha le gustan los sistemas que dependen del mercado y le trasladan la carga a cada individuo mientras que a la izquierda le gustan los sistemas colectivos que sesgan la carga hacia los más ricos. Pero en Colombia nadie se opone a la cobertura universal. Entonces cuando el Polo sale a decir que hay que garantizar la salud y la educación, deja el espacio para que la derecha diga que ellos también lo van a hacer pero a su manera.
Con esto llego a un problema más de fondo. Como hay tantas formas de garantizar salud y educación, muchas de ellas son totalmente compatibles con el modelo económico "neoliberal" (no me gusta el término, pero hay que usarlo). Por eso en estos tiempos que corren declararse a favor de la salud y la educación no le hace nada de mella al modelo económico y sus relaciones de poder.
Yo hubiera preferido, como ya lo he dicho, un acuerdo en torno a la renta básica que, a mi modo de ver, sí cambia, por lo menos en parte, los fundamentos del modelo económico sin que por ello represente una revolución tal que sería inaceptable para los verdes. Esa es una causa que nadie está liderando en Colombia y que, por lo tanto, sería bueno que el Polo tomara como bandera para diferenciarse de los demás partidos y ponerlos a discutir en sus términos.
Comentarios sobre la Primera Vuelta
Primero, como todos, estoy atónito. De imbécil me puse a creerle a las encuestas que daban dizque un "empate técnico" (que yo interpretaba como una estrecha victoria de Santos) y lo que se dio fue una goleada. Obviamente, para quienes somos anti-uribistas es una pésima noticia. Es muy difícil remontar esa diferencia. Puntos para analizar.
1. Si uno mira los resultados únicamente en términos "espaciales" es decir, de ubicación en el espectro ideológico, parece que Mockus hizo lo que le tocaba pero no le bastó. Obvio, un izquierdista dogmático como yo podría decir que el problema fue que Mockus se movió muy a la derecha. Pero si se hubiera movido a la izquierda, de pronto Vargas Lleras gana más. Es decir, Mockus quedó flanqueado por lado y lado por dos candidatos con votación muy similar. Es difícil creer que alguna otra ubicación ideológica le hubiera servido más.
2. Claro, el análisis del punto 1 es válido en el corto plazo. La otra pregunta, tal vez más importante, es si la oposición hubiera podido hacer algo mejor desde hace un tiempo. Otra vez, yo que soy izquierdista irredento, tengo que decir que el error de la oposición (no ya solo de Mockus) fue no haberse perfilado más hacia la izquierda desde antes. Pero no estoy seguro.
En estas cosas siempre se presenta el dilema de cómo interpretar las preferencias de los electores, si como algo estático que hay que aceptar como dado, o como algo sobre lo que los programas de los partidos tiene cierta injerencia. Si uno toma la primera perspectiva, no hay nada que hacer: el electorado colombiano está bastante a la derecha del Polo y cualquier estrategia iba a perder. Eso puede ser cierto faltando pocos meses (o semanas) para las elecciones. Pero en el largo plazo yo creo que los pronunciamientos de los partidos sí importan. Entonces, la conclusión es que la izquierda en Colombia no ha sabido influír sobre el electorado en estos años. No hemos podido presentar una visión coherente y creíble que atraiga suficientes votos. En esa medida, Mockus se nos apareció como el "comprimido" para el típico estudiante vago que no estudió en todo el año y que el día antes del examen alguien le pasa una hojita con las respuestas. Entonces el estudiante le apuesta todo a la hojita, la dobla, la guarda bien, la esconde y se pasa la noche planeando cómo sacarla. Llega el día del examen y resulta que no entiende lo que dice la hoja porque no estudió. No hicimos las tareas, no estudiamos, no fuimos a clase y creímos que con Mockus íbamos a aprobar el año. Parece que no va a funcionar.
Yo entiendo que, en vista de los resultados, se me dirá que era imposible que el Polo se moviera más hacia la izquierda y que, al contrario, esto muestra es que no hay espacio para la izquierda en Colombia. Creo tener la respuesta, pero se me van a ir varios comentarios así que la dejo para después.
3. No todo es malo. El Polo subió y se mantuvo. Yo no conozco el perfil demográfico de mis lectores, pero si por ahí anda algún joven izquierdista de menos de treinta años le tengo un mensaje: no sabe lo afortunado que es. En Colombia durante décadas era imposible que un partido de izquierda sacara más del 5% de la votación. Y que lo hiciera en dos elecciones seguidas era para pellizcarse a ver si no estaba soñando. Y que el partido sobreviviera tres ciclos electorales por ya casi diez años (a menos que se tratara del histórico pero anémico Partido Comunista) eso ya era materal de leyenda. Hoy en día, con todos sus errores y sus divisiones, el Polo Democrático sigue ahí. Es más, si juega bien sus cartas se puede convertir en EL partido de oposición en Colombia. Probablemente Vargas Lleras regresará a la entraña uribista, lo mismo va a hacer el Partido Conservador, el Partido Verde post-Mockus no se sabe qué es, el Partido Liberal está muerto, entonces, pregunto yo, ¿cuál es el verdadero partido de oposición en Colombia? Si todo sale bien, el Polo Democrático.
4. Esto tiene un problema: parece que a los colombianos simple y llanamente no les gustan los partidos. Llevan ya como diez o quince años votando por candidatos sin partido. Grave cosa para la izquierda. Otro tema de reflexión para futuros comentarios. Tengo que salir, pero después escribo más.
1. Si uno mira los resultados únicamente en términos "espaciales" es decir, de ubicación en el espectro ideológico, parece que Mockus hizo lo que le tocaba pero no le bastó. Obvio, un izquierdista dogmático como yo podría decir que el problema fue que Mockus se movió muy a la derecha. Pero si se hubiera movido a la izquierda, de pronto Vargas Lleras gana más. Es decir, Mockus quedó flanqueado por lado y lado por dos candidatos con votación muy similar. Es difícil creer que alguna otra ubicación ideológica le hubiera servido más.
2. Claro, el análisis del punto 1 es válido en el corto plazo. La otra pregunta, tal vez más importante, es si la oposición hubiera podido hacer algo mejor desde hace un tiempo. Otra vez, yo que soy izquierdista irredento, tengo que decir que el error de la oposición (no ya solo de Mockus) fue no haberse perfilado más hacia la izquierda desde antes. Pero no estoy seguro.
En estas cosas siempre se presenta el dilema de cómo interpretar las preferencias de los electores, si como algo estático que hay que aceptar como dado, o como algo sobre lo que los programas de los partidos tiene cierta injerencia. Si uno toma la primera perspectiva, no hay nada que hacer: el electorado colombiano está bastante a la derecha del Polo y cualquier estrategia iba a perder. Eso puede ser cierto faltando pocos meses (o semanas) para las elecciones. Pero en el largo plazo yo creo que los pronunciamientos de los partidos sí importan. Entonces, la conclusión es que la izquierda en Colombia no ha sabido influír sobre el electorado en estos años. No hemos podido presentar una visión coherente y creíble que atraiga suficientes votos. En esa medida, Mockus se nos apareció como el "comprimido" para el típico estudiante vago que no estudió en todo el año y que el día antes del examen alguien le pasa una hojita con las respuestas. Entonces el estudiante le apuesta todo a la hojita, la dobla, la guarda bien, la esconde y se pasa la noche planeando cómo sacarla. Llega el día del examen y resulta que no entiende lo que dice la hoja porque no estudió. No hicimos las tareas, no estudiamos, no fuimos a clase y creímos que con Mockus íbamos a aprobar el año. Parece que no va a funcionar.
Yo entiendo que, en vista de los resultados, se me dirá que era imposible que el Polo se moviera más hacia la izquierda y que, al contrario, esto muestra es que no hay espacio para la izquierda en Colombia. Creo tener la respuesta, pero se me van a ir varios comentarios así que la dejo para después.
3. No todo es malo. El Polo subió y se mantuvo. Yo no conozco el perfil demográfico de mis lectores, pero si por ahí anda algún joven izquierdista de menos de treinta años le tengo un mensaje: no sabe lo afortunado que es. En Colombia durante décadas era imposible que un partido de izquierda sacara más del 5% de la votación. Y que lo hiciera en dos elecciones seguidas era para pellizcarse a ver si no estaba soñando. Y que el partido sobreviviera tres ciclos electorales por ya casi diez años (a menos que se tratara del histórico pero anémico Partido Comunista) eso ya era materal de leyenda. Hoy en día, con todos sus errores y sus divisiones, el Polo Democrático sigue ahí. Es más, si juega bien sus cartas se puede convertir en EL partido de oposición en Colombia. Probablemente Vargas Lleras regresará a la entraña uribista, lo mismo va a hacer el Partido Conservador, el Partido Verde post-Mockus no se sabe qué es, el Partido Liberal está muerto, entonces, pregunto yo, ¿cuál es el verdadero partido de oposición en Colombia? Si todo sale bien, el Polo Democrático.
4. Esto tiene un problema: parece que a los colombianos simple y llanamente no les gustan los partidos. Llevan ya como diez o quince años votando por candidatos sin partido. Grave cosa para la izquierda. Otro tema de reflexión para futuros comentarios. Tengo que salir, pero después escribo más.
¿Es Qué No Puede Uno Irse Ni Cinco Días?
Me voy a un paseo cortico y al llegar me encuentro con toda una cadena de debacles. Las elecciones en Colombia y ahora el asalto de Israel a la flotilla humanitaria. Como es de esperarse, voy a comentar mucho más sobre la primera, pero párenle bolas a la segunda: es un asunto bastante grave, con muchas implicaciones.
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